lunes, 12 de agosto de 2013

EL SECUESTRO EMOCIONAL



El secuestro emocional
Es un estado del alma que mi impide sentir por mi mismo-a, porque alguien me robó la capacidad de amarme, de reconocer mi identidad. Es un vacío profundo, es un silencio doloroso, que luego estalla en rabia, en pensamientos de rechazo, y me quedo suspendido-a en un recuerdo que no tengo explicación, solo sé que me quedó por identificarme con lo que otro sentía con respeto a otra tercera persona. O por lo que siento por algo que alguien que no podía amarme hizo conmigo. Puede existir o no la intención original de esclavizarme, de secuestrarme emocionalmente. Quizás la persona con quien me identifiqué en su sufrimiento carecía de capacidad para relacionarse, y se produjo así misma una herida emocional que luego me la traspasó como un secuestro emocional. Quiso que yo me uniera a su sufrimiento, me lo implantó, y quedamos ambos secuestrados.
Septiembre 11 quedará en la memoria como el día que cambió el curso del momento histórico que estamos viviendo. Dejó un vacío, cuyo significado se interpreta en la Zona Cero. Es impactante el hecho de que, al pensar en la Zona Cero la mente se queda en blanco. Es que el silencio es el reverso de la explosión. Es en si un estado de angustia que quisiera borrar todo recuerdo. El alma se encuentra atrapada en un cúmulo de emociones que varían de tristeza, ira, a la amargura Es un secuestro emocional...
El hecho de Septiembre 11 es uno complejo de matices diferentes, con variadas interpretaciones, y también con emociones diversas, dependiendo de quien lo recuerde. Pero hay un hecho histórico, hay un momento de partida que ha condicionado las vidas de dos pueblos y por ende de sus emociones uno frente al otro. Yo quisiera analizar esa situación fuera del contexto puramente político o teológico, pues entiendo que tanto derecho tiene el judío a existir como derecho tiene el árabe a existir, vivir en paz y tener tierra. Lo ocional que ha durado siglos, lo demás es derivado de ese inicio.
que quiero destacar es el conflicto em
La primera vez que aparecen emocionalmente ligado Israel y el pueblo Árabe, se da en el contexto del triángulo Abraham, Sara, y Agar. Que usted puede leer en la Biblia.
Agar, bajo una depresión profunda, fruto de no sentirse amada y sintiéndose despreciada, por haberse enardecido contra su ama que le concedió el privilegio de tener un niño. Sara la esposa de Abraham le concede el tener un hijo con la sierva Agar. Sara al ver la conducta de altivez que muestra Agar, al saber que daría a luz un hijo al patriarca, decide, con el permiso de Abraham, echarla de la casa. Agar, sintiéndose humillada, despreciada, y con sus emociones fluctuando desde la ira, la amargura a la tristeza, decide tomar el curso del suicidio por inanición, al ver la indiferencia, Se dejo secuestrar emocionalmente.
Se sentó en el medio del desierto junto a una fuente, y sentó con ella a su hijo, todavía en el vientre. Un cuadro patético, desolador, que tan solo recordarlo obliga a uno identificarse con la tragedia humana, pues el niño no tiene ninguna culpa de sufrir la incapacidad de los padres. Lamentablemente ese recuerdo marcaría ese niño y sus descendientes por siglos.
Su primera experiencia fue un intento de suicidio involuntario, inconsciente, producto de la indolencia. El impacto fue tan grande, que un ángel vino a servir a esa madre y a ese niño.
Me imagino que en los primeros años de la vida de aquel niño, que siguieron a su primera experiencia, pudo haber tenido una serie de conversación sobre aquel terrible momento, donde pudo haber menciones dolorosas que le llevo a unirse a su madre en el coraje.
Es significativo que no se menciona relación alguna de Ismael con su padre, y luego todo lo que encontramos es la división hasta el día con su hermano Isaac, que nada tuvo que ver en el conflicto, pero que también recibió menciones dolorosas de justificación por parte de su madre.
Siglos después, la incapacidad de reconciliación de ellos, convertida en secuestro, que mantiene secuestrado a los descendientes de dos pueblos, estalla terrorismo, guerras, y muerte de inocentes. Notable, por demás, fue el pronunciamiento del líder de la guerrilla Palestina Nassan Narrallan al ser entrevistado sobre la guerra entre Israel y las guerrillas cuando dijo: “El problema entre pueblo de Israel y el pueblo Árabe, es que Israel ama la vida y el Árabe ama la muerte”
Agar, recibió la visita del ángel estando en el medio del desierto. El desierto es un lugar inhóspito, solitario, quema la piel de día y entumece los huesos de frío en la noche. Que paralelo tan impresionante con las personas que son atrapadas en emociones destructivas producto de haber sido secuestradas por alguien que no las apreció, violó sus expectativas, o le traspasó su raíz de amargura que tenía contra alguien, ya sea en formas consciente o inconsciente. La cárcel más grande que pueda existir, pero que al mismo tiempo oprime con mas fuerza que una cadena de hierro, es el desierto en que se encierra el alma que queda secuestrada en la raíz de amargura.
Agar fue visitada en el día de sus aflicción, pero algo que para cualquier ser humano es difícil de comprender, es por qué el Ángel le pide que regrese a donde Sara, y se humille. Algo bien difícil para una egipcia como Agar, que consideraban menos a los semitas, como lo era Sara, y sobre todo que la vida le haya forzado a ser esclava de esta última.
Existen dos razones poderosas, que son las que ayudan a salir del secuestro emocional, pero que son difíciles de entender:
a. El origen fue la altivez, o ausencia de madurez y desarrollo interior. Solo hiere el que esta herido, y solo se deja herir el que no ha crecido.
b. La herida lleva al miedo de confrontar las emociones con el origen del estímulo inicial y se traduce en culpa, ausencia de perdón, falta de compasión, y de amor para uno mismo.
La salud se da cuando al recordar, o volver a estar presente al estímulo podemos responder efectivamente a las emociones que sentimos.
Han pasado varios siglos, pero la explosión de Septiembre 11, nos recuerda la escena de dos familias que no han podido reconciliarse...
¿Cómo se produce la herida inicial que lleva al secuestro emocional?
Herida: Atadura emocional destructiva que una persona, al no ejercer los valores, hace a una que no reconoce los suyos.
Una persona, emocional y espiritualmente sana, no hiere intencionalmente a otra persona. Hiere el que está herido al que no conoce su identidad.
Herida a la Dignidad
Cuando una persona no ejerce el valor de la Dignidad, no práctica las normas de trato impactando negativamente a otra persona, la persona que recibe el impacto:
• No se siente aceptada
• No se siente valorada
• No se siente reconocida
• Se siente sola
Reacción, Comunicación y Conducta
• Reacción emocional de quien recibe el impacto: Tristeza, pena por sí misma
• Comunicación de la persona que origina el impacto: Lenguaje de humillación
• Comunicación de la persona que recibe el impacto: Se siente ofendida humillada.
• Conducta del impactado: Adicción, abandono, auto castigo, suicidio
Heridas a la Integridad
Cuando una persona no ejerce el valor de la Integridad, no práctica las normas de confianza impactando negativamente a otra persona, la persona que recibe el impacto:
• Se siente traicionada
• Que se han burlado de ella
• Que le han tomado de tonta
• Que han abusado de su confianza
Reacción emocional, Comunicación y Conducta
Reacción emocional: Ira, enojo
Comunicación del que hiere: Mentira
Comunicación del que recibe la herida: Se siente engañada
CONDUCTA: Venganza, violencia, castigo
Herida a la Libertad
Cuando una persona no ejerce el valor de la Libertad, no práctica las normas de convivencia impactando negativamente a otra persona, la persona que recibe el impacto:
• No se siente respetada
• Siente violadas sus expectativas
Comunicación del que hiere: Irrespeto, no consideración, insensibilidad
Comunicación del que recibe la herida: decepción.
Reacción emocional: Amargura
Conducta: Supresión de la voluntad, incapacidad de servir, de agradar.
Esas heridas iniciales introducen en el ser humano como secuestros emocionales, que luego son pasados a otros.
El secuestro emocional tiene varios elementos críticos.
1. El primero, es la realidad que quizás la persona que me secuestró, ni siquiera intentó hacerlo, pero me identifique tan profundamente con su sentir, que me dejé a amarrar sin validar el mío, porque quizás jamás sentí nada contrario por alguien, pero ahora no puede dejar de sentirlo.
Me encontré con alguien que me dijo que se sentía herida, cuando le pregunte por qué, me expreso que había amado a alguien que no le había correspondido.
Un padre me dijo que tanto sacrificio que había tenido con sus hijos y al final de la vida no le habían agradecido.
A ambos les pregunte si esas personas tenían capacidad de amar, que como eran, y coincidencialmente ambos me dijeron:
a. Egoístas
b. Insensibles
c. No lo importa el sufrimiento ajeno
d. No saben amar
Les hice la aseveración, de que ellos habían identificado una persona, que no podía identificarse con el sufrimiento ajeno, y que les habían traspasado el sufrimiento a ellos. Que estaban secuestrados por el sufrimiento. Estoy seguro que ustedes conoce a cantidad de personas secuestradas, que están sufriendo por quien no sufre.
2. El segundo, estoy secuestrado-a por un sentimiento ajeno. Me encontré con alguien que no supo manejar sus emociones, que vino arrastrando culpas pasadas, y proyecto en mí ese sentido de culpa, y ahora me siento emocionalmente incapaz de tener una relación afectiva con alguien con quien debo tenerla porque no sé emocionalmente como hacerlo.
En una intervención con una pareja; un matrimonio joven, salió a relucir por parte de la joven: “Nunca tuve padre, siempre quise tener un padre que fuera comprensivo, que me amara, que me buscara, y no lo tuve”, en otras palabras me casé buscando un padre. El jovencito expresó lo siguiente:” Mi mamá no fue lo que debió ser como mi madre, yo siempre quise tener una madre que fuera de esta manera…” En otras palabras se casó buscando una madre, y castigaba a su madre en su esposa. Estaban secuestrados emocionalmente, de la ausencia de un padre y una madre, estaban al punto de dejar a sus hijos, o sin padre o sin madre. El secuestro emocional, de seres emocionalmente huérfanos.
De seguro que ustedes conocen personas que están secuestradas por el sentimiento que alguien le dejó, y lo traspasan a sus relaciones.
El secuestro emocional me lleva a:
1. La Culpa, y la culpa me lleva a la Ira.
La Ira: Estimulada por una experiencia vivida, o por identificarme inmