sábado, 2 de febrero de 2013

Frustarción e impotencia


La frustración es el malestar que resulta de que uno no vea realizado aquello que esperaba; y la impotencia, el profundo e inconsolable dolor emocional que resulta de no poder remediar una situación o circunstancia desagradable, o de no poder llevar a cabo una idea.

Es cierto que los diccionarios definen esencialmente la impotencia en general como la falta de poder para hacer algo, pero en nuestra opinión va más allá de comunicar una debilidad que sume a uno en la inacción. Quienes se sienten impotentes ante cierta circunstancia suelen sentir que nada podría librarlos de la dificultad.
Si uno se siente débil o carente de poder, podría optar por fortalecerse. Pero la impotencia tal como la usamos es el sentimiento de completa desolación que resulta no solo de la improbabilidad de conseguir un efecto deseado o de evitar cierta consecuencia indeseada, sino de una verdadera imposibilidad de lograrlo o evitarlo por medios humanos.

Por ejemplo, suele decirse que la impotencia sexual (dificultad del varón para tener relaciones sexuales normales) y la esterilidad (incapacidad tanto del varón para engendrar hijos como de la mujer para concebirlos) son formas de impotencia. Sin embargo, sabemos que a medida que la humanidad desarrolló sus conocimientos y procedimientos en los campos legal y científico, resolvió o palió de alguna manera estos problemas mediante la adecuación de las leyes e invirtiendo en investigación científica. Para el caso de una pareja de esposos que no podía tener hijos por causa de la esterilidad, se permitió que adoptaran hijos de otra pareja; y por otro lado, se descubrieron y/o legalizaron métodos científicos para engendrarlos y concebirlos de formas alternativas. Y para los que no podían tener relaciones sexuales, se crearon drogas y otros productos que les permitieran llevarlas a cabo. En todos estos casos, los interesados adquirieron la capacidad de lograr su objetivo. No era realmente imposible lograrlo.
Pero ¿qué hay si sería posible lograr lo que uno desea o impedir que suceda lo que uno no desea, pero no cuenta con los medios ni el apoyo necesario para ello? Entonces, siente una verdadera impotencia. Por eso, la impotencia a la que nos referimos es, como dijimos, el profundo e inconsolable dolor emocional que resulta de no poder remediar una situación o circunstancia desagradable, o de que no exista ninguna manera poder de llevar a cabo cierta idea. En la mayoría de los casos, se trata de algo que ya sucedió y no podemos rehacer ("¡Oh, cómo pudiera rehacer el pasado! ¡Cómo desearía que esto no hubiera ocurrido nunca! ¡Cómo quisiera borrarlo de mi mente!"), y en ocasiones, se trata de algo que quisiéramos hacer de todo corazón, pero sería imposible hacerlo ("¡Tengo todo el dinero del mundo para realizar mi sueño de ir a la Luna, pero los médicos me han dicho que mi corazón no lo soportaría!" o "¡Tengo toda la intención y todos los conocimientos que necesito, pero no me alcanzará el tiempo!"). En estos casos, la impotencia no es solo una definición que se refiere a una falta inherente y temporal de la capacidad o poder de hacer algo o dejar de hacerlo (como poseer dinero, salud, sabiduría, fuerzas, motivación), sino un sentimiento muy profundo y doloroso. 
Mientras una persona pudiera sentirse impotente por no tener dinero suficiente como para resolver un problema terrible, otra pudiera sentirse impotente por tener suficiente dinero, pero no suficiente tiempo; o mientras una pudiera sentirse impotente por no poder ingresar a la universidad, otra pudiera sentirse impotente por ser tener un título profesional y, sin embargo, no conseguir trabajo en ninguna parte porque padece de una enfermedad que, aunque no es contagiosa, es suficiente para que la segreguen por prejuicio. De manera que el sentimiento es casi el mismo en todos los casos: Frustración y un profundo dolor emocional por no poder resolver el problema de ninguna manera, y no obstante, las causas ser infinitamente distintas. Finalmente, aunque el problema pudiera mitigarse, paliarse o aliviarse de alguna forma, a veces sucede que no basta para consolar a uno porque no puede resolver el problema completamente. El horrible sentimiento persiste ocasionando una herida que no termina de cerrar.

¿Debilidad o impotencia?

Por eso es mejor no confundir la debilidad o falta de poder con la impotencia, porque no son lo mismo. En caso de estar débil o carente de fuerzas, uno podría fortalecerse (si no tiene dinero, tal vez pudiera conseguirlo, o si no tiene conocimientos, pudiera obtenerlos, o si no tuviera tiempo, pudiera conseguir que le den tiempo extra), pero no podría rehacer el pasado ni detener, adelantar ni torcer la realidad. La realidad es como es, y el pasado es como es: como un témpano de hielo que queda suspendido en el tiempo. Por eso decimos que cuando no podemos modificar el pasado ni aproximar ni acelerar el futuro, tal vez podríamos 1) adquirir o reforzar el poder y/o 2) aceptar la realidad y aprender a superar las consecuencias (lo que pasó, pasó, y lo que todavía no ha ocurrido, tenemos que esperar a verlo). Y no solo produce impotencia lo ocurrido o lo que no pudo ocurrir, sino pensar en ello.
Por ejemplo, "El futuro está en tus manos" o "La tecnología del futuro ahora" son frases publicitarias o propagandísticas que pudieran sonar muy bien, pero no son ciertas porque el futuro siempre está en el futuro, y por más que consigamos cualquier cosa hoy día, está en el presente y muy pronto quedará congelado en el pasado, nunca en el futuro. Por la misma lógica, podemos corregir nuestros errores y mejorar nuestro desempeño, pero no podemos eliminar la experiencia. El permafrost podría derretirse y volverse líquido, pero el pasado no puede convertirse en presente ni el pasado en futuro. Eso solo puede hacerse en las películas o en los dibujos animados. 
En otras palabras, podemos lograr cosas que son posibles y probables, pero no imposibles. Incluso los admiradores de Einstein hasta podrían viajar algún día a través del tiempo y mirarlo todo, pero no podrían deshacer o rehacer lo que ya sucedió. En todo caso, solo podrían hacer algo de hoy en adelante. El término "deshacer el daño" en realidad significa una compensación mediante una satisfacción, presente o futura, que opaque los efectos frustran-tes logrando que desaparezcan las razones para sentirse uno impotente. Esto es lo que hace, por ejemplo, una compañía aérea que retrasa su vuelo causando frustración e impotencia en sus pasajeros. Les paga todos los gastos en un hotel de prestigio durante el tiempo que demore su estadía para debilitar el sentimiento de queja y quedar bien, y para que no hablen mal de la compañía.

Por eso preferimos decir que la impotencia no es solo una falta o carencia de poder, porque podemos reforzar el poder o la capacidad o la competencia, o podemos hacer un esfuerzo y adquirir o recuperar los dones que necesitamos para hacer o corregir las cosas. Pero cuando parece no existir ninguna manera de corregir la situación, o rehacerla, des-hacerla ni rectificarla, estamos frente a una verdadera impotencia, y en tal caso, el sentimiento de desconsuelo realmente puede consumir hasta la felicidad más grande. No es cuestión de definirla fríamente como una falta de poder o capacidad, porque muchos concordarían en que se trata principalmente de un sentimiento desagradable muy difícil de aliviar.

¿Cómo superar o sobreponernos a los sentimientos de impotencia?

Anteriormente dijimos que más que la carencia de poder, la impotencia es un sentimiento desagradable que se debe al desconsuelo que resulta de descubrir que de ninguna manera será posible realizar cierta idea, sueño, propósito, meta o modificación. Cuando sentimos que no hay nada que podamos hacer para reparar un daño o para llevar a cabo cierto objetivo, nos sentimos completamente desconsolados. Por lo tanto, surge la pregunta: ¿Hay algo que siquiera podamos hacer para contrarrestar dicho malestar y proveer alivio a nuestro desconsuelo? ¡Felizmente, sí!

El concepto que tenemos del pasado, presente y futuro afecta nuestra manera de ver las cosas. Somos en gran parte el resultado de la forma como hemos aprendido a ver nuestras preocupaciones y sentimientos de culpa y de realización personal, tres clases de sentimientos que se licuan en nuestro interior ayudándonos o perjudicándonos, impulsándonos o frenándonos, consolándonos o desconsolándonos, entusiasmándonos o bajándonos la moral. A todos nos gusta dar en el clavo de nuestras metas y que nos encomien por ello, y detestamos fracasar o que nos ridiculicen por ello. Por eso perseguimos el éxito instintivamente y huimos del fracaso como si fuera de una culebra venenosa. Somos permanentemente afectados por nuestro concepto del éxito y del fracaso, por nuestra manera de considerar el pasado, el presente y el futuro, por la manera como asumimos nuestras responsabilidades y privilegios, por nuestra habilidad para medir el riesgo y prever las consecuencias, por nuestra destreza para situarnos en la realidad o de proyectarnos imaginariamente a un mundo de ensueños, por nuestros sentimientos de  competencia o incompetencia para llevar a cabo tanto las tareas cotidianas como las extraordinarias.

Por eso, aunque no podemos rehacer el pasado ni acelerar el futuro, modificar la realidad ni cambiar al mundo, felizmentepodemos sacar ventaja de nuestra manera de reaccionar ante el suceso imprevisto, los accidentes, las enfermedades ocultas y otras causas indeseables de desconsuelo. Por ejemplo, los bufetes de abogados, las compañías de seguros y de bomberos, las comisarías, la oficina del fiscal, los departamentos de medicina legal, psicología, psiquiatría y emergencia de los hospitales y otras instituciones semejantes se enfrentan todos los días a problemas y dificultades que a veces parecen inmanejables. ¿Cómo pueden estas personas sobrevivir emocionalmente ante la avalancha de consecuencias que observan diariamente, es decir, ante tan variadas y constantes formas de sufrimiento? ¿Cuál es su secreto? ¿Acaso disfrutan de ello?¿O es solamente porque no les está ocurriendo a ellos ni a sus familias?
Bueno, no podríamos negar que unos pocos tal vez tengan cierta inclinación masoquista, pero no es así con la mayoría. La mayoría tiene el deseo de ayudar a las personas a enfrentar las consecuencias de sus errores, de ayudarlos a enfrentar o resolver eficazmente sus problemas, aliviar o paliar sus sufrimientos. Tampoco podríamos negar que muchos escogieron ese medio de vida para mantenerse a sí mismos y a sus familias, por lo que tampoco podríamos decir que sería injusto que esperaran recibir algún tipo de compensación o pago por su labor.
Cierta estudiante de derecho a quien pregunté por qué escogió una carrera que se caracteriza por estar repleta de problemas y litigios, me respondió: “Es que discutir tiene su fascinación”. A lo que dije: “Te gusta el castigo”, y ella añadió: “No, lo que me gusta es ayudar a las personas a resolver sus problemas poniendo a sus órdenes mi competencia para discernir las leyes y exigir su aplicación”. Ese era su secreto: Ver las dificultades como desafíos a su inteligencia y manejarlas lo más adecuadamente posible valiéndose de toda su experiencia acumulada, un servicio que le permitiría cobrar por ello y mantenerse a sí misma y a los suyos. No se ubicaba en los problemas, sino fuera de ellos, como una observadora, analizando sus ángulos para enfrentarlos de la manera más adecuada posible teniendo como motivación la satisfacción de ciertas necesidades, tanto suyas como las de sus clientes y de las personas que dependían de ella.
Cierta mujer estaba feliz porque compró su primer automóvil. Lamentablemente, una mala maniobra involuntaria ocasionó un accidente leve. La parte afectada bajó de su vehículo y comenzó a gritarla con grosería y falta de comprensión. Parecía un demonio encarnado dando rienda suelta a toda su furia. Era una situación muy desagradable porque el fantasma de la impotencia surgió de repente en su vida como nunca antes. No podía rehacer el pasado, no podía trasladarse al futuro, no podía negar la realidad, no sabía cómo manejar la situación, estaba sola y se sentía completamente desesperanzada. Pero entonces recordó que su automóvil estaba asegurado y simplemente le dijo: “Discúlpeme. No fue a propósito, sino una causalidad”. Y mientras la mujer continuaba gritando y amenazándola, presa de la histeria, ella se limitó a llamar por teléfono a su representante de seguros. Luego dijo: “Señora, ya le pedí disculpas. No lo hice intencionalmente. Ya viene mi asegurador. Cuando llegue, puede gritarlo a él”, y tomó asiento en su automóvil. Cuando el representante del seguro llegó, ella guardó silencio y se limitó a observar cómo manejaba la situación, cumpliendo con su misión de aliviarle la carga emocional, física y económica. El resultado fue que finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo basado en los términos de las pólizas de seguro y todo se resolvió. Su horrible sentimiento de impotencia fue reemplazado por uno de alivio y esperanza.
Es verdad que hubo secuelas para ambas partes, pero cada una tendría que cargar con eso. Es parte del riesgo que todos asumimos por viajar por una vía, ya sea que lo hagamos en un transporte público o privado, en una bicicleta, motocicleta, automóvil o camión, de día o de noche, en verano o invierno. No puede rehacerse el pasado ni podemos pasarnos la vida recriminando a todo el mundo por todo lo que nos sucedió.
Por otro lado, no estoy diciendo que adquirir un seguro sea la panacea para frenar la impotencia, aunque de todas maneras sería muy inteligente contratarlo si tienes un automóvil, pero sí digo que la manera como aprovechamos nuestras experiencias pasadas, la manera como visualizamos el futuro, la manera como encaramos la realidad, la manera como conceptuamos el mundo, la habilidad con la que podemos ver y analizar las ventajas con que contamos, nuestra manera de reaccionar ante el suceso imprevisto, las causas indeseables de desconsuelo, incluidas las enfermedades, afectan nuestro concepto de frustración e impotencia. Si en vez de dejarnos llevar por el primer pensamiento de fracaso, decidimos pensar en algo práctico que nos permita sobrevivir emocionalmente ante una consecuencia desagradable, habremos hecho algo más constructivo que simplemente murmurar y quejarnos
Nota también que ella 'no supo cómo manejar la situación, lo cual la hizo sentirse sola y completamente desesperanzada'. Eso no hubiera ocurrido si hubiese tenido un poquito de conocimientos sobre Derecho, porque pudo haber exigido que en el parte policial constara la agresión verbal y daño psicológico, para que la otra parte cesara en su exceso de confianza. En fin, aquí lo que ocurrió, ocurrió y no podía deshacerse, y ese es el punto de este artículo, el sentimiento de impotencia producido por el hecho de no poder evitar algo que ya oucrrió.
En otras palabras, aunque verdaderamente nos hallemos en una situación desesperanzada que nos produzca un profundo e inconsolable malestar emocional por no poder remediarla, o no se nos ocurra cómo; o ya sea porque no podamos llevar a cabo cierta idea, proyecto u objetivo que tenemos en mente, procuremos recordar que sí podemos hacer algo al respecto: Fortalecernos y hacer como los bomberos, representantes de seguros o abogados: Analizar fríamente el asunto, procurar visualizar la mejor ventaja lícita y luego dejar los asuntos en manos de quienes verdaderamente pueden ayudarnos. En el ejemplo anterior, el accidente ocurrió y era imposible deshacer el daño, no había manera de desaparecerlo, era una circunstancia que producía el inconsolable sentimiento de impotencia. Y quizás alguien diga algo a favor de la parte ofendida, en el sentido de que gritar, insultar y perder el control fue bueno porque hizo catarsis, pero en realidad solo pudo empeorar las cosas para sí misma y para los demás porque no solo pudieron denunciarla por agresión verbal, sino que demostró que negó la realidad y quiso rehacer el pasado, algo que ciertamente era imposible.
Sí. El sentimiento de impotencia es una de las peores manifestaciones de la frustración, y no es una exageración decir que, en algunos casos, el desconsuelo que despierta tiene el poder de deprimir a uno hasta el punto de desear la muerte (“¡Trágame tierra!”). Pero si reflexionamos en los recursos que mantienen vivos a los que viven profesionalmente de los problemas, como los abogados, bomberos, policías, médicos, representantes de seguros y consultores en salud mental, seguramente hallaremos el alivio necesario para seguir adelante y recobrar el poder.
Cierto obrero de construcción cayó aparatosamente desde una gran altura sobre un tubo que lo atravesó completamente, pero no murió. Su impotencia fue muy grande porque estaba consciente de que le había llegado su fin. Seguramente pensó en sus seres queridos, que dependían de él, en los horribles minutos finales encomendando su alma y en el efecto que la noticia tendría en sus familiares y amigos, y en toda suerte de pensamientos culpabilizantes: "Cómo pude ser tan tonto y no darme cuenta del peligro", "Por qué resbalé", "Si tan solo hubiese usado equipo de protección", "Es mi culpa por confiarme demasiado".
Pero lo extraño fue que no murió. Estaba completamente atravesado, pero no estaba muerto. Pasaron los minutos, hubo una gran conmoción, le decían que ya venían los bomberos, que resistiera. A los pocos minutos llegaron los bomberos y estos vieron la escena con horror. Nunca habían visto a alguien que siguiera vivo después de algo semejante. No quisieron extraerlo, porque no sabían qué daños internos había causado la caída, por eso, como el obrero seguía consciente, le aplicaron fuertes calmantes y decidieron aserrar el tubo por arriba y por abajo y transportarlo lo más rápidamente a un hospital especializado. El hombre llegó al hospital y fue recibido por el médico de turno en emergencia, un experimentado gastroenterólogo que de inmediato indicó las pruebas de rigor para poder diagnosticar y tratar al paciente.
Al enterarse de que milagrosamente el tubo no había comprometido zonas vitales, lo echaron en una cama especial y le inyectaron dilatadores alrededor de la zona de impacto, por arriba y por abajo, y el tubo cedió lentamenta por la fuerza de gravedad hasta que finalmente salió de su cuerpo. Lo suturaron y le dieron sus calmantes de rigor. Al poco tiempo se fue a su casa. El médico dijo que fue la escena más espeluznante de su carrera, pero al mismo tiempo, la operación más simple que jamás efectuó en la sala de emergencias.
A un obrero chino no le fue tan bien. Estaba trabajando en una construcción de un edificio cuando una barra de acero cayó como una espada desde el noveno piso y le atravesó el casco de seguridad, clavándosele unos 10 cms en la cabeza. Pero no murió. Los bomberos cortaron la barra, lo llevaron al hospital y se la sacaron luego de 4 horas de penosa operación. ¿Y cómo quedó? Felizmente, por increíble que parezca, no hubo mayores daños cerebrales.
¿Y adónde se fueron los sentimientos de impotencia de estos obreros? ¿Y qué pasó con sus horribles imágenes mentales relacionadas con la muerte o la incapacidad de por vida? Quedaron en nada, porque al margen de las molestias, no pasó de un susto. Increíble, pero cierto. De modo que también puede haber situaciones que nos parezcan dramáticamente desesperanzadas, como que nos atraviesen con un tubo o nos caiga una barra de acero en la cabeza desde un noveno piso, cosas que sin duda nos producirían  la más terrible impotencia, pero que finalmente no pasen de un susto.
Por eso, si recibiste el zarpazo de una circunstancia que te produjo el horrible sentimiento de la impotencia, nunca olvides que siempre recibirás el apoyo necesario si puedes hacer un pequeño esfuerzo adicional y piensas en que tal vez no todo es tan triste ni desesperanzado como parece. Por ejemplo, el hecho de que estés leyendo este artículo con tanto interés es en sí mismo un apoyo. No resuelve el problema, claro, pero te ayuda a entenderlo o racionalizarlo, te anima a recuperar el tono, lo cual de seguro repercutirá positivamente en tu tranquilidad, la cual a su vez será esencial para pensar con claridad y tomar decisiones que sirvan para reforzar tu motivación y hacer frente a la realidad.
Sí. Aprovecha toda tu experiencia pasada, procura visualizar el futuro y el problema superado, no niegues la realidad, ten presente que el mundo no te pertenece, analiza tus ventajas, piensa en todos los recursos con que puedes contar, reacciona constructivamente ante el suceso imprevisto o las enfermedades y otras fuentes de desconsuelo, haz un genuino esfuerzo por sacar algún provecho a la decepción, y no te dejes llevar por el primer pensamiento de fracaso. Decide más bien pensar en cosas de valor práctico que te permitan sobrevivir emocionalmente ante los resultados desagradables. ¡Mira arriba y adelante y habrás descubierto un secreto para hacer frente a la impotencia, una de las más desagradables manifestaciones de la frustración! 

