viernes, 7 de diciembre de 2012

SENTIDO Y SENSIBILIDAD HUMANA


La naturaleza es muy pródiga y ha construido un ser impresionantemente complejo. Un ser compuesto por infinidad de partes, con funciones muy específicas y con una dinámica muy característica. Este ser es el hombre; es el humano que nace, se forma, se desarrolla, se capacita, produce, SIENTE y fenece para terminar su ciclo.
SENTIR es experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas, siendo los sentidos los encargados de transmitirlas. El SENTIDO es la única función para la cual el organismo percibe las diferentes formas de energía

Con su inteligencia, el hombre sabe, o cuando menos intenta saber, lo que son las cosas reales. Estas cosas están "dadas" por los sentidos. Pero los sentidos, se nos dice, no nos muestran lo que son las cosas reales. Este es el problema que ha de resolver la inteligencia y sólo la inteligencia. Los sentidos no hacen sino suministrar los "datos" de que la inteligencia se sirve para resolver el problema de conocer lo real. Lo sentido es siempre y sólo el conjunto de "datos" para un problema intelectivo. Es la concepción de todos los racionalismos de una u otra especie, por ejemplo, de Cohen: lo sensible es mero "dato". 
Que esto sea verdad en lo concerniente a un conocimiento estricto y riguroso, es algo innegable. Pero aquí se trata de lo que constituye la indole propia de lo sensible tomado en sí mismo. Y situada así la cuestión nos preguntamos: ¿está ausente de lo sensible el momento de realidad? Porque lo primero en que se piensa, y con razón, es en que si los datos sensibles no poseyeran el momento de realidad ¿de dónde se lo iba a sacar la inteligencia? Tendríamos con la inteligencia "ideas". pero jamás la realidad. Y es que el vocablo y el concepto de "dato" es manejado en esta concepción con una singular imprecisión. Por un lado, "dato" significa dato para un problema. Es lo que se nos acaba de decir. Pero esto, con ser verdad, no es la verdad primaria. Porque—es el otro sentido de la palabra "dato"—un dato sensible no es primariamente dato para un problema, sino dato de la realidad. Y al amparo del primer sentido, se nos quiere hacer olvidar el segundo que es el primario y radical. La función de lo sensible no es plantear un problema a la inteligencia, sino ser la primaria vía de acceso a la realidad. La concepción anterior es una gigantesca preterición de la sensibilidad en el problema filosófico del enfrentamiento del hombre con las cosas reales. Lo sentido es dato de la realidad. Y entonces se plantea inexorablemente la cuestión de en qué consiste el carácter de estos datos, esto es, cuál es la estructura esencial de la sensibilidad humana.


La estructura esencial de la sensibilidad humana.

Como datos de la realidad, se nos dice, los datos son "intuiciones". Sentir es formalmente intuir. La inteligencia entra en juego precisamente para entender lo que intuimos y hasta lo que no intuimos, Pero ¿qué se entiende aquí por intuición?
Desde los tiempos de Platon y de Aristóteles, lo que llamamos intuición sensible se ha considerado como un conocimiento (gnñsij). Y se ha caracterizado este conocimiento por su inmediatez. Sí no el vocablo, la idea está en aquellos grandes maestros griegos. En la intuición el objeto está inmediatamente presente sin la mediación de otros factores tales como las imágenes, los recuerdos, los conceptos, etc. La intuición sería el conocimiento por excelencia, Kat’ exoc¿n. La inteligencia es, entonces, el sucedáneo conceptual que elaboramos para conocer aquello de que no tenemos intuición.
Esta concepción del sentir no es falsa; pero ¿es suficiente? Porque lo cierto es que el hombre carece, por ejemplo, de una intuición suprasensible. Su intuición es pura y simplemente "sensible". La filosofía ha propendido a hacer de la sensibilidad una especie de intelección minúscula, olvidando justamente el momento que la caracteriza formal. mente: el ser "sensible". ¿Qué significa este adjetivo como momento estructural del sentir?
En la filosofía de Husserl ha cruzado el problema de una caracterización más precisa de lo que es la intuición. En la intuición, el objeto está dotado de una presencia originaria; es decir, no es una presencia a través de un intermedio tal como una fotografía. Pero esto no basta. Es menester que esta "originariedad" sea tal que el objeto esté presente leibhaftig, podríamos traducir "en carne y hueso". Pero ¿en qué consiste esta presencia? Husserl no nos lo dice, precisamente porque no se hace cuestión del carácter sensible de nuestra intuición.
Y es que a pesar de todos estos esfuerzos, se ha eliminado el momento más característico y propio de la intuición sensible a beneficio del momento meramente cognoscitivo, intuitivo. ¿Qué es, pues, nos volvemos a preguntar, lo sensible de nuestra intuición? No es una "presencia" todo lo inmediata que se quiera, sino una presencia en "impresión". Sentir es la presencia impresiva de las cosas. No es mera intuición sino intuición en impresión. Lo sensible de nuestra intuición está en este momento de impresión.
Dicho así, sin más, esto en rigor no es ninguna novedad. Pero era menester volver a ello y preguntarnos qué es impresión. Impresión es, por lo pronto, "afección". El objeto afecta físicamente a los sentidos. Cuando Aristóteles quiere establecer una diferencia entre la inteligencia (noãj) y el sentir (aŠsqhsij) caracteriza a la inteligencia como algo "inafectado", "impasible" (¦paq¿j). La inteligencia puede ser pasiva pero es impasible, no sufre afección física como los sentidos. La filosofía moderna ha tomado este concepto de impresión como afección. Y como toda afección es subjetiva, lo sensible, como mera afección del sujeto, queda desligado de lo real. Todo el empirismo se apoya en esta concepción. Pero esto es a todas luces insuficiente. Porque el ser afección no agota la esencia de la impresión. Ya desde siglos atrás se había visto que en la afección de la impresión nos es presente aquello que nos  afecta. Este momento de alteridad en afección es la esencia completa de la impresión. Por esto las impresiones no son meramente afecciones subjetivas. Y por eso también, lo sensible es a una un dato de la realidad y un dato para la intelección de lo real.
Ahora bien, ¿cuál es la estructura de esta impresión así entendida? Por lo pronto nos encontramos con lo que aparentemente es lo más problemático de ella: lo que llamo su contenido específico. Es lo que en cada caso y en cada momento nos ofrecen los sentidos de lo que son las cosas. El empirismo lo llamó "cualidades secundarias". Y a ellas dirigió su implacable crítica negativa: el color real no es la impresión visual del color, etc. No vamos a entrar aquí en este problema. Pero en el caso del hombre, esto no agota la que llamamos impresión de las cosas. Porque el hombre no sólo siente impresivamente este "verde", por ejemplo. sino que siente impresivamente la "realidad" verde. En el caso de las impresiones humanas, la alteridad en afección no está constituida solamente por su contenido sino también por su formalidad de realidad. El hombre siente impresivamente la realidad de lo real. Ciertamente este momento de realidad no puede llamarse impresión sin más, porque no es una segunda impresión junto a la impresión del verde. Pero es que tampoco puede llamarse sin más impresión al contenido, Contenido y realidad son dos momentos de una sola impresión: la impresión humana. Pero para contraponerme más explícitamente al empirismo, y también al racionalismo, he centrado el problema de la impresión en el momento de realidad, y para abreviar he llamado a su aprehensión sensible impresión de realidad. Es un momento en el que no ha solido reparar la filosofía.
En virtud de su sensibilidad, el hombre se encuentra formalmente inmerso en la realidad. El animal tiene también impresiones, pero la alteridad que en ellas se le da, es la de algo meramente "objetivo", esto es, distinto e independiente de la afección que sufre. El animal reconoce la voz de su dueño como algo perfectamente distinto de sus afecciones, etcétera. Pero esto no pasa de ser un "signo objetivo" para sus respuestas. La alteridad del animal lo es siempre y sólo de un signo objetivo. Esta objetividad no pasa de ser eso: la independencia respecto de la afección, la objetividad de un estímulo cuya afección como tal se agota en la estimulación por algo distinto del afectado. El animal puede ser y es objetivista, tanto más objetivista cuanto más perfecto sea. Pero no es ni puede ser jamás realista. Y esta es la cuestión: el animal no tiene  impresión de realidad. Por eso en el rigor de los términos, el residuo de que nos hablan los fenomenólogos es no el contenido determinado de la impresión, sino el momento mismo de realidad. El animal carece de este residuo.
¿Qué es este momento de realidad? En un estímulo, lo estimulante no tiene más carácter objetivo que el de desencadenar una respuesta. Su contenido es sólo de y para una respuesta. En cambio, en la impresión humana el contenido nos afecta como algo que es propiedad suya, por así decirlo, propiedad de aquello que nos muestra la impresión; es, como suelo decir, algo de suyo. posee como caracteres propios suyos los contenidos de la impresión. Por esto el momento de realidad no es un contenido más, sino un modo del contenido, lo que he llamado formalidad. Es una formalidad según la cual se nos presenta el contenido de las impresiones sensibles. El momento de realidad no es algo que está allende lo que los sentidos nos dan en sus impresiones. Pero lo que estas impresiones nos dan son las "cualidades" como algo de suyo. Sentimos como impresión de la roca, por ejemplo, algo que en mi sentir mismo se me presenta como siendo ya algo de suyo, la roca de suyo. Este "de suyo" expresa el momento o formalidad de lo real.
Esta formalidad es aquello según lo cual nos enfrentamos primariamente con las cosas. Pero no es algo meramente subjetivo sobre lo cual la inteligencia razonara para llegar a la realidad de suyo de las cosas; no se trata de esto. El momento de realidad pertenece física y formalmente a la impresión en cuanto tal. El mero contenido sensorial se nos presenta en la impresión como siendo impresivamente ya algo de suyo. Y este "ya" expresa con toda exactitud lo que venimos diciendo. La versión a la realidad, al "de suyo", es un momento físico de la impresión en virtud del cual la formalidad de realidad pertenece a la impresión misma en su modo de alteridad, Las cosas no nos son simplemente presentes en la impresión, sino que nos son presentes en ella, pero como siendo ya de suyo. Como he solido decir, este momento del "ya" expresa que en el impresionar, la realidad de lo que impresiona es un prius respecto del impresionar mismo. Un prius que no es cronológico, pero sí algo previo según su propia razón. Y por eso la remisión a la cosa real es una remisión física y posee una inmediatez física también. En la impresión sensible estamos físicamente remitidos a la realidadpor la realidad misma. Este momento de realidad, es decir, el "de suyo", no se identifica con el contenido, pero tampoco con la  existencia; ambas son reales tan sólo en la medida en que competen "de suyo" a lo que impresiona. Tal es la estructura esencial de la sensibilidad humana, radicalmente distinta de la sensibilidad animal.
Siendo esto así surge inevitablemente la pregunta de qué sea la inteligencia humana y su intelección.


La estructura formal de la inteligencia.

Ahora volvamos la mirada hacia la intelección misma en cuanto tal, Innegablemente hay una diferencia esencial con el sentir. El hombre no sólo recibe impresiones de las cosas, sino que además las concibe y entiende de una manera u otra, forma proyectos sobre ellas, etc. Ninguno de estos actos puede ser ejecutado por los sentidos; los sentidos, por ejemplo, no pueden aprehender ideas generales ni pueden juzgar acerca de lo que las cosas son. Esto es suficiente para distinguir ya desde la entrada en el problema, la intelección y todo el sistema de sentires humanos.
Pero esto no basta. Estos actos están ejecutados tan sólo por la inteligencia, sí, pero ¿en qué consiste formalmente la intelección en cuanto tal? Es decir, ¿en qué consiste formalmente lo intelectual en cuanto tal? ¿Es lo formal de la inteligencia el idear y el juzgar?
Para acercarnos a este problema procedamos por pasos contados.
1 .Todos los actos a que acabamos de aludir son exclusivos de la inteligencia. Pero la verdad es que si queremos hacer una descripción más precisa de tales actos nos encontramos siempre con que hay que decir lo siguiente: concebir es concebir cómo son o pueden ser las cosas en realidad, juzgar es afirmar cómo son las cosas en realidad, proyectar es siempre proyectar cómo habérnoslas realmente con las cosas, etc. Aparece siempre en todos los actos intelectuales este momento de versión a la realidad. Todos los actos y actividades intelectuales se mueven siempre en algo que, para facilitar la expresión, llamaré aprehensión de las cosas como realidades. Sólo aprehendidas como reales es como la inteligencia ejecuta sus actos propios, forzado a ello por la realidad misma de las cosas, En este sentido, la aprehensión de realidad es el acto elemental de la inteligencia. 
2. La aprehensión de realidad no es sólo el acto elemental de la inteligencia, sino que es un acto exclusivo de ella. Ciertamente, hemos dicho que en la impresión de realidad—que es sensible—aparece el momento de realidad. Pero se trata de la sensibilidad humana. El adjetivo "humano" era esencial en el problema de la sensibilidad. Dejemos, pues, de lado cuanto hemos dicho de la sensibilidad humana y atendamos tan sólo al puro sentirtal como se da en el animal. Esto nos permitirá descubrir a una la esencia del sentir y la esencia de la inteligencia.
¿Qué se entiende por pura sensibilidad? Sentir, tanto fisiológica como psíquicamente, es la liberación biológica del estímulo en cuanto tal. La sensibilidad se constituye y se agota en la estimulidad. Por esto es por lo que el animal se mueve, según vimos, entre meros signos objetivos. Un estímulo es siempre y sólo algo que suscita una respuesta biológica. La estimulación se agota en este proceso: es lo propio del puro sentir en cuanto tal. El carácter formal de la pura sensibilidad es, a mi modo de ver, la estimulidad. Toto coelo distinto es e! carácter de realidad. La realidad es el carácter según el cual las cosas son de suyo, estimulen o no al hombre, duren o no duren más que lo que dure la estimulación. Por eso los estímulos reales no se agotan en el proceso de estimulación. Además, el puro estímulo es siempre específicamente determinado, mientras que realidad es algo por lo pronto inespecífico, indeterminado. En el rigor de los términos es más que inespecífico, es trascendental, pero es un aspecto del problema que excede de nuestro actual propósito. Estimulidad y realidad son dos Formalidades completamente distintas. La estimulidad es la formalidad de las cosas en mera suscitación de respuesta; realidad es la formalidad según la cual las cosas son de suyo. Lo primero es exclusivo del puro sentir; lo segundo es exclusivo de la intelección.
3. Esta versión a la realidad no es sólo el acto elemental y exclusivo de la inteligencia, sino que es el primario y más radical de sus actos. La aprehensión de realidad es el acto radical de la inteligencia. Es por esto lo que formalmente constituye el inteligir en cuanto tal. La aprehensión de realidad es, en efecto, el punto preciso en que surge en el animal humano el ejercicio de la intelección, Veámoslo.
Todo sentir, toda estimulación, tiene tres momentos: un momento receptor, un momento tónico en que se encuentra el viviente en cuestión y un momento efector o de respuesta adecuada, Los tres {349} momentos no son sino tres momentos de un solo fenómeno unitario: la estimulación. Según sea la complicación interna del animal, debida a una estructura de formalización (que no voy a exponer aquí), las respuestas adecuadas a un mismo estímulo pueden ser, y son, muy varias; es lo que constituye la riqueza del sentir animal (prescindo, naturalmente, de la riqueza de especificación), Pero por amplio que sea, el elenco de estas respuestas adecuadas está asegurado, en principio, por las estructuras mismas del sentir animal.
Pero en el caso del hombre la cosa es más compleja. La complicación estructural del hombre es tal que el elenco de posibilidades de respuesta adecuada al estímulo que la suscíta no queda siempre asegurado por la estructura de su puro sentir: el hombre es el animal híperformalizado. ¿Qué tiene que hacer entonces el hombre? Suspende, por así decirlo, su actividad responsiva y, sin eliminar la estimulación, sino conservándola, hace una operación que en los adultos llamamos hacerse cargo de la realidad. Se hace cargo de lo que son los estímulos y de lo que es la situación que le han creado. No es que abandone el estímulo y se ponga a considerar cómo pueden ser las cosas en sí mismas; esto es inicialmente quimérico. Lo que hace es aprehender los estímulos como algo "de suyo", esto es, como realidades estimulantes. Es justamente el orto de la intelección. La primera función de la inteligencia es estrictamente biológica; consiste en aprehender el estímulo (y el propio organismo, naturalmente) como realidad estimulante, lo cual le permitirá elegir la respuesta adecuada. La inteligencia se moverá a partir de aquí en el ámbito de la realidad abierto en este primer acto psico-biológico de hacerse cargo de la realidad, en este acto de aprehender el estímulo y la situación creada como algo "de suyo". La inteligencia está así, por un lado, en continuidad perfecta con el puro sentir, pero, por otro, situada en el ámbito de lo real, se ve forzada por las cosas mismas a concebirlas, juzgarlas, etc.: es el desarrollo intelectivo del "primer" acto psico-biológico de hacerse cargo de la realidad.
La inteligencia aparece, pues, en su función aprehensora de la realidad precisa y formalmente en el momento mismo de superación del puro sentir mediante una suspensión del carácter meramente estimulante del estimulo. Por consiguiente, la aprehensión de realidad no es tan sólo lo que subyace elementalmente a todo acto intelectual ni es tan sólo una operación exclusiva de la inteligencia, sino que es el  acto más radical de ella. La inteligencia consiste formalmente en aprehender las cosas en su formalidad de realidad. Sí se quiere hablar de "facultad" habrá que decir que la inteligencia es la facultad de lo real, no, como suele decirse, la facultad del ser.
Pero entonces surge aquí un grave problema, que antes hemos dejado expresamente de lado y con el que ahora hemos de enfrentarnos. La sensibilidad humana, no la animal, siente impresivamente la realidad; está, pues, desde si misma, vertida a la realidad. Sus impresiones, en efecto, lo son de realidad, pero sí la inteligencia consiste formalmente en aprehender el estímulo como realidad surge la cuestión esencial: ¿cuál es la "relación", digámoslo así, entre la inteligencia humana y la sensibilidad humana? ¿Cuál es, en definitiva, la estructura de la inteligencia humana en cuanto tal?

La estructura esencial de la inteligencia humana: inteligencia sentiente.

Hacíamos ver antes que el sentir humano posee un momento propio, la impresión de realidad, esto es, que por su propia índole la sensibilidad humana no es puro sentir, sino un sentir cuyo carácter humano consiste en su intrínseca versión al estimulo como realidad. Ahora bien, acabamos de ver que la versión a la realidad es el acto formal propio de la inteligencia, lo cual significa que el sentir humano es un sentir ya intrínsecamente intelectivo; por eso es por lo que no es puro sentir. Por otra parte, la inteligencia humana no accede a la realidad sino estando vertida desde sí misma a la realidad sensible dada en forma de impresión. Todo inteligir es primaria y constitutivamente un inteligir sentiente. El sentir y la inteligencia constituyen, pues, una unidad intrínseca. Es lo que he llamado inteligencia sentiente. Lo humano de nuestra inteligencia no es primaria y radicalmente finitud sin más, sino el ser sentiente. Aclaremos algo este concepto, solamente algo, porque el desarrollo completo del problema excede de los límites de estas sucintas notas introductorias.
Digamos primeramente lo que no es la inteligencia sentiente.
a) No se trata únicamente de que haya una prioridad cronológica del sentir respecto del inteligir, es decir, no se trata de que nil  est in intellectu quod prius non fuerit in sensu. Porque, cuando menos por lo que respecta al momento de realidad, este momento está aprehendido en un solo acto. La impresión de realidad es, en efecto, un momento del sentir humano y es a la vez el acto formal de inteligir. En este punto no hay dos actos, uno anterior al otro, sino un solo acto.
b) Tampoco se trata de dos actos, uno de sensibilidad y otro de inteligencia, que tengan el mismo objeto. Que no exista sino un solo y mismo objeto es algo que, con razón, viene afirmándose desde Aristóteles hasta nuestros días frente a todo dualismo platónico o platonizante. No hay un mundo propio de los sentidos, un mundo sensible. y un mundo propio de la inteligencia, el mundo inteligible; no hay sino un solo mundo real. Esta mismidad del objeto sentido y del intelígído envuelve innegablemente para ser aprehendido en su mismidad alguna unidad en el acto aprehensor mismo. Esta unidad consistiría en que ambos actos, el sensible y el intelectivo, son conocimientos, son actos cognoscitivos. El intelectivo es cognoscitivo porque conoce y juzga lo que los sentidos aprehenden, y el acto de sentir es también un conocimiento intuitivo, una gnñsij. Son dos modos de conocimiento. En su virtud, el propio Aristóteles atribuyó a veces caracteres noéticos al sentir.
Kant va más lejos: ni sentir ni inteligir son dos actos cognoscitivos, sino que la inteligencia y la sensibilidad son dos actos que producen por coincidencia un solo conocimiento, caracterizado por esto como sintético. Husserl amplía estas consideraciones; sentir e inteligir serian dos actos que componen el acto de conciencia, el acto de "darme-cuenta-de" un mismo objeto. Esta unidad del objeto permitió alguna vez a Husserl hablar de "razón sensible" (sinnliche Vernunft); expresión utilizada a su vez por Heidegger para una exposición (por demás insostenible) de la filosofía de Kant.
En todas estas concepciones, sin embargo, se parte de dos ideas: que el sentir es por sí mismo intuición cognoscente y que lo propio de la inteligencia es "idear", esto es, concebir y juzgar.
Sin embargo, ya vimos que el sentir no es primariamente mera intuición, sino aprehensión impresiva de las cosas como realidades, y que inteligir no es formalmente idear, sino aprehender las cosas como realidad.
La unidad de sensibilidad e inteligencia no está constituida, pues, por la unidad del objeto conocido, sino que es algo más hondo y  radical: es la unidad del acto aprehensor mismo de la realidad como formalidad de las cosas.
Trátase, pues, de un solo acto en cuanto acto. Es lo que significa la expresión "inteligencia sentíente". Ciertamente, entre el puro sentir y la inteligencia existe una esencial irreductibilidad. La prueba está en que pueden separarse. El animal siente, pero no tiene impresión de realidad, no aprehende la realidad, no intelige. Y en el hombre mismo, la inmensa mayoría de sus sentires son puro sentir. Sentir no es algo exclusivo de esos complejos que llamamos órganos de los sentidos. Toda célula siente a su modo y la transmisión nerviosa es una estricta liberación del estímulo, es decir, es un auténtico sentir. Sin embargo, ninguna de estas funciones constituye un "hacerse cargo de la situación" ni contiene una impresión de realidad, ¿Qué sería del hombre sí tuviera que hacerse cargo de la situación a propósito, por ejemplo, de cada transmisión sináptica?; no podría ni empezar a vivir. Hay, pues, un sentir puro, esto es, un sentir que no es intelectivo, que para nada necesita del momento intelectivo de versión a la realidad. Pero la recíproca no es cierta, Toda aprehensión de la realidad lo es precisamente por vía impresiva; la inteligencia no tiene acceso a la realidad más que impresívamente. Y el momento de versión a la realidad es intrínseco y formalmente un momento intelectivo; sólo por esto es por lo que existe una impresión de realidad en los sentidos. En cierto nivel humano, cuando faltan las respuestas adecuadas al estimulo, el hombre se hace cargo de la situación real, esto es, siente la realidad o, lo que es lo mismo, intelige sentientemente lo real. En este nivel no hay dos actos: uno, de sentir, y otro, de inteligir, sino un solo acto para un mismo "objeto": la formalidad de realidad. Inteligencia sentiente expresa, no la subordinación de lo inteligible a lo sensible ni tan sólo la unidad del objeto, sino la estricta unidad numérica del acto aprehensor de la formalidad de realidad. La inteligencia humana, en tanto que inteligencia en su acto formal y propio (la aprehensión de realidad), está constitutiva y unitariamente inmersa en el acto del puro sentir; y el sentir, en su nivel no-puro, está formalmente constituido por un momento intelectivo, Trátase, pues, de la unidad de un solo acto de intelección sentiente. No es una unidad objetiva, sino una unidad subjetiva del acto en cuanto acto. La inteligencia aprehende la realidad sintiéndola, así como la sensibilidad humana siente intelectivamente. La inteligencia no "ve" la realidad impasiblemente, sino  impresivamente. La inteligencia humana está en la realidad no comprensiva, sino impresivamente.
Cuál sea la índole de esta unidad estructural es un problema que. como dije al comienzo, excede del ámbito de estas fugaces notas, que no pretenden sino acotar el fenómeno de la intelección sentiente. Pero aun reducida a estos límites la idea me parece esencial. Frente al dualismo platónico de Ideas y Cosas sensibles, Aristóteles restauró (en una forma u otra, no vamos a entrar en el problema) la unidad del objeto, haciendo de las Ideas las formas sustanciales de las Cosas. Pero mantuvo siempre el dualismo de sentidos e inteligencia; cada una de estas facultades ejecutaría un acto completo por sí mismo. Creo, sinceramente, que es menester superar este dualismo y hacer de la aprehensión de realidad un acto único de intelección sentiente. Ello no significa reducir la inteligencia al puro sentir (seria un absurdo sensualismo) ni hacer del sentir, como Leibniz, una intelección oscura o confusa. En su esencial irreductibilidad, sin embargo, sentir humano e inteligir humano ejecutan conjuntamente un solo y mismo acto por su intrínseca unidad estructural. No es una cuestión de alcance meramente dialéctico, es algo, a mi modo de ver, decisivo en el problema del hombre entero (no sólo en su aspecto intelectivo) y en especial en el problema de todos sus conocimientos, inclusive los científicos y los filosóficos.

TE QUIERO O TE NECESITO?


Hay personas que se enamoran siempre de personas que necesitan ayuda, pero no para amarlas sino para sentirse útiles y queridas. 

Si la pareja no te importa no te impliques, si no te afecta de alguna manera no es una relación armónica y madura, que es el ideal al que todos aspiramos. 

La coodependencia más común es la de una pareja en la que unos de sus miembros sufre una enfermedad o una adicción, el otro dedica su vida a cuidarle y a ayudarle pero sin dejar que se cure completamente, ya que, lo que da sentido a su vida es sentirse útil y necesitado. 

Esto explica que hay personas que tienen un rasgo común en todas sus relaciones, siempre se enamoran de alcohólicos, personas sin trabajo que hay que mantener, personas que necesitan algún tipo de ayuda. 

Esto es una lucha en que cada uno ejerce su forma de control del otro asumiendo papeles de víctima o de salvador. Los expertos coinciden en que quien está inmerso en una relación de coodependencia, nunca se da cuenta de ello por sí mismo, corresponde a un tercero desde fuera la responsabilidad de hacerlo evidente. 

La coodependencia puede provocar también una serie de síntomas psicosomáticos inespecíficos, dolores de cabeza, desarreglos digestivos menstruales, insomnio o trastornos psicológicos o enfermedades como la depresión, la obesidad, la bulimia. Los primeros síntomas de alarma serían no estar a gusto, no sentirse feliz, no querer llegar a casa, no sentir deseo. Ante esto siempre cabe preguntarse a uno mismo que me pasa. 

El temor de comprometerse 

El miedo a la intimidad, al compromiso, a la dependencia amorosa que hoy día se da con mucha frecuencia es también un tipo de relación dependiente. Hay muchas personas que cuando les surge el deseo, la atracción por alguien o se enamoran les aparece automáticamente el miedo a la dependencia, al compromiso. Suelen darse estas situaciones en personas con experiencias anteriores dolorosas y frustradas o en personas con padres separados. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

CAUSALIDAD PSÍQUICA ANSIEDAD Y ANGUSTIA



La angustia, la ansiedad sería el componente esencial que es necesario objetivar, que es necesario
reconocer cuando nos enfrentamos al hecho de la entrevista, al hecho de qué es lo que le está pasando al otro.
Efectivamente, esa vivencia de ansiedad tendría dos límites. Un límite, por decirlo así, superior, y un límite
inferior. El límite inferior sería el pánico. El límite superior el miedo. Supuestamente tendríamos que decir que
entre el pánico y el miedo podríamos situar toda una serie de continuos –de estados vivenciales, en los que
ubicaríamos tanto estructuras de personalidad como vivencial de conflicto- y consiguientemente de
estructuras de conflicto que irían desde una menor hasta una mayor organización. En este sentido, las
proporciones serían fáciles de establecer:
Pánico es a organicidad lo que angustia es a síntoma, lo que miedo es a objeto.
Esa sería, permanentemente la equivalencia que se podría establecer. Es decir, habría una equivalencia
por decirlo en términos de estructuración psicopatológica, que nos situaría por orden a la vivencia y,
consiguientemente, por orden a un tipo de representación del sujeto, que no hay que olvidar que el sujeto, en
un momento determinado por relación a la situación a la que está inmerso, puede aparecer como
absolutamente psicótico, o puede aparecer en otras situaciones de equilibración como un individuo neurótico
o un individuo perfectamente equilibrado. Todo depende un poco de su sentido de la vivencia y, por tanto, de cómo se instala en el campo de las relaciones interpersonales e incluso de las relaciones intersubjetivas.
Una situación en un momento dado a un individuo que la viva con pánico, evidentemente, ya le
podemos estar diciendo que no ocurre nada, para que ese individuo, en un momento determinado, como efecto de la vivencia se desorganice totalmente y entonces no tenga asideras ni para ubicar las cosas que le rodean, ni para encontrar agarraderos en esa situación, para poner límites de referencia, positivos o negativos, estables, tanto temporales como espaciales. Entonces, los índices de la realidad que nosotros manejamos tienen muy poco que ver con algo que no es del orden de la lógica sino que es del orden de la vivencia. Si en un momento determinado un individuo ha perdido sus ejes impalpables de orientación espacio-temporal, si ha perdido sus ejes de orientación biográfica, existencial, sus ejes de identificación personal, se encuentra, efectivamente, perdido en esa situación. Por tanto, podríamos decir que está en una situación psicótica, ¿cómo se demuestra esto? Se demuestra como ocurre en todos los acontecimientos traumáticos. Son pérdidas más o menos traumáticas, más o menos momentáneas de los ejes que configuran esa organización de nuestra secuencia de acontecimientos interpersonales, lo que podríamos llamar relaciones de realidad.
Efectivamente, en esa situación que podría ser del pánico al miedo, evidentemente, la disolución del
objeto entraña un recurso hacia la organicidad. Cada vez que hablamos de lo psicopatológico, cada vez que
hablamos de lo psicológico, nos encontramos con un problema que es trascendental y es que hablamos de
causalidad psíquica y la causalidad psíquica es del orden de la representación, del orden de lo simbólico y nodel orden de lo físico, del orden de lo natural. Por tanto, todo proceso que nos conduzca hacia lo físico, hacia
lo natural es una regresión, o, si se quiere, es un proceso que nos encamina hacia periodos de constitución o
de desarrollo arcaicos. La causalidad psíquica se pone de manifiesto tan pronto como en el ser humano se
origina la representación: el mundo de la alucinación, el mundo de lo imaginario, el mundo de todo aquello
que nos hace soportar la ausencia, porque somos capaces de darnos un simulacro que nos hace soportar esa ausencia porque la dominamos por medio de un análogo –representación de eso que no está presente-. Este sería el punto central.
¿Qué es lo que ocurre con el problema de la angustia y la sintomatización? ¿Quiere decir aquí, que en
la sintomatización el individuo no ha pasado o no ha ascendido a nivel de la causalidad psíquica? ¿Quiere
decir que el individuo todavía no ha superado el plano de la organicidad? Esta puede ser la primera gran
pregunta que haya qué plantearse. Todo recurso a la somatización es siempre un paso atrás, es siempre una
nostalgia de lo orgánico. Se ha dicho que la regresión a la depresión es, muchas veces, una nostalgia del estado fetal
El proceso de somatización, en la medida en que recurre a unos procesos orgánicos, es una nostalgia
de un estado previo. El problema es el nivel de generalización con que nos encontramos cada vez que
hablamos del síntoma. El proceso sería el siguiente: el problema de la sintomatización está no con una
incapacidad del sujeto para imaginar sino con una negativa del sujeto para canalizar una vivencia, para
organizar una vivencia y cuando hablamos de una vivencia hablamos de un tono afectivo, positivo o negativo,
amor odio, por relación a una representación. Un sentimiento que puede ser ambivalente porque incluso al
mismo sujeto no le interesa, muchas veces, aclarar, porque aclarar ya es darse la representación
correspondiente. Habría que hablar de una vivencia donde le faltaría la clave de estructuración de esa vivencia,lo que cierra la vivencia, la posibilidad de representación. No hay ninguna representación vivencial sin su correspondiente afecto, positivo, negativo o ambivalente y al contrario, no existe ningún afecto positivo,negativo o ambivalente sin su consiguiente representación. Lo que se daría es una vivencia que se
descompensa por la vía de que no tiene un punto clave, no se cierra. El proceso representativo se cierra sobre lo que el psicoanálisis, en este caso, llamaría un desplazamiento, en el sentido de que sustituye la
representación que le corresponde por aceptar simbólicamente a tomar en su lugar un elemento que es el que sirve de conclusión simbólica.
Estamos hablando de la angustia, ansiedad y su correspondiente sintomatización. Un sujeto y cuando
hablo de sujeto le estamos concediendo su acceso o instalación en un plano de causalidad psíquica, no es
solamente capaz de alucinar determinado tipo de satisfacciones, sino capaz de representarse determinado tipo de cosas, las que fueren. Por definición, a este sujeto no le falta la capacidad en su vivencia de dotarse del lado representativo de esa vivencia. La vivencia es un afecto que tiene una afección interna, positiva, negativa o bivalente a la que se acompaña una representación. En la medida que se hace más comunicable la representación, la parte afectiva se hace más fría. A medida que hacemos una vivencia más comunicable, la
parte expresiva, la parte de afecto se queda más dentro de nosotros; el afecto es lo que más trabajo cuesta
expresar. Cuando hacemos un esfuerzo por simbolizar lo que nos está pasando de alguna manera, tenemos que alejarlo de lo que estamos viviendo. El esfuerzo de objetivación enfría la vivencia. La vivencia comporta
siempre las dos dimensiones: sentirme afectado por algo que me afecta.
El fantasma igual que el imaginario son tipos o clases de vivencia que se definirían por su clase de
representación. El fantasma pertenece al tipo de representación arcaica de la que tenemos experiencia,
generalmente, a través de una figura vinculante con muy pocos componentes que procedan de experiencia
interna o externa. El fantasma tiene mucho más que ver con una figura mítica que puede ser buena, mala o
ambivalente.
Concepto de representación: La representación es lo que sustituye a otra cosa, lo que está en lugar de
otra cosa, lo que representa algo. La representación tiene sentido, otra cosa es tener el código con el que
poderla descifrar. Si nos encontramos con un discurso delirante podemos adoptar dos medidas: decir, ese
discurso es un discurso o decir ese discurso es una representación, es una representación del mundo que está
viviendo, del conflicto que está viviendo ese individuo, de cómo está viviendo su situación, de cómo él está
viviéndose a sí mismo en relación a los otros .
Si un individuo pertenece a otro organismo sin tener autonomía nerviosa central, pertenece a otro
organismo, no ha lugar a su representación autónoma. No está funcionando como individuo psíquico
autónomamente, sino que todo su sistema nervioso esta exclusivamente funcionando como un sistema integral por un sistema nervioso totalizado, por un sistema nervioso central que lo constituye como subtotalidad dentro de la totalidad del organismo materno. Si ese niño nace y el proceso de diferenciación no se da, el orden de
su representación estará dado por la figura vinculante con la que está fusionado. Sería como si no se hubiese
consumado la separación orgánica, porque aunque se haya realizado la separación orgánica no se ha producido el nacimiento psicológico del niño o no se ha producido la maduración cognitiva del niño. Se produce una maduración sensomotriz, sin embargo, esto no explica el desarrollo cognitivo psicológico del bebe, ya que el desarrollo tendrá que ser cognitivo, afectivo, en vínculos, en relaciones en donde él vaya dotándose de una identidad de referencia; es a eso a lo que llamamos subjetividad. Cuando el niño se sitúa a sí mismo como un polo de referencia sobre el que convergen acciones pero del que parten acciones y reacciones, el niño se ha convertido en un ser autónomo, el niño ha realizado el proceso de su madurez cognitiva. El niño estará en condiciones de empezar su proceso de separación.
Representación: Cuando uno se imagina el amiguito, cuando se imagina el coco, cuando uno se
imagina un superman, está representando determinado tipo de figuras. Habrá representación con más o menos circulación social, será mayor o menor el grado de circulación de los símbolos, lo que aluda al carácter sintomático a veces de una expresión o de otra expresión. Por esto, también, los códigos corporales varían ylos síntomas varían de cultura a cultura. Hay culturas donde un síntoma no aparece ¿por qué? Porque esta muy cargado de valor simbólico y entonces no se utilizaría. Un recuerdo es una representación. Un malestar, en lo que tiene de actualidad misma, tiene dos componentes: un componente de afección y un componente de representación. Un estímulo es doloroso o placentero pero al mismo tiempo, un estímulo desencadena según su naturaleza un tipo u otro de representación. No podemos pensar en un símbolo sólo como en un estímulo sin más, sino que un símbolo está cargado semánticamente, está cargado afectivamente, valorativamente, con ideología, etc. Un sujeto que sea independiente, que adquiera su representación con independencia será aquel que pueda conseguir una representación según él.
 CAUSALIDAD PSÍQUICA
“En el comienzo ¿qué fue? El acto. No. ¿La palabra? No.¿El fantasma? No. La secuencia fundamental: el
fantasma, la palabra y el acto.”
Simplificando al extremo, diremos que desde las primeras semanas de la vida, el recuerdo de las
estimulaciones sensitivo-sensoriales asociadas ya a la insatisfacción de la frustración-tensión, ya al fin de la
insatisfacción, se agrupan en el nivel encefálico central en dos constelaciones: el nudo antropógeno específico
displacer y el nudo antropógeno específico placer, los cuales no son otra cosa que acumulación de recuerdos adquiridos. Placer/displacer serían los dos elementos fundamentales de los cuales saldrá el fantasma.
Uniéndose al fantasma, la palabra. Y de la combinación fantasma/palabra y en la articulación de la
satisfacción/insatisfacción, el acto.
“Todo el aparato psíquico humano está sometido originariamente a la omnipotencia del arcaísmo, a
las particularidades específicas del crecimiento y de la organización nerviosa de la primera infancia, y aparece liberándose parcialmente y tomando distancia por medio del juego de las realidades internas y externas que permiten la supervivencia. Toda potencia es arcaica. El arcaísmo es el irracionalismo fundamental: es el placer o el displacer, es la angustia total, es todo lo que es necesario endosar a las mujeres, es esa regresión en donde se desvela el sublime misterio: “majestuosas las diosas truenan en la soledad, alrededor de ellas no hay lugar,
no existe tampoco el tiempo, hablar de ellas es temblar porque ellas son las madres.”
El fantasma es lo primario. El fantasma, un imaginario, un sistema psíquico de imaginario que
especifica el irreductible componente irracional del ser humano. Todo acto está ganado sobre el fantasma,
sobre las ilusiones, sobre los miedos, sobre las culpabilidades pero sin fantasma no hay hombre, solo robot.
Ese arcaísmo primario, ese irracional fundamental, ese placer total, esa angustia total es necesario endosársela a la mujer, a las madres.” Es con dolor que yo desvelo el sublime misterio: majestuosas las diosas truenan en la soledad, alrededor de ellas no hay lugar, no existe tampoco el tiempo, hablar de ellas es temblar porque ellas  son las madres.” Fausto, Goethe.
Sin causalidad psíquica, sin reino de la representación no es posible hablar de hombre. Sin reino de
la representación habrá engramas –estímulos asociados a una reacción-; sin componente mediacional, sin
representación, habrá estímulo asociado a respuesta. Para que haya hombre es necesario el punto intermedio, la representación. Para que haya representación es necesario el fantasma. Llamamos fantasma al movimiento primero alucinatorio, al placer, a la carencia del placer, a la búsqueda del placer, a la búsqueda de la insatisfacción, al fracaso, a los miedos, a las culpabilidades. Es decir, todo lo que establece el proceso de socialización o el proceso de vinculación del niño. En la medida que la culpabilidad es, en sus últimos
elementos, un límite y lo que inhibe el acto y el pensamiento es siempre un acto, el desarrollo segundo de la
psicomotricidad no será ciertamente autosuficiente si no planteamos previamente el hecho de esa culpabilidad, porque culpabilidad es relación del otro, es ley, es separación de la naturaleza. Si no hubiera más que acto, el yo que se desarrolla quedaría sometido pasivamente a las entidades arcaicas intrapsíquicas y a su proyección en el mundo exterior, a las fusiones que se suceden a las disfusiones. Si no hay culpabilidad no hay sentimiento de identidad con lo que el hombre no dispondría de ningún poder, de ningún margen de libertad.
Una situación tal en la que las angustias y los placeres se fundirían, por lo que las virtualidades del acto
voluntario serían incompatibles con la supervivencia.
La ley se escribe para transgredirla, la libertad está precisamente en esto, si no hubiera ley no habría
libertad jamás. Culpabilidad sería, sabiendo que haces mal, lo haces porque quieres hacerlo. Si no supieras
que haces mal, no habría este sentimiento. Pero para ganar su identidad hay cosas que un individuo tiene que
hacer aunque sepa que está mal para sus padres, etc. Si la culpabilidad es muy fuerte inhibe totalmente,
entonces ya no se actúa. El sujeto se paraliza y no puede ganar la propia identidad. La ley pueden ser las
expectativas que tu familia tenga para ti, por lo cual te obliga a una serie de estudios, te obliga a una serie de
amigos, te obliga a unas relaciones y puede ser una sola ley: las expectativas ya marcadas. La casa liberal sería la casa de la ocultación.
“Es preciso por tanto, y es elemento que se constata universalmente, que existen mediaciones
temporales y parciales que permiten el cumplimiento de un montón de actos voluntarios, vitalmente
necesarios sin que, sin embargo, el sujeto tenga bajo la mirada de inmediato el conocimiento de esas entidades arcaicas, todo potentes, sin que para él se abra ese agujero que conduce a una intolerable angustia de aniquilamiento, a una devoración del yo por la madre mala, reflejo inverso de los fantasmas agresivos del bebe y del niño pequeño. Distanciaciones y mediaciones que aseguran los ritos propiciatorios, las ceremonias expiatorias, las operaciones mágicas y, a un grado más elevado, las diversas religiones. Tradicionalmente, en las sociedades occidentales iba de que si el rol de mediador, del tercero, lo jugaba siempre el padre. La teoría freudiana no hacía más que recoger esto de la teoría ambiente. Recientemente otro psicoanalista se preguntaba, ¿de dónde viene el padre? Esta es la pregunta clave. Ese padre, es evidente que no se trata del padre biológico, sino del padre psíquico, inscrito en el psiquismo y suficientemente investido como para hacer peso con esas potentes imágenes arcaicas maternalizadas, que son las inevitables. Diríamos que, además, si podemos considerar que la necesidad casi básica, la necesidad de la que se va a originar las satisfacciones y las insatisfacciones va a ser el hambre, el pecho es un objeto casi, casi privilegiado. Si el pecho frustra, el niño
no tiene alimento, no tiene satisfacción, no consigue alimentarse adecuadamente, no consigue un nivel de
comodidad, no consigue el nivel de seguridad que le da el sueño, el bienestar que puede experimentar cuando está lleno, el bienestar que siente cuando está limpio, el bienestar que experimenta cuando se le cambia de
posición, cuando se le acuna, el placer que siente cuando se le ha llenado de alimento y además juguetea con
lo que está succionando. Tendremos que va a asociar todo un conjunto de experiencias displacenteras a un
objeto principal. Sin ir a niveles superiores ya tendríamos una primera metaforizacón de lo que podría
significar el pecho malo en Melanie Klein. El pecho malo es un objeto parcial en torno al cual el niño va
constituyendo sus primeros niveles de organización psíquica con una serie de contenidos variables, cuya
cualidad tiene un tono: el displacer, la desarmonía, el desafecto,, la inseguridad, el pánico, el terror, etc. De
ahí, va a derivar todo un conjunto de imágenes de inseguridad permanente. Es decir, del exterior, con el
contacto primero que tiene con el elemento que le sirve de punto de referencia para el exterior, va a derivar
que del exterior proceda absolutamente toda amenaza. Con lo que nos encontramos con un niño en el que toda
su simbólica fundamental va a estar, toda ella, teñida de angustia. Todas sus sucesivas integraciones
posteriores van a hacer que prevalezca el sentimiento de terror ante el mundo exterior puesto que de él recibe,
permanentemente, insatisfacción, y por tanto cualquier índice que provenga de ese exterior va a ser un índice
de amenaza para él.
Si del exterior va recibiendo una serie de estímulos de satisfacción, ese niño no se va a encerrar en el
interior. Ese niño, claro que alucinará con sus sueños, sin embargo va a tener un juego interior-exterior, en la
misma medida en que el exterior le seguriza, en que el contacto con el exterior no va a ser permanentemente
de frustración sino que es una vía de consecución de satisfacciones. De aquí el que el contacto con el exterior
no sea visto, no sea vivido siempre como un permanente foco de tensión, de inseguridad, de terror, de angustia.
Si, por otro lado, la madre, va logrando, va dando de alguna manera significación a los pequeños actos, a las
pequeñas integraciones del niño y de ahí, la importancia del agente socializador –la madre con capacidad de
ensoñación, la madre que es capaz de ir adelantándose al tiempo de maduración de su hijo-. Como a otro nivel,
cuando el niño llega al nivel del estadío del espejo; él sensomotoramente no ha alcanzado todavía un esquema
corporal completo porque todavía quedan muchos circuitos sensoriales sin integrar; mecanismos sensitivos y
sus correspondencias motoras no están armónicamente unidos. Todavía no hay una totalización de la
recepción de sus estímulos, la organización de los estímulos y su traducción a respuestas, sino que hay
recepción parcial de estímulos con lo que la respuesta sigue siendo parcial. El niño va adquiriendo dos
elementos, hay dos elementos que son distintos:
El esquema corporal: El individuo jamás es consciente de él. El esquema corporal se actúa. Cuando a un individuo le pedimos que actúe con plastilina o con una materia prima, estamos viendo el esquema corporal
que tiene pero del que no es consciente. El esquema corporal es dos ejes de dominio espacio-temporal, es la
disposición sensitivo-motora del cuerpo. Es el dominio del espacio y del tiempo, el dominio del sistema de
relaciones. Esto no se corresponde exactamente con la imagen corporal.
La imagen corporal sí es un concepto que tenemos cada uno de nosotros en donde influyen los valores
culturales, los valores del grupo, las experiencias que uno pueda tener. La imagen nunca corresponde con el
esquema corporal.
El niño, por definición, cuando está entre los 6 y 18 meses es todavía un animalito que a nivel corporal
todavía no está estabilizado en cuanto organización, entonces, ¿qué importancia tiene el espejo? La
importancia que tiene el espejo es que el niño obtiene por primera vez un sucedáneo de totalidad. Al ver el
espejo, ve una totalidad. Es como si, de pronto, él tuviera medios cognitivos que le permitieran hacer una
percepción cognitiva integra de un objeto de su entorno totalizado, el niño se adelanta a la maduración. De
nuevo nos volvemos a meter en el mismo tema de lo imaginario.
Hemos partido y hemos dicho: en el nacimiento, lo imaginario, en otros momentos del desarrollo, lo
imaginario. En otros momentos volveremos a actuar por lo imaginario; cuando estamos en la calle, lo
imaginario. Permanentemente nos estamos moviendo en la vida por medio de esquemas prefabricados que son los que nos dan la medida de las cosas, la organización de las cosas. Desde las primeras semanas el recuerdo asociado a la insatisfacción-tensión (hambre ) o tensión muscular se agrupan al nivel encefálico central en dos onstelaciones : nudo antropógeno del placer y el nudo antropógeno del displacer, los cuales son acumulaciones de recuerdos adquiridos, A partir de ahí vamos a ir asociando por cadena. Aquí está el registro, sino cómo podemos explicar la presencia del “miembro fantasma”, cómo podemos explicar el recuerdo. En la
presencia del “miembro fantasma” hay una lenta asimilación del esquema corporal, un problema de tipo
experiencia.
Lo que nombras existe y en tanto que existe, deja de tener esa carga terrorífica. El problema en toda
su magnitud es lo que no se puede nombrar, porque frente a lo que no se puede nombrar está la negación del sujeto. En la tortura se lleva a un individuo a una situación tal en la que sea imposible nombrar, con lo que el
individuo pierde su consistencia. Mientras que el individuo tenga para odiar, para nombrar, vive, existe, es una identidad psicológica. La eficacia de una situación de privación sensorial es que te deja sin capacidad para manejarte como sujeto. Mucha gente se salva de la psicosis auténtica por la capacidad imaginativa, por la capacidad de inventarse vidas, y sólo así, se salva. Y sólo así es posible que un individuo se salve de una
situación terrorífica, inventándose vidas porque la que tiene no es vivible.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Rasgos de la Obsesion



