miércoles, 12 de junio de 2013

El equilibrio psicológico


Ser una persona equilibrada, desde el punto de vista psicológico, supone mantener una cierta estabilidad en lo que se refiere al humor, emociones y sentimientos, reaccionar psicológicamente con moderación ante los diversos estímulos externos, de una forma proporcionada, y mantener un cierto autocontrol de los impulsos y de la vida instintiva.
Por el contrario, decimos que una persona está desequilibrada psicológicamente si es demasiado sensible a los acontecimientos externos, reaccionando exageradamente ante los mismos (reacciones vivenciales anómalas), o si su afectividad es frágil e inestable, con lo que cualquier cosa es capaz de derrumbarla, conduciéndola hacia el desánimo, la tristeza o el pesimismo, o si por un motivo insignificante estalla en una alegría exagerada (labilidad afectiva). Otras veces, estos cambios de humor se producen sin motivo aparente. Cuando las oscilaciones emocionales son muy marcadas, y se producen fases de contenido opuesto (fases de euforia seguidas de fases depresivas) de larga duración (al menos quince días), hay que pensar en la posibilidad de que no se trate ya de un trastorno de la personalidad, sino, tal vez, de una psicosis maniaco-depresiva, también llamada depresión ciclotímica o bipolar.
Otras veces, el desequilibrio procede más bien del campo de los impulsos, afecta a personalidades explosivas o impulsivas, muy irritables a causa de motivos insignificantes o situaciones que no tienen gran trascendencia, pero ante las que reaccionan de forma brusca y desproporcionada, a veces incluso, de forma agresiva. Estas situaciones son propias de las personalidades psicopáticas, de los trastornos neuróticos y de las crisis disfóricas, que pueden aparecer, por ejemplo, en el transcurso de una depresión, y, en general, de la mayor parte de los trastornos psícopatológicos, ya que el desequilibrio psicológico es uno de los síntomas más frecuentes de los trastornos comprendidos en el campo de la psicología y la psiquiatría. Muchos han definido la enfermedad mental como una situación en la que la persona se ve privada de libertad, ya que no es capaz de ejercer un cierto control sobre sí mismo, por estar como fuera de sí, que es lo que significa el término enajenado.
En algunas ocasiones, la falta de equilibrio proviene, paradójicamente, de «un exagerado equilibrio» que lo que refleja, en realidad, es una anomalía psíquica más o menos grave. Este es el caso de los que poseen una personalidad atímica, es decir, que carecen o que casi carecen de sentimientos. Pueden ser personas sin compasión, conciencia ética, vergüenza, etc. A veces son auténticos desalmados sin escrúpulos, otras veces lo más característico de su conducta es la indiferencia con que viven todo lo que sucede a su alrededor, como si no les afectasen o conmoviesen todas aquellas cosas que suelen afectar a los demás, especialmente si se trata de cuestiones que no guardan una relación estrecha con ellos o con sus intereses. Estas personas muestran su falta de equilibrio precisamente en la frialdad sorprendente con que reaccionan frente a ciertas situaciones que se producen a lo largo de su vida (reacciones vivenciales anormales por defecto).
Muchos casos de inestabilidad se producen en el marco de las personalidades abúlicas, que se caracterizan por su gran sugestionalidad por parte de los demás. Son personas exageradamente influenciables, sobre todo durante la etapa infantil y juvenil, durante las cuales actúan imitando a las personas de las que se rodean y a las que admiran. Se interesan por lo mismo que sus «ídolos», pero en cuanto se unen a otras personas cambian su forma de vida de un modo radical. Aunque son accesibles a influencias de contenidos positivos, son inconstantes y versátiles, encajando con mayor facilidad con aquellos que propugnan conductas cuyos resultados se logran a corto plazo y que exigen menos esfuerzo. Su falta de equilibrio procede de la misma inestabilidad en lo que se refiere a intereses y forma de vida, y a una ausencia de criterios propios de cierta solidez.
Por último, la falta de equilibrio psicológico puede provenir de una personalidad insegura, la inseguridad favorece extraordinariamente la inestabilidad emocional, ya que sumerge a la persona en un mar de dudas, en una situación repleta de ansiedad, que produce sentimientos y comportamientos variables y desajustados.


¿cómo mantener el equilibrio psicológico?
En los casos en los que la falta de equilibrio psicológico se debe a una enfermedad mental, la primera medida será la de combatirla mediante un tratamiento adecuado; pero muchas veces se trata de un problema de personalidad, con lo que la cuestión que se plantea es la de cómo conseguir una personalidad equilibrada.
Cada persona es realmente un mundo distinto y resulta una quimera exponer detalladamente la forma de ser que aportaría a todos el equilibrio psicológico. Para lograrlo no es necesario cambiar nuestra forma de ser hasta que se configure dentro de nosotros una personalidad más o menos estandarizada, ya que esto constituiría más bien un atentado contra nuestra propia identidad. Sin embargo, sí que se pueden considerar una serie de factores psicológicos como ingredientes fundamentales de toda personalidad que aspire a poseer una cierta dosis de equilibrio, ya que constituyen pilares básicos de la misma, y, sin ellos, una persona está expuesta a derrumbarse e ir de un lado a otro o a la deriva.
En primer lugar, es fundamental conseguir conocerse a sí mismo, lo que se puede lograr mediante un análisis de nuestras aptitudes y limitaciones, es decir, de lo que estamos dotados y somos capaces de hacer, así como de lo que nos resulta difícil, casi imposible, debido a nuestras limitaciones en el campo físico o intelectual. El conocimiento de uno mismo requiere un análisis introspectivo, es decir, valorar nuestra forma de ser y nuestras capacidades, volcándonos en nuestro interior, y un análisis extrospectivo, es decir, conocernos por nuestras obras, por lo que hemos sido capaces de hacer hasta el momento actual. Ambos análisis resultan dificultosos, ya que al ser jueces de nosotros mismos, ponemos en marcha mecanismos de defensa y de autojustificación que hacen perder objetividad a estos criterios, por lo que también suele ser positivo que contrastar esta información con la de otras personas que nos merezcan confianza.
Una vez que nos aproximamos al conocimiento de nosotros mismos resulta más fácil establecer un proyecto coherente de vida que sea realizable dentro del marco de nuestras propias posibilidades. De este modo se puede lograr una cierta constancia frente a las adversidades, una mayor seguridad en sí mismo, a la vez que se produce un menor número de frustraciones. Aceptar nuestras limitaciones no supone renunciar a todas nuestras posibilidades, por el contrario, es necesario conocer nuestras aptitudes para desarrollarlas y sacarles el máximo provecho; sacarnos el «máximo partido», en definitiva, pero con realismo. Además, de este modo se logra una mayor confianza y seguridad en uno mismo, especialmente si se logra una mayor fuerza de voluntad y de autocontrol, poniendo en nuestros actos una cierta dosis de reflexión a la vez que conseguimos no desbaratar el camino trazado por culpa de conductas impulsivas de las que después podemos arrepentimos.
Ser los señores de nosotros mismos, como propugnaban los humanistas del siglo XVI, es otra de las grandes claves para conseguir una personalidad equilibrada. Los desequilibrios provienen no pocas veces de que nos vemos desbordados por nuestra afectividad; ponemos demasiado corazón en las cosas y poca cabeza. Tampoco es conveniente convertirnos en seres fríos, exageradamente racionales, sino tan sólo intentar lograr un equilibrio entre lo racional y lo afectivo que nos permita abordar los problemas y circunstancias con realismo y objetividad, sin dramatizarlos y sin dejar de ser nosotros mismos, analizándolos con sencillez y naturalidad.
Cuidar algunos aspectos sociales puede ser de importancia capital. Intentar establecer unas relaciones sociales, familiares o amorosas lo suficientemente amplias y sinceras, con un espíritu abierto, tolerante y flexible ayuda a conseguir una personalidad equilibrada, que no esté volcada sobre sí misma, sino fundamentalmente sobre los demás, ya que de este modo se verá enriquecida, abriéndose a horizontes más amplios.
El trabajo también es importante. Tan perjudicial es trabajar demasiado, si esto supone abandonar otros campos como el de la familia, la cultura, la espiritualidad, la conciencia social, etc., como dedicarse poco a alguna tarea profesional, procurando satisfacer sólo apetencias superficiales o meramente materiales. En ambos casos se termina produciendo un desajuste de la personalidad y un profundo y bastante grave desequilibrio psicológico.
 


martes, 11 de junio de 2013

El listo y el inteligente


¿Es lo mismo ser listo que ser inteligente? Con frecuencia usamos indistintamente expresiones como «qué listo es», o «es muy inteligente», pero hay matizaciones entre uno y otro término. En realidad, desde el punto de vista teórico, o científico, se maneja el término inteligencia (como alta capacidad mental). La palabra «listo» sólo se suele usar coloquialmente.
El inteligente es el que llama la atención por su capacidad mental global o parcial, generalmente con un CI o coeficiente de inteligencia alto. El listo es el que utiliza al máximo su capacidad intelectual, aprovecha sus aptitudes y les saca todo el partido que puede, y es capaz de afrontar y emprender múltiples empresas de las que sale airoso, adaptándose a situaciones nuevas y resolviendo los problemas de forma eficaz. A diferencia del inteligente que tiene un CI importante, el listo puede tenerlo dentro de la normalidad, pero sabe desarrollar y aprovechar al máximo su capacidad intelectual.
El «listo» puede ser resultado de un buen número de estímulos. Las situaciones ambientales obligan a poner en marcha soluciones concretas para resolver conflictos o simplemente contratiempos de forma eficaz. Hay quienes se plantean objetivos claros y concretos, que consiguen alcanzar a base de tenacidad, esfuerzo y trabajo, logrando el éxito aunque no destaquen precisamente por una inteligencia deslumbrante. Esto mismo se puede conseguir a fuerza de estudio, entrenamiento en ciertas tareas y desarrollo cultural.
Hay claramente un condicionamiento cultural a la hora de valorar este tipo de capacidad intelectual. Se dice «el listo es el que se las sabe todas», cuando una persona sale siempre bien de cualquier situación comprometida: se sobrentiende casi que utiliza métodos no del todo aceptables. Al contrario, se oye «es tan bueno que parece bobo», comparándose casi la bondad con la falta de inteligencia.
Otro factor que influye en la inteligencia es la situación afectiva y el equilibrio psicológico. Una persona afectivamente equilibrada y estable puede poner en marcha todos sus recursos intelectuales siempre que resulten necesarios. Pero si existe cualquier tipo de descompensación, en forma de ansiedad, angustia, depresión, el sujeto tiene una merma subjetiva y objetiva de su capacidad intelectual, de forma que es menos eficaz ante cualquier tarea que se proponga. No es que pierda su inteligencia, que permanece exactamente igual, sino que se alteran otras funciones psíquicas directamente relacionadas con ella, como puede ser la atención.
Hay que tener claro que la inteligencia no es únicamente la puntuación que da el coeficiente de inteligencia, sino la capacidad global del sujeto para adaptarse a la vida, lograr sus objetivos con éxito, acoplarse al ambiente y a los que lo rodean y obtener de sí mismo aquello que quiere obtener.

La inteligencia
Ser inteligente es, “sencillamente”, ser consciente y obrar apropiadamente. La inteligencia necesita fundamentarse en todas las herramientas espirituales que un ser humano puede hacer uso, es decir que abarca todos los aspectos de la persona –mente, afectividad, sensibilidad... Esta es la acepción más amplia de inteligencia, aunque este término, se maneja a diario simplemente para determinar la capacidad mental de una persona y se limita al área del pensamiento.
Para Stern es «la capacidad de adaptar el pensamiento a las necesidades del momento presente», Kóhler y Koffka la definen como «la capacidad especial para adquirir conocimientos nuevos». Wechsler, cuya escala de valoración es la más utilizada en la actualidad, dice que inteligencia es «la capacidad conjunta o global del individuo para actuar con una finalidad, para pensar racionalmente y para relacionarse de forma efectiva con el ambiente».
La teoría hereditaria afirma que la inteligencia se transmite de padres a hijos, mientras que la ambientalista apunta que la carga genética tiene poco valor si se compara con todas las circunstancias ambientales que acompañan al desarrollo intelectual, como son la salud, las relaciones familiares, los estímulos recibidos durante la infancia, las circunstancias sociales y la situación general.
A través de los estudios realizados con gemelos homocigóticos (que proceden del mismo huevo embrionario) y dicigóticos (que proceden de distinto huevo embrionario), se ha visto que los primeros tienen niveles de inteligencia mucho más parecidos que los segundos, hecho que apoya la teoría hereditaria; sin embargo, si estos gemelos se separan y crecen en diferentes familias, o sea en distintos ambientes, sus niveles de inteligencia son diferentes, lo que confirma la teoría ambientalista. Lo más coherente es conjugar ambas visiones y aceptar en la inteligencia dos aspectos: el innato y el adquirido.
Lo innato es lo que el individuo lleva consigo, que hereda, como las aptitudes. Luego actúa la adquisición de conocimientos y el entrenamiento, que refuerzan la inteligencia innata. En conclusión, «el inteligente nace y se hace».
La inteligencia no es algo estático, desde el nacimiento se va desarrollando de forma rápida hasta la adolescencia, luego se estabiliza aunque sigue mejorando en algunos aspectos, y a partir del paso adulto-anciano se inicia un deterioro o declive intelectual. Piaget estudió en profundidad el desarrollo intelectual, afirmando que los primeros años de vida son fundamentales para la maduración posterior, tanto de la inteligencia como de la personalidad, y que todos los niños se desarrollan igual, según el medio y los estímulos que cada uno recibe. Describe varias etapas en el desarrollo intelectual: la sensomotora y representativa, la de las operaciones concretas y la de las operaciones abstractas para pasar finalmente al pensamiento racional del adulto.
LOS TESTS DE INTELIGENCIA. Son la forma más objetiva de medir la inteligencia, pero, en realidad, lo que valoran son aptitudes, conocimientos y capacidades del individuo. En un principio, la inteligencia se expresaba en función de la edad mental, unidad introducida por Binet que se obtenía al comparar la edad real del sujeto con lo que sabía hacer. Si la edad cronológica y la edad mental coincidían, el sujeto (o más bien el niño) era normal, si había alguna discordancia surgía la anomalía. Este concepto de edad mental sólo era aplicable a niños y adolescentes. Ahora se emplea el CI o coeficiente de inteligencia que es lo que miden los tests de inteligencia:

Coeficiente de inteligencia = (Edad mental / Edad cronológica) x 100
Hay muchos tests disponibles que se aplican según la edad del sujeto, lo más común es emplear un conjunto de ellos: una batería de tests. El test de Goodenough o test de la figura humana es muy fácil de aplicar, ya que basta un papel, un lápiz y una escala de valoración. El Raven o test de las matrices progresivas es un cuaderno con series de bloques de dibujos; en cada hoja el sujeto tiene que elegir de un bloque la figura que falta en el otro. El test de Wechsler se compone de 11 pruebas, seis verbales y cinco manipulativas, que exploran áreas y aptitudes diferentes con pruebas sobre: información, comprensión, aritmética, semejanzas, memoria de dígitos, vocabulario, claves, figuras incompletas, cubos, historietas y rompecabezas. Del resultado conjunto de todas las pruebas se obtiene el coeficiente de inteligencia con unos valores que oscilan:
Idiocia O- 24
Imbecilidad 25- 49
Debilidad mental 50- 69
Casos límite o «Borderlines» 70- 79
Normal-Mediocre 80- 89
Normal Medio 90-109
Normal Superior 110-119
Superior 120-129
Muy Superior 130-140
Superdotado Superior a 140
La inteligencia que no miden los tests (la capacidad de ganar dinero, etc.)
Es una observación común que muchas de las personas que han levantado una gran fortuna desde la nada no eran precisamente, en el colegio, los primeros de la clase. Algunos jefes de bandas, guerrilleros, actores, músicos, modistas, líderes sindicales, etc., tampoco brillaron en su escolaridad.
Si se les realizan tests de cociente intelectual (IQ), el resultado en ocasiones es alto; pero en otras, mediocre o bajo. Sin embargo, han destacado sobre otras personas por su capacidad excepcional en ciertos terrenos. No es la suya una inteligencia «académica» que permite gran rendimiento en los estudios, pero no cabe duda de que forman parte de una selección de superdotados y disfrutan de «otro tipo de inteligencia», que hasta hoy no medían los tests.
Los tests se han utilizado masivamente para seleccionar candidatos a puestos de empresa, y también por los ejércitos en las dos guerras mundiales. Las empresas emplean todavía los tests para elegir candidatos, y los ejércitos para decidir rápidamente entre la enorme masa de reclutas cuáles están más capacitados para aprovechar el adiestramiento y convertirse en suboficiales u oficiales, y así no perder el tiempo entrenando a soldados menos capacitados intelectualmente que otros. Pero si en un grupo de jóvenes no buscamos un empleado o un sargento, sino un socio para hacer una fortuna, no nos valen los tests convencionales, no miden tal capacidad.
Hasta hace poco no se ha intentado una valoración técnica de estas y otras variantes de aptitudes superiores.
R. Sternberg desarrolló hace poco en la Universidad de Yale un nuevo concepto de la medida de la inteligencia por tests que tenga en cuenta tales aptitudes para el triunfo no académico, como, por ejemplo (si queremos mencionar alguno extravagante), la capacidad de comunicación de los mimos profesionales, y la de sobrevivir de los timadores hábiles. En otra universidad, la de Harvard, Howard Gardner ha trabajado en la detección de los doce tipos de «inteligencia práctica» que no suelen valorarse en colegios y universidades, entre ellos los de manipulación de personas, esencial para los líderes, y la aptitud creativa clave en los escritores y artistas.
La importancia de estos conceptos, que no son nuevos, pero que al fin reciben una vía de aplicación real, no sólo está en el diagnóstico precoz de talentos escondidos, sino también en la reorientación de los pedagogos para que estimulen en las aulas estas aptitudes tan útiles.


Nuestra mente, una máquina


La mente es una complicada estructura, situada físicamente en el cerebro, que recibe influencias de todo el organismo. Se encuentra en continua actividad y sólo durante el sueño entra en una fase de reposo relativo, ya que continúa funcionando en otros niveles.
Nuestro cerebro sigue siendo aún hoy día prácticamente un misterio, pero la ciencia no deja de avanzar en su estudio y las técnicas para descubrir su funcionamiento son cada vez más especializadas y precisas. Sus funciones afectan a todo lo que somos y hacemos; cualquier actividad realizada por el cuerpo, como mirar, tocar, digerir, moverse, sonreír o hablar, está provocada por una orden cerebral. Todo lo que llega desde el exterior tiene como punto final el cerebro; las imágenes que vemos, las captamos a través de los ojos, pero las reconocemos y sabemos qué son, gracias a la corteza cerebral. Lo mismo ocurre con el resto de las sensaciones.
Su funcionamiento psíquico es aún más complicado. La actividad mental, la vida psíquica, radica en el cerebro y el resto de las estructuras del sistema nervioso central. Nuestra mente es una máquina que piensa, está atenta, se orienta, tiene memoria, es inteligente, nos comunica con el exterior, se mantiene consciente...
La personalidad deriva también de la actividad mental. Una parte de la misma se hereda de los padres a través de la carga genética, está marcada orgánicamente. Otros aspectos de la personalidad son, en cambio, fruto del aprendizaje, que se inicia desde el momento mismo del nacimiento y continúa luego a lo largo de toda la infancia. Otros rasgos son fruto del ambiente, o los adquiere y desarrolla el propio individuo. Los aspectos psicológicos se almacenan en la memoria y van actuando con el tiempo.
Conocemos la conformación exterior del cerebro e incluso su composición microscópica, sabemos de sus conexiones con otras estructuras y de los mecanismos de transmisión de los estímulos, pero conocemos poco de sus enfermedades; en este sentido, la mente humana es todavía una gran desconocida. Los investigadores modernos se afanan en encontrar las causas últimas de la depresión, la esquizofrenia, las neurosis y todos los trastornos psiquiátricos, pero el cambio es largo y queda mucho por recorrer.

La mente.
Deberíamos aprender a serenarnos y tomarnos las cosas con mayor tranquilidad si queremos ser felices y tener buena salud.
Todos tenemos el mismo problema, se llama "mente". Como la creación del Dr. Frankestein, cuando nuestra mente escapa a nuestro control y "actúa por su cuenta", puede ser, como mínimo, una cosa molesta y, en el peor de los casos, monstruos. En el mejor de los casos, puede hacer que nos sintamos molestos, tensos, inquietos, incapaces de relajarnos y disfrutar. En el peor de los casos, podemos convertirnos en enfermos, delincuentes o dementes. Después de todo, ¿qué es la neurosis sino la persecución de nosotros mismos por nuestra mente, y qué es psicosis sino la locura homicida de la mente en acción?
Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la cháchara constante de la mente para sentir el silencio y la paz interior. Hay muchas maneras de lograr esto en otro apartado sugeriremos técnicas de meditación (accesos hacia esa paz interior) con las que podremos experimentar para ver cual se adecua a nosotros mismos.
En realidad, "la mente" como entidad no existe. Si observamos, sólo existe una sucesión de pensamientos que es más o menos automática. Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de ninguna parte. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de sentimiento. A veces suelend desaparecer casi de inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra consciencia, clamando por nuestra atención o acción, demanera obsesionante o persecutoria. Puesto que el sentimiento sigue al pensamiento, puede hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, satisfecho/a o eufórico/a, a deprimido/a desesperado/a o paranoico/a.
Estos pensamientos que, de buen o mal grado, entran en nuestras cabezas afectan a nuestros estados de ánimo, y puesto que lo que decidimos y hacemos habitualmente surge de lo que estamos sintiendo, también afectan a nuestras acciones y reacciones hacia los demás. Por consiguiente, nuestros pensamientos nos manipulan como a títeres. Cuando un pensamiento se apodera de nosotros, nos sentimos excitados; en otras ocasiones somos presa del pánico. Al recordar viejas ofensas sentimos aparecer la misma antigua ira, como si todo estuviese sucediendo de nuevo. Nuestros pensamientos nosimpulsan: vamos de arriba a abajo, damos vueltas y vueltas, de un lado a otro como ratones en una rueda de molino.
El origen de toda desdicha humana comienza como un pensamiento antes de ejecutarse y de manifestarse en el plano material. Y la meditación es la única forma que tenemos para superar el dominio absoluto que nuestro pensamiento tiene sobre nuestra experiencia y nuestra manera de estar en el mundo.
La esencia de "liberarse del engranaje" es romper la identificación de nosotros/as mismos/as con nuestros pensamientos para parecernos menos a robots y dejar de ser conducidos por ellos. Darse cuenta del ser que vive detrás del pensamiento, de cómo se crea el pensador con los pensamientos es tremendamente liberador. Conseguimos comprender que no tenemos por que ser perturbados por ninguna película de desastres que se proyecte en la pantalla de la mente, por recuerdos del pasado cargados de melancolía o fantasías del futuro preñadas de fatalidad. Los problemas pueden perdurar, pero ahora llegan a ser hechos que tienen que ser manejados, y serán manejados de manera más eficaz si son vistos con claridad más que a través de la bruma de sentimientos que suele reunirse en torno a ellos.
La  meditación nos permite ver lo que es real más claramente, experimentarlo más directamente, responder a ello en forma más apropiada tal como el hecho es ahora, sin ser perturbados por lo que nos dicen nuestras mentes acerca de lo que podría o debería suceder, o de lo que aconteció la última vez. Pues nuestras mentes no están en el aquí y en el ahora, sino que se hayan detenidas en el pasado o en el futuro. Tal vez lo más importante que la meditación regular hace por nosotros/as es incrementar nuestra capacidad para vivir en el momento, realzando nuestra experiencia de lo que está sucediéndonos. En realidad nos ayuda a "perder nuestras mentes y llegar a nuestros sentidos"; otro modo de decirlo es que nos hace sentir más vivos, más plenamente "aquí y ahora".

El deterioro de la mente.

A medida que vamos avanzando en años nos damos cuenta que la mente –que es el instrumento de la comprensión- se deteriora debido a su mal uso. El principal motivo de deterioro de la mente es el proceso de la opción. Toda nuestra vida se basa en la opción. En la opción nunca hay una comprensión directa, sino siempre el tedioso proceso acumulativo de la capacidad de distinguir, el cual se basa en la memoria, en la acumulación de conocimientos. Y la opción genera este constante esfuerzo.
La opción es ambición. Nuestra vida es ambición, y el “llegar a ser”, esa aspiración, ese empuje, el impulso para llegar a serlo, es el proceso de la ambición, que se basa esencialmente en la opción. Así, nuestra vida es una serie de luchas, un movimiento que va de un deseo a otro, y en este proceso de devenir, en este proceso de lucha, la mente se deteriora. La naturaleza misma de este deterioro es la opción, que es el origen de la ambición.
Pero se puede vivir una forma de vida que no se basa en la ambición, en la opción, que es un florecimiento que no proviene de una búsqueda, que es sencillez. La ambición engendra competencia. Ésta produce ciertos beneficios económicos, pero deja como secuelas el embotamiento mental y el condicionamiento tecnológico. El ser humano pierde su sencillez, su capacidad de vivenciar directamente y se crea un mundo horrible.
Se debe ser consciente de la ambición en la propia vida, investigarla y averiguar que implica. La opción es corrupción, ya que impide el florecimiento. El ser humano que florece es, no está deviniendo, llegando a ser. Existe una gran diferencia entre el ser humano que florece y el que deviene. La mente que deviene es una mente que está siempre creciendo, expandiéndose, acumulando experiencia como conocimiento. Siempre está en conflicto, en lucha, en un estado de desdicha. Esta gran diferencia que hay entre la mente que deviene y la que florece la debemos descubrir en nuestro vivir cotidiano. Vivir en florecimiento es vivir sin ambición, que es el camino de las opciones, es descubrir un florecimiento que es el camino de la Vida, que es la verdadera y apropiada acción.
Pero sin haber descubierto el camino del florecimiento de la Vida nos limitamos a decir que no debemos ser ambiciosos, pero el simple matar la ambición destruye también la mente, porque no deja de ser esta una acción de la propia mente, o sea de la opción y de la ambición. Por esto es esencial que dada uno de nosotros descubra en su vida la verdad con respecto a la ambición. A todos se nos estimula para que seamos ambiciosos; esta sociedad nuestra se basa en eso, en la fuerza del impulso dirigido a la obtención de un resultado. Pero ese modo de abordar la Vida es esencialmente erróneo, hay otro modo que es el florecimiento de la Vida, el cual puede expresarse sin acumulación alguna.
Hay una energía, una tremenda fuerza que no tiene nada que ver con el proceso acumulativo, tonel trasfondo del “yo”, del sí mismo, del ego. Ese es el camino de la creación. Si comprender esto, sin vivenciarlo, nuestra vida se vuelve muy opaca, se convierte en una serie de conflictos interminables en los que no hay creatividad ni felicidad alguna. Si pudiéramos, sin descartar la ambición, comprender sus modalidades –percibiendo, escuchando la verdad de la ambición, estando abiertos a ella- podríamos dar con ese estado de creatividad en el que hay una expresión constante que no es del ego, de la autorrealización, sino que es la expresión de esa energía libre de las limitaciones del “yo”.

viernes, 7 de junio de 2013

El Poder de su Elección


Introducción
Autoestima:
 “El Primer Escalón del Éxito”.
Lo que nos sucede no es lo que nos afecta,
 sino la interpretación que hacemos
 de éso que nos sucede.
- Viola Edward
Este taller es un apasionante viaje por el arte de ser humano. Constituye una aportación para ayudarte a alcanzar un nivel más elevado de conciencia; una nueva conciencia, en donde tus pensamientos resulten ser tan poderosos, que puedan afectar al mundo que te circunda, tus relaciones personales, la manifestación física, material y tu perspectiva con el mundo en general. Sin embargo, mis palabras no van a hacerlo real, sólo el experimentar en tu vida lo convertirá en tu realidad; por eso es un taller.
No se basa este proyecto en enseñarte una verdad, sino en que descubras tú verdad, tú propio poder y con ello recuerdes quién eres.
Descubrir la membresía que nos integra a este mágico Universo del cuál somos parte para vivir plenamente y sobre todo para lograr una armonía emocional, mental, física material y espiritual.
Este apasionante viaje a través del crecimiento como ser humano, supone disipar algunas falsas creencias que existieron en su pasado y llegar a un nuevo conjunto de conocimientos. Con tus nuevas herramientas, pasarás...
- ... de saber que vivir en un mundo con limitaciones, a saber que tú realidad última y tú propio potencial son ilimitados.
- ... de saber que estás determinado por tu herencia, las circunstancias y fuerzas externas, a saber que creas tu propia realidad, que hay fuerzas di¬vinas que actúan "con y dentro de" ti..
- ... de saber que la existencia humana suele ser mala y peligrosa, a saber que toda experiencia humana es una bendición y que por algo sucede. Ese algo es un motivo superior y positivo.
- ... de saber que dependemos de circunstancias, decisiones y personas fuera de tú control, a saber que esta dentro de ti el más grande poder del Universo para ayudarte a crear lo que deseas.
- ... de saber que nos espera un futuro difícil y cada vez peor, a saber a ciencia cierta que nos espera un futuro extraordinario y bello, cada vez mejor y en donde llegaremos a emocionamos por existir.
Sé que varias cosas que trataremos en este viaje las dudarán algunas per¬sonas y otras las negarán. Que así sea. Son la verdad, según yo las vivo día con día, y salen de mi corazón.
El taller de autoestima nació en Septiembre de 2005 para compartir abierta y desinteresadamente con personas necesitadas de respuestas y encontrar luz en su camino de vida, sin pedirte nada a cambio y sin costo alguno, por lo que te pido que lo compartas con el mismo amor con que yo lo hago. No tiene que ver con ninguna religión, el color de tú piel, en dónde vivas, tu afiliación política ó cualquier otra creencia que nos divida. Es más este taller tiene que ver muy poco con un enfoque tradicional de psicología.
No es estrictamente necesario seguir la secuencia numérica de los capítulos, a excepción de algunos capítulos seriados, los cuáles al inicio del capítulo así lo indica, ó en el titulo dice Parte 1 ó Parte 2, etc.. y que también están indicados en el índice.
Si sientes el deseo de leer algunos simplemente guiado por porque el título te llame la atención, esta bien, ello corresponde a la orientación de tu guía interior, aunque retrospectivamente si veo una evolución en el tratamiento de los temas con el tiempo, seguramente influido por mi propio crecimiento.
Ha sido un gran gozo planear éste taller de autoestima, pero es una emoción indescriptiblemente mucho mayor, "vivir" en la nueva conciencia de la que hablamos, te deseo la misma emoción por existir y más, con tu nuevo descubrimiento: Tú Mismo.
Adquirir una Nueva Conciencia de nosotros mismos es todo un desafío ante los hábitos del ser humano. Plantear una reconstrucción mental pareciera difícil, pero se torna sumamente fácil cuando se dimensiona el bien que se puede llegar a alcanzar.
Una de las mayores lecciones que podemos aprender los seres humanos es saber el motivo de nuestros comportamientos. Todo ser humano tiende a evi¬tar el dolor o sufrimiento y a buscar la felicidad o el placer. Créame que se visualizará una perspectiva diferente ante la vida cuando se tiene plena con¬ciencia de esta dinámica mental tan interesante en el ser humano.
Cuando alguien experimenta cierta dificultad para iniciar algo nuevo en su vida es porque resulta natural al ser humano ese sentimiento de miedo ante el cambio, lo que dificulta el mismo. El cambio, por definición, implica cierto temor hacia lo desconocido. Platón, gran filósofo griego, decía que el valor y la cobardía no existían, sino que lo que verdaderamente existía era el conocimien¬to o la ignorancia; veamos, si a un niño pequeño de tan sólo 2 años de edad le pidiéramos que se arrojara al vacío desde el noveno piso de un edificio, le podría asegurar, mientras no interfirieran los padres o ningún adulto, que sí lo haría, claro que lo haría. Ahora bien, también le puedo asegurar que ni usted ni yo esta¬mos pensando en lo valiente que es ese chico para afrontar tal desafío, ¿verdad?; lo que le puedo asegurar es que ese niño no tenía el conocimiento de la grave consecuencia; ignoraba esa información y por ello se lanzó al vacío.
Pero si, por el contrario, le pidiera a usted que se arrojara desde la azotea de su casa, pues no lo haría de ninguna manera (a menos de que tuviera una razón de peso para hacerlo. Le recomiendo terminar de leer todo el material para tomar posteriormente la decisión). Falso sería decir que es usted un cobarde al no acometer tal desafío; lo que verdaderamente sucede es que usted "conoce" las consecuencias del golpe que podría recibir. Ahí está, conocimiento e ignorancia, esa es la dualidad para ejercer muchos de nuestros comportamientos en la vida.
Cuántas veces no ha exclamado usted, " ¡caray!, si yo hubiera sabido esto antes...", o "¡esto ni me lo imaginaba!". Existen un sinnúmero de frases que nos muestran la ignorancia o el conocimiento que teníamos de talo cual cosa. Lo importante de esto es que todo lo que nosotros podamos llegar a conocer servirá como parámetro funda¬mental de referencia para que posteriormente podamos elegir. Este concepto es aplicable a prácticamente todo en la vida. ¿Cómo vamos a elegir algo que no conocemos?, de aquí lo trascendentemente importante que es conocer. Podríamos llegar a decir que casi en todo momento estamos conociendo.
Cuando leemos, observamos, tocamos, escuchamos, cuando asimilamos infor¬mación por cualquiera de nuestros cinco sentidos, estamos conociendo, estamos  aprendiendo. Y le garantizo que entre más conozca de cualquier área del conocimiento humano, más humano se puede llegar a ser por la capacidad de elección que se incrementa como consecuencia.
Todos nosotros, usted y yo, hemos pasado por momentos muy difíciles, por momentos en donde se ponen a prueba nuestra prudencia, nuestra fortaleza, nuestra templanza, nuestra justicia, etc. Sin embargo, aquí hay algo que también puede ser positivo; nuestra capacidad de decisión, aun en momentos difíciles, la conservamos y gracias a ello es que podemos elegir, podemos decidir en qué fijamos.
Mire, cuando dije "momentos difícil es", quise decir que usted tiene la libertad de elegir, darle más importancia a la palabra "momentos" o a la palabra "difícil es", y en esa decisión ¿verdad que hay una gran diferencia? Recuerdo cuando una amiga mía me hablaba por teléfono un domingo cerca de la media noche. Era uno de sus últimos momentos de vacaciones porque al día siguiente iniciaba un semestre más en sus estudios universitarios. Me hablaba un poco afligida y triste por el fin de sus vacaciones, pero más se percibía su preocu¬pación por el inicio de clases; una vez más levantarse temprano, estudiar, correr a clase, prepararse para los odiosos exámenes. Además, su escuela se caracteri¬zaba por un prestigio de "las más difíciles", de esas escuelas donde a los alum¬nos se les presenta calvicie, úlceras, alteraciones en la piel, etc. Como ve, algo "muy motivante" para iniciar el semestre.
Ella me decía "estoy un poco preocupada porque mañana inicio un nuevo semestre, y me da un poco de miedito, ¿sabes?". Todavía recuerdo que le respondí algo como: "Te entiendo, yo también me acuerdo de lo espantoso que fue cuando yo inicie a estudiar mi carrera profesional: el reto de nuevas materias; sin embargo, déjame preguntarte algo, ¿no has dimensionado la maravilla que es poder estudiar?, ¿qué pre¬fieres?, estudiar o levantarte a las 4:30 de la madrugada para ir a la Central de Abastos a recoger tu mercancía, cargar1a sobre tus hombros para llegar al mer¬cado y poner tu puesto de verduras y dedicarte a ello; o mejor tener la dicha y la oportunidad de estudiar, vivir la maravillosa aventura de descubrir nuevos mundos y diferentes perspectivas de vida como las que encuentras en una uni-versidad; poder leer sentada en el sillón más cómodo de tu casa saboreando al mismo tiempo un rico café, o preferirías tener que salir a vender periódico y poseer un horizonte tan corto como tu propia nariz, sin sueños que alcanzar, sin desafíos que afrontar. ¡Caray!, emocionarte enormemente al saber que tienes la capacidad de leer y con ella llegar a conocer tanto, pudiendo elegir entre tan variadas opciones que se nos presentan en la vida.
Todavía le agradezco a Dios la oportunidad que me brindó para estudiar, y que con el apoyo de mis padres se reflejara en una mejor educación, más conocimientos y mayor capacidad de elección y decisión, como lógica consecuencia".
Se hizo un silencio en la línea telefónica, luego me respondió "No sé que hiciste, pero ya me dieron ganas de ir mañana a la escuela". ¡Pues claro!, ahí estaba la diferencia; ante el mismo evento (asistir a la escuela) los dos teníamos perspectivas diferentes y con ello experimentábamos emociones distintas. Créame, sí se pueden ver las cosas de manera diferente a como estábamos acostumbrados, basta que usted así lo quiera.
Una vez que nos hemos afianzado a una nueva creencia, a una nueva pers¬pectiva ante la vida, a través del tiempo se empieza a tomar como un verdadero estilo de vida; empezamos a ver las cosas a través del mismo cristal siempre, y tenga la plena certeza de que ese cristal usted mismo lo puede limpiar o ensu¬ciar. Estoy convencido de que la perspectiva que uno llega a tener de la vida es muy similar a la visión que se tiene al ir manejando un automóvil. Cuando maneja va observando todo lo que está delante de usted, para evitar colisiones, saber qué carril le conviene tomar, etc. Pero muy pocas personas se han puesto a reflexionar que para ver todo ello, también fue necesario observar el parabrisas, ¡al mismo tiempo y a través de él!, pero lo más impactante es que casi nadie se da cuenta de esto.
Ese parabrisas podría estar polvoriento, grisáceo, viejo ó estrellado y más de uno podría haber afirmado "¡caray!, que día tan contaminado!". Pues bien, aunque esa es una muy factible realidad dentro de una gran ciudad, podría esa persona llevarse una sorpresa cuando se bajara por un momento del automóvil y viera "la realidad" más despejada, incluso podría restregarse los ojos como no creyendo lo que está frente a él, ¡un día limpio!. Qué interesante si volteara a ver su parabrisas y lo encontrara sucio, qué maravilla si al per-catarse de la causa de tal diferencia, emprendiera la acción y limpiara el parabrisas, lo puliera, y posteriormente regresara al volante para manejar y muy seguramente exclamaría -"¡Qué bello día!". ¿Se imagina?
Pues bien compañeros, el apasionante paseo al que me dispongo invitar¬lo es a que juntos limpiemos nuestros parabrisas. En nosotros está la decisión para ello. Tú y yo iniciamos el día de hoy una apasionante jornada que no se cuanto tiempo durará, pero estoy seguro que cambiará tu vida. Nos haremos acompañar por muchos maestros: Deepak Chopra, Alejandro Ariza, W. Dyer Wayne, Gregg Braden, Lair Ribeiro, Joseph Morphy, Norman Vincent Peale, Lynn Grabhorn, Neale Donald Walsch, Stephen Covey, Louise L. Hay, Esther y Jerry Hicks, Joe Vitale, Emet Fox, Emilio Guzmán, Ema Godoy, Leo Alcalá, Camilo Cruz, Víctor Frankl, Ralph Waldo Emerson, Harold Kushner, Gerardo Schmedling, Esther y Jerry Hicks, Sergio Valdivia, Anthony Robbins, Robert B. Stone, James Readfield, Daniel Goleman, Jack Canfield, Carl Gustav Jung, Miguel Ruiz, Brian Tracy, Masaru Emoto y algún otro que se me escapa su nombre en este momento además de  tu servidor.
Dedico esta obra a mi maestro, el Dr. Alejandro Ariza, quién con su gran valor y conocimiento humano cambió mi vida y la de mi familia.
¡Empecemos!
Juan Carlos Fernández

1
El Poder de su Elección
"El hombre no es la criatura de las circunstancias, sino 
que las circunstancias son las criaturas del hombre"
- Benjamín Disraeli

El verano pasado salía de una plática de desarrollo humano y recuerdo perfecta­mente cuando una persona se me acercó y me hizo una pregunta muy intere­sante: "Después de todo lo que acabo de escuchar me ha surgido una duda, ¿qué es lo más humano del humano?". En ese preciso instante pensé -"pues ¿qué habré dicho para que le surgiera tan curiosa pregunta?"- y de momento me quedé callado con una cara de como pensando, realmente como pensando porque no tenía ni idea de qué responderle a esta persona. Lo primero que se me vino a la mente fue: - "Sí, claro, ya veo. Esa es una pregunta muy inteligente y me gustaría respondérsela en mejor ocasión, qué le parece si des­cansamos un momento y con gusto lo busco más tarde y conversamos".
Así fue por suerte, entre tanta gente, el ruido, el brindis de clausura, etc., todo volvió a la normalidad. Sin embargo, al llegar a la soledad reflexiva de mi habitación no dejaba de merodearme su pregunta, ¿qué es lo más humano del humano?, ¿acaso realmente hay algo tan característico que defina tan sólo a nuestra especie?, pues no tenía la plena certeza, pero le confieso que ciertos estudios a los que tuve acceso apuntaban para responder a esa pregunta.
Permítame platicarle algo; mire, es muy curioso que cuando un animal de especie inferior a la nuestra nace, siempre será eso que nació; por ejemplo, un perico nace perico, vive como perico y morirá irremediablemente como perico. Un perro nace perro, vive como perro y también morirá irremisiblemente como perro. La misma suerte corre un delfín, una garrapata o un avestruz. Entonces, la enorme diferencia consiste en que el ser humano nace y luego "elige" qué quiere ser, incluso puede elegir ser más humano o no serlo. Esta reflexión es muy confrontante, muy comprometedora.
Cuando usted nace, todavía depende de su madre por un tiempo; incluso, el ser humano es el animal que nace más indefenso al compararlo con una gran gama de animales de especie inferior a él. La madre todavía le tiene que proporcionar espacio, tiempo y alimento. Pero conforme uno va creciendo y desarrollándose se empieza a vivir la apasionante aventura de elegir. Este enorme poder se va incrementando con el transcurso de los años; por ejemplo, dudo mucho, que usted haya elegido el kínder al cual asi­stir, que haya revisado los programas de estudio, que haya entrevistado a las dis­tintas maestras de esa institución para valorar su nivel académico, etc., pues no, ¿verdad? Creo que a usted, al igual que a mí, nos mandaron y ni nos pregun­taron. Pero con el transcurso de los años usted ya pudo elegir la universidad a la cual asistir, la carrera que estudiar o incluso pudo elegir estudiar o no hacerlo. Por lo menos, espero que a esas alturas de la vida ya le hayan permitido elegir.
De esa forma es que se va madurando; todos nosotros necesitamos algún día confrontamos con el momento de la elección, incluso confrontar el momento cuando nosotros somos los únicos en el proceso de elegir y no hay nadie a quien consultar. Si usted ya ha llevado una vida de altas responsabilidades es posible que ya haya experimentado momentos como ese. Toda la vida nos encontramos eligiendo, elegimos a qué hora levantamos, cuándo bañamos, qué jabón usar para limpiamos, la ropa que ponemos, el alimento que ingerimos, el automóvil que nos transporta, etc., la lista seria interminable. Sin embargo, cuando rea­lizamos tantos actos en nuestra vida, a base de repetirlos día con día se con­vierten en hábitos, y es entonces cuando se hacen inconscientes y por ello muchas veces ya no nos damos cuenta del proceso de la elección; pero eso no implica que nuestra elección sea falsa o inadecuada, no, todo lo contrario, sim­plemente hemos caído presa de la costumbre.
¿Recuerda el último viaje que realizó? Si hace memoria es posible que se asombre por la cantidad de procesos de elección que realizó para dar un paseíto. Usted eligió el lugar a visitar, la vía más adecuada para ello, el hotel o la casa a la cual llegó, eligió la hora a la cual salir (aunque muchas veces no coincida con la verdadera salida), etc.
 Esa enorme capacidad de elección es la manera en cómo se manifiesta una de las facultades espirituales del ser humano, "La Voluntad". A través de esta facultad es cómo nosotros elegimos, y el proce­so que lleva a cabo nuestra voluntad es verdaderamente interesante. Cuando uno se enfrenta a determinadas circunstancias y necesita elegir es cuando entra en acción nuestra voluntad, manifestándose en el hecho mismo de elegir. Sin embargo., cabría hacerse otra pregunta, ¿de dónde elige nuestra voluntad? ¿Cuáles son las opciones que tiene? Precisamente, las opciones se las presenta la otra facultad espiritual del ser humano., "La Inteligencia".
La inteligencia se encarga fundamentalmente de conocer, el conocimiento. Es la materia prima de la inteligencia, y por ello. "saber" es una de las principales manifestaciones de la misma. De tal suerte, que cuando nosotros elegimos, nuestra voluntad siempre consulta las opciones que le presenta nuestra inteligencia.
 Pongamos un ejem­plo. Si usted quisiera ir hoy en la noche a una gran fiesta porque recibió la invitación para asistir, pues sin duda se encaminaría a ella (y más probablemente si la entrada es libre). Imagine que va usted manejando y al llegar a la esquina de una avenida principal observa que más adelante hay un accidente, y supone que tardaría mucho tiempo en cruzar las 7 calles que faltan para llegar al punto donde usted se dirige. En ese momento., es posible que dude acerca de cuál sería la mejor opción, sobre todo si trae un poco de prisa por llegar. ¿Sigo de frente ya que pronto se agilizará el tránsito? o ¿mejor doy vuelta a la izquierda y me voy por calles alternas?
Esta parece una pregunta sencilla de responder, pero ¿qué tal cuando usted no conoce la zona, y ya está muy adentrada la noche? ¿Verdad que entonces ya no es tan sencilla? Pues bien, en ese momento la vo­luntad se acercaría a la inteligencia y le pediría las sugerencias para ahorrar tiempo, encontrando la vía más corta o el mejor atajo. Si usted "conoce" la zona, su inteligencia podría mostrarle a su voluntad un verdadero mapa geográfico y con ello la elección se haría la más adecuada. Pero, imagínese que su voluntad se acerca con su inteligencia y le dice: -"Inteligencia, oye, te tengo noticias, ¡estamos perdidos en medio de no sé dónde!, por favor preséntame las opciones más viables para salir de aquí, ¡estos rumbos me están poniendo los nervios de punta!, apresúrate". Y la inteligencia le responde: -"No hay nada, recuerda que hoy es la primera vez que salimos a la calle; ¡suerte!". Creo que aunque parezca un cuento para niños, es muy posible que ese haya sido el diálogo entre su inteligencia y su voluntad la primera vez que usó el automóvil manejando solo, en aquellos años de adolescencia, ¿lo recuerda? Pero al pasar de los años, ver­daderamente se hace más difícil extraviarse porque cada vez se va conociendo más.
El ejemplo que acabamos de imaginar opera para cualquiera de nuestras elecciones; siempre necesitamos consultar a la inteligencia. De ahí el trascen­dente hecho que tiene el "conocer", el saber. Si reflexionamos un poco más, el ser humano se encuentra conociendo continuamente a través de la información que obtiene por sus cinco sentidos, todo lo que observa, lo que escucha, toca, huele o saborea. Todo es información que llega a la inteligencia en cada momen­to. Así, se va formando un verdadero banco de datos con dimensiones inenarrables. Me imagino que ha llegado a la conclusión de que entre más sepa, más opciones para que pueda elegir. Está usted en lo correcto.

"El Ser Humano no es tan sólo un ente
material con una experiencia espiritual, es
un Ser Espiritual con un componente físico"
- Wayne Dyer
Los antiguos filósofos griegos definían al Ser Humano como un animal racional, con lo cual, verdaderamente decían mucho porque ellos á su vez, definían lo racional como el conjunto de tres facultades: inteligencia, voluntad y libertad. Sin embargo, fue hace muchos años que leí la más bella definición de lo que podría ser el Ser Humano, y esto sucedió cuando llegó a mis manos un libro de uno de los autores que más admiro y de quien he aprendido mucho, el Dr. Wayne Dyer.
Fue entonces cuando conceptualicé mejor lo que es un ser humano. El da una definición muy concreta, pero no por ello dejando de ser extraordinaria, del Ser Humano con la que estoy profundamente de acuerdo. El Ser Humano es 'fundamentalmente un Ser espiritual con una dimensión física, lo cual es muy diferente a la perspectiva de que el ser humano sea un ente físico con una dimensión espiritual. Aunque pareciera un simple juego semántica, la diferencia entre ambas perspectivas es abismal. Esta dualidad cuerpo-espíritu ha sido tema de discusión de grandes filósofos de la antigüedad e incluso hasta nuestros días. Sin embargo, queda claro que ambas entidades, espíritu y mate­ria, conforman la unidad llamada "Hombre". No creo que sea necesario discu­tir cuál ocupa más espacio, cuál es más importante o si estamos de acuerdo o no. Lo único que quiero compartirle es que nuestro espíritu, el suyo y el mío, tiene esas dos facultades de las que hablamos al principio, Inteligencia y Voluntad.
Por tanto, cuando ejercemos nuestra más pura esencia, lo espiritual, es cuando somos más humanos; cuando aprendemos, cuando conocemos, cuando elegimos y decidimos, es cuando somos más plenamente humanos. De esto estoy con­vencido y es algo que verdaderamente me emociona, y ojala lo perciba así usted también. La profunda magia que existe cuando tenemos la capacidad y el poder de elegir nos posiciona en una gran ventaja competitiva en relación con todas las demás especies, inclusive dentro de la nuestra, ¿no cree?
Como verá, fue hasta entonces que pude responder a la pregunta que en aquella conferencia me hiciera una persona, ¿qué es lo más humano del humano?, y le podría haber dicho: "Su espíritu", con lo cual no creo que se hubiera ido muy satisfecho; o bien, haberle respondido: "Su conocimiento", lo cual tampoco le hubiera gustado, creo. Pero llegué a la conclusión de que la respuesta más viable sería: "Mi estimado y fino amigo, me atrevería a comen­tarle que lo más humano del humano es su enorme poder para elegir". ¡Caray!, cuántas cosas se dicen en esa frase. Pero de todas maneras me imagino que la maravilla de poder elegir es una respuesta adecuada.
Incluso, en este preciso momento, mientras usted lee este material, ha "elegi­do" hacerlo, está ejerciendo facultades plenamente humanas, está aprendiendo y decidiendo, ¡lo felicito por ello! Este es el poder de su elección, y créame que lo ejerce en todo momento, aunque la mayor parte del tiempo lo hace incons­cientemente. El reto: hacerlo más consciente.
Su visión personal
Definitivamente hemos aprendido algo muy valioso; el poder que usted lleva dentro de sí. De tal suerte que, mientras se forja nuestra personalidad en base a muchos y muy variados factores, el único que es determinante es usted mismo. Mire, nuestra personalidad, nuestra visión personal, se ve influenciada por varios aspectos, tales como el momento histórico en el que nacimos a este mundo, el perfil socioeconómico de la familia de la que surgimos, los hábitos de nuestros padres, las costumbres sociales de esa época, nuestros maestros y amigos, etc.; sin embargo, el único factor que determina nuestra personalidad, nuestro ser, es nuestra propia autodeterminación.
"Absolutamente nada ni nadie tiene importancia, tan sólo la que usted mismo ha elegido conferirle"
- Alejandro Ariza Z.
Hace mucho tiempo me enteré de una anécdota que probablemente nos sirva en este momento. Se trataba de un sujeto de 55 años de edad, delincuente, alcohólico, mismo que se encontraba purgando una condena de varios años en prisión por haber asesinado a sangre fría al dependiente de una licorería durante un asalto. Esta persona tuvo dos hijos, uno de ellos resultó ser la copia casi fiel de su padre: asaltante, alcohólico, drogadicto y manteniendo sus vicios a base de robar autopartes y venderlas en los barrios más bajos de la ciudad. Mientras tanto, el otro hijo resultó ser el dueño de su propio negocio, llevando una vida muy saludable, casado, con tres bellas hijas, incluso estaba próximo a abrir una nueva sucursal de su microempresa.
Lo más interesante es que a ambos hijos se les citó para hacerles la misma pregunta: ¿por qué habían elegido ese estilo de vida? Los dos respondieron de manera independiente, sin que uno se enterara de la respuesta del otro. Sin embargo, el mayor impacto fue cuando ambos dieron la misma respuesta: "¿Qué otra cosa podría haber hecho después de haber tenido el padre que tuve?".
Esto es la propia autodeterminación, cuando el ser humano está "por arri­ba" de las circunstancias y no "es víctima" de las circunstancias. El ser humano que vive dependiendo de las circunstancias es lo que se conoce como "Personalidad Reactiva", es el ser humano al que lo define su ambiente, lo define el clima, lo define la economía de su país, lo define su familia, su esposa, lo definen un sinnúmero de factores "externos" a él. Obviamente, todo su comportamiento empieza a estar con base en sus padres, en Dios, en la suerte, en su horóscopo, etc.
Sin embar­go, ese ser humano, se mueve a niveles dramáticamente inferiores a los que se le confieren de suyo. Es decir, siendo la máxima obra de la creación, simple­mente opera "reaccionando", al mismo nivel de la más elemental formulación. Existe una ley en física que dice así: "A toda acción le corresponde una reacción de igual magnitud pero de sentido contrario", pues precisamente así operan estas personas: acción-reacción, y ¡nunca se detienen a pensar y elegir! Así no debe operar un ser humano "plenamente humano".
Como hemos visto con ante­rioridad, el hombre tiene la enorme capacidad de elegir, y es exactamente entre la acción y la respuesta que se presenta esta capacidad. Esta otra tipología es la "Personalidad Proactiva": aquel que es dueño de las circunstancias.
Existen muchos factores que influyen en su comportamiento, pero sólo uno lo determi­na, él mismo, mediante su gran capacidad de elección. Son personas que perciben las acciones, pero antes de responder, "piensan" qué, cómo y cuándo responder. Si bien no es una tarea fácil, es algo que nos hace más humanos. Henry Ford dijo en alguna ocasión "Pensar es la tarea más dura que existe; por eso, probablemente, son tan pocos los que se dedican a ella". Parafraseando a Henry Ford, me atrevería a decir que esa es la razón por la que existen tan pocos proactivos y tantos reactivos. Esa es la enorme diferencia. Una diferencia que puede marcar la distinción entre una persona sana y una enferma, entre una persona son a que vive realizándose día con día y una frustrada.
"Podrás permanecer inconmovible en un torrente caudaloso,
                    pero no en el mundo de los hombres ".
- Proverbio Japonés.
La misma dinámica que hemos venido comentando opera en el apasio­nante mundo de las relaciones humanas. ¿Quién no ha tenido problemas con alguien?, probablemente lo haya logrado Robinson Crusoe, pero debido a que estaba solo; sin embargo, dudo que haya seguido tan ecuánime en cuanto llegó Viernes, su acompañante. Pues el mismo desafío lo afrontamos todos nosotros, todas las personas que se vean obligadas a convivir (y hasta el momento esa es la dinámica de la mayoría). Todos tenemos que convivir de una u otra forma, con la familia, con los compañeros de la escuela, del trabajo, etc. De ahí que sea un verdadero arte el hecho de convivir. En alguna ocasión escuché a un amigo que había recién contraído nupcias y que me fue a ver y recuerdo cuando me decía: "Alejandro, estoy ¡tan enamorado!, mi mayor alegría es cuan­do hago feliz a mi pareja, siento que esa es mi responsabilidad en ésta, mi nueva vida". Reflexioné y le dije: -"¡Qué bueno!, me da mucho gusto, sin embargo ten la prudencia para medir los límites de tu responsabilidad". -"A qué te refieres con eso" -exclamó. - "Pues bien -dije-, me refiero a que cada ser humano es el único responsable de sus propias emociones. De otra manera, si tú no te responsabilizaras de la felicidad de tu pareja, ella estaría destinada a vivir una desdicha para toda su vida; sus emociones dependerían exclusivamente de ti y eso no puede ser verdad. La auténtica felicidad es decisión de la propia persona. Ahora bien, si por amor tú favoreces su propia elección, ¡enhorabuena!, que extraordinario crecimiento le estás ayudando a generar".
Todos nosotros hemos llegado a experimentar alegría o tristeza con base en el comportamiento de otra persona, y en ese preciso instante nos convertimos en "víctimas" de esa circunstancia. En mi propia visión personal y en la de muchos de mis amigos, he visto este error cometerse una y otra vez. El resul­tado: frustración, ansiedad, depresión. Este error en las dinámicas interperso­nales se debe primordialmente al tipo de "amor posesivo" que manejan muchas personas en su vida de relación; sin embargo, una vez analizada esta dinámica (como lo haremos en el capítulo 3 de este material) se toma más fácil y duradera la convivencia entre seres humanos. ¿En alguna ocasión ha escuchado frases como: "¡Ya cállate porque me estás poniendo de malas!?" o, "¡Es que me estás enfermando!". Pues bien, lamento desilusionarlo pero quien se está poniendo de malas o quien se está enfermando es usted solito.
En muchas ocasiones ni siquiera la otra persona, "su agresor" (según usted), está enterado del mal que le está ocasionando; imagínese ¡qué irónico! La señora Emma Godoy expresó en alguna entrevista de las que le hacían por radio, que la envidia y los celos eran dos emociones profundamente absurdas y desgastantes, ya que la persona a la que le teníamos envidia o celos, muchas veces ni enterada estaba de nuestra reacción. A manera de broma decía: "...por lo menos si con nuestros celos o envidia le dieran dolores espantosos a esa otra persona o le surgieran alteraciones gastrointestinales, pues seria discutible lo beneficioso de experimentar esas emociones, pero si no le pasa nada a nuestro agresor y tan sólo nos hacemos daño a nosotros mismos, no ganamos nada; es tonto proceder así...", y con mucha razón.
Sé que mientras usted está leyendo estos conceptos, muy posiblemente esté de acuerdo e incluso esté asintiendo con su cabeza; pero ¿qué tal a la hora de la verdad? ¿Realmente es usted pro activo? ¿Sinceramente piensa y elige antes de actuar? No me responda, no intento torturado, simplemente hago esta reflexión porque primero, antes que nada, necesitamos conocemos más a nosotros mismos para que, luego y más acertadamente, naveguemos por el apa­sionante mundo de las relaciones humanas como unos verdaderos artífices de éstas. Todo empieza con la propia perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Si nos interesa vivir una vida plenamente exitosa en los diferentes roles que ju­gamos diariamente, le recomiendo hacer un recorrido por su propia persona. ¿Se imagina? ¿Recorrer su propia personalidad y conocerse un poco más? i  ¡Conozca el Poder de su propia Identidad!!!!!
Mire usted, este material que le estamos compartiendo resulta ser como una escalera hacia una Nueva Conciencia, y le podría garantizar que el primer escalón se llama Autoestima.
Existe un principio filosófico fundamental que dice así: "Nadie puede dar lo que no tiene". Si yo le pidiera diez dólares prestados (y suponiendo que es usted de buena voluntad), pues me los prestaría. Pero, ¿qué pasaría si no los tuviera?; pues, claro, no podría prestármelos. ¿Acaso tendría yo la razón al opinar que usted es un avaro, o un egoísta? Se imagina que le dijera: "Ha sí... ...con que ésas tenemos... ...pues entonces cierre el archivo en este preciso momento y ya no me lea". Absurdo ¿verdad? Si usted no tiene los diez dólares, aunque tenga la mejor voluntad de prestármelos, le será imposible hacerlo. Pues, de la misma manera, si alguien le solicitar su confianza, su cariño, su respeto, y usted ¡no los tiene!, sería imposible darlos.
Lo invito cordialmente a dar un paseo por las distintas dinámicas de la autoestima, investiguemos cuáles son los pilares que mantienen la nuestra y cómo incrementarla. Entérese de muchos casos prácticos a través de los cuales dignifique más a su persona y se identifique como alguien que realmente merece ser más de lo que hasta hoy ha sido. ¿Le interesa? Pues bien, adelante, continúe con su lectura y ascienda al primer escalón al éxito, utilice el poder de su identidad (Capítulo siguiente).

Stress Management Through Sahaja Yoga Meditation Part 1
2
El poder de su identidad
"El Hombre es lo que cree"
- Anton Chejov
¿Quién es usted? ¿Realmente sabe quién es usted? Esta pregunta es de trascendente dimensión y en este capítulo veremos por qué. Mire, es muy posi­ble que en varias ocasiones en su vida se haya hecho esta pregunta, y también es muy posible que la haya dejado de lado por la dificultad para responderla. Un ejemplo de la dificultad para responder a esta pregunta se puede encontrar en la siguiente conversación:
. "¿Quién eres?" -preguntó.
. "Soy Juan Carlos".
. "No te pregunté tu nombre, sino ¿quién eres?".
. "Soy licenciado y consultor".
. "No te pregunté tu profesión, ¿quién eres?" -insistía. . "Pues,... ...soy casado".
. No te pregunté tu estado civil, ¿quién eres?".
Al ya no saber qué responder y ante la sospecha de quién era quien me preguntaba, respondí: "Soy católico y voy a misa todos los domingos".
. ''No te pregunté cómo calmas tu conciencia, ¿quién eres?".
Y así sucesivamente siguió cuestionándome una y otra vez sin que yo supiera responder atinadamente. Al parecer, la respuesta no era tan sencilla, pero lo que más me llamó la atención es que lo difícil era detenerme a pensar, sí, detenerme a pensar en mi propia identidad. Creo que lo que me pasó, al igual que puede pasarle a usted, es que no me daba tiempo para pensar en mí mismo, pensar lo que yo era en verdad; y precisamente ahí es cuando uno empieza a caminar por senderos de la vida sin saber absolutamente nada de uno mismo.
En el capítulo anterior empezamos a descubrir lo que es el ser humano, y muy posiblemente usted ya me quiera responder: Pues yo tengo la respuesta: soy un ser espiritual con un componente físico, ¿alguna otra duda?". Pues bien, con gran razón lograría responder eso a la pregunta ¿qué es el ser humano?, pero en esta ocasión nos hemos hecho "otra" pregunta, ¿Quién es usted? Existe una sutil diferencia entre ambas preguntas porque aunque usted me dijera que es un ser humano y, por tanto, pareciera que se trata de la misma pregunta, permítame confesarle que no es tan simple. Estoy de acuerdo con usted en que somos seres humanos y por ello somos fundamentalmente espiri­tuales con un componente material; sin embargo, a nivel operante, a un nivel más tangible, necesitamos responder a una identidad "personal", no tan sólo a una identidad genérica. Es ¡tan importante! la fuerza de nuestra propia identi­dad, que en base a ella es como nos comportamos. Permítame ilustrar el con­cepto con una pequeña fábula.
Se encontraba un escorpión merodeando por el bosque, cercano a un río. El escorpión tenía la necesidad de cruzar el río pero, como usted sabe, los escor­piones no pueden entrar al agua porque mueren. Entonces, mientras el escorpión iba acercándose al río observó a lo lejos a una rana. Se acercó a ella y la saludó:
"Buenas tardes, Sra. Rana".
La rana se sorprendió al vedo y empezó a temblar de miedo. "Buenas tardes, escorpión. Por favor, aléjate de mí".
  "¿Qué le pasa, Sra. Rana? ¿Por qué me teme? Sé que mi fama no es muy buena, pero yo sólo vengo a pedirle un favor".
  La rana, temerosa, le preguntó: - "¿Qué deseas, en qué te podría servir yo?".
''Necesito cruzar el río. Del otro lado se encuentra mi familia, mi esposa y mis cinco adorados hijos, tengo que verlos, creo que me necesitan. Pero, si me lanzo al río, moriría irremediablemente, y es por ello que le pido que me ayude a cruzar, yo me subo en su dorso y una vez del otro lado no la volveré a molestar. ¿Me ayuda?".
La rana, ante esa historia, dudó. Reflexionó que el escorpión no le podría hacer daño ya que si ella moría a la mitad del río, él mismo se estaría suicidan­do. Aún temerosa, respondió: - "Vamos, lo llevo". Y así fue, el escorpión subió al dorso y juntos se adentraron en el río. Pero para sorpresa de la rana, a la mitad del río, el escorpión ¡clavó su aguijón en ella inyectándole su veneno!. La rana empezaba a morir y, sin embargo, alcanzó a decir unas palabras:
"Pero, escorpión, ¿por qué lo haces?, me estoy muriendo y ahora tú tam­bién te vas a morir, ni siquiera podrás ver a tu familia. ¿Por qué lo hiciste?, ¡por qué!".
El pequeño vivíparo, con una gran tranquilidad y con una voz grave, respondió: - "Por que soy un escorpión y eso es lo que hacemos los escorpio­nes”.
¡Ahí esta!, eso es el poder de la identidad. Este pequeño animalito, aun teniendo la necesidad de llegar con su familia, prefirió suicidarse para actuar de acuerdo con su propia identidad. Su comportamiento fue una lógica y natural consecuencia de su identidad.
De la misma manera operamos usted y yo. Supongamos que alguien le propusiera liquidar a cierta persona. Ya sabe, está de moda por todo el mundo que cuando alguien estorba se le puede matar. ¿Lo haría?, ¿sería capaz?
Supongo que su respuesta sería un rotundo "no" (por lo menos lo infiero por el simple hecho de que haya decidido participar en éste grupo). Déjeme comentarle que yo tam­poco lo haría. El hecho de que ni usted ni yo pudiéramos matar a alguien, se debe a que ninguno de los dos nos identificamos con un asesino. ¿Se da cuen­ta? Es enorme la fuerza que opera en usted cuando se identifica con alguien. Esa fuerza es la que lo lleva a actuar en consecuencia. Créame que si le hubiéramos hecho esa pregunta a un verdadero asesino, muy seguramente nos respondería: "Claro, ¿de qué se trata?".
El ser humano siempre actúa en consecuencia a la identidad que percibe de sí mismo. Así, cuando usted elige, "la forma" en que lo hace siempre obede­cerá a la identidad con la que se conoce usted mismo.
Por ejemplo, imagínese la escena. Se trata de una señora ama de casa que sabe que necesita limpiar la sala. Esta señora realmente sabe que es necesario; más tarde llegarán las visitas que son compañeros de trabajo de su esposo. Es importante dejar una imagen agrad­able del lugar: que esté limpio y ordenado, etc. Sin embargo, no limpia. ¿Por qué?, pues muy posiblemente en el fuero interno de esa señora pasarían reflex­iones como las siguientes: - "Limpiar ¿yo?, pero si soy la señora de la casa.
Limpiar es una actividad propia de otras personas; mejor espero a que llegue la persona adecuada y le ordenaré que lo haga". Una vez más quedó claro el poder de la identidad. La señora identifica a su persona como alguien incapaz de limpiar, pero es incapaz por la simple identidad, no por que la limite algún impedimento físico o algo por el estilo. También identifica a "otra persona" como aquella que sí es capaz de limpiar. Ejemplos como éste hay muchos; el jefe que no puede responder a una llamada telefónica porque antes debe hacer­lo su secretaria, de lo contrario "no sería" jefe; el joven que no desea trabajar porque "es" estudiante y, por tanto, no debe descuidar su escuela; el marido que no halaga ni reconoce los esfuerzos de su esposa porque, si lo hiciera, "dejaría de ser" el macho de la casa, el "hombre".
Ahora bien, si hasta el momento ha quedado claro que nuestra conducta y comportamiento es una lógica y natural consecuencia de nuestra identidad, imagínese cuál es el proceder de alguien que se identifica a sí mismo como "deprimido", "ansioso", "nervioso", etc.; pues lo único que nos podría compar­tir sería su tristeza, su ansiedad y su nerviosismo. Por otra parte, qué agradable sería convivir con alguien que se identifica con una persona alegre, optimista, confiable, etc. ¿No cree?
"Y sobre todo, nunca pienses que no eres
suficientemente bueno. Un hombre nunca debe
pensar eso. Mi creencia es que en la vida
la gente te toma según te valores ".
- Anthony Trollope
Para abundar de una manera muy enriquecedora en lo que usted y yo esta­mos conversando, permítame platicarle una de mis historias favoritas. Está rela­cionada con Carlos Castaneda y su maestro espiritual, el nagual don Juan. Tras haber sido perseguido durante varios días por un jaguar en las montañas y estar convencido de que ese jaguar iba a desgarrarlo miembro a miembro y comérse­lo, Castaneda por fin consiguió escapar de la feroz bestia.
Durante tres días había vivido con el miedo de que iba a ser destrozado y devorado por el jaguar. Cuando su maestro le preguntó por esta experiencia,
Castaneda, según consta en su obra "El Poder del Silencio", respondió:
-"Lo que quedó en conciencia fue que un león de las montañas -puesto que no podía aceptar la idea de un jaguar- nos había perseguido montaña arri­ba, y que don Juan me preguntó si me había sentido ofendido por que pudiera arremeter contra mí aquel gran gato. Yo le dije que era absurdo que pudiera sen­tirme ofendido, y él me respondió que debía sentirme igual respecto a las arremetidas de mis congéneres humanos. Debía protegerme o apartarme de su camino, pero sin la sensación de ser tratado de un modo moralmente incorrec­to".
Era obvio que no tenía sentido "ofenderse" por el ataque de un jaguar, porque el jaguar sólo estaba haciendo lo que hacen los jaguares. Del mismo modo, cuando sentimos que alguien nos ofende, es momento para pensar que no es posible que nada ni nadie nos ofenda, lo único que sucede es que esa persona que nos gritó y que nos ofendió, está haciendo lo propio de un ser hostil y gritón; alguien que parezca lastimamos y herimos simplemente está haciendo lo propio de una persona con esa identidad.
Esa es la percepción que tiene de sí mismo y actúa tan sólo en consecuencia. Reflexione y tenga presente que cabe la gran- posibilidad de que todo lo que le ofenda represente su identidad de "ofendido" o de víctima. Por ello, establecer reglas de cómo se le debe tratar es una forma de garantizar que se convertirá en un ofendido crónico.
Recuerdo alguna ocasión en que me encontraba dictando una conferencia motivacional acerca de valores humanos a un grupo numeroso de reclusas en una prisión al oriente de la ciudad. La experiencia fue muy interesante; por primera vez en mi vida asistía a ese medio tan hostil. Verdaderamente no era nada agradable; lo gris de las celdas, el rostro nada amigable de los guardias, el pesado ambiente de tensión, etc. Mi conferencia estaba programada para iniciar a las 12:30 hrs., y cuando eran las 13: 15 hrs. aún no lograba empezar. La razón fue que la mujer líder de las reclusas estaba en desacuerdo con ir a escucharme y organizó a todas las prisioneras para llegar tarde y así intentar desesperarme. Por fin, después de larga espera, pude iniciar y la mayor sorpresa es que a la mitad de mi conferencia, mientras me encontraba hablando, se levanta la líder y me grita en medio del auditorio: - "Licenciado, habla más fuerte porque no se te oye aquí atrás". En ese momento empezaron a reír todas sus compañeras y excuso decirle cómo me encontraba yo.
Era la primera vez en mi trayectoria dando una plática que me sucedía algo similar. Haciendo un alarde de mi paciencia logré terminar mi plática y, por cierto, percibí que conforme avanzaba mi conferencia, la atención de la audiencia se iba incrementando, pero lo que pasó al final me dejó una gran lección de vida. Estaba pronto a retirarme y me llamó la atención que la mujer que me gritó a media conferencia se había quedado sentada y no se movía de su lugar. Tan sólo tenía su mirada fija en el piso y recargaba su cabeza sobre sus manos. Cuando iba de salida pasé muy cerca de ella y pude escuchar un intercambio de palabras que mantuvo con el guardia que la vigilaba continuamente:
  "Me pasa esto de valorarnos a nosotros mismos, me cae que estuvo re-bonito"
- dijo en tono muy áspero y vago.
  El guardia que estaba cerca de ella la escuchó y le dijo: - "Pues qué lástima que no te hubiera 'pasado' antes de caer prisionera, otra seria tu suerte".
  La mujer lo volteó a ver, le clavó la mirada como no entendiendo lo que acababa de escuchar y respondió: -" Pus cómo quieres, si no lo conocía".
''No lo conocía", nunca había identificado en su persona los valores de los que fui a hablar en esa ocasión. Fue entonces cuando me pregunté, ¿cómo es posible que alguien sea bondadoso cuando nunca antes había conocido la Bondad?, vamos, ni siquiera sabía que existía. ¿Cómo le podemos pedir a un niño o a un joven que sea honesto, si nunca ha visto ese valor en su familia? ¿Cómo podemos invitar a vivir en unión, lealtad y fraternidad a alguien que nunca tuvo una familia, a alguien sin padre ni madre, a verdaderos huérfanos... ...con padres vivos? Con lecciones como ésta es cuando más interés tengo en que ayudemos a crear una nueva conciencia de nosotros mismos.
Nuestra identidad se empieza a forjar con el conocimiento de los dife­rentes valores y virtudes del ser humano. No nacimos con una identidad ya pre­determinada. Cuando usted ha asistido a un hospital para felicitar a la mamá que tuvo a su primer hijo, ¿qué pregunta suele hacer?, ¿qué fue, niño o niña? ¿Ver­dad que es la pregunta más común? Pues bien, puede preguntar eso y la respuesta de la nueva mamá también podría ser una de dos: niño o niña. Se imagina que la mamá le respondiera: - "Soy la más feliz, tuve a una pianista, o a un electricista, o tuve un pequeño bebé cardiólogo". Absurdo ¿verdad? Pues desde ese momento, nuestro nacimiento, inicia una larga jornada para poder identificamos con nosotros mismos y actuar en consecuencia. No niego que existan factores genéticos que nos favorezcan para talo cual identidad, pero como dije en el capítulo anterior, ello tan sólo favorece, no determina.
¿Quién es usted?, por favor le suplico que suspenda su lectura en este momento y se permita pensar en algo trascendentemente valioso, en su propia identidad. Le aconsejo que tome papel y lápiz y ponga por escrito quién es usted.
Posteriormente haga una lista de comportamientos que avalan su propia identidad. Por ejemplo, si en la parte superior de su hoja escribe "Soy una per­sona bondadosa", a continuación escriba todos los comportamientos que lo avalen, como que todos los fines de semana visita algún asilo, comparte lo más valioso de su tiempo con sus hijos y pareja, ayuda económicamente a alguien de manera anónima, ayuda con el mantenimiento de algún niño de la calle, etc. ¡Hágalo ahora mismo!. Escriba cuantas identidades crea poseer: soy bondadoso, soy alegre, soy nervioso, etc., y justifique cada una de ellas. Verá que le será más fácil en aquellas identidades que "realmente" son usted. Entérese de usted mismo; le garantizo una gran lección de vida. Si gusta compartir con el grupo lo que encontró en éste ejercicio, adelante, hágalo por favor.
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Autoestima: Primer escalón al Éxito
¡Hola! Espero que haya hecho el ejercicio anterior indicado al final del capítulo anterior y ahora sepa más de usted mismo; incluso ahora es posible que entienda más de su comportamiento. Si no quiso hacer el ejercicio anterior, le insto a que no deje pasar esta valiosa oportunidad donde podrá ver su propia persona. Hágalo y retorne su lectura más tarde. Recuerde: "Nunca daremos en el blanco que no podamos ver". Sobre todo estamos seguros que el provecho que obtenga de éste taller está no solo en leerlo, sino también el sentirlo, y sobre todo le pedimos si así lo desea nos lo comparta al grupo.
Como hemos venido comentando hasta el momento, el poder de su iden­tidad es enorme, pero ¿qué pasaría si no estuviera de acuerdo con su propia identidad?, ¿Qué tal con la identidad de "soy gordo o gorda" o "soy un enfermo terminal" o "soy metiche"? Nada placentero, ¿verdad? Pues peor aún si logró escribir justificaciones para ese tipo de identidad. Permítame asegurarle categóricamente algo: si usted dijo, por ejemplo, "soy gordo", pues ¡NO ES CIERTO!!!, es posible que esté gordo, pero existe una abismal diferencia entre estar y ser.
Mire, cuando iniciamos nuestros enunciados con el verbo "ser" esta­mos hablando de nuestra identidad, pero cuando iniciamos con el verbo "estar", tan sólo describimos parte de nosotros, pero eso no es todo lo que somos. Aunque este juego de palabras parezca un simple azar semántico o gramatical, le aseguro que es algo mucho más trascendente. La fuerza que ejercen las pa­labras sobre la construcción de nuestra vida, de nuestra propia identidad, es más grande de lo que usted se imagina. A través de la Programación Neurolingüística (P.N.L.), una nueva ciencia del desarrollo humano, es como se estudia el poderosísimo efecto que tienen las palabras en nuestra conducta; es algo de lo que hablaremos extensamente en el tercer y cuarto capítulos de nues­tro taller cuando estudiemos cómo nos comunicamos. Por lo pronto, iniciemos con un conocimiento más: ¿qué es la autoestima y por qué es tan importante para el pleno desarrollo del ser humano?
La autoestima es la clave más importante para lograr el éxito en los dife­rentes campos de nuestra vida. El Dr. Nathaniel Branden es una verdadera autoridad en los Estados Unidos de Norteamérica como estudioso y profesional de este tema. Él define la auto estima como una experiencia personal al saberse apto para la vida y sus necesidades, y ello implica confianza en dos aspectos fundamentales:
1) Confianza en nuestra capacidad de pensar y de afrontar los desafíos básicos de la vida, y...
2) Confianza en nuestro derecho a ser felices, al sentimiento de ser dig­nos, de merecer, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.
De estas afirmaciones se desprende la gran responsabilidad de conocer más del tema. En el transcurso de la historia han desfilado muchos psicólogos y profesionales afines al tema que han contribuido para la comprensión del mismo. Hablamos de Sigmund Freud, Adler, y más recientemente de William James, Nathaniel Branden. Le adelan­to que actualmente se ha descubierto que una de las principales fuentes de la angustia existencial es cuando nos valoramos a nosotros mismos con respecto a otros. La autoestima es un juicio definitivamente personal de dignidad que se expresa en las actitudes del hombre hacia sí mismo.
“Amarás a tu prójimo
  como a ti mismo"
- Jesucristo

Dinámica de la Autoestima

Analizar cómo se va fraguando nuestra autoestima implica entender que todos provenimos de familias que, hasta cierto grado, son disfuncionales. No se ofenda, yo también provengo de una familia así. Esto no quiere decir que nues­tros antecedentes sean de padres alcohólicos, madres solteras, padres violentos, madres castrantes, no, en absoluto; me refiero a que "la familia perfecta" no existe. Siempre se presentan ciertos padecimientos neuróticos en el núcleo familiar: el trastorno obsesivo-compulsivo, la depresión, delirios de grandeza, etc. Más aún, al salir de casa nos topamos con una gran cantidad de personas; muchas de ellas también presentan cuadros neuróticos e incluso podríamos encontrar varios sicóticos.
Todas estas personas han influido de alguna manera en nuestra autoestima; para ejemplificar, le recordaré algunas anécdotas que tenemos en común varias personas: que en alguna época de su vida (la etapa de educación secundaria suele ser la más común) se le haya catalogado como "no suficiente" para alguna materia. ¿Se imagina? ''NS''; si nos detenemos a ver la fuerza de ese par de palabras pareciera que usted prácticamente no puede justi­ficar su existir en el planeta. Otro ejemplo es cuando en alguna ocasión hayamos sido ridiculizados o humillados. ¿Recuerda algo así en su vida?
Simplemente acuérdese de esa época en que estaban de moda los apodos; que el "cara de pizza", "la pelota", "el pollo", "el nariz de alcanza queso", "el fideo", etc. Seguramente usted recuerda más que yo. También afectó desarrollarse en famil­ias en las que se vivía sin normas, o peor aún, familias con normas contradicto­rias como cuando se les indica a los hijos decir la verdad mientras que, al mismo tiempo, suena el teléfono en la casa y el propio padre le dice a su hijo: -"diles que no estoy". Ya me imagino el conflicto dentro de la cabeza del hijo cuando en la mismísima presencia de su padre, éste dice que no está. Creo que el hijo podría decir: -"ya me estoy volviendo loco; yo sí veo a mi papá, y al mismo tiempo digo que no está".
Haber vivido dinámicas en donde no se tenía contac­to con la realidad también afecta nuestra autoestima; por ejemplo, cuando se vive un mundo de economía y finanzas muy superior al que verdaderamente tenemos, ¿lo ha usted experimentado? ¿En alguna ocasión ha gastado más de lo que tiene? Bueno, esa interesante y extraña dinámica también influye en nuestra autoestima. Familias en las cuales se vivió bajo amenazas, educados con golpes ó devaluándolos diciéndoles que son tontos, flojos, vagos, que no saben hacer nada bien. Peor aún el manejo de comparaciones donde nos compararon negativamente contra el hermano ó familiar de mayor aprobación, sembrando en nuestro subconsciente el mensaje. “tu no puedes”, “otros son mejores” y cosas desagradables por el estilo que después de tantos años siguen presentes en nuestra vida a través del sub-conciente.
 Sin embargo, no crea que todo es negativo; eso es absoluta­mente lo contrario a mi perspectiva de vida. También factores propositivos influyeron en la dinámica de nuestra auto estima: familias en donde se creía en uno mismo, en donde se nos dijo alguna vez "tú puedes", en donde se vivió den­tro de un ambiente de cordialidad, amor y perdón, en donde fuimos testigos de reconciliaciones, en donde tuvimos la dicha de ser acariciados y llamados por nuestro nombre. Así empezaron a configurarse los primeros eslabones de la cadena que nos ancla a una identidad.
La auto estima es una poderosa necesidad humana; podríamos decir que es el sistema inmunológico de la conciencia, lo que nos fortalece ante cualquier desafío. Me parece importante recalcar que uno de los mayores errores que podemos cometer es cuando nos valoramos con respecto a otros. Hacerlo merma nuestra autoestima, genera ansiedad y dolor. Como consecuencia, muchas per­sonas inclinan su vida hacia un sinnúmero de dependencias como el tabaquis­mo, el alcoholismo, el trabajo excesivo, la adicción a otra persona, etc., ya que con ello sienten que alivian esa ansiedad y ese dolor; sin embargo, ese alivio resulta ser falso.
Entonces, ¿cómo podríamos mantener nuestra autoestima? ¿Cuáles serian los pilares de nuestra auto imagen? Las columnas que mantienen nuestra autoestima son dos: Auto eficacia y Auto dignidad. La primera se refiere a la confianza que tenemos en el funcionamiento de nuestras capacidades men­tales como pensar, facilidad de palabra, cálculos matemáticos, cúmulo de conocimientos, etc. Por otra parte, la auto dignidad se refiere a la seguridad de mi propio valor siendo una actitud afirmativa hacia mi derecho de vivir y ser feliz. Al dimensionar la fuerza de estos dos pilares, eficacia y dignidad propios, podemos decir que la auto estima se entiende como una predisposición a expe­rimentarse como competente para afrontar los desafíos de la vida y como mere­cedor de la felicidad.
"Si no creemos en nosotros mismos,
ni en nuestra capacidad, ni en nuestra bondad,
el Universo es un lugar aterrorizante."
  1. Nathaniel Branden
  2.  
Existen varias estrategias para incrementar nuestra autoestima, sin embar­go, la más importante de todas ellas es "Creer en Uno mismo". Mire, estoy con­vencido de que, si varias personas con las que me he encontrado y que resultan ser de muy baja autoestima, creyeran en sí mismas casi como creen en Dios, otra vida experimentarían. No tome esto como una falta de respeto a Dios ni mucho menos. No intentamos comparamos con El, no, en absoluto. Pero lejos de pare­cer blasfemia, estoy convencido de que hace falta creer en el ser humano casi como se cree en Dios.
 Ahora bien, también estoy plenamente consciente de que no basta con decir "cree en ti" como una fórmula maravillosa; ello correspon­dería a que cuando un paciente insomne acudiera al médico para encontrar solución a su problema, y simplemente le dijera: -"¡hombre!, ya duérmase y se acabó". Más adelante le compartiré varios consejos de uso práctico que le ayudarán a creer más en sí mismo, pero por el momento cabría preguntamos ¿por qué necesitamos autoestima? Pues por una gran razón: el ser humano, pro­piamente humano, tiene conciencia (capacidad de discernir) y responsabilidad, y aquí la autoestima es fundamental porque es la única manera de mantener prendida por más tiempo la luz de nuestra conciencia que, para sorpresa de muchos, podemos apagar a voluntad. Permítame explicarme mejor.
 ¿Cuántas ocasiones sabe usted de antemano que aquello que va a hacer está mal?, ¿o que no le conviene, o le hace daño? Muchas, por supuesto, ¿verdad?; entonces, ¿por qué a pesar de ello así lo hace? Pues porque usted mismo puede apagar la luz de su conciencia a voluntad e irse de juerga con los amigos mientras dijera a su esposa que estaría en una junta de negocios; o bien, cuando vive una vida basa­da en la infidelidad y jurando al mismo tiempo amor y respeto por su pareja; o simplemente cuando pasa a formar parte del sistema de la corrupción pero, eso sí, va a misa todos los domingos. Pues bien, es precisamente ahí, cuando usted apaga la luz de su conciencia, que surge su autoestima y le dificulta apagarla; cuando el juicio personal lo inunda en su intimidad y lo empieza a cuestionar: "¿Estará bien lo que hago? Bueno, al fin que nadie se va a dar cuenta (i Y usted !!!, ¿acaso no se está dando cuenta?). ¿Seré capaz de besar a otra persona después del amor que me profesa mi pareja? ¿Y si me fugo nada más tantito?"
Estas y otras preguntas son originadas en su propia autoestima, créamelo; en su misma identidad se empiezan a gestar estos cuestionamientos que le impiden apagar con facilidad la luz de su conciencia. Por eso necesitamos de auto estima, por la decisión para pensar o no pensar, y en ello se entiende la altísima respon­sabilidad de los actos libres del ser humano.

Ahora bien, no debemos confundir la auténtica autoestima con la pseudo­ autoestima o falsa auto estima, que es "mi valía por causas ajenas a mí". Recuerde que la verdadera autoestima se fundamenta en usted mismo, no en los bienes materiales alrededor de su persona. La falsa autoestima es cuando nos valoramos por nuestro dinero, apellidos, membresías a algún club privado, popularidad, tarje­tas de crédito, aclamación, adquisiciones materiales, cirugía plástica, conquistas sexuales, la gente con quién convivimos socialmente entre otras.
Recuerdo cuando en alguna ocasión salía de una de mis conferencias que había dictado en una universidad para mujeres al sur de la ciu­dad. Fue un verdadero espectáculo. Ahí las niñas no caminaban, partían plaza, moviéndose al ritmo de las marcas de ropa, conquistas amorosas, tono de voz y forma de hablar (muy peculiar, por cierto), etc. Estaba a punto de abordar mi automóvil cuando una de estas niñas con alrededor de 19 años de edad se acer­có a mí y me preguntó: -"perdón por la molestia, pero me surgió una duda, ¿tienes a couple of minutes?". -"Yes", le dije. Y en ese mismo instante me arremetió con una curiosa pregunta: -"¿Como cuánto calculas que valga yo?". Le confieso que reflexioné un poco e hice mis cálculos. Me acuerdo que le respondí algo similar a esto: -"Mira, la cantidad exacta no la sé, pero probable­mente te sirva el estudio que realizó hace algunos años el Dr. Donald Foreman, jefe del departamento de bioquímica de la universidad de Evanston, quien pul­verizó a un cadáver para cotizar sus diferentes componentes tales como, mi­nerales, carbohidratos, lípidos, proteínas, aminoácidos, etc., y con una talla de 1.70 m y peso de 72 Kg., según las últimas cotizaciones internacionales su valor ascendía a 5.75 dólares. Ahora bien, si tú eres más corta de estatura y de menor peso, pues andarás alrededor de los 4 dólares con 50 centavos". No logré enten­der por qué simplemente se dio media vuelta y se fue.
La auténtica autoestima es una íntima experiencia que habita en uno mismo, y que nadie en el mundo puede ni debe decirnos cuanto valemos. Este nivel de autoestima nos confiere la capacidad y el valor para actuar y lograr alcanzar metas, teniendo al final un profundo sentido de orgullo propio, entendiéndose éste como un premio emocional. La auténtica autoestima es una experiencia tan íntima que me permitiré explicarlo mejor con una metáfora:
Se encontraba un buen hombre, de oficio globero, caminando por el parque en una tarde veranie­ga tratando de vender sus globos. En esa ocasión llevaba muchos globos de muy variados colores: rojo, azul, blanco, negro, morado, verde, etc. Después de ca­minar varios minutos, se le acercaron muchos niños queriendo adquirir uno de sus fantásticos globos, cuando, de repente, llegó toda una pandilla de pequeños traviesos que al empujarlo, hicieron que se le escaparan de entre sus manos un grupo de tres o cuatro globos. Se habían escapado hacia el cielo. El globero miró a los pequeños rapaces con un poco de enojo al haber perdido esa venta, pero después de unos momentos, y gracias a la gran inteligencia de este buen hombre, todo volvió a la normalidad y siguió vendiendo.
Lo más curioso es que lejos de la escena lo observaba un pequeño de 8 años que había visto todo: cómo vendía sus globos, cuándo llegaron los niños y habían volado los globos de co­lores, etc. Este niño era muy tímido, pero cuando el buen hombre, el globero, se percató del pequeño escondido tras un árbol lejano, se acercó a él y le pregun­tó: -"¿qué te pasa, por qué no juegas como los otros niños?". El pequeño, quien era negro y de pelo emulado, respondió -"Es que no me juntan a jugar". El buen hombre le dijo: -"Ven, sal de ahí y te regalaré un globo. ¿Te agrada la idea?". El infante salió de inmediato y le hizo una última pregunta, como temiendo por la respuesta: -"Oiga, señor globero, hace rato observé cuando volaron los glo­bos de colores y tengo una duda, ¿el globo negro que usted tiene, si lo suelta también logrará subir?". Para suerte del pequeño, el globero era una persona con una gran calidad humana, y de esa manera le respondió una gran verdad: -"Hijo mío, aprende que lo que hace subir a un globo no es su color, sino lo que lleva dentro".
Esa experiencia tan profunda y propia de la auténtica auto estima también se puede llegar a manifestar en nuestro exterior como una mera consecuencia. Una persona con alta auto estima tiene un rostro en el que se percibe el placer de estar vivo, serenidad al hablar de logros y fracasos, una actitud de comodidad para dar y recibir cumplidos, apertura ante la crítica, posee una gran capacidad para gozar del buen humor; se le observa relajado con ojos despiertos y bri­llantes, con una postura erguida, camina con decisión y su voz suele ser modu­lada. Estas son algunas características que he observado en personas con gran auto estima; no son las únicas, pero sí suelen ser las más frecuentes.
"La gente gusta del hombre que lleva escrito en el rostro
                                 la seguridad del triunfo"
- Orison Swett Marden
Probablemente a estas alturas de nuestro estudio habrá surgido en usted una pregunta: ¿será bueno elevar nuestra autoestima demasiado?, o ¿acaso eso no nos llevaría a sentimos "muy elevados" y petulantes? Le puedo afirmar categóricamente que no. Es profundamente valedero y extraordinariamente necesario que nuestra autoestima se eleve a dimensiones exageradas, a alturas inverosímiles claro, si se trata de auténtica autoestima. Por ende, nunca deben elevarse los sentimientos de vanagloria, jactancia y arrogancia, mismos que son una manifestación de una pobre autoestima.
También es importante aclarar que una persona con alta autoestima puede sufrir, puede sentir desolación, estar triste. Pero, entonces, ¿cuál sería la dife­rencia con otra persona de esas características pero con pobre o nula autoesti­ma? Incluso, esas emociones definen mejor a este segundo. La enorme dife­rencia es que la persona con gran autoestima puede experimentar todos esos problemas y emociones, pero esas mismas emociones no lo detienen, no lo definen, no lo identifican. Siempre recuerde, por favor: "Usted es más grande que sus problemas".

Fuentes de la Autoestima
La fuente principal de la autoestima es "El Conocimiento"; quien más sabe, mayor autoestima experimenta. Todo el combustible que pueda proporcionar a su inteligencia redundará en mayor autoestima. Usted lo ha experimentado. ¿Recuerda aquella ocasión en la que necesitaba saber algo para salir de un pro­blema, y ese algo usted lo sabía? ¿Se acuerda cuando dio la respuesta y todo el mundo se lo agradeció? ¿Qué tal se sentía? Podría jurar que la "divina garza" se quedaba muy corta junto a usted. Pues bien, esa es la conexión a la que me refiero cuando afirmo que el conocimiento es la principal fuente de autoestima. Entre más sepa, más seguridad experimentará para elegir en su vida (ver capí­tulo 1). Además, existen fuentes directamente involucradas en nuestra autoesti­ma: la integridad del Ser, la conciencia, la voluntad de ser eficaz y, muy impor­tante, "el distanciamiento estratégico".
 Entiéndase por distanciamiento estratégico la prudente e inteligente distancia que debe existir entre usted y sus problemas. Insisto en que siempre tenga presente la siguiente frase: "Yo Soy más grande que mis problemas". Incluso, permítame recomendarle que la escriba con letras grandes y la coloque en un lugar donde diariamente la pueda leer; un espejo es una muy buena opción. Los resultados de esta autosugestión son for­midables.
La gran meta a la cual lo quiero invitar es a que logre "pensar indepen­dientemente". Si logra poder pensar sin verse influenciado por los rumores, por los vecinos, por sus amigos, por su mamá, por el horóscopo, etc., le puedo garantizar de una manera rotunda y contundente que su autoestima se elevará como la espuma de una cerveza. ¿Se imagina poder decidir sin tener que consultar al oráculo todas las mañanas?; ¿se imagina poder elegir el color de su ropa sin tener que darle gusto a su madre o a su esposo?; ¿se imagina poder salir a pasear sin llevar cargo de conciencia por no avisarle a un familiar determinado? Si lo logra imaginar ya ha dado un gran paso; ahora simplemente faltaría dar. El paso definitivo: iniciar la acción concreta para obtener los resultados.
Ahora bien, ¿le interesa realmente incrementar su auto estima, mejorar su calidad de vida, experimentar más momentos de felicidad?, pues entonces siem­pre tenga presente esto: "No subordine su conciencia a sus deseos". Esta es una verdadera piedra angular en la dinámica de su autoestima. Mire, líneas atrás  comentábamos acerca de que usted bien sabe cuando hace malo cuan­do algo le hará daño, ¿no es así? Pues esa es la valiosísima información que le proporciona su conciencia. Sin embargo, debido a que usted puede apagar esa luz de su conciencia a voluntad, es posible que quiera obedecer a sus deseos; pero cuando estos son diametralmente opuestos a lo que le dicta su conciencia, se presenta el conflicto.
Un conflicto interno en donde pone a prueba su inte­gridad, sus valores, sus virtudes, su dimensión humana, y cuando hace caso omiso de su conciencia, subordinándola a sus deseos, surge tarde o temprano el arrepentimiento, ya sea explícito o implícito. Esa sensación de amargura subsecuente merma nuestra autoestima, daña nuestro sistema inmunológico de con­ciencia, nos identifica plenamente con el auto sabotaje. El resultado es muy posi­ble que ya lo haya experimentado en más de una ocasión ¿verdad?; pero ahora que usted y yo estamos en confianza, le pregunto: ¿Le agradó?, ¿acaso sintió orgullo de sus debilidades? No creo.
Sin embargo, la otra cara de la moneda tiene su gran recompensa. ¿Qué tal cuando obedeció a su conciencia e hizo caso omiso de sus deseos más banales? En otras palabras, ¿qué tal cuando estaba a dieta y no se comió el postre que tanto deseaba? Es una sensación heroica, ¿no cree? Cuando pudo ser infiel y prefirió regresar a casa para cenar con los suyos, se dimensionó a un nivel más humano que nunca. Cuando pudiendo robar pre­firió guiarse por la virtud y se negó a participar en ese negocio, automática­mente se postuló como un ser humano auténtico, íntegro, digno de sí. Pues esa emoción de triunfo, de éxito, es la que lo debe acompañar diariamente, ¡Usted decide! Vivir a la sombra y ocultándose de la luz, o vivir con la frente en alto, desprendiendo luz a su paso y emocionándose por existir.

Recomendaciones para incrementar la Autoestima
"Cuando hacemos lo mejor que podemos,
nunca sabemos qué milagro se produce
en nuestra vida o en la vida de otros”.
- Hellen Keller
Con el debido respeto que usted me inspira y con la confianza que hemos entablado en estos últimos días, me permito recomendar1e una gran estrategia para incrementar su autoestima: "Acéptese tal cual es". La auto aceptación es la clave del concepto.
Hace ya algunos años que me visitó a mi consulta una niña cuyo sueño era tener una nariz respingada. Ella era muy bonita; a mi parecer no necesitaba ninguna cirugía plástica, pero cuando me dijo que todas las noches se acostaba con una cinta adhesiva que se colocaba de la nariz hacia atrás, hasta la coronilla, fue cuando me expliqué el por qué había llegado al psiquiatra. ;Acéptese tal cual es!. Está bien que siempre queramos mejorar, pero eso no implica sufrir por nuestro estado actual.
Cuando le recomiendo que se acepte, ya sea usted flaco, gordo, pobre, feo, jorobado, con mal aliento, etc., pero ¡por supuesto que puede cambiar!, recuerde que puede cambiar su propia identidad, pero no padezca su estado actual. Recuerdo cuando a un gran maestro mío lo invitaron a dictar una conferencia en un congreso juvenil con una asistencia cercana a los dos mil jóvenes. Me platicó que, al igual que él estaba en la mesa de honor la Miss Universo de ese año (1990). Por falta de organización y demás circunstancias propias de un evento de esa magnitud, sucedió un percance al no poder llegar el conferenciante invitado; entre la sorpresa para los organizadores. La ansiedad del momento, las cámaras que estaban filmando el evento, etc., los organizadores decidieron que la Miss Universo pasara al podium y tomara la palabra para que improvisara un pequeño discurso. Pues ya se imagina, esas mujeres son muy bellas, muy bellas en verdad, pero nada más.
Cuando le soli­citaron unas palabras, se puso nerviosísima porque "no lo llevaba preparado" y no sabría qué decir; sin embargo, con las prisas, la presión del público, lo súbito del momento, llegó hasta el podium y dijo el mejor discurso que se haya escuchado en el congreso: -"Jóvenes, yo sólo puedo decirles una cosa: una per­sona muy bella, fácilmente es usada, difícilmente amada". Dio las gracias y regresó a su asiento. No se escuchaba ni una sola voz; el auditorio en su totali­dad se encontraba impávido ante tal afirmación (casi como usted se encuentra ahora). ¿Se imagina la escena? ¿La mujer más guapa del mundo diciendo eso? Es realmente para pensarse, mas no crea por ningún motivo que soy partidario de la fealdad; en absoluto, ser feo no es ninguna virtud.
Lo que llego a reflexio­nar es que no debemos apoyar nuestra valía tan sólo en nuestro físico. No se imagina la cantidad de personas que he podido conocer que se han practicado algún tipo de cirugía plástica. La inmensa mayoría de ellos viven con una ansiedad crónica, latente, ante la posibilidad de que "alguien los descubra". Qué trágico ha de ser recibir un saludo como éste cuando uno se ha operado: -"Hola, ¿eres tú quien está debajo de eso?". No me lo quiero ni imaginar.
Bueno, ya basta de mensajes alternos. Tan sólo le quiero recomendar 12 estrategias concretas para incrementar su auto estima en la vida práctica, mismas que más adelante comentaré:
1) Haga un inventario de sus cualidades personales.
2) Arréglese, vístase bien, no importa la ocasión, siempre es bueno y sobre todo piense que lo hace primero por usted porque lo vale.
3) Lea libros propositivos y de superación profesional.
4) Asista y escuche conferencias motivacionales.
5) Emprenda algo, Inicie un proyecto.
6) Pertenezca a un club de personas positivas.
7) Reúnase con personas entusiastas.
8) Escriba una lista de sus victorias y éxitos pasadas y léalas con frecuencia.
9) Evite ver películas de horror, suspenso o maldad.
10) hable en público, dicte conferencias.
11) Aprenda del fracaso
12) HAGA algo por alguien.

Le puedo afirmar que si usted practica diariamente por lo menos cinco de estos puntos, su calidad de vida mejorará de una manera extraordinaria. En la primera recomendación realizará un inventario de sus virtudes y cualidades; espero que en el ejercicio pasado, cuando hablábamos de su identidad, ya lo haya iniciado. Es muy fortalecedor saber sus cualidades. Además, es muy importante que "independientemente" de la ocasión, vista bien. Su imagen habla mucho de usted, y lo más importante es que ¡habla con usted mismo!, esa es la clave. ¿Recuerda cómo se ve cuando acaba de despertarse luego de una noche tormentosa? ¿Recuerda cómo se ve cuando termina de arreglarse para salir a una gran cena? ¿Qué prefiere? Pues entonces arréglese, es sano hasta para sus propios familiares. No caiga en el juego dominical de autocomplacencia cuan­do piense: -"para qué me arreglo si hoy no viene nadie". Reflexione, ¿su esposa o esposo es "nadie", sus hijos son "nadie"? Vista bien, incluso su familia se lo agradecerá.
Leer literatura que enriquezca el espíritu es de lo más saludable que pueda practicar, tal cual lo está haciendo ahora mismo. ¿No es verdad que se siente muy, pero muy bien? Bajo la misma tesitura le recomiendo amplísimamente que no lea con mucha frecuencia el periódico ni literatura por el estilo. Es parte de nuestra cultura el que se viertan centenares de malas noticias en los diarios; le aseguro que no es tan necesario estar "bien informado, bien neurótico". Por favor, asista a conferencias motivacionales; elija muy bien el tema y cerciórese de que el orador sea un famoso motivador; de lo contrario, corre el riesgo de que el conferencista sólo le saque lágrimas. En mi vida he visto grandes cambios en muchas personas y doy fe de lo extraordinariamente positivo que puede resultar el escuchar y vivenciar una gran conferencia moti­vacional.
Cuando uno inicia algo, cuando usted emprende cierto proyecto, su autoestima se incrementa. Supongo que esto ya lo ha vivido y no me dejará mentir; la magia que le rodea es el carisma del líder al iniciar un sueño. Lo desafió a que lo haga. El resultado en su dinámica personal es sorprendente. Además, trabajar con alguien optimista y agradable siempre resulta altamente reconfortante. Busque colaborar con personas entusiastas; aunque le advierto que corre el riesgo de contagiarse y no sentir ninguna carga de trabajo. Este lema lo ampliaremos en el siguiente capítulo al abordar el arte de las relaciones humanas.
Alguna ocasión tuve la oportunidad de leer a un filósofo que decía: -"...y ayer cómo el pasado se vuelve maravillosamente presente ante el pensamiento humano...". Esa es una de las más grandes facultades del hombre, puede desa­fiar al tiempo y, con su mente, ¡puede viajar al pasado! Recuerde sus victorias y alegrías, ello le fomentará la confianza necesaria para volverlas a vivir. Si ya lo logró una vez, con más razón puede repetir esa magnífica vivencia porque, Recuerde: "el éxito deja pistas". Del mismo modo, resulta fundamental que si estamos enfocando nuestra mente hacia una Nueva Conciencia, debemos alejar­ de toda información que vaya en detrimento del espíritu humano. Por favor, no vea películas de terror, suspenso o maldad. Existen estudios que han demostrado que ver una película de suspenso tres veces seguidas (6 horas de duración continua) produce un daño mental muy similar a haber experimentado en vida real lo que se vió en la pantalla. Ejerza su poder de elección y tome lo mejor para su espíritu.
Por otra parte, le recomiendo hablar en público. Todos sentimos al princi­pio el famoso pánico escénico, pero con la práctica se puede disminuir hasta niveles imperceptibles. Recuerde que la madre de toda habilidad es la práctica. Fíjese que he observado que las personas con gran autoestima siempre gustan de ocupar foros; buscan constantemente la oportunidad de hablar ante un audi­torio e, incluso, les causa éxtasis poder comunicar sus ideas a los demás. Pero la dinámica más interesante es que se crea un círculo virtuoso; su autoestima les favorece hablar en público, y esto a su vez les incrementa su autoestima. Si le ha pasado que siente que se trastorna ante la simple idea de pararse a hablar frente a un grupo de personas, le garantizo que llegará el momento en que lo tenga que hacer y se vea obligado a pronunciar un discurso; este es un buen momento para asistir a unas clases de oratoria, pertenecer a un comité donde se vea obligado a tomar la palabra, o simplemente ser quien se levanta a pronun­ciar un brindis en la próxima comida. ¡Hágalo! Le garantizo por experiencia propia que las consecuencias son muy alentadoras. No tenga miedo al fracaso; éste suele aportamos información muy valiosa en las diferentes opciones de mejora que nos presenta.
Apreciable compañero, ha llegado un momento en que me sinceraré con usted. Le confieso que no he encontrado mayor placer en mi vida que hacer algo por alguien. Ayudar es el sentido de mi vida y gran parte de mi misión existencia!.
Cuando usted hace algo por alguien, cuando sabe que gracias a usted otra per­sona puede respirar con mayor tranquilidad, cuando le hace más liviana la carga a su prójimo, experimenta la dimensión más sublime que puede vivir un ser humano. De todas las recomendaciones que le he sugerido hasta ahora, me atre­vo a afirmar categóricamente que ésta, cuando ayuda a otra persona, cuando hace algo por alguien, es la más valiosa, es donde se vive una mágica realidad. Le insto a que lo practique y pronto pueda experimentar que la distancia entre lo ideal y lo real es verdaderamente corta. Cuando haga algo por los' demás sen­tirá cómo dos corazones logran latir en un mismo cuerpo; percibirá una enorme emoción por existir, una pasión desbordante que lo llevará a realizar cosas, antes inimaginables; todo por amor, todo por ser, por ser plenamente humano.
Lo invito a que, una vez incrementado su propio potencial, se compro­meta a vivir la magia que hay en la vida de relación, ese caudaloso río que rep­resenta el género humano. Es un verdadero reto aplicar todos nuestros conocimientos en el arte de las relaciones humanas, pero resulta ser un exquis­ito desafío con enormes regalías y grandes dividendos.

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...