CUANDO TU VIDA EMPIEZA

Cuando tu vida empieza,
tienes apenas una maleta pequeña en la mano, a medida que los años, van pasando, el equipaje va aumentando.

Porque existen muchas cosas que recoger en el camino.
Porque piensas que son importantes.

En un determinado punto del camino comienza a ser insoportable cargar tantas cosas.
Pesan demasiado... entonces puedes escoger...

Permanecer sentada a la vera del camino, esperando que alguien te ayude, lo que es difícil...
pues todos los que pasen por allí ya tendrán su propio equipaje.

Puedes pasar la vida entera esperando... o puedes disminuir el peso eliminando lo que no te sirva...
Pero qué tirar?

Empiezas tirando todo para afuera y viendo lo que tienes dentro...
Amistad..Amor...Amistad...Amor...
Bien!!!

Es bastante curioso, no pesa nada!!!!
Mas tienes algo pesado...
Haces un gran esfuerzo para tirar :
La Rabia... como pesa!!!

Empiezas a tirar y tirar y empieza La Incomprensión...
El Miedo...El Pesimismo.
En este Momento, el desánimo casi te empuja hacia adentro de la maleta.

Pero tu empujas hacia afuera:
Toda La Fuerza y aparece una Sonrisa que estaba sofocadas en el fondo de tu equipaje...
sacas otra Sonrisa y otra mas !!! y entonces sale La Felicidad.

Colocas las manos dentro de tu maleta y sacas La Tristeza ..
ahora tienes que dejar La Paciencia dentro de la maleta pues vas a necesitar bastante.

Procura entonces dejar también , Fuerza...Esperanza...Coraje... Entusiasmo...Equilibrio...Responsabilidad...
Tolerancia...Buen humor...

Tira La Preocupación también o dejarlas de lado.
Después piensa que hacer con ella .

Bien !!!! tu equipaje está listo para ser usado.
Mas piensa bien lo que vas a colocar dentro,

AHORA ES PARA TI.....

Y no te olvides de hacer esto muchas veces
pues el camino es Muy....Muy largo!!!

viernes, 11 de enero de 2013

El test de la lluvia

Empleada en algunos  departamentos de Recursos Humanos para la selección de personal, puesto que ayuda a observar la tolerancia a la presión y a la frustración de un candidato, sus mecanismos de defensa y el nivel de ansiedad que le puede provocar una situación conflictiva




Situar en el centro el chaparrón es una señal de auto-confianza y competitividad,
Si orienta el dibujo hacia el lado derecho del folio, indica deseo de crecer profesionalmente, confianza en el futuro. Pero si es hacia la izquierda, denota pesimismo, algo del pasado obstaculiza su desarrollo. Dibujada en el centro, el candidato es competitivo.
Ausencia de paraguas: señal de escasez de recursos para afrontar situaciones adversas. Por el contrario, un paraguas grande que tapa a la persona denota un exceso de autodefensa y necesidad de protección, aislamiento.
Mango del paraguas remarcado: necesidad de aferrarse a algo, aun sin saber si le resultará útil.
Figura humana de frente. Capacidad para enfrentarse al mundo. Con una orientación indefinida: tendencias obsesivas o paranoides. De perfil: deseo de evasión. De espaldas: necesidad de pasar inadvertido, oculta-miento y problemas de identificación sexual. Inconclusa: desgana, indecisión, depresión. Inclinada: inestabilidad. Sentada: rasgos depresivos. Zonas borradas: incertidumbre, conflicto.

martes, 11 de diciembre de 2012

Salidas y llegadas

SALIDA: Cada segundo.....
LLEGADA: Nunca lo sabrás....
DESTINO: LA VIDA!

Un día, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.
Una comparación extremadamente interesante cuando es bien
interpretada

Interesante, porque nuestra vida es como un viaje en tren, llena de
embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de
sorpresas agradables, con algunas subidas y bajadas tristes.

Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas,
que nos harán conocer el viaje hasta el fin: “nuestros padres.”

lamentablemente, ellos en alguna  estación se bajarán para no volver a
subir más…
Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto.

Pero a pesar de esto, nuestro viaje deberá continuar…
conoceremos otras interesantes personas durante la larga travesía,
entre ellos nuestros hermanos, hijos, amigos y amores

Muchos de ellos solo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a
nuestro lado, compartiendo alegrías y tristezas.

En el tren, también viajarán personas que andarán de vagón en vagón
para ayudar a quien lo necesite.

Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos deciden
sentarse alejados de nosotros, en otros vagones...!

Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables,
para ellos el viaje “TERMINO”.
Otros, en cambio, viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que
están allí sentados…

Eso nos lleva a realizar el viaje distantes de ellos.
Pero eso no nos impedirá, aunque tal vez con alguna dificultad,
acercarnos a ellos.

Lo difícil es aceptar que, a pesar de estar cerca… no podremos sentarnos
juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.
Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas
y partidas.

Sabemos que este tren solo realiza un viaje,
el de ida…

Tratemos, entonces, de viajar lo mejor posible, intentando tener una
buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno
de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje, alguien
puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso.

A nosotros también nos ocurrirá lo mismo y seguramente alguien nos
entenderá y ayudará…
El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos
tocará descender.

Pienso: cuando tenga que bajarme del tren ¿sentiré añoranzas?
Mi respuesta es SÍ; dejar a mis hijos viajando solos será muy triste…
Separarme de los amores de mi vida, será doloroso.

Pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a
encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar
con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje.

Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan
crecido como buenas personas.
Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban
y bajen personas.

Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando…
¿Quién subirá?.
¿Quién será?

Me gustaría que TU pensaras que el desembarcar del tren, no es sólo una
representación de la muerte o el término de una historia…

Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la
capacidad de reconstruir para volver a empezar…
Eso es señal de lucha y garra!
Saber vivir es poder ofrecer lo mejor a todos los pasajeros…

Agradezco , porque e estamos compartiendo este viaje y,
a pesar de que a veces nuestros asientos no estén juntos, con
seguridad el vagón en el que vamos y el maquinista son los
mismos.

A tí, que compartes estos minutos
GRACIAS
y que tengas un “BUEN VIAJE”...

Pánico Escénico


¿Qué es?

El pánico escénico es conocido también bajo el nombre del miedo escénico  y hace referencia al miedo intenso que puede llegar a sentir una persona ante la situación de hablar en público, o a actuar ante una audiencia.

¿Cuales son los Síntomas?

Los síntomas que presenta una persona con pánico o miedo escénico son comunes a los de la ansiedad y el estrés y entre ellos tenemos:
A Nivel Físico
* sudoración o transpiración excesiva
* taquicardia
* ganas constantes de ir al baño
* diarreas
* Dolor de Cabeza
* Sensación de sequedad en la boca o de que no se produce la suficiente saliva
* Nauseas
* Escalofríos
* Ponerse rojo o achantarse
A nivel Psicológico
* Tartamudeo
* Dificultades con la atención
* Dificultad para concentrarse
* Auto-crítica y auto-exigencia
* Temor al Fracaso
* Temor al rechazo
* Miedo a hacer el ridículo
* Parálisis: se evita la acción
* Temor a las respuestas de los otros en cuanto a nuestra ansiedad.

¿Por que se Presenta el pánico escénico?

Las causas son muchas
1. traumas o dificultades anteriores en experiencias similares
2. falta de confianza y seguridad en sí mismo
3. sentimientos que no se maneja al grupo: si son conferencias, exposiciones
4. miedo al que dirán y a los comentarios y reacciones después de la actividad
5. está asociada a sentimientos o experiencias anteriores donde se ha sentido falta de control, vergüenza, haberse sentido expuesto o ridiculizado.
6. Miedo a decir algo incorrecto, inadecuado o fuera de lugar.

¿Sabes cual es el mensaje que te das a ti mismo?

No puedo
No soy capaz
No lo lograré
No soy lo suficientemente bueno en ello
Con lo cual, como si fueras un imán lo que lograrás... será exactamente eso

¿Se presenta solo cuando hay que actuar el Público?

Aunque el miedo escénico está asociado a presentarse ante un público, actuar para él o dar una conferencia, lo cierto es que también puede presentarse en otras situaciones en nuestra vida como cuando sentimos un inmenso miedo al asistir a una entrevista de trabajo, declararle nuestros sentimientos a otra persona, pedir un aumento de sueldo o toda situación que nos implique estar frente a otra persona y demostrar nuestras habilidades sociales.

¿A que se debe todo esto?

El pánico escénico se presenta por el concepto y la evaluación que la persona hace de sí misma, esto hace referencia a auto-crítica y auto-juicios donde la persona se descalifica y se desvaloriza ante sí misma, y con ello lo único que puede esperar del medio o de su público es que también le den una valoración negativa de como actúa o se desempeña.

¿Qué ocurre entonces?

El miedo a actuar en público dispara la señal en el organismo, la persona se siente nerviosa y lo expresa a través de su cuerpo.
¿cómo?
Paradójica-mente implicando aquella parte de su cuerpo que necesita para su presentación, la voz por ejemplo, o las piernas en el caso de un bailarín.
Los consejos que recibe la persona es intenta que no se te note, haz de cuenta que no pasa nada, con lo cual se trata de "disimular el miedo" consiguiendo muy contrariamente a lo que se desea un mayor miedo un mayor descontrol que solo ocasiona más y más miedo y una auto-crítica y un auto-juicio mucho mayor que solo genera más y más dificultades.
Lo que ocurre es que la persona genera una conexión entre sus sentimientos de miedo y el hecho de tener que actuar ante el público y mientras más fuerte sea esta conexión se disparará mucho más rápidamente y nos volveremos mucho más sensibles a la experiencia  y a situaciones en las que estamos con otras personas. 
Dicho en otras palabras nos volvemos más sensibles a la situación, con lo cual cosas muy mínimas son capaces de dispararnos este miedo, con lo cual la conexión se hace cada vez más y más fuerte y más difícil de romper.
Nos juzgamos y nos criticamos aún más por lo que ocurre, esto muchas veces impide que pidamos una ayuda apropiada en el momento en que lo necesitamos por que sentimos vergüenza o nos sentimos inapropiados, o que debemos resolverlo solos, con lo cual lo único que hacemos es reforzar más y más esta conexión.

¿Cual es la Solución?

"Ignorar el miedo" no es lo que lo soluciona, por que esto es solo una señal de alerta de nuestro cuerpo y lo que requiere para solucionarlo es ponerle atención.
Para solucionar aquello que nos pasa es necesario es necesario trabajar en dos frentes:
1 Puesto que en la mayoría de los casos no podemos evitar la situación conflictiva por que hace parte de nuestro vida laboral,. profesional o de estudiantes es necesario que podamos controlar la situación.
Lo que tenemos hasta el momento es una conexión negativa entre la situación y la respuesta de nuestro cuerpo que cada vez se intensifica mucho más.
Las reacciones de nuestro cuerpo son una señal de alarma o alerta que nos indica que la situación es difícil para nosotros y que requiere de nuestra atención.
Lo ideal entonces sería poder lograr conexiones positivas que logren disparar en nosotros estados de control, de tranquilidad y de serenidad en vez de aquellos de angustia, miedo y tensión que se nos presentan.
Con lo cual esta conexión positiva es capaz no solo de neutralizar la situación conflictiva sino que podemos lograr un control de nosotros mismos y estar serenos, relajados y tranquilos para nuestra entrevista de trabajo, o para nuestra presentación o para aquello que necesitemos.
2. Encontrar el porque tenemos este miedo, para que la desconexión de él sea completa y podamos liberarnos de la situación. 




Manifestaciones de la Angustia o de estres


Manifestaciones de angustia o de estrés en mi comportamiento

Me siento alterado, con poca paciencia e irritable
Me salgo de control o de casillas, con mucha facilidad
Me extraña este tipo de comportamientos, pero es superior a mi y no lo puedo controlar
Mis movimientos son rápidos, acelerados, indican nerviosismo o por el contrario, mis movimientos son lentos

Manifestaciones de angustia o estrés a nivel de la motivación

Las cosas no me motivan al igual que antes, no siento ninguna pasión, por aquellas cosas que antes si, es como si no encontrará la motivación adecuada para hacerlo.
Es como si todo me diera lo mismo.

Manifestaciones de angustia o estrés a nivel del sueño

No puedo quedarme dormido con facilidad,
Tengo insomnio
Me cuesta para dormirme, parece que en vez de descansar lucho con la cama, no encuentro la posición adecuada, doy vueltas sin cesar y no consigo relajarme.


Manifestaciones de angustia o estrés a nivel personal


He sentido cambios en mi apetito, no puedo comer ni pasar bocado
O por el contrario, como en exceso, no lo puedo controlar, es como si quisiera calmar la angustia a través de la comida
No puedo concentrarme, pierdo el hilo con facilidad.
Siento que mi mente no está en lo que está
Me siento débil, agotado físicamente y con poca energía para realizar las actividades del diario vivir
Me siento mal conmigo mismo, no he logrado cumplir con mis objetivos personales, familiares y económicos, lo que me producen una sensación de que he fracasado, no valgo lo suficiente, mi familia, o mi pareja merecen algo mejor que yo.
Siento que no tengo fuerzas para enfrentar la vida o solucionar ese problema que me acongoja
He llegado a pensar que mi familia está mejor sin mí, o he tenido deseos de no existir más, de que llegue la hora de mi muerte.
Me siento triste, deprimido y sin ganas de vivir.

No siento seguridad en mi mismo, y creo que tengo problemas con mi autoestima.
La solución es determinar la situación o situaciones que me generan estos estados de ansiedad, y buscar unaayuda profesional, por que una vez que se soluciona el conflicto o lo que lo causa la crisis no se volverá a presentar y por otro lado, es importante que aprendamos a controlarnos en estas situaciones, para no tomar decisiones precipitadas, a la ligera o bajo estrés, que en muchas ocasiones no serán acertadas y que podemos por ende arrepentirnos de ellas
Si deseas aprender a controlar  y vencer la ansiedad te regalo el reporte como vencer la ansiedad que puedes solicitarlo llenando el sigueinte formulario y poneindo en motivo de consulta Recibir el reporte como vencer la ansiedad

SER LO MÁS IMPORTANTE: NOSOTROS MISMOS


La inseguridad, la falta de confianza en sí mismos y la autoestima van de la mano
Implica el conocimiento personal, que incluyen cualidades, virtudes y límites, ser sinceros con nosotros mismos.
Muchas veces la falta de seguridad está relacionada con cítricas, frustraciones experiencias del pasado, en donde hemos fracasado, o en situaciones que nos han marcado en la vida, frustraciones de tal forma que nos generan una barrera, un muro de contención que no nos deja plena libertad para actuar ante las circunstancias actuales.
Las experiencias negativas van sumando, y poco a poco nos convencemos de que no somos capaces de seducir a una persona, o no podemos conseguir pareja, o no tenemos las habilidades necesarias para conseguir el trabajo que deseamos, o superarnos a nivel personal, profesional, social o de pareja.
Darnos por vencidos antes de empezar a luchar asegura sin lugar a dudas nuestro fracaso en cualquier ámbito de nuestra vida.
Así como a lo largo de nuestra vida hemos ido acumulando experiencias negativas, también lo hemos hecho con las positivas, nuestras habilidades en todos los niveles y lo que hemos aprendido, además de que hemos madurado, nos permiten la adquisición de herramientas y tener recursos que posiblemente no teníamos cuando tuvimos aquellas primeras experiencias negativas que nos dejaron marcados.
Por ello es importante, identificar cuando, por que y como es que empezaron las dificultades con la seguridad y la confianza en nosotros mismos. Identificar los recursos y las herramientas que hoy tenemos para afrontarlas.
Todas las personas cometemos errores, pero lo importante es poder aprender de ellos, llevarlos a enseñanzas prácticas en nuestra vida, que nos permitan afrontar las cosas desde otra perspectiva, y no desde una barrera limitante, que solo nos llevaría a encerrarnos más en nosotros mismos y a limitar aún más nuestro comportamiento.
De igual manera es importante identificar que comportamientos actuales, mantienen y refuerzan mi inseguridad, para poder encontrar los que contrariamente reforzarían la seguridad en mi mismo.
Una adecuada autoestima y autoconfianza implicaría aceptarme tal y como soy, en todos los niveles que ello implica, conocerme a mi mismo, con mis limitaciones y cualidades, buscando la superación personal, aprender de mis experiencias y sacar provecho de ellas, desarrollar y potenciar mis virtudes, trabajar por aquellas cosas que me gustaría llegar a superar, utilizando los recursos y herramientas personales, que he adquirido a lo largo de la experiencia y los años vividos
La inseguridad en nosotros mismos, y la falta de confianza se permea en todos los factores de nuestra vida, haciendo que no estemos satisfechos con nosotros mismos, con la forma como somos y nos comportamos, lo cual por ende golpearía nuestra autoestima
Lo importante con todo esto, es que tiene solución, podemos trabajar en nuestro crecimeinto personal y en sentirnos mejor con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, mejorando con ello nuestra calidad de vida. En este tipo de situaciones es importante una ayuda profesional que nos permita contactar con nuestros recursos, con nuestras capacidades, superar nuestras dificultades y hacer de nuestra vida aquello que en realidad queremos. Si no deseas encaminarte por la ayuda profesional hoy en día contamos con las estrategias para adquirir habilidades sociales y ser esa persona popular Y extrovertida que deseas ser. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

SENTIDO Y SENSIBILIDAD HUMANA


La naturaleza es muy pródiga y ha construido un ser impresionantemente complejo. Un ser compuesto por infinidad de partes, con funciones muy específicas y con una dinámica muy característica. Este ser es el hombre; es el humano que nace, se forma, se desarrolla, se capacita, produce, SIENTE y fenece para terminar su ciclo.
SENTIR es experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas, siendo los sentidos los encargados de transmitirlas. El SENTIDO es la única función para la cual el organismo percibe las diferentes formas de energía

Con su inteligencia, el hombre sabe, o cuando menos intenta saber, lo que son las cosas reales. Estas cosas están "dadas" por los sentidos. Pero los sentidos, se nos dice, no nos muestran lo que son las cosas reales. Este es el problema que ha de resolver la inteligencia y sólo la inteligencia. Los sentidos no hacen sino suministrar los "datos" de que la inteligencia se sirve para resolver el problema de conocer lo real. Lo sentido es siempre y sólo el conjunto de "datos" para un problema intelectivo. Es la concepción de todos los racionalismos de una u otra especie, por ejemplo, de Cohen: lo sensible es mero "dato". 
Que esto sea verdad en lo concerniente a un conocimiento estricto y riguroso, es algo innegable. Pero aquí se trata de lo que constituye la indole propia de lo sensible tomado en sí mismo. Y situada así la cuestión nos preguntamos: ¿está ausente de lo sensible el momento de realidad? Porque lo primero en que se piensa, y con razón, es en que si los datos sensibles no poseyeran el momento de realidad ¿de dónde se lo iba a sacar la inteligencia? Tendríamos con la inteligencia "ideas". pero jamás la realidad. Y es que el vocablo y el concepto de "dato" es manejado en esta concepción con una singular imprecisión. Por un lado, "dato" significa dato para un problema. Es lo que se nos acaba de decir. Pero esto, con ser verdad, no es la verdad primaria. Porque—es el otro sentido de la palabra "dato"—un dato sensible no es primariamente dato para un problema, sino dato de la realidad. Y al amparo del primer sentido, se nos quiere hacer olvidar el segundo que es el primario y radical. La función de lo sensible no es plantear un problema a la inteligencia, sino ser la primaria vía de acceso a la realidad. La concepción anterior es una gigantesca preterición de la sensibilidad en el problema filosófico del enfrentamiento del hombre con las cosas reales. Lo sentido es dato de la realidad. Y entonces se plantea inexorablemente la cuestión de en qué consiste el carácter de estos datos, esto es, cuál es la estructura esencial de la sensibilidad humana.


La estructura esencial de la sensibilidad humana.