Los rasgos esenciales del trastorno obsesivo-compulsivo son recurrentes obsesiones de actos compulsivos  lo bastante severos como para producir pérdida de tiempo (ejem. más de una hora al día) o causan notable angustia o significativo perjuicio  . En algún momento durante el curso del trastorno, la persona ha reconocido que las obsesiones o compulsiones son excesivas e irracionales . Si otro desorden del Eje I está presente, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él . El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (ejm. abuso de drogas, una medicación) ni a una condición médica general .
Las obsesiones son persistentes ideas, pensamientos, impulsos o imágenes que son experimentadas como intrusismos e inapropiadas y que causan marcada ansiedad o angustia. Las características de intrusión  inapropiadas de las obsesiones han sido descritas como "ego distónicas". Esto se refiere a la sensación del individuo de que el contenido de la obsesión le es extraño, no está dentro de su control y no es la clase de pensamiento que esperaría tener. De cualquier modo, el individuo es capaz de reconocer que las obsesiones son producto de su propia mente y que no son impuestas desde fuera (como en la inducción de pensamiento).
Las obsesiones más frecuentes son pensamientos repetidos sobre la contaminación (ejm. contaminarse al estrechar la mano) dudas repetidas (ejm. preguntarse si se ha realizado algún acto como dañar a alguien en un accidente de tráfico o haber dejado una puerta sin cerrar), la necesidad de disponer las cosas en un orden determinado (ejm. experimenta angustia intensa cuando los objetos están desordenados o asimétricos), impulsos agresivos u horrendos (ejm. herir al propio hijo o gritar una obscenidad en la iglesia) e imaginaciones sexuales (ejm. una imagen pornográfica recurrente). Los ppensamientos, impulsos o imágenes no son simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real (ejm. inquietudes normales de la vida como el dinero, trabajo o estudios) y es improbable que estén relacionados con problemas reales.
El individuo con obsesiones generalmente trata de ignorar, suprimir cada pensamiento o impulso o de neutralizarlos con otro pensamiento o acción (una compulsión). Por ejemplo, el sujeto lleno de dudas acerca de si ha cerrado el gas intenta neutralizaras comprobando repetidamente para asegurarse de que está apagado.
Las COMPULSIONES son conductas repetitivas (lavarse las manos, ordenar, comprobar algo) o actos mentales (rezar, contar, repetir palabras en silencio) cuyo objetivo es el de evitar o reducir la ansiedad o la angustia, en vez del de dar placer o gratificación. En la mayoría de los casos, la persona se siente conducida a realizar la compulsión para reducir la ansiedad que a compña a una obsesión o para evitar una situación desagradable. Por ejemplo, los individuos con loa obsesión de contaminarse, pueden reducir su angustia mental lavándose las manos hasta dejarlas en carne viva; la angustia de las personas con la obsesión de haberse dejado la puerta sin cerrar, puede conducirles a comprobar el cerrojo cada pocos minutos; la angustia por pensamientos blasfémicos no deseados puede encontrar alivio contando desde 10 hacia atrás y hacia adelante 100 veces por cada pensamiento. En algunos casos, los individuos realizan actos rígidos o estereotipados de acuerdo con unas complejas reglas de idiosincrasia sin ser capaces de indicar por qué las están haciendo. Por definición, las compulsiones son o claramente excesivas o no están conectadas de una forma realista con aquello para lo que tendrían que prevenir o neutralizar. La compulsiones más frecuentes incluyen lavarse y limpiar, contar, comprobar, preguntar o pedir conformación, repetir actos y ordenar.
Por definición, los adultos con Trastornos Obsesivos Compulsivos, han reconocido en algún momento que las obsesiones o compulsiones son excesivas e irracionales. Este requisito no se aplica a los niños, ya que ellos pueden carecer del conocimiento suficiente para emitir este juicio. Sin embargo, incluso los adultos tienen un gran margen de perspicacia hacia la irracionalidad de las obsesiones o compulsiones. Algunos individuos están dudosos acerca de la racionalidad de sus obsesiones o compulsiones, y esa intuición del individuo puede variar según las situaciones y el tiempo. Por ejemplo, el sujeto puede reconocer como irracional una compulsión de contaminación cuando es discutida en una situación a salvo (como en la consulta del psicólogo), pero no cuando cuando debe manipular dinero. En aquellas situaciones en las que el individuo reconoce que las obsesiones y compulsiones son irracionales, él o ella puede desear o intentar resistirse a ellas. cuando intenta resistirse a una compulsión, el sujeto puede experimentar una sensación de creciente ansiedad o tensión que es a menudo aliviada rindiéndose a la compulsión. Durante el trastorno, tras repetidos intentos de resistir las obsesiones o compulsiones, el individuo puede ceder a ellas, no mucho después de experimentar el deseo de resistirlas, y puede incorporarlas a sus rutinas cotidianas.
Las obsesiones y compulsiones pueden causar una gran angustia, pueden llevar mucho tiempo (costar más de una hora al día), o interferir significativamente en la rutina normal del individuo, en su labor ocupacional, actividades sociales o en sus relaciones de amistad con otros. Las obsesiones o compulsiones pueden sustituir conductas útiles y satisfactorias y pueden ser altamente desorganizadas por actos globales. Debido a que intrusiones obsesivas pueden distraer, frecuentemente resultan ineficientes para realizar tareas cognitivas que requieren concentración, como puede ser leer o realizar operaciones numéricas. Además, algunos individuos evitan aquellos objetos o situaciones que les provocan obsesiones o compulsiones. Cada restricción  puede generalizarse y restringir severamente el funcionamiento global.
 

viernes, 23 de noviembre de 2012

Calidad de Vida Perspectiva Individual


"La felicidad es un pájaro azul que una tarde
se nos posó en la palma caliente de la mano,
y nos dejó como la huella de un paraíso perdido
que nunca nadie alcanzó y con el que todos,
en algún momento, dormidos
o en estado de vigilia, soñamos"





El presente documento pretende ahondar en la temática de calidad de vida poniendo énfasis en el carácter subjetivo del concepto, es decir, la importancia de las diferencias personales que se encuentran influidas directamente por la cultura, la historia, la temporalidad. En otras palabras, las variables del entorno que repercuten en nuestra espiritualidad.
Para lograr lo mencionado, se ha realizado un análisis teórico de los planteamientos de diversos investigadores/as con el fin de hacer una integración del concepto de calidad de vida siempre considerado desde el punto de vista de la subjetividad.

A lo largo de la historia distintos grupos de pensadores y pensadoras (filósofos/as, científicos/as, etc), han tenido en sus discursos y estudios muy presente la inquietud de saber y de explicar el estado de felicidad. Al terminar el siglo pasado y a comienzo de éste, se abrió paso a los estudios acerca de Calidad de Vida, concepto que se define muy bien como "bienestar subjetivo".
Desarrollo
Para comenzar a abordar el tema de calidad de vida, se quisiera recalcar la importancia que tiene el carácter subjetivo de éste. Y para ello nos basaremos en la siguiente definición de subjetivo: "Perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo. Relativo a nuestro modo de pensar o de sentir, y no al objeto en sí mismo".
En las personas, la forma de sentir o pensar acerca de algo esta influido directamente por los factores del entorno, en especial, la cultura. De esta manera, si se gratifica el proceso, las personas (definidas como seres sociales) se transforman en la intersección de éstos factores, es decir, "nosotros, los seres humanos operamos en nuestra vida en muchos y diferentes dominios de realidad, los cuales como diferentes redes de conversaciones y explicaciones se intersectan en nuestros cuerpos. En otras palabras, el ego es un modo dinámico en un espacio multidimensional de identidades humanas, y el yo – el humano individual – es la corporalidad que realiza la intersección de las redes de conversaciones que constituyen el ego". Si se le da otra lectura a éste planteamiento, se puede decir que sostiene que los seres humanos poseen encapsulada cierta forma de sentir y pensar (nuestra subjetividad), es decir, el propio vivenciar subjetivo se ve limitado por la cultura en la que se está inserto, de esta manera, si una mujer Africana está a punto de contraer matrimonio no va a sentir y pensar lo mismo acerca del matrimonio que una mujer Chilena que esté en la misma situación, simplemente porque son dos personas distintas que se construyeron en lugares distintos, con características distintas, con representaciones sociales distintas y rituales distintos de matrimonio.
De acuerdo a lo anterior, si se está determinado por la cultura en la que se esté inserto, podría pensarse que la calidad de vida se daría igual para las distintas culturas y entonces pudiera definirse el concepto abordando los distintos factores de cada cultura, pero no basta con eso. Hay un espacio en el medio de las intersecciones de factores que influyen en el accionar como la tan mencionada cultura, la historia personal, la ubicación sociocultural y geográfica en donde se nace, etc. y ese espacio es lo que le da a cada persona su manera de sentir la vida, sus expectativas, sus metas, sus deseos, su sentido de vida, etc y que se relaciona directamente con la libertad (siempre entendiéndola como limitada por los factores del entorno). "La libertad, rectamente comprendida es un cumplimiento por la persona de la ordenada secuencia de eventos de su vida. La persona libre se mueve voluntaria, libre y responsablemente para desempeñar su importante papel en un mundo cuyos eventos determinados pasan por él y por su elección y voluntad espontánea" . Es ésta libertad la que diferencia el ser de cada persona, ese espacio que queda en el corazón y que está intersectado por muchos factores es lo que hace elegir cosas distintas, en otras palabras es la subjetividad propia.
Desde esta perspectiva, no se puede hablar de calidad de vida sin considerar las diferencias individuales, sin considerar la importancia de lo subjetivo que rodea a ésta y lo más importante sin olvidar que se está hablando de la felicidad de las personas.
Como se mencionó anteriormente, muchas personas han intentado teorizar acerca del concepto de calidad de vida, y la forma en que las personas la alcanzarían. Estas teorías, por lo general, se encuentran sesgadas por la visión o enfoque al que se encuentra adscrito quien la plantea, por lo tanto, presentan limitaciones en sus conceptos. En este sentido, es interesante preguntarse qué tanto tienen en consideración la subjetividad, las diferencias personales y la espiritualidad (tales como las vivencias, experiencias, estilos de crianza, lugar de nacimiento, entre otros) al momento de definir el concepto de calidad de vida y bienestar subjetivo. Estos factores cumplen un rol fundamental en lo que la persona va a entender o va a buscar para su bienestar subjetivo o calidad de vida y cómo enfrentarán las adversidades.
Si bien en el último tiempo se ha avanzado hacia una concepción post material en lo que se refiere a las formas en que las personas obtendrían bienestar subjetivo, aún se manejan teorías que no abordan los aspectos más espirituales y subjetivos por medio de las cuales se comprende el mundo y se construye la realidad.
Es comprensible que cuando se trata de organismos que desean implantar políticas o mediciones de calidad de vida dentro de alguna población (por ejemplo, la OMS), sea necesario operacionalizar el concepto en elementos más "objetivos" u observables y que se hace más difícil abocarse a elementos más individuales o subjetivos. En este sentido, Wilson ha sido acertado en lo que se refiere al planteamiento de necesidades centrales dentro de las diferentes culturas, como por ejemplo la alimentación, las que podrían utilizarse en este sentido. Pero también cada persona encontrará la forma de utilizar los satisfactores y de suplir sus necesidades.
Observando las teorías que existen sobre calidad de vida, Diener ha sido uno de los que más ha considerado los aspectos subjetivos y personales dentro de sus planteamientos. Algunos de los aspectos que ha tomado en cuenta se encuentran la cultura, la separación de aspectos cognitivos y afectivos y deja el espacio para una evaluación personal dentro de su concepción de calidad de vida. En cuanto a las teorías planteadas por Diener, las que se conocen como "arriba – abajo" y "abajo – arriba", se consideras rescatable -desde la postura de las autoras del artículo- el espacio que deja abierto para considerar una reflexión y lectura propia de la persona sobre las situaciones, podría entonces considerarlas como satisfactorias o insatisfactorias de acuerdo a su valoración subjetiva. Desde este punto de vista, para las personas no es la situación en sí misma la que provocaría satisfacción, sino la evaluación personal de ésta. En otro ámbito pero dentro de estas mismas teorías, de la que se conoce como "abajo – arriba" se considera rescatable la referencia a las pequeñas felicidades que se pueden experimentar a diario, la conciencia de que se puede ser felices en todo momento y no ver la felicidad sólo como una meta a largo plazo
Otra teoría planteada por Diener que considera aspectos subjetivos y personales es la que se conoce como teoría teleológica o finalista. Esta que reconoce el bienestar subjetivo como posible de alcanzar por medio del establecimiento, acercamiento y cumplimiento de las propias metas. Dentro de esta teoría Diener presenta entre los factores relevantes al contexto o cultura. En esta consideración es posible apreciar un acercamiento a lo subjetivo y las diferencias personales dentro del concepto calidad de vida. Al plantear que no todas las metas producirán bienestar subjetivo, Diener está considerando la acción de la propia persona en la consecución de éste, ya que no sería la meta en sí la que haría que la persona lo alcanzara, sino la elaboración de las propias capacidades, de las posibilidades de alcanzar las metas, de la valoración de la sociedad, etc.
En las sociedades actuales existe una tendencia a sentir temor a vivir el día a día, a mirar hacia delante y no ver nada. Al plantear metas se hace real el futuro, lo que permite, de alguna forma apaciguar la ansiedad que ello produce, mejorando la calidad de vida y obteniendo bienestar subjetivo.
Dentro de las teorías cognitivas, es la de comparación social la que mejor plantea aspectos subjetivos en el concepto de calidad de vida. Esta teoría es bastante real, en el sentido que dentro de las sociedades la comparación existe en la mayoría de los ámbitos. En cuanto a la subjetividad, se plantea que la comprensión de comparación es parte de las elaboraciones de la persona; la forma en que construye el mundo le va a dar a entender las pautas por las cuales debe recibir la información que le entregan las demás personas; de acuerdo a la imagen que tenga de sí misma va a compararse con realidades "mejores" o "peores". Todo esto dependerá de la propia concepción de su realidad, de su vida personal, de sus vivencias, etc. Por último, es necesario una observación de la propia vida y de la propia realidad para llegar a una conclusión luego de hacer una comparación con otras personas o grupos, lo cual es parte de un proceso evidentemente subjetivo, ya sea cognitivo o emocional. A partir de esto, de las comparaciones, la persona considerará el propio bienestar subjetivo o calidad de vida.
Esta teoría plantea también la imposibilidad de que la persona logre bienestar subjetivo si sus cercanos significativos no lo poseen o no se encuentran bien. En esto se encuentran involucrados factores emocionales, por lo tanto, subjetivos.
En cuanto a las teorías que no consideran la subjetividad dentro de sus planteamientos, se cree que la teoría de la actividad es una de ellas, ya que es demasiado amplia en su concepción, en el sentido que no especifica qué se entenderá por actividad, o si existe elaboración por parte de la persona al momento de realizar la actividad. Es posible deducir que sería la actividad por sí misma la que otorgaría bienestar subjetivo, sólo realizándola se obtendría. En base a esto se considera que es bastante reduccionista y deja de lado elementos relevantes al momento de hablar de personas que se encuentran insertas en una sociedad, entre éstos, los factores personales, las diferentes concepciones de actividad, las historias de cada persona, es decir, los componentes que conforman la subjetividad de la persona.
Siempre desde el eje de la subjetividad, el hecho de entender conceptualmente "calidad de vida", se requiere comprender que, al concebirse: "vida" se hace referencia a una forma de existencia superior a lo físico únicamente puesto que se debería considerar el ámbito de relaciones sociales del individuo, sus posibilidades de acceso a los bienes culturales, su entorno ecológico-ambiental, los riesgos a que se encuentra sometida su salud física y psíquica, entre otros elementos; en otras palabras, además de sus nexos con los demás en la esfera social y comunitaria, trasciende a su individualidad. Pues bien, por lo tanto, "Calidad de Vida es un concepto relativo que depende de cada grupo social y de lo que éste defina como su situación ideal de bienestar por su acceso a un conjunto de bienes y servicios, así como al ejercicio de sus derechos y al respeto de sus valores"; es así como cada grupo social identifica las tendencias en materia de bienestar, por ello se hace preciso diferenciar los diversos modos de vida, aspiraciones e ideales, éticas e idiosincrasias de los conjuntos sociales, para distinguir los diferentes eslabones y magnitudes, pudiendo así dimensionar mejor las respectivas variaciones entre unos y otros sectores de la comunidad, por citar un ejemplo, en el caso de las sociedades que ya han resuelto sus necesidades básicas, en términos de bienes y servicios, sus objetivos de bienestar se orientan más hacia la realización personal familiar y profesional del grupo social, es decir, dada la existencia de sociedades más desarrolladas que otras, los estándares de bienestar son diferentes y así las definiciones de calidad de vida. Y tal como plantea Blanco (1988) Los valores, apetencias e idearios varían notoriamente en el tiempo y al interior de las esferas y estratos que conforman las estructuras sociales. La calidad de vida estaría además construida histórica y culturalmente con valores sujetos a las variables de tiempo, espacio e imaginarios, con los particulares grados y alcances de desarrollo de cada época y sociedad, y su consecuente forma particular de mirar el mundo: Subjetividad. Explicado de otra manera, sería utópico aspirar a la unificación de un único criterio de calidad de vida.
Desde lo anterior, el concepto calidad de vida es considerado como subjetivo y que a través de todo el mundo la calidad de vida varía en la cultura en la cual se enmarque, en el espacio y en el tiempo. Gallopin (1980), menciona que precisamente el punto central depende de la situación, y que el conjunto de las variables ambientales más pertinentes puede y debe ser diferente en diversos contextos. Lo que en un medio ambiente determinado es positivo o negativo, dentro de ciertos limites extremos inferiores y superiores, puede cambiar mucho según las distintas situaciones y, salvo en el caso de variables como las que influyen en la salud humana (que es una tendencia objetiva de la calidad de la vida), resulta casi imposible ordenar la calidad del medio ambiente sobre una base universal.
No obstante, existen tendencias -por así llamarlos- que se consideran como básicas para poder evaluar una vida como poseedora de calidad o bien tendencias objetivas, estas son fundamentalmente la satisfacción de las necesidades básicas tal y como lo planteó Maslow, y ello queda en evidencia si se le pregunta a una persona qué es calidad de vida, muchos lo relacionan con el acceso a un trabajo digno y bien remunerado que les permita acceder a bienes y servicios básicos como vivienda, educación, salud y nutrición, servicios públicos, movilidad vial, recreación, seguridad, entre muchos otros.
La evaluación del concepto presenta una situación parecida. Para algunos autores los enfoques de investigación de este concepto son variados, pero podrían englobarse en dos tipos: Enfoques cuantitativos, cuyo propósito es operacionalizar la Calidad de Vida. Para ello, han estudiado diferentes tendencias: Sociales (se refieren a condiciones externas relacionadas con el entorno como la salud, el bienestar social, la amistad, el estándar de vida, la educación, la seguridad pública, el ocio, el vecindario, la vivienda, etc); Psicológicos (miden las reacciones subjetivas del individuo a la presencia o ausencia de determinadas experiencias vitales); y Ecológicos (miden el ajuste entre los recursos del sujeto y las demandas del ambiente) y, Enfoques cualitativos que adoptan una postura de escucha y atención a la persona mientras relata sus experiencias, desafíos y problemas y cómo los servicios sociales pueden apoyarles eficazmente.
Conclusión
A lo largo del tiempo, el concepto de Calidad de Vida ha sido definido como la calidad de las condiciones de vida de una persona, como la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales, como la combinación de componentes objetivos y subjetivos, es decir, Calidad de Vida definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona junto a la satisfacción que ésta experimenta, y, por último, como la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas personales, no obstante, se estarían omitiendo aspectos que intervienen directamente con la forma de interpretar o no las situaciones como positivas o no, es decir, aspectos que influyen la escala de valores y las expectativas de la personas: la cultura.
Adicionando a las concepciones anteriores el aspecto cultural, se propone el siguiente modelo de calidad de vida (ver figura 1): considerando a priori que ya existe cobertura de ciertas necesidades básicas para la sobre vivencia del ser humano, ya que si ellas no se encuentran cubiertas no puede ascenderse o construir. Pues bien, Se concibe al ser humano inmerso dentro de sociedad enmarcada en un lugar determinado (físico e histórico) y una cultura que ha adquirido mediante socialización; ambos elementos regulan e incluso limitan -si bien no de forma terminante- las concepciones de mundo del sujeto. Desde esta arista, el sujeto se ubica para evaluar más o menos conciente lo que le acontece y, sin duda, no es sencillo, puesto que aquel proceso se encuentra mediado por una cantidad de factores anexos a los globales antes mencionados, por nombrar algunos: el nivel evolutivo, la comparación con otros, su historia personal, el momento actual, las expectativas futuras, etc. Todo ello se conjuga y permiten que el sujeto a cada momento de la vida, la conciba de cierta forma, y la vivencie acorde a dicha evaluación. Por último, si bien se ha planteado calidad de vida desde una evaluación mediada por una multiplicidad de factores, no podemos obviar las características personales, el estado que se adiciona al resto de los factores antes mencionados complejizando más aun este proceso, desde aquí recatamos la subjetividad, esta forma de concebir el mundo tan particular como humanos existen en la Tierra, que a la vez está mediada por el proceso de socialización y la cultura en la cual se desenvuelve y lo 

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