martes, 18 de septiembre de 2012
AUTOESTIMA ENERGÉTICA Y PSICOLÓGICA
Transformar y superar la negatividad
"Podemos transformar nuestra actitud para convertirnos en personas optimistas, positivas y entusiastas por la vida... ello nos impulsa a disfrutar cada momento"
Las relaciones a menudo se rompen a la mínima frustración, al mínimo desencuentro. Cuando se es incapaz de profundizar en lo que ha sucedido, ni escoger como una oportunidad de crecimiento y de resolución de temas personales, la situación de desencuentro y de conflicto para reconocer un aspecto importante de sí-mismo.
El vacío interno, la falta de contacto, es una enfermedad, aunque ignorada por los medios oficiales. Esta forma de actuar es cada vez más frecuente. La dificultad de compromiso y entrega proviene, a menudo, de la falta de atención y contención emocional vivida en la primera infancia, que generaron desconfianza, desarraigo y dispersión (entre otras cosas).
En el fondo nunca dejaron de ser unos niños, y como tal necesitan placer inmediato y no entienden la importancia del esfuerzo y de la permanencia.
Existen personas que parecen tener una especie de radar para captar lo negativo y ninguna capacidad de percibir lo positivo. La actitud negativa siempre nos lleva a pensar y a imaginar las cosas de la peor manera, estimulados por los miedos, los comentarios malintencionados que nos hacen las demás personas y cualquier experiencia difícil que hayamos tenido. Es así como, sin darnos cuenta, comenzamos a perder la confianza, la esperanza y el optimismo, convirtiéndonos con nuestras ideas y comentarios en una nube gris que también desanima y atemoriza a otras personas.
Los pensamientos negativos nos afectan a todos de diferentes maneras, se cuelan como invitados que no deseamos en nuestra vida, nublando el presente y el futuro, llenándonos de emociones destructivas y tergiversando nuestra realidad hasta el punto de confundirnos y hacernos ver que no podremos afrontarla, resolverla o superarla, de manera que lo único que nos quedaría por hacer es huir de ella, evadirla o hundirnos en la negatividad y en el estancamiento total. De ahí que sea tan importante aprender a manejarse adecuadamente para vivir mejor.
Muchos de nosotros hemos sido educados con el miedo, por eso mantenemos una actitud negativa, temerosa y pesimista frente a la vida, convirtiéndonos, muchas veces, en el obstáculo más difícil de superar cuando buscamos cumplir nuestros sueños.
Por otro lado, las células del sistema inmunitario no permanecen ajenas a nuestro monólogo interno, y cada vez que tenemos un pensamiento negativo en el cual profundizamos, el cerebro libera sustancias que influyen sobre el sistema nervioso, la musculatura y los sistemas cardiovascular, respiratorio y digestivo. La diferencia entre un pensamiento negativo y uno positivo es que el primero no conduce a la acción, sólo considera las limitaciones y los posibles obstáculos.
Los pensamientos negativos nos afectan a todos de diferentes maneras, se cuelan como invitados que no deseamos en nuestra vida, nublando el presente y el futuro, llenándonos de emociones destructivas y tergiversando nuestra realidad hasta el punto de confundirnos y hacernos ver que no podremos afrontarla, resolverla o superarla, de manera que lo único que nos quedaría por hacer es huir de ella, evadirla o hundirnos en la negatividad y en el estancamiento total. De ahí que sea tan importante aprender a manejarse adecuadamente para vivir mejor.
Muchos de nosotros hemos sido educados con el miedo, por eso mantenemos una actitud negativa, temerosa y pesimista frente a la vida, convirtiéndonos, muchas veces, en el obstáculo más difícil de superar cuando buscamos cumplir nuestros sueños.
Por otro lado, las células del sistema inmunitario no permanecen ajenas a nuestro monólogo interno, y cada vez que tenemos un pensamiento negativo en el cual profundizamos, el cerebro libera sustancias que influyen sobre el sistema nervioso, la musculatura y los sistemas cardiovascular, respiratorio y digestivo. La diferencia entre un pensamiento negativo y uno positivo es que el primero no conduce a la acción, sólo considera las limitaciones y los posibles obstáculos.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Ser consciente .................. socrates
Me doy cuenta, una vez más, de lo poco que sé, y ello me hace
recordar la vieja historia que Sócrates contó por primera vez en su juicio. Uno
de sus jóvenes amigos, un miembro del pueblo de nombre Querefon, había
preguntado al dios Apolo en Delfos si existía alguien más sabio que Sócrates, y
Apolo le había contestado que Sócrates era el más sabio de todos. Sócrates
halló esta respuesta inesperada y misteriosa. Pero, después de varios
experimentos y conversaciones con todo tipo de personas, creyó haber descubierto
aquello que el dios había querido decir; por contraste de todos lo demás, él,
Sócrates, se había dado cuenta de lo lejos que estaba de ser sabio, de que no
sabía nada. Pero lo que el dios nos había querido decir a todos nosotros era
que la sabiduría consistía en el conocimiento de nuestras limitaciones y, lo
más importante de todo, en el conocimiento de nuestra propia ignorancia. Creo
que Sócrates nos enseñó algo que es tan importante hoy en día como lo fue hace
2.400 años. Y creo que los intelectuales, incluso científicos, políticos y,
especialmente aquellos que trabajan en los medios de comunicación, tienen hoy
la imperiosa necesidad de aprender esta vieja lección que Sócrates trató en
vano de enseñarnos.
¿Pero, es eso cierto? ¿No sabemos hoy, acaso, muchísimo más de lo que sabía Sócrates en su época? Sócrates tenía razón, debe admitirse, al ser consciente de su ignorancia: en efecto, él era ignorante sobre todo si lo comparamos con lo que sabemos hoy en día. Efectivamente, el reconocer su ignorancia fue un gesto de gran sabiduría por su parte. Pero hoy se dice que nuestros investigadores y científicos contemporáneos no son simples buscadores, sino también descubridores. Porque saben mucho: tanto que el gran volumen de nuestro conocimiento científico se ha convertido en un grave problema; los nuevos descubrimientos se publican a tal velocidad que es imposible que nadie pueda estar al día. ¿Podría ser que incluso ahora debamos seguir construyendo nuestra filosofía del conocimiento sobre la tesis de Sócrates de nuestra falta de conocimiento?
La objeción es correcta, pero únicamente después de haberla modificado radicalmente mediante cuatro comentarios muy importantes: Primero, la idea de que la ciencia sabe mucho es correcta, pero la palabra conocimiento se usa aquí, al parecer inconscientemente en un sentido que es completamente distinto del significado que se le da a la palabra conocimiento cuando se usa, con énfasis, en el lenguaje diario. Sin embargo, el conocimiento científico simplemente no es un conocimiento cierto. Está siempre abierto a revisión. Consiste en conjeturas comprobables -el mejor de los casos-, conjeturas que han sido objeto de las más duras pruebas, conjeturas inciertas.
Es conocimiento hipotético, conocimiento conjetural. Este es mi primer comentario, y por sí mismo es una amplia defensa de la aplicación a la ciencia moderna de las ideas de Sócrates: el científico debe tener en cuenta, como Sócrates, que él o ella no sabe, simplemente supone. Mi segundo comentario sobre la observación de que nosotros sabemos tanto hoy en día es éste: con casi cada nuevo logro científico, con cada solución hipotética de un problema científico, el número de problemas no resueltos aumenta; y asimismo aumenta el grado de su dificultad; de hecho, ambos aumentan a una velocidad superior a la que lo hacen las soluciones! Y sería correcto decir que mientras nuestra ignorancia, nuestra creciente ignorancia es infinita. Mi tercer comentario es éste: cuando decimos que hoy sabemos más que lo que sabía Sócrates en su época, que nuestro conocimiento conjetural es mayor, esto es probablemente incorrecto en tanto que nosotros interpretamos el saber en un sentido subjetivo. Probablemente, ninguno de nosotros sabe más, en cuanto a almacenar mayor información en nuestra memoria; más bien, somos conscientes de que hoy en día se sabe muchísimo más y acerca de muchísimas más cosas diferentes que en los tiempos de Sócrates.
Tenemos aquí una cuarta razón para decir que Sócrates estaba en lo cierto, incluso hoy. Porque este anticuado conocimiento personal consiste en teorías que se han demostrado son falsas. Por ello, tenemos cuatro razones que nos demuestran que incluso hoy, la idea de Sócrates "Sólo sé que no sé nada", es una idea de palpitante actualidad, pienso que aún más que en tiempos de Sócrates. Y tenemos razones, en defensa de la tolerancia, para deducir de la idea de Sócrates aquellas consecuencias éticas que fueron deducidas, en sus tiempos, por el propio Sócrates, por Erasmo, por Montaigne, Voltaire, Kant y Lessing. Y debemos incluso deducir algunas otras consecuencias. Los principios que son el fundamento de cada diálogo racional, es decir, cada discusión encaminada a la búsqueda de la verdad son, de hecho, principios éticos. Me gustaría expresar tres de esos principios éticos.
(a) El principio de la falibilidad: Quizá yo esté equivocado y quizá usted tenga razón, pero desde luego, ambos podemos estar equivocados.
(b) El principio del diálogo racional: Queremos de modo crítico -pero por supuesto, sin ningún tipo de crítica personal- poner a prueba nuestras razones a favor y en contra de nuestras variadas (criticables) teorías. Esta postura crítica pone a prueba nuestras razones a favor y en contra de nuestras variadas (criticables) teorías. Esta actitud crítica a la que estamos obligados a asumir es parte de nuestra responsabilidad intelectual.
(c) El principio de acercamiento a la verdad con la ayuda del debate. Podemos casi siempre acercarnos a la verdad, con la ayuda de tales discusiones críticas impersonales (y objetivas), y de este modo podemos casi siempre mejorar nuestro entendimiento; incluso en aquellos casos en los que no llegamos a un acuerdo.
Es extraordinario que esos tres principios sean epistemológicos y, al mismo tiempo sean también principios éticos. Porque implican, entre otras cosas, tolerancia: si yo puedo aprender de usted, y si yo quiero aprender en el interés por la búsqueda de la verdad, no sólo debo tolerarle como persona, sino que debo reconocerle potencialmente como a un igual. El principio ético que nos guíe deberá ser nuestro compromiso con la búsqueda de la verdad y la noción de una vía para llegar a la verdad y un acercamiento a ella. Sobre todo, deberíamos entender que nunca podremos estar seguros de haber llegado a la verdad; que tenemos que seguir haciendo críticas, autocríticas, de lo que creemos haber encontrado y, por consiguiente tenemos que seguir poniéndolo a prueba con espíritu crítico; que tenemos que esforzarnos mucho en la crítica y que nunca deberíamos llegar a ser complacientes y dogmáticos. Y también debemos vigilar constantemente nuestra integridad intelectual, que junto con el conocimiento de nuestra falibilidad nos llevará a una actitud de autocrítica y de tolerancia.
Por otra parte, también es de gran importancia darnos cuenta que siempre podemos aprender cosas nuevas, incluso en el campo de la ética. Me gustaría demostrar lo anterior por vía de un examen de la ética de los profesionales, la ética de los intelectuales, la ética de los científicos, médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, directores, y, muy importante, de los periodistas y de la gente influyente del mundo de la televisión; también de los funcionarios, y sobre todo, de los políticos. Me gustaría proponerles algunos principios de una nueva ética profesional, principios que están estrechamente relacionados con las ideas éticas de tolerancia y de honestidad intelectual. Con este fin voy a describir primero la antigua ética profesional y, quizá, caricaturizarla un poco, para luego compararla y contrastarla con la nueva ética profesional que deseo proponer aquí.
Hay que reconocer que la antigua ética profesional se basó, como también se basa la nueva, en los conceptos de verdad, de racionalidad y de responsabilidad intelectual. Con la diferencia de que la antigua ética se basó en el concepto de conocimiento personal y en la idea de que es posible llegar al conocimiento cierto, o al menos acercarse lo más posible. Por esta razón, el concepto de autoridad personal desempeñó un papel importante en la antigua ética profesional. En contraste, la nueva ética se basa en el concepto de conocimiento objetivo, y de conocimiento incierto. Esto exige un cambio radical en nuestra manera de pensar. Lo que tiene que cambiar es el papel desempeñado por los conceptos de verdad, racionalidad, honestidad intelectual y responsabilidad intelectual.
Mi sugerencia es que la nueva ética profesional que propongo aquí se base en los doce principios siguientes, con los cuales termino mi discurso:
Nuestro conocimiento objetivo conjetural continúa superando con diferencia lo que el individuo puede abarcar. Por consiguiente: no hay autoridades. Esta importante conclusión también se puede aplicar a materias especializadas y a campos específicos de investigación.
(a) Es imposible evitar todos los errores, e incluso todos aquellos que, en sí mismos, son evitables. Todos los científicos cometen equivocaciones continuamente. Hay que revisar la antigua idea de que se pueden evitar los errores y que, por tanto, existe la obligación de evitarlos: la idea en sí encierra un error.
(b) Por supuesto, sigue siendo nuestro deber hacer todo lo posible para evitar errores. Pero precisamente para evitarlos debemos ser conscientes, sobre todo, de la dificultad que esto encierra y del hecho de que nadie logra evitarlos.
(c) Los errores pueden estar ocultos al conocimiento de todos incluso en nuestras teorías mejor comprobadas; así, la tarea específica del científico es buscar tales errores. Descubrir que una teoría bien contrastada, o que una técnica usual práctica son erróneas, podría ser un descubrimiento de máxima importancia.
(d) Por lo tanto, tenemos que cambiar nuestra actitud hacia nuestros errores. Es aquí donde hay que empezar nuestra reforma práctica de la ética. Porque la actitud de la antigua ética profesional nos obliga a tapar nuestros errores, a mantenerlos secretos y a olvidarnos de ellos tan pronto como sea posible.
(e) El nuevo principio básico es que para evitar equivocarnos, debemos aprender de nuestros propios errores. Intentar ocultar la existencia de errores es el pecado más grande que existe.
(f) Tenemos que estar continuamente al acecho para detectar errores, especialmente los propios, con la esperanza de ser los primeros en hacerlo. Una vez detectados, debemos estar seguros de recordarlos, examinarlos desde todos los puntos de vista para descubrir por qué se cometió el error.
(g) Es parte de nuestra tarea el tener y ejercer una actitud autocrítica, franca y honesta hacia nosotros mismos.
(h) Puesto que debemos aprender de nuestros errores, asimismo debemos aprender a aceptarlos incluso con gratitud, cuando nos los señalan los demás. Y cuando llamamos la atención a otros sobre sus errores deberíamos siempre tener en cuenta que los científicos más grandes los han cometido.
(i) Tenemos que tener claro en nuestra propia mente que necesitamos a los demás para descubrir y corregir nuestros errores (de la misma manera en que los demás nos necesitan a nosotros) y, sobre todo, necesitamos a gente que se haya educado con diferentes ideas en un mundo cultural distinto. Así se logra tolerancia.
(j) Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica, pero que la crítica de los demás es una necesidad. Tiene casi la misma importancia que la autocrítica.
¿Pero, es eso cierto? ¿No sabemos hoy, acaso, muchísimo más de lo que sabía Sócrates en su época? Sócrates tenía razón, debe admitirse, al ser consciente de su ignorancia: en efecto, él era ignorante sobre todo si lo comparamos con lo que sabemos hoy en día. Efectivamente, el reconocer su ignorancia fue un gesto de gran sabiduría por su parte. Pero hoy se dice que nuestros investigadores y científicos contemporáneos no son simples buscadores, sino también descubridores. Porque saben mucho: tanto que el gran volumen de nuestro conocimiento científico se ha convertido en un grave problema; los nuevos descubrimientos se publican a tal velocidad que es imposible que nadie pueda estar al día. ¿Podría ser que incluso ahora debamos seguir construyendo nuestra filosofía del conocimiento sobre la tesis de Sócrates de nuestra falta de conocimiento?
La objeción es correcta, pero únicamente después de haberla modificado radicalmente mediante cuatro comentarios muy importantes: Primero, la idea de que la ciencia sabe mucho es correcta, pero la palabra conocimiento se usa aquí, al parecer inconscientemente en un sentido que es completamente distinto del significado que se le da a la palabra conocimiento cuando se usa, con énfasis, en el lenguaje diario. Sin embargo, el conocimiento científico simplemente no es un conocimiento cierto. Está siempre abierto a revisión. Consiste en conjeturas comprobables -el mejor de los casos-, conjeturas que han sido objeto de las más duras pruebas, conjeturas inciertas.
Es conocimiento hipotético, conocimiento conjetural. Este es mi primer comentario, y por sí mismo es una amplia defensa de la aplicación a la ciencia moderna de las ideas de Sócrates: el científico debe tener en cuenta, como Sócrates, que él o ella no sabe, simplemente supone. Mi segundo comentario sobre la observación de que nosotros sabemos tanto hoy en día es éste: con casi cada nuevo logro científico, con cada solución hipotética de un problema científico, el número de problemas no resueltos aumenta; y asimismo aumenta el grado de su dificultad; de hecho, ambos aumentan a una velocidad superior a la que lo hacen las soluciones! Y sería correcto decir que mientras nuestra ignorancia, nuestra creciente ignorancia es infinita. Mi tercer comentario es éste: cuando decimos que hoy sabemos más que lo que sabía Sócrates en su época, que nuestro conocimiento conjetural es mayor, esto es probablemente incorrecto en tanto que nosotros interpretamos el saber en un sentido subjetivo. Probablemente, ninguno de nosotros sabe más, en cuanto a almacenar mayor información en nuestra memoria; más bien, somos conscientes de que hoy en día se sabe muchísimo más y acerca de muchísimas más cosas diferentes que en los tiempos de Sócrates.
Tenemos aquí una cuarta razón para decir que Sócrates estaba en lo cierto, incluso hoy. Porque este anticuado conocimiento personal consiste en teorías que se han demostrado son falsas. Por ello, tenemos cuatro razones que nos demuestran que incluso hoy, la idea de Sócrates "Sólo sé que no sé nada", es una idea de palpitante actualidad, pienso que aún más que en tiempos de Sócrates. Y tenemos razones, en defensa de la tolerancia, para deducir de la idea de Sócrates aquellas consecuencias éticas que fueron deducidas, en sus tiempos, por el propio Sócrates, por Erasmo, por Montaigne, Voltaire, Kant y Lessing. Y debemos incluso deducir algunas otras consecuencias. Los principios que son el fundamento de cada diálogo racional, es decir, cada discusión encaminada a la búsqueda de la verdad son, de hecho, principios éticos. Me gustaría expresar tres de esos principios éticos.
(a) El principio de la falibilidad: Quizá yo esté equivocado y quizá usted tenga razón, pero desde luego, ambos podemos estar equivocados.
(b) El principio del diálogo racional: Queremos de modo crítico -pero por supuesto, sin ningún tipo de crítica personal- poner a prueba nuestras razones a favor y en contra de nuestras variadas (criticables) teorías. Esta postura crítica pone a prueba nuestras razones a favor y en contra de nuestras variadas (criticables) teorías. Esta actitud crítica a la que estamos obligados a asumir es parte de nuestra responsabilidad intelectual.
(c) El principio de acercamiento a la verdad con la ayuda del debate. Podemos casi siempre acercarnos a la verdad, con la ayuda de tales discusiones críticas impersonales (y objetivas), y de este modo podemos casi siempre mejorar nuestro entendimiento; incluso en aquellos casos en los que no llegamos a un acuerdo.
Es extraordinario que esos tres principios sean epistemológicos y, al mismo tiempo sean también principios éticos. Porque implican, entre otras cosas, tolerancia: si yo puedo aprender de usted, y si yo quiero aprender en el interés por la búsqueda de la verdad, no sólo debo tolerarle como persona, sino que debo reconocerle potencialmente como a un igual. El principio ético que nos guíe deberá ser nuestro compromiso con la búsqueda de la verdad y la noción de una vía para llegar a la verdad y un acercamiento a ella. Sobre todo, deberíamos entender que nunca podremos estar seguros de haber llegado a la verdad; que tenemos que seguir haciendo críticas, autocríticas, de lo que creemos haber encontrado y, por consiguiente tenemos que seguir poniéndolo a prueba con espíritu crítico; que tenemos que esforzarnos mucho en la crítica y que nunca deberíamos llegar a ser complacientes y dogmáticos. Y también debemos vigilar constantemente nuestra integridad intelectual, que junto con el conocimiento de nuestra falibilidad nos llevará a una actitud de autocrítica y de tolerancia.
Por otra parte, también es de gran importancia darnos cuenta que siempre podemos aprender cosas nuevas, incluso en el campo de la ética. Me gustaría demostrar lo anterior por vía de un examen de la ética de los profesionales, la ética de los intelectuales, la ética de los científicos, médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, directores, y, muy importante, de los periodistas y de la gente influyente del mundo de la televisión; también de los funcionarios, y sobre todo, de los políticos. Me gustaría proponerles algunos principios de una nueva ética profesional, principios que están estrechamente relacionados con las ideas éticas de tolerancia y de honestidad intelectual. Con este fin voy a describir primero la antigua ética profesional y, quizá, caricaturizarla un poco, para luego compararla y contrastarla con la nueva ética profesional que deseo proponer aquí.
Hay que reconocer que la antigua ética profesional se basó, como también se basa la nueva, en los conceptos de verdad, de racionalidad y de responsabilidad intelectual. Con la diferencia de que la antigua ética se basó en el concepto de conocimiento personal y en la idea de que es posible llegar al conocimiento cierto, o al menos acercarse lo más posible. Por esta razón, el concepto de autoridad personal desempeñó un papel importante en la antigua ética profesional. En contraste, la nueva ética se basa en el concepto de conocimiento objetivo, y de conocimiento incierto. Esto exige un cambio radical en nuestra manera de pensar. Lo que tiene que cambiar es el papel desempeñado por los conceptos de verdad, racionalidad, honestidad intelectual y responsabilidad intelectual.
Mi sugerencia es que la nueva ética profesional que propongo aquí se base en los doce principios siguientes, con los cuales termino mi discurso:
Nuestro conocimiento objetivo conjetural continúa superando con diferencia lo que el individuo puede abarcar. Por consiguiente: no hay autoridades. Esta importante conclusión también se puede aplicar a materias especializadas y a campos específicos de investigación.
(a) Es imposible evitar todos los errores, e incluso todos aquellos que, en sí mismos, son evitables. Todos los científicos cometen equivocaciones continuamente. Hay que revisar la antigua idea de que se pueden evitar los errores y que, por tanto, existe la obligación de evitarlos: la idea en sí encierra un error.
(b) Por supuesto, sigue siendo nuestro deber hacer todo lo posible para evitar errores. Pero precisamente para evitarlos debemos ser conscientes, sobre todo, de la dificultad que esto encierra y del hecho de que nadie logra evitarlos.
(c) Los errores pueden estar ocultos al conocimiento de todos incluso en nuestras teorías mejor comprobadas; así, la tarea específica del científico es buscar tales errores. Descubrir que una teoría bien contrastada, o que una técnica usual práctica son erróneas, podría ser un descubrimiento de máxima importancia.
(d) Por lo tanto, tenemos que cambiar nuestra actitud hacia nuestros errores. Es aquí donde hay que empezar nuestra reforma práctica de la ética. Porque la actitud de la antigua ética profesional nos obliga a tapar nuestros errores, a mantenerlos secretos y a olvidarnos de ellos tan pronto como sea posible.
(e) El nuevo principio básico es que para evitar equivocarnos, debemos aprender de nuestros propios errores. Intentar ocultar la existencia de errores es el pecado más grande que existe.
(f) Tenemos que estar continuamente al acecho para detectar errores, especialmente los propios, con la esperanza de ser los primeros en hacerlo. Una vez detectados, debemos estar seguros de recordarlos, examinarlos desde todos los puntos de vista para descubrir por qué se cometió el error.
(g) Es parte de nuestra tarea el tener y ejercer una actitud autocrítica, franca y honesta hacia nosotros mismos.
(h) Puesto que debemos aprender de nuestros errores, asimismo debemos aprender a aceptarlos incluso con gratitud, cuando nos los señalan los demás. Y cuando llamamos la atención a otros sobre sus errores deberíamos siempre tener en cuenta que los científicos más grandes los han cometido.
(i) Tenemos que tener claro en nuestra propia mente que necesitamos a los demás para descubrir y corregir nuestros errores (de la misma manera en que los demás nos necesitan a nosotros) y, sobre todo, necesitamos a gente que se haya educado con diferentes ideas en un mundo cultural distinto. Así se logra tolerancia.
(j) Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica, pero que la crítica de los demás es una necesidad. Tiene casi la misma importancia que la autocrítica.
La crítica racional y no personal (u objetiva) debería ser
siempre específica: hay que alegar razones específicas cuando una afirmación
específica, o una hipótesis específica, o un argumento específico nos parece
falso o no válido. Hay que guiarse por la idea de acercamiento a la verdad
objetiva. En este sentido, la crítica tiene que ser impersonal, pero debería
ser a la vez benévola.
sábado, 15 de septiembre de 2012
¿Qué es la ignorancia?
Cuándo alguien te dice ignorante no debes
sentirte ofendido, ya que la palabra ignorante muchas personas la han
decidido tomar como un insulto, aunque no es más que una palabra común. La
palabra ignorancia significa: “Desconocimiento de algo”. Lo cuál, no tiene
nada de malo.
Sócrates dijo: “Solo se que no se nada”. Y dejame decirte que tenia mucha razón.
Es imposible saberlo todo, ¡Imposible!, por más que lo intentes siempre será
así.
Te tengo una noticia, ¡Eres un ignorante!,
yo también, el presidente, jack también… Todos los somos, por la sencilla razón
que todo tenemos desconocimiento de algo, no importa el tema, pero lo tenemos,
así que eso nos convierte en ignorantes.
Los sabelotodos.
Muchas personas intentan dárselas de
sabelotodos. Son aquellos que, cuándo un tema sale a relucir, se vuelven locos
y comienza a intentar hacer creer a los demás que son unos genios, cuándo la
verdad es que no saben ni donde están parados.
“El que intenta demostrar que sabe mucho
de una manera constante y molesta, es una muestra clara de que poco sabe, y
quiere dar a la luz los mínimos conocimientos que tiene sobre X ó Y tema”.
Las habilidades del
barquero.
“Un día un erudito fue a pescar a la
costa, se dirigio a donde un lanchero y le pidió que lo dirigiera dónde
se encontraban los peces.
Luego de cruzar unas pocas palabras, el erudito
comenzó hacerle preguntas al Lanchero para dejar claro que era una persona de
clase e instruida “Quien pinto Tal y cual Obra, cual fue el pintor mas
reconocido de la historia, entre otras preguntas”.NO SE, decía El
lanchero dentro de su ignorancia, mientras comenzaba a sentirse tonto. En una
muestra clara de arrogancia, el empresario quiso demostrarle al lanchero que
era una persona culta, y el lanchero no lo era, le dijo -“Te haré una pregunta
fácil: ¿Quién pinto la mona lisa?”- No lo sé- Respondió nuevamente el Lanchero-
mientras se sentía completamente humillado.
No paso mucho tiempo cuando el barquito
del lanchero choco con una gran piedra y empezó a hundirse. Cuando quedaron en
medio del lago, el lanchero mostraba una gran destreza nadando, era un experto
en esa área, para su desgracia el erudito No SABÍA NADAR. Aquel hombre comenzó
a pedir desesperadamente que lo salvaran, de grito en grito. El Lanchero lo
ignoraba, mientras se alejaba nadando, le grito: “AHORA QUIÉN ES EL QUE NO
SABE”.
El lanchero solo lo hizo para asustarlo y
darle una lección, luego volvió y salvó al empresario”
Moraleja: “Todos somos ignorantes, aunque
en distintos temas”
El tema de la ignorancia es un tema
bastante interesante y a la vez amplio, que seguro podré retomar en otra
ocasión. Cuándo alguien te diga ignorante, no te preocupes, ya que todos los
somos. Si desconoces un tema no tienes porque sentirte avergonzado ya que
seguro tienes más conocimientos en otras áreas, es decir, tienes las
habilidades del barquero.
No obstante, recuerda lo que dijo Mahoma:
“Buscar el conocimiento hasta en la China”, ya que siempre es bueno saber
más.
En filosofía el estudio de la ignorancia va parejo al estudio del conocimiento, siendo ambos parte central de la epistemología. La filosofía secular condena generalmente la ignorancia al modo ilustrado en la obra clásica Canción de Navidad donde el fantasma de las navidades presentes enseña a Scrooge las personificaciones en forma de niños de la ignorancia y la miseria, señalando a la primera como la más dañina.
A pesar de la advertencia de ciertas creencias de que la ignorancia es fuente de dicha, en general las religiones tienden a considerarla más dañina que benéfica. Por ejemplo el Islam ve la ignorancia de una forma especialmente diabólica y que debe ser rápidamente eliminada.
En sociedades con sólidos sistemas de jerarquía o un sistema de castas, la ignorancia con respecto a los detalles y reparto del trabajo puede ayudar directamente a la especialización en el trabajo, reduciendo celos y descontentos y ayudando de ese modo a la armonía social. En este tipo de sociedad los medios de comunicación tienden a estar muy controlados para evitar que se difundan conocimientos prohibidos.
Cuando se encuentran culturas diferentes, la ignorancia puede llegar a ser particularmente peligrosa, ya que la incapacidad para comprender las costumbres puede producir ofensas y daños. Cuando los europeos comenzaron la colonización de Norteamérica, hubo muchos incidentes en los cuales los conflictos surgieron de malentendidos involuntarios. Por supuesto, hubo también muchos auténticos choques de valores y fanatismo -un subproducto de la ignorancia que se convirtió en racismo e intolerancia.
Lo diferente tiende a verse como algo peligroso y amenazante en la cognición animal.
En seres humanos, la ignorancia de otros estilos de vida o circunstancias y la falta de empatía con sus experiencias, se cita en la ciencia política como una de las causas más comunes de conflicto. Por tanto crear experiencias comunes tales como plantar olivos en zonas donde han sido arrancados debido a un conflicto, y aprender al mismo tiempo, se considera una de las formas más efectivas de educación y pacificación. El teórico político británico Bernard Crick pone el acento en esta clase de habilidad y actividad allí donde es difícil o imposible compartir puntos de vista.
Ignorancia se toma a menudo como sinónimo de estupidez, tomándose de ese modo como un insulto, cuando es más bien una crítica.
ARREGLA AL HOMBRE Y ARREGLARAS EL MUNDO- BARRERAS DE LA COMUNICACION
Las
personas somos seres sociales. Necesitamos de la comunicación para
desarrollarnos y para transformar nuestras vidas. Para lograrlo, tenemos
que identificar primero las barreras que nos hemos creado con el paso de los
años en la comunicación con nuestros semejantes, ya sea que nuestro interés sea
comunicarnos con nuestros clientes, compañeros de trabajo, jefe, familiares,
cónyuge, etc., es esencial contar con las herramientas de comunicación
adecuadas.
¿Por qué algunos comportamientos crean sufrimiento?
Teniendo como requisito primario el respeto a los derechos,
podemos distinguir cuatro principales estilos básicos de comportamiento a la
hora de comunicarnos:
1. El primero tiene como constante la falta de respeto a
nuestros propios derechos, no nos gusta lo que la otra persona dice, pero no
somos capaces de hacérselo notar (opción pasiva) 2. El segundo se refiere
a no decirle a las personas lo que se piensa pero se habla a sus espaldas
respecto a los desacuerdos (opción pasiva – agresiva) 3. El tercero se
distingue por la ausencia de respeto a los derechos de los demás (opción
agresiva) 4. El cuarto se caracteriza porque respetamos tanto nuestros derechos
como los ajenos (opción asertiva)
Así mismo el lenguaje puede ser verbal y no verbal. La
combinación de ambos tipos de lenguaje se distribuye aproximadamente de la
siguiente forma:
Palabras que usamos 7% Cómo decimos las palabras (tono de voz)
38% Postura y expresión corporal 55%.
Muchas veces la comunicación no logra ser lo efectiva que
quisieramos debido a una serie de barreras que evitan que el receptor comprenda
realmente lo que el emisor trata de transmitir. Las barreras más frecuentes son
las siguientes:
El sarcasmo
No es por nada que al sarcasmo se le denomine la «forma más baja
de ingenio». Está pensado para menospreciar y herir al receptor, por lo general
delante de los demás, de modo que la opinión del agresor quede reforzada por la
risa o apreciación a veces embarazosa, de los demás. Hasta cierto punto, los
que escuchan algún comentario sarcástico dirigido hacia algún colega y se unen
a las risas, también están sien do agresivos, aunque en parte la razón sea el
alivio de no ser ellos mismos las víctimas.
El sarcasmo es agresivo porque se utiliza para hacer que otra
persona acate la disciplina y haga lo que desea el agresor. El sarcasmo se
sirve también del hablar como si la otra persona no estuviera presente: “Hay
pobre, le da vergüenza”, “Ya se enojo”, “Ten cuidado que se ofende”, etc.
Sólo la persona insegura interiormente utilizará el sarcasmo con
este fin; cualquiera que se respete a sí mismo y a los demás no necesita
descender a ese nivel.
El dar consejos no solicitados
Cuando se da un consejo que no ha sido pedido este puede no ser
tomado gratamente por un numero de razones. La mas obvia es que te ubica a ti
en una persona que esta “por encima” de la otra. Es decir que “tu sabes mas” y
el otro no, o que ves un defecto en la persona o la comparas. De otro modo no
estarias dando el consejo. Cuando esto sucede, la persona que se ubica
por debajo, tiende a reaccionar de un modo hostil, inclusive si el consejo fue
bueno. Generalmente la reacción no esta relacionada con lo bueno que sea el
consejo sino con como posiciona a una persona respecto de la otra.
Ni mencionar si el consejo es dado en publico, a modo de
critica, es en esa instancia donde el receptor se sentirá cuestionado o
avergonzado con justa razón, volviendo la atmósfera totalmente hostil.
Las criticas
Las críticas hechas delante de los demás nunca están
justificadas. Tanto si estamos hablando del director de la oficina, del
profesor de la clase o del marido o esposa regañones, si una persona tiene que
hacer una crítica a otra, es mejor hacerla en privado, donde sólo se encuentren
las personas implicadas. Es de gente con poco coraje, la necesidad de demostrar
su “inteligencia” públicamente, a costa de humillar al otro.
La crítica asertiva siempre implica explicar cómo se ve la
situación, comentar por qué existe un problema, cómo se siente uno al respecto
y decir lo que se cree que debería hacerse.Para que una crítica justa sea
eficaz, nunca se ha e mezclar con las opiniones personales respecto a la
personalidad del objeto de la crítica. Por ejemplo, si un supervisor dice: «Has
cometido tres errores en este informe, ¡eres estúpido!», sólo la primera parte
es una crítica justa. «¡Eres estúpido!» es un juicio sobre el carácter de la
otra persona que no viene al caso, resulta agresivo y al que no tiene por qué
responder.
La orden
Cuando de manera autoritaria se dice lo que tiene que hacer el
otro, se puede estar indicando que no lo consideramos un igual, que sus juicios
carecen de solidez y por tanto es incapaz. Reitero, no es que en determinadas
situaciones haya que cumplir con órdenes y hacer cosas que nos desagradan pero
debe dejarse para cuando es estrictamente necesario, por ejemplo si tengo un
subordinado que constantemente se resiste a la autoridad, en un determinado
momento apelo a la orden. Vemos en el ejemplo, que además de la orden de
trabajo, se le ordena el comportamiento que debe asumir desde el punto de vista
emocional, esto si no debemos usarlo nunca.
Identificarse
'Claro, se parece a la ocasión en que yo..." Con esta
barrera en su lugar correspondiente, me disculpo de una manera diplomática de
escuchar con atención. Tal vez me las pueda arreglar sin escuchar en absoluto.
Presto atención a sus palabras sólo hasta que encuentro un espacio para
introducir mis propias historias. Parece que mi único esfuerzo para escuchar
realmente es temporal. Preferiría estar hablando de mí. De modo que en la
primera oportunidad, cambio el tema hacia mi persona. Me convierto en el centro
de todas las conversaciones. De una manera gradual, usted comprende que su
papel será el de oyente. No tendrá oportunidad de hablar, Si sigue relacionándose
conmigo, probablemente será por compasión. Si busca un "tiempo
igual", tendrá que encontrar a alguien que lo escuche. En todo caso, esta
barrera impide la relación de igualdad.
La amenaza.
Tienes que...o ... Este ultimátum para que cambie, recalca
el castigo. Quizás el mismo mensaje pueda ser expresado de otra manera,
pidiendo la conducta deseada.
El Desvío
Tú dices que tienes preocupaciones. Y yo que tendría que
decir...
Desviar el foco de atención hacia mi cuando vienen a expresarme
algo, denota falta de respeto y de ética en las relaciones humanas, es un
clásico ejemplo de la dificultad deescucha.
Los menosprecios
Los comentarios despectivos pueden hacer mucho daño,
especialmente cuando se hacen delante de otras personas y si son de índole
personal. Ya hemos visto que las críticas genuinas son válidas, siempre que
estén justificadas y hechas en privado, pero los intentos de humillar a otra
persona nunca lo son.
Ignorar ncluso
cuando lo estoy "ignorando", escucho. Usted nunca me podrá reclamar
que no lo escucho. Simplemente nunca me ocupo de nada de lo que usted diga. Lo
dejo colgando en el aire y ya. O bien, dejo que entre por un oído y salgo por
el otro. Usted no podrá saber a ciencia cierta si lo escuché o no. No sabrá sí
estoy feliz o apenado, interesado o aburrido, de acuerdo o en desacuerdo. Nada
indicará en absoluto de mis reacciones internas ante lo que dice. Mi falta de
respuesta da la impresión de que usted, y lo que está compartiendo conmigo no
viene al caso.
Etiquetar
"Oh, vamos, realmente eres paranoico”. Esta maravillosa
habilidad para etiquetar me libera de la responsabilidad de escuchar. No tengo
que preguntarme ¿qué se siente ser como usted? Pues, verá, conozco a su tipo de
persona. No tengo que caminar una milla con sus mocasines puestos, ya que los
mocasines ya vienen en ciertos tamaños y estilo. Ya he visto antes esta clase
de mocasines y no me quedan bien Una vez que le haya informado a usted quién
es, termina mi compromiso. No tengo que esforzarme por comprenderlo.
Las Interrupciones
Estamos hablando por ejemplo de nuestras vacaciones y de pronto
nos dicen “Viste el partido de baseball?” Esto indica que la persona quiere
tomar el control de la conversación o que posee un lapso de atención
deficitario. Sea cual fuere el motivo, hacerlo es de mala educación.
Por qué aplicamos nuestras suposiciones aprendidas y
generalizadas o todos?
Pues bien, las suposiciones suenan mas como acusaciones
.Ejemplo: ¿No entiendo por que no queres hacer eso? Seria mejor reemplazarlo
por: No queres hacer eso. ¿Por qué?
ALGUNAS BARRERAS MAS:
1. Escuchar lo que queremos escuchar Las
experiencias pasadas nos hacen darle el mismo significado a un mensaje en
particular, aunque éste se genere en situaciones distintas.
2. Ignorar información que entra en conflicto con lo que sabemos Cuando
escuchamos un mensaje que no está alineado con nuestra percepción de las cosas,
muy probablemente ignoraremos el mensaje, en lugar de cambiar nuestras ideas o
buscar explicaciones alternativas. Descartamos información.
3. La evaluación inmediata Evaluar
inmediatamente lo que se te dice o a la persona que lo dice; pensar que ya
sabes a donde quiere llegar el que te habla, cuando apenas ha llegado a
expresar el cincuenta por ciento de lo que pensaba decir; observar los puntos
débiles del argumento del otro para poder contraatacar.
4. Prejuicios Los prejuicios
relacionados con edad, sexo, ubicación, raza o religión influyen en la forma en
que se interpreta lo que alguien está diciendo o haciendo.
5. Palabras significan diferentes cosas a diferentes
personas Las palabras pueden tener diferentes significados para las
personas en distintas situaciones. Una frase como “Lo vemos más tarde” puede ser
muy confusa para la gente ya que ¿qué significa más tarde? ¿unos minutos? ¿unas
horas?
6. Inconsistencia en las señales no verbales El
tono de voz, las expresiones faciales y las posturas corporales pueden
facilitar u obstruir la comunicación
7. El efecto de las emociones Cualquier
emoción que domine nuestro ánimo (enojo, felicidad, miedo) afectará nuestra
interpretación de un mensaje.
8. Interpretar, sacar conclusiones antes de escuchar Concluir
lo que el emisor quiere decir sin esperar a que éste termine de dar su mensaje
nos lleva a situaciones confusas y malentendidos que redundadn en nresultados
negativos o alejados de lo que buscamos con la comunicación.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Bloqueos Psicológicos en la Toma de Decisiones
Los principales
obstáculos o bloqueos psicológicos provocan perjuicios en todas las áreas
vitales y, en especial, en el proceso de toma de decisiones. Son inconscientes,
generalmente actúan juntos y se nutren unos a otros lo cual, no obstante, trae
la ventaja de que al superar uno o varios de ellos se puede enfrentar a los
demás.
Rubin (1986) presenta 17 bloqueos u obstáculos, a
algunos de ellos les hemos cambiado un poco la denominación para facilitar su
comprensión.
1. PÉRDIDA DE CONTACTO CON LOS PROPIOS SENTIMIENTOS:
Se refiere a la
incapacidad para sentir y expresar sentimientos y emociones de amor, alegría,
rabia, tristeza, miedo. Es un proceso inconsciente que comienza a edades muy
tempranas y evoluciona progresivamente a medida que nos hacemos mayores.
Por lo general, surge en
ambientes abiertamente hostiles y rechazantes, que sabotean el bienestar y la
autoestima personal. Muchas veces se expresa a través de mensajes directos o
indirectos del tipo "Los hombres no lloran" o "No te rías tan
alto", por ejemplo.
"No quiero, no
quiero // échamelo en el sombrero" es un dicho margariteño que revela la
dificultad para expresar claramente que algo nos gusta o que lo anhelamos, que
decimos una cosa pero hacemos otra. Todo lo contrario de "El que quiere
besar busca la boca", que indica que la motivación nos impele a hacer
algo.
En síntesis, en la medida
en que desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos, saboteamos
nuestro proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces el mismo es
racional, no cabe duda de que el afecto ejerce un rol importante.
2. EVITACIÓN DE LOS PROBLEMAS Y DE LA ANSIEDAD, CON LA FINALIDAD DE NO
EXPERIMENTAR SUFRIMIENTO:
El refrán "Más vale
malo conocido que bueno por conocer" ilustra este obstáculo psicológico.
Las personas que lo
sufren consideran que las opciones y elecciones, al ofrecer una posibilidad de
cambio, constituyen una amenaza a la comodidad de lo que resulta familiar .
Es probable que
cualquier intento de elección conlleve una carga enorme de ansiedad pero, en
cuanto se comienza a adoptar decisiones por pequeñas que sean, la persona se da
cuenta de que las terribles consecuencias que imaginaba no han ocurrido. Luego,
cuando empieza a participar más activamente en su vida -y no como mero
espectador- el compromiso ya no resulta tan amenazante y las escogencias se
hacen más provechosas y más fáciles de realizar.
3. CARENCIA DE UNA ESCALA DE VALORES:
Alude al desconocimiento
de las cosas que son importantes o no, lo cual incide en lo que apreciamos,
cómo utilizamos nuestro tiempo y energía , cuál es nuestro estilo de vida y con
qué clase de personas podemos vivir y trabajar.
No conocer nuestros
valores es como si no los tuviéramos. Al evitar la elección se fortalece la
carencia de valores con lo cual las elecciones se hacen cada vez más difíciles,
creándose así un círculo vicioso. Por el contrario, cada vez que tomamos una
decisión ordenamos los asuntos de nuestra vida de acuerdo con una determinada
escala de valores o prioridades, se fortalece el conocimiento de la propia
personalidad y se facilitan las escogencias posteriores.
4. ESCASA AUTOESTIMA O FALTA DE CONFIANZA EN SÍ MISMO:
La dificultad para
escoger opciones -en especial cuando se salta constantemente de una alternativa
a otra- se debe por lo general a la convicción inconsciente de que ninguna
opción que se elige es suficientemente buena.
5. DESESPERANZA, DEPRESIÓN Y ANSIEDAD:
Las tres se presentan
por lo general juntas, por lo que Rubin las llama "compañeras de
viaje".
Cualquiera que sea su
causa, identificarlas es prioritario ya que afectan no sólo la capacidad de
seleccionar alternativas sino la salud mental en general. Tales problemas son
síntomas de dificultades más profundas y muchas veces requieren de la ayuda
profesional.
6. IDEALIZACIÓN O IMAGEN IRREAL DEL PROPIO YO:
Muchas personas con baja
autoestima dibujan una imagen idealizada de sí mismas, lo que constituye una
forma de compensación destinada a disimular y contrarrestar la desconfianza
personal.
Sin embargo, tal actitud
sólo disminuye la autoconfianza y obstaculiza el proceso de la toma de
decisiones ya que ignorar y olvidar las cualidades reales y, por el contrario,
actuar sobre la base de cualidades y talentos inexistentes, conduce a
elecciones erróneas debido a que el juicio se encuentra distorsionado.
7. ANULACIÓN DEL PROPIO YO, DEPENDENCIA DE LOS DEMÁS Y NECESIDAD OBSESIVA
DE AGRADAR:
Cada vez que renunciamos
a tomar decisiones anulamos nuestro propio yo, lo que en la práctica se traduce
en la evitación de los conflictos o el rechazo, para no llamar la atención.
Esta forma de afrontar las situaciones de conflicto obstaculiza grandemente la
conducta de elegir, ya que las decisiones que se toman tienden a evitar el
éxito e incluso favorecen el fracaso, ya que éste atrae menos atención y
provoca menos ansiedad.
En cuanto a la
dependencia de los demás, destruye el proceso de escogencia puesto que se
eligen las mismas opciones de los demás o se trata de que los demás lo hagan
por nosotros.
Tener una necesidad
obsesiva de agradar a los demás afecta enormemente la escogencia, debido a que
no se satisfacen los propios gustos; en caso de que una decisión acertada
desagrade a otros o sea impopular, la persona la desecha a favor de otra menos
adecuada o se abstiene de elegir.
8. BÚSQUEDA OBSESIVA DEL RECONOCIMIENTO Y DEL PRIMER LUGAR:
La afición desmesurada
por el reconocimiento da lugar a tomar decisiones erróneas que, a menudo, son
la antítesis del éxito y la felicidad.
Las personas con este
bloqueo quieren llamar la atención; prefieren ser admiradas antes que estimadas
ya que su autoestima se basa en las habilidades y destrezas que poseen. Por
debajo de la búsqueda del reconocimiento tienen escaso amor propio, lo que hace
que se sientan obligadas a proteger éste. Como les asusta el fracaso y la
humillación, evitan tomar decisiones que puedan poner en peligro su orgullo.
9. PERFECCIONISMO Y AFÁN DE TENERLO TODO:
Consiste en la creencia
inconsciente de que hay situaciones y decisiones perfectas, lo cual conduce a
demoras debido al deseo de tomar decisiones en condiciones perfectas para tener
la seguridad de que el resultado también lo será. El temor al autodesprecio
como consecuencia de obtener un resultado imperfecto, ejerce un efecto
inhibidor y produce inacción.
Es importante aclarar
que la búsqueda de la excelencia no es lo mismo que la búsqueda de perfección,
ya que la primera tiene que adaptarse a criterios realistas; si no, se
convierte en la justificación de necesidades perfeccionistas.
El afán de tenerlo todo
es la creencia inconsciente de que se puede alcanzar un estado perfecto en el
que estén incluídas todas las opciones y, por tanto, evitar las decisiones y
los sacrificios. Este obstáculo conlleva más gasto de dinero, tiempo, energía y
talento, y conduce al fracaso. El refrán “Más vale pájaro en mano que cien
volando” ejemplifica la conducta alternativa más adecuada.
10. ESPERANZA DE COSAS MEJORES, ANHELO DE LO QUE NO SE TIENE, DESPRECIO POR
LO QUE SE TIENE, Y VIVIR DE ILUSIONES:
Lo más característico de
este obstáculo son las interminables demoras y esperas, lo cual destruye la
posibilidad de elegir buenas opciones. Las víctimas de este bloqueo esperan una
solución mágica que supere con creces todas las alternativas disponibles.
Anhelar permanentemente
lo que no se tiene y despreciar lo que está al alcance puede originar una
acentuada inactividad, lo cual hace que decisiones que se tomen –si no
conllevan un auténtico compromiso- sean más bien actuaciones superficiales.
Por otra parte, las
ilusiones obligan a vivir en un mundo imaginario y no tienen nada que ver con
las ideas creativas que se podrían llevar a la práctica tomando decisiones
acertadas. Como dice la canción “El que vive de ilusiones se muere de
desengaños”.
11. VIVIR EN LA IMAGINACIÓN:
Estrechamente
relacionado con vivir de ilusiones y la esperanza de cosas mejores. El hecho de
vivir en la imaginación nace de profundas carencias y de la necesidad de
obtener compensaciones. Es un bloqueo de la realidad que destruye el presente y
elimina los goces de la existencia cotidiana, impidiendo el éxito en cualquier
faceta de la vida.
12. TEMOR AL AUTODESPRECIO QUE PUEDA GENERARSE SI SE TOMA UNA DECISIÓN
ERRÓNEA:
Las personas que padecen
este bloqueo ponen a menudo de manifiesto una necesidad obsesiva de tener
siempre la razón, en la que subyace una falta de autoconfianza. Al menor asomo
de fracaso –por pequeño que sea- se autodesprecian severamente. Les asustan las
decisiones y se ven en la imposibilidad de tomarlas por miedo a cometer algún
error. Ello se debe a la acción conjunta del perfeccionismo, las esperanzas
exageradas, la necesidad de reconocimiento y la anulación del yo, los cuales no
dejan espacio para la aceptación de las limitaciones humanas y la probable
escogencia de alternativas equivocadas.
Las víctimas de este
bloqueo se infligen inconscientemente severos castigos en forma de depresiones,
enfermedades psicosomáticas, propensión a accidentes, fracasos múltiples,
relaciones destructivas, insomnio, problemas de apetito, y toda una variedad de
aflicciones.
13. AUTOREPROCHES PROVOCADOS POR LAS EXIGENCIAS DESMEDIDAS:
Este bloqueo nace de las
exigencias y los “contratos internos” que las personas acuerdan
inconscientemente consigo mismas. Toma la forma de “debería”, “podría” y
“querría”, utilizados como reproches o justificaciones posteriores a una
conducta determinada. Por ejemplo: “Yo debería ser el más inteligente”, “Yo
podría haber obtenido la mejor calificación”, “Yo querría haber ganado el
concurso”.
Obstaculiza las
decisiones, provocando un estado de parálisis y temor a romper los “contratos”.
Además, puede convertirse en un hábito tan difícil de erradicar que hace que la
toma de decisiones auténticas resulte imposible de realizar.
14. “CEGUERA” ANTE LAS DIVERSAS OPCIONES:
Para que exista una toma
de decisión deben estar disponibles por lo menos dos opciones, pero la persona
con este bloqueo no se da cuenta de las alternativas a su disposición. En la
base de este obstáculo existe una idealización del yo y un temor a los
conflictos, por lo que no se “ven” las opciones que entren en conflicto con
esta imagen idealizada y se rechaza cualquiera que provoque perturbación y
ansiedad.
Por lo general, ocurre
cuando la persona se halla sometida a fuertes presiones, en períodos de crisis
y en situaciones de estrés, lo cual hace necesario un aplazamiento provisional
–hasta que la presión se haya reducido- que no tiene que convertirse en una
justificación de interminables dilaciones.
15. TEMOR Y DISTORSIÓN DE LA PRESIÓN DEL TIEMPO:
La engañosa creencia de
que no hay tiempo se utiliza a menudo con consecuencias negativas, ya que puede
producirse una acentuada presión y una reacción de temor. Es uno de los
principales obstáculos en el proceso de toma de decisiones, ya que impide hacer
uso de los recursos personales que se necesitan para elegir una alternativa.
Cuando la persona
consigue liberarse del agobio del tiempo, suele desaparecer la ansiedad y puede
utilizar el tiempo provechosamente para analizar y sopesar las opciones, y para
relajarse en caso necesario durante las distintas fases de una elección.
16. CRITERIOS ERRÓNEOS:
Un criterio acertado, es
decir, la capacidad de evaluar las opciones de forma racional y provechosa, es
muy importante para el éxito en la toma de decisiones. Por el contrario, un
criterio erróneo con frecuencia se debe a un deficiente análisis y a un pobre
desarrollo de las ideas. Los trastornos emocionales, la desesperación, la
euforia, el estrés, y los estados mentales gravemente perturbados deterioran el
criterio de las personas.
Todos los bloqueos
discutidos ejercen, en mayor o menor medida, un efecto perjudicial sobre el
criterio personal, cuya influencia es directamente proporcional a la intensidad
de los mismos. El principal componente del criterio acertado es una visión
objetiva de la realidad y de nosotros mismos, sin la cual nuestra percepción
resultará sesgada, distorsionada.
17. FALTA DE INTEGRACIÓN INTERNA O GRAVE DESORGANIZACIÓN:
Las personas pueden
pasar por períodos breves de trastornos emocionales, durante los cuales no es
propicio hacer elecciones. Pero, cuando se producen trastornos tan pronunciados
que conllevan pensamientos intrusos, intereses conflictivos, ausencia de un
fuerte sentido del yo, carencia de una escala de valores, etc. que impiden la
integración o cohesión de todos los aspectos de una situación, se impone un
tratamiento que pueda influir en el desarrollo de una fuerza integradora
madura. Esta permitirá que la persona sepa quién es y qué quiere realmente,
estableciendo un orden de prioridades, antes de estar en condiciones de tomar
auténticas decisiones.
En resumen, afirmábamos
en un artículo anterior que para hacer una escogencia adecuada es necesario,
entre otras cosas, recolectar, evaluar y analizar la información sobre nosotros
mismos. Tal información integra no sólo los recursos o potencialidades sino
también las dificultades o limitaciones.
Como hemos podido ver,
una de las dificultades que impiden las decisiones son los bloqueos u
obstáculos psicológicos. Como quiera que es casi imposible luchar contra un
enemigo invisible o desconocido (como lo plantea Rubin) es necesario –mediante
la autoexploración y autoanálisis- conocer los bloqueos, identificarlos y
comprenderlos para actuar en consecuencia.
Ante una situación de
toma de decisiones, algunas preguntas que nos hagamos podrían servir de guía
para ayudar a su identificación: ¿qué siento en este momento?, ¿cómo afecta mi
comodidad?, ¿cuáles cosas son importantes para mi?, ¿las opciones a mi
disposición son suficientemente buenas?, ¿siento una ansiedad incontrolable?,
¿cuáles son mis cualidades reales?, ¿qué pasaría si mi elección no le gustara,
por ejemplo, a mi padre?, ¿cómo me sentiré si me equivoco?, ¿le doy más
importancia a lo que debería hacer que a lo que quiero hacer?, ¿estoy
consciente de las diferentes alternativas a mi alcance?, ¿a menudo pienso que
debo darme prisa?, ¿estoy analizando la realidad objetivamente?, entre otras.
Si se responde
afirmativamente a estas preguntas, la persona puede darse cuenta de que está
atrapada en algún (os) de los bloqueos, lo que constituye un primer paso para
abandonar los hábitos negativos. Como no basta con la toma de conciencia, luego
tendrá que empeñarse en un cambio que le permita el ejercicio de un
comportamiento decisional más eficiente.
Sin embargo, cuando ello
no es suficiente (porque la persona está desorganizada, cuando hay serios problemas
de autoestima, cuando hay trastornos de sentimientos, pensamientos y emociones,
cuando más que un problema de indecisión existe un problema de inseguridad,
etc.) se requiere de la ayuda profesional que puede prestar el orientador,
psicólogo, psiquiatra, o psicoterapeuta, quienes pueden realizar las
intervenciones necesarias para corregir la problemática.
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