Como datos de la realidad, se nos dice, los datos son "intuiciones". Sentir es formalmente intuir. La inteligencia entra en juego precisamente para entender lo que intuimos y hasta lo que no intuimos, Pero ¿qué se entiende aquí por intuición?
Desde los tiempos de Platon y de Aristóteles, lo que llamamos intuición sensible se ha considerado como un conocimiento (gnñsij). Y se ha caracterizado este conocimiento por su inmediatez. Sí no el vocablo, la idea está en aquellos grandes maestros griegos. En la intuición el objeto está inmediatamente presente sin la mediación de otros factores tales como las imágenes, los recuerdos, los conceptos, etc. La intuición sería el conocimiento por excelencia, Kat’ exoc¿n. La inteligencia es, entonces, el sucedáneo conceptual que elaboramos para conocer aquello de que no tenemos intuición.
Esta concepción del sentir no es falsa; pero ¿es suficiente? Porque lo cierto es que el hombre carece, por ejemplo, de una intuición suprasensible. Su intuición es pura y simplemente "sensible". La filosofía ha propendido a hacer de la sensibilidad una especie de intelección minúscula, olvidando justamente el momento que la caracteriza formal. mente: el ser "sensible". ¿Qué significa este adjetivo como momento estructural del sentir?
En la filosofía de Husserl ha cruzado el problema de una caracterización más precisa de lo que es la intuición. En la intuición, el objeto está dotado de una presencia originaria; es decir, no es una presencia a través de un intermedio tal como una fotografía. Pero esto no basta. Es menester que esta "originariedad" sea tal que el objeto esté presente leibhaftig, podríamos traducir "en carne y hueso". Pero ¿en qué consiste esta presencia? Husserl no nos lo dice, precisamente porque no se hace cuestión del carácter sensible de nuestra intuición.
Y es que a pesar de todos estos esfuerzos, se ha eliminado el momento más característico y propio de la intuición sensible a beneficio del momento meramente cognoscitivo, intuitivo. ¿Qué es, pues, nos volvemos a preguntar, lo sensible de nuestra intuición? No es una "presencia" todo lo inmediata que se quiera, sino una presencia en "impresión". Sentir es la presencia impresiva de las cosas. No es mera intuición sino intuición en impresión. Lo sensible de nuestra intuición está en este momento de impresión.
Dicho así, sin más, esto en rigor no es ninguna novedad. Pero era menester volver a ello y preguntarnos qué es impresión. Impresión es, por lo pronto, "afección". El objeto afecta físicamente a los sentidos. Cuando Aristóteles quiere establecer una diferencia entre la inteligencia (noãj) y el sentir (aŠsqhsij) caracteriza a la inteligencia como algo "inafectado", "impasible" (¦paq¿j). La inteligencia puede ser pasiva pero es impasible, no sufre afección física como los sentidos. La filosofía moderna ha tomado este concepto de impresión como afección. Y como toda afección es subjetiva, lo sensible, como mera afección del sujeto, queda desligado de lo real. Todo el empirismo se apoya en esta concepción. Pero esto es a todas luces insuficiente. Porque el ser afección no agota la esencia de la impresión. Ya desde siglos atrás se había visto que en la afección de la impresión nos es presente aquello que nos  afecta. Este momento de alteridad en afección es la esencia completa de la impresión. Por esto las impresiones no son meramente afecciones subjetivas. Y por eso también, lo sensible es a una un dato de la realidad y un dato para la intelección de lo real.
Ahora bien, ¿cuál es la estructura de esta impresión así entendida? Por lo pronto nos encontramos con lo que aparentemente es lo más problemático de ella: lo que llamo su contenido específico. Es lo que en cada caso y en cada momento nos ofrecen los sentidos de lo que son las cosas. El empirismo lo llamó "cualidades secundarias". Y a ellas dirigió su implacable crítica negativa: el color real no es la impresión visual del color, etc. No vamos a entrar aquí en este problema. Pero en el caso del hombre, esto no agota la que llamamos impresión de las cosas. Porque el hombre no sólo siente impresivamente este "verde", por ejemplo. sino que siente impresivamente la "realidad" verde. En el caso de las impresiones humanas, la alteridad en afección no está constituida solamente por su contenido sino también por su formalidad de realidad. El hombre siente impresivamente la realidad de lo real. Ciertamente este momento de realidad no puede llamarse impresión sin más, porque no es una segunda impresión junto a la impresión del verde. Pero es que tampoco puede llamarse sin más impresión al contenido, Contenido y realidad son dos momentos de una sola impresión: la impresión humana. Pero para contraponerme más explícitamente al empirismo, y también al racionalismo, he centrado el problema de la impresión en el momento de realidad, y para abreviar he llamado a su aprehensión sensible impresión de realidad. Es un momento en el que no ha solido reparar la filosofía.
En virtud de su sensibilidad, el hombre se encuentra formalmente inmerso en la realidad. El animal tiene también impresiones, pero la alteridad que en ellas se le da, es la de algo meramente "objetivo", esto es, distinto e independiente de la afección que sufre. El animal reconoce la voz de su dueño como algo perfectamente distinto de sus afecciones, etcétera. Pero esto no pasa de ser un "signo objetivo" para sus respuestas. La alteridad del animal lo es siempre y sólo de un signo objetivo. Esta objetividad no pasa de ser eso: la independencia respecto de la afección, la objetividad de un estímulo cuya afección como tal se agota en la estimulación por algo distinto del afectado. El animal puede ser y es objetivista, tanto más objetivista cuanto más perfecto sea. Pero no es ni puede ser jamás realista. Y esta es la cuestión: el animal no tiene  impresión de realidad. Por eso en el rigor de los términos, el residuo de que nos hablan los fenomenólogos es no el contenido determinado de la impresión, sino el momento mismo de realidad. El animal carece de este residuo.
¿Qué es este momento de realidad? En un estímulo, lo estimulante no tiene más carácter objetivo que el de desencadenar una respuesta. Su contenido es sólo de y para una respuesta. En cambio, en la impresión humana el contenido nos afecta como algo que es propiedad suya, por así decirlo, propiedad de aquello que nos muestra la impresión; es, como suelo decir, algo de suyo. posee como caracteres propios suyos los contenidos de la impresión. Por esto el momento de realidad no es un contenido más, sino un modo del contenido, lo que he llamado formalidad. Es una formalidad según la cual se nos presenta el contenido de las impresiones sensibles. El momento de realidad no es algo que está allende lo que los sentidos nos dan en sus impresiones. Pero lo que estas impresiones nos dan son las "cualidades" como algo de suyo. Sentimos como impresión de la roca, por ejemplo, algo que en mi sentir mismo se me presenta como siendo ya algo de suyo, la roca de suyo. Este "de suyo" expresa el momento o formalidad de lo real.
Esta formalidad es aquello según lo cual nos enfrentamos primariamente con las cosas. Pero no es algo meramente subjetivo sobre lo cual la inteligencia razonara para llegar a la realidad de suyo de las cosas; no se trata de esto. El momento de realidad pertenece física y formalmente a la impresión en cuanto tal. El mero contenido sensorial se nos presenta en la impresión como siendo impresivamente ya algo de suyo. Y este "ya" expresa con toda exactitud lo que venimos diciendo. La versión a la realidad, al "de suyo", es un momento físico de la impresión en virtud del cual la formalidad de realidad pertenece a la impresión misma en su modo de alteridad, Las cosas no nos son simplemente presentes en la impresión, sino que nos son presentes en ella, pero como siendo ya de suyo. Como he solido decir, este momento del "ya" expresa que en el impresionar, la realidad de lo que impresiona es un prius respecto del impresionar mismo. Un prius que no es cronológico, pero sí algo previo según su propia razón. Y por eso la remisión a la cosa real es una remisión física y posee una inmediatez física también. En la impresión sensible estamos físicamente remitidos a la realidadpor la realidad misma. Este momento de realidad, es decir, el "de suyo", no se identifica con el contenido, pero tampoco con la  existencia; ambas son reales tan sólo en la medida en que competen "de suyo" a lo que impresiona. Tal es la estructura esencial de la sensibilidad humana, radicalmente distinta de la sensibilidad animal.
Siendo esto así surge inevitablemente la pregunta de qué sea la inteligencia humana y su intelección.


La estructura formal de la inteligencia.

Ahora volvamos la mirada hacia la intelección misma en cuanto tal, Innegablemente hay una diferencia esencial con el sentir. El hombre no sólo recibe impresiones de las cosas, sino que además las concibe y entiende de una manera u otra, forma proyectos sobre ellas, etc. Ninguno de estos actos puede ser ejecutado por los sentidos; los sentidos, por ejemplo, no pueden aprehender ideas generales ni pueden juzgar acerca de lo que las cosas son. Esto es suficiente para distinguir ya desde la entrada en el problema, la intelección y todo el sistema de sentires humanos.
Pero esto no basta. Estos actos están ejecutados tan sólo por la inteligencia, sí, pero ¿en qué consiste formalmente la intelección en cuanto tal? Es decir, ¿en qué consiste formalmente lo intelectual en cuanto tal? ¿Es lo formal de la inteligencia el idear y el juzgar?
Para acercarnos a este problema procedamos por pasos contados.
1 .Todos los actos a que acabamos de aludir son exclusivos de la inteligencia. Pero la verdad es que si queremos hacer una descripción más precisa de tales actos nos encontramos siempre con que hay que decir lo siguiente: concebir es concebir cómo son o pueden ser las cosas en realidad, juzgar es afirmar cómo son las cosas en realidad, proyectar es siempre proyectar cómo habérnoslas realmente con las cosas, etc. Aparece siempre en todos los actos intelectuales este momento de versión a la realidad. Todos los actos y actividades intelectuales se mueven siempre en algo que, para facilitar la expresión, llamaré aprehensión de las cosas como realidades. Sólo aprehendidas como reales es como la inteligencia ejecuta sus actos propios, forzado a ello por la realidad misma de las cosas, En este sentido, la aprehensión de realidad es el acto elemental de la inteligencia. 
2. La aprehensión de realidad no es sólo el acto elemental de la inteligencia, sino que es un acto exclusivo de ella. Ciertamente, hemos dicho que en la impresión de realidad—que es sensible—aparece el momento de realidad. Pero se trata de la sensibilidad humana. El adjetivo "humano" era esencial en el problema de la sensibilidad. Dejemos, pues, de lado cuanto hemos dicho de la sensibilidad humana y atendamos tan sólo al puro sentirtal como se da en el animal. Esto nos permitirá descubrir a una la esencia del sentir y la esencia de la inteligencia.
¿Qué se entiende por pura sensibilidad? Sentir, tanto fisiológica como psíquicamente, es la liberación biológica del estímulo en cuanto tal. La sensibilidad se constituye y se agota en la estimulidad. Por esto es por lo que el animal se mueve, según vimos, entre meros signos objetivos. Un estímulo es siempre y sólo algo que suscita una respuesta biológica. La estimulación se agota en este proceso: es lo propio del puro sentir en cuanto tal. El carácter formal de la pura sensibilidad es, a mi modo de ver, la estimulidad. Toto coelo distinto es e! carácter de realidad. La realidad es el carácter según el cual las cosas son de suyo, estimulen o no al hombre, duren o no duren más que lo que dure la estimulación. Por eso los estímulos reales no se agotan en el proceso de estimulación. Además, el puro estímulo es siempre específicamente determinado, mientras que realidad es algo por lo pronto inespecífico, indeterminado. En el rigor de los términos es más que inespecífico, es trascendental, pero es un aspecto del problema que excede de nuestro actual propósito. Estimulidad y realidad son dos Formalidades completamente distintas. La estimulidad es la formalidad de las cosas en mera suscitación de respuesta; realidad es la formalidad según la cual las cosas son de suyo. Lo primero es exclusivo del puro sentir; lo segundo es exclusivo de la intelección.
3. Esta versión a la realidad no es sólo el acto elemental y exclusivo de la inteligencia, sino que es el primario y más radical de sus actos. La aprehensión de realidad es el acto radical de la inteligencia. Es por esto lo que formalmente constituye el inteligir en cuanto tal. La aprehensión de realidad es, en efecto, el punto preciso en que surge en el animal humano el ejercicio de la intelección, Veámoslo.
Todo sentir, toda estimulación, tiene tres momentos: un momento receptor, un momento tónico en que se encuentra el viviente en cuestión y un momento efector o de respuesta adecuada, Los tres {349} momentos no son sino tres momentos de un solo fenómeno unitario: la estimulación. Según sea la complicación interna del animal, debida a una estructura de formalización (que no voy a exponer aquí), las respuestas adecuadas a un mismo estímulo pueden ser, y son, muy varias; es lo que constituye la riqueza del sentir animal (prescindo, naturalmente, de la riqueza de especificación), Pero por amplio que sea, el elenco de estas respuestas adecuadas está asegurado, en principio, por las estructuras mismas del sentir animal.
Pero en el caso del hombre la cosa es más compleja. La complicación estructural del hombre es tal que el elenco de posibilidades de respuesta adecuada al estímulo que la suscíta no queda siempre asegurado por la estructura de su puro sentir: el hombre es el animal híperformalizado. ¿Qué tiene que hacer entonces el hombre? Suspende, por así decirlo, su actividad responsiva y, sin eliminar la estimulación, sino conservándola, hace una operación que en los adultos llamamos hacerse cargo de la realidad. Se hace cargo de lo que son los estímulos y de lo que es la situación que le han creado. No es que abandone el estímulo y se ponga a considerar cómo pueden ser las cosas en sí mismas; esto es inicialmente quimérico. Lo que hace es aprehender los estímulos como algo "de suyo", esto es, como realidades estimulantes. Es justamente el orto de la intelección. La primera función de la inteligencia es estrictamente biológica; consiste en aprehender el estímulo (y el propio organismo, naturalmente) como realidad estimulante, lo cual le permitirá elegir la respuesta adecuada. La inteligencia se moverá a partir de aquí en el ámbito de la realidad abierto en este primer acto psico-biológico de hacerse cargo de la realidad, en este acto de aprehender el estímulo y la situación creada como algo "de suyo". La inteligencia está así, por un lado, en continuidad perfecta con el puro sentir, pero, por otro, situada en el ámbito de lo real, se ve forzada por las cosas mismas a concebirlas, juzgarlas, etc.: es el desarrollo intelectivo del "primer" acto psico-biológico de hacerse cargo de la realidad.
La inteligencia aparece, pues, en su función aprehensora de la realidad precisa y formalmente en el momento mismo de superación del puro sentir mediante una suspensión del carácter meramente estimulante del estimulo. Por consiguiente, la aprehensión de realidad no es tan sólo lo que subyace elementalmente a todo acto intelectual ni es tan sólo una operación exclusiva de la inteligencia, sino que es el  acto más radical de ella. La inteligencia consiste formalmente en aprehender las cosas en su formalidad de realidad. Sí se quiere hablar de "facultad" habrá que decir que la inteligencia es la facultad de lo real, no, como suele decirse, la facultad del ser.
Pero entonces surge aquí un grave problema, que antes hemos dejado expresamente de lado y con el que ahora hemos de enfrentarnos. La sensibilidad humana, no la animal, siente impresivamente la realidad; está, pues, desde si misma, vertida a la realidad. Sus impresiones, en efecto, lo son de realidad, pero sí la inteligencia consiste formalmente en aprehender el estímulo como realidad surge la cuestión esencial: ¿cuál es la "relación", digámoslo así, entre la inteligencia humana y la sensibilidad humana? ¿Cuál es, en definitiva, la estructura de la inteligencia humana en cuanto tal?

La estructura esencial de la inteligencia humana: inteligencia sentiente.

Hacíamos ver antes que el sentir humano posee un momento propio, la impresión de realidad, esto es, que por su propia índole la sensibilidad humana no es puro sentir, sino un sentir cuyo carácter humano consiste en su intrínseca versión al estimulo como realidad. Ahora bien, acabamos de ver que la versión a la realidad es el acto formal propio de la inteligencia, lo cual significa que el sentir humano es un sentir ya intrínsecamente intelectivo; por eso es por lo que no es puro sentir. Por otra parte, la inteligencia humana no accede a la realidad sino estando vertida desde sí misma a la realidad sensible dada en forma de impresión. Todo inteligir es primaria y constitutivamente un inteligir sentiente. El sentir y la inteligencia constituyen, pues, una unidad intrínseca. Es lo que he llamado inteligencia sentiente. Lo humano de nuestra inteligencia no es primaria y radicalmente finitud sin más, sino el ser sentiente. Aclaremos algo este concepto, solamente algo, porque el desarrollo completo del problema excede de los límites de estas sucintas notas introductorias.
Digamos primeramente lo que no es la inteligencia sentiente.
a) No se trata únicamente de que haya una prioridad cronológica del sentir respecto del inteligir, es decir, no se trata de que nil  est in intellectu quod prius non fuerit in sensu. Porque, cuando menos por lo que respecta al momento de realidad, este momento está aprehendido en un solo acto. La impresión de realidad es, en efecto, un momento del sentir humano y es a la vez el acto formal de inteligir. En este punto no hay dos actos, uno anterior al otro, sino un solo acto.
b) Tampoco se trata de dos actos, uno de sensibilidad y otro de inteligencia, que tengan el mismo objeto. Que no exista sino un solo y mismo objeto es algo que, con razón, viene afirmándose desde Aristóteles hasta nuestros días frente a todo dualismo platónico o platonizante. No hay un mundo propio de los sentidos, un mundo sensible. y un mundo propio de la inteligencia, el mundo inteligible; no hay sino un solo mundo real. Esta mismidad del objeto sentido y del intelígído envuelve innegablemente para ser aprehendido en su mismidad alguna unidad en el acto aprehensor mismo. Esta unidad consistiría en que ambos actos, el sensible y el intelectivo, son conocimientos, son actos cognoscitivos. El intelectivo es cognoscitivo porque conoce y juzga lo que los sentidos aprehenden, y el acto de sentir es también un conocimiento intuitivo, una gnñsij. Son dos modos de conocimiento. En su virtud, el propio Aristóteles atribuyó a veces caracteres noéticos al sentir.
Kant va más lejos: ni sentir ni inteligir son dos actos cognoscitivos, sino que la inteligencia y la sensibilidad son dos actos que producen por coincidencia un solo conocimiento, caracterizado por esto como sintético. Husserl amplía estas consideraciones; sentir e inteligir serian dos actos que componen el acto de conciencia, el acto de "darme-cuenta-de" un mismo objeto. Esta unidad del objeto permitió alguna vez a Husserl hablar de "razón sensible" (sinnliche Vernunft); expresión utilizada a su vez por Heidegger para una exposición (por demás insostenible) de la filosofía de Kant.
En todas estas concepciones, sin embargo, se parte de dos ideas: que el sentir es por sí mismo intuición cognoscente y que lo propio de la inteligencia es "idear", esto es, concebir y juzgar.
Sin embargo, ya vimos que el sentir no es primariamente mera intuición, sino aprehensión impresiva de las cosas como realidades, y que inteligir no es formalmente idear, sino aprehender las cosas como realidad.
La unidad de sensibilidad e inteligencia no está constituida, pues, por la unidad del objeto conocido, sino que es algo más hondo y  radical: es la unidad del acto aprehensor mismo de la realidad como formalidad de las cosas.
Trátase, pues, de un solo acto en cuanto acto. Es lo que significa la expresión "inteligencia sentíente". Ciertamente, entre el puro sentir y la inteligencia existe una esencial irreductibilidad. La prueba está en que pueden separarse. El animal siente, pero no tiene impresión de realidad, no aprehende la realidad, no intelige. Y en el hombre mismo, la inmensa mayoría de sus sentires son puro sentir. Sentir no es algo exclusivo de esos complejos que llamamos órganos de los sentidos. Toda célula siente a su modo y la transmisión nerviosa es una estricta liberación del estímulo, es decir, es un auténtico sentir. Sin embargo, ninguna de estas funciones constituye un "hacerse cargo de la situación" ni contiene una impresión de realidad, ¿Qué sería del hombre sí tuviera que hacerse cargo de la situación a propósito, por ejemplo, de cada transmisión sináptica?; no podría ni empezar a vivir. Hay, pues, un sentir puro, esto es, un sentir que no es intelectivo, que para nada necesita del momento intelectivo de versión a la realidad. Pero la recíproca no es cierta, Toda aprehensión de la realidad lo es precisamente por vía impresiva; la inteligencia no tiene acceso a la realidad más que impresívamente. Y el momento de versión a la realidad es intrínseco y formalmente un momento intelectivo; sólo por esto es por lo que existe una impresión de realidad en los sentidos. En cierto nivel humano, cuando faltan las respuestas adecuadas al estimulo, el hombre se hace cargo de la situación real, esto es, siente la realidad o, lo que es lo mismo, intelige sentientemente lo real. En este nivel no hay dos actos: uno, de sentir, y otro, de inteligir, sino un solo acto para un mismo "objeto": la formalidad de realidad. Inteligencia sentiente expresa, no la subordinación de lo inteligible a lo sensible ni tan sólo la unidad del objeto, sino la estricta unidad numérica del acto aprehensor de la formalidad de realidad. La inteligencia humana, en tanto que inteligencia en su acto formal y propio (la aprehensión de realidad), está constitutiva y unitariamente inmersa en el acto del puro sentir; y el sentir, en su nivel no-puro, está formalmente constituido por un momento intelectivo, Trátase, pues, de la unidad de un solo acto de intelección sentiente. No es una unidad objetiva, sino una unidad subjetiva del acto en cuanto acto. La inteligencia aprehende la realidad sintiéndola, así como la sensibilidad humana siente intelectivamente. La inteligencia no "ve" la realidad impasiblemente, sino  impresivamente. La inteligencia humana está en la realidad no comprensiva, sino impresivamente.
Cuál sea la índole de esta unidad estructural es un problema que. como dije al comienzo, excede del ámbito de estas fugaces notas, que no pretenden sino acotar el fenómeno de la intelección sentiente. Pero aun reducida a estos límites la idea me parece esencial. Frente al dualismo platónico de Ideas y Cosas sensibles, Aristóteles restauró (en una forma u otra, no vamos a entrar en el problema) la unidad del objeto, haciendo de las Ideas las formas sustanciales de las Cosas. Pero mantuvo siempre el dualismo de sentidos e inteligencia; cada una de estas facultades ejecutaría un acto completo por sí mismo. Creo, sinceramente, que es menester superar este dualismo y hacer de la aprehensión de realidad un acto único de intelección sentiente. Ello no significa reducir la inteligencia al puro sentir (seria un absurdo sensualismo) ni hacer del sentir, como Leibniz, una intelección oscura o confusa. En su esencial irreductibilidad, sin embargo, sentir humano e inteligir humano ejecutan conjuntamente un solo y mismo acto por su intrínseca unidad estructural. No es una cuestión de alcance meramente dialéctico, es algo, a mi modo de ver, decisivo en el problema del hombre entero (no sólo en su aspecto intelectivo) y en especial en el problema de todos sus conocimientos, inclusive los científicos y los filosóficos.

TE QUIERO O TE NECESITO?


Hay personas que se enamoran siempre de personas que necesitan ayuda, pero no para amarlas sino para sentirse útiles y queridas. 

Si la pareja no te importa no te impliques, si no te afecta de alguna manera no es una relación armónica y madura, que es el ideal al que todos aspiramos. 

La coodependencia más común es la de una pareja en la que unos de sus miembros sufre una enfermedad o una adicción, el otro dedica su vida a cuidarle y a ayudarle pero sin dejar que se cure completamente, ya que, lo que da sentido a su vida es sentirse útil y necesitado. 

Esto explica que hay personas que tienen un rasgo común en todas sus relaciones, siempre se enamoran de alcohólicos, personas sin trabajo que hay que mantener, personas que necesitan algún tipo de ayuda. 

Esto es una lucha en que cada uno ejerce su forma de control del otro asumiendo papeles de víctima o de salvador. Los expertos coinciden en que quien está inmerso en una relación de coodependencia, nunca se da cuenta de ello por sí mismo, corresponde a un tercero desde fuera la responsabilidad de hacerlo evidente. 

La coodependencia puede provocar también una serie de síntomas psicosomáticos inespecíficos, dolores de cabeza, desarreglos digestivos menstruales, insomnio o trastornos psicológicos o enfermedades como la depresión, la obesidad, la bulimia. Los primeros síntomas de alarma serían no estar a gusto, no sentirse feliz, no querer llegar a casa, no sentir deseo. Ante esto siempre cabe preguntarse a uno mismo que me pasa. 

El temor de comprometerse 

El miedo a la intimidad, al compromiso, a la dependencia amorosa que hoy día se da con mucha frecuencia es también un tipo de relación dependiente. Hay muchas personas que cuando les surge el deseo, la atracción por alguien o se enamoran les aparece automáticamente el miedo a la dependencia, al compromiso. Suelen darse estas situaciones en personas con experiencias anteriores dolorosas y frustradas o en personas con padres separados. 

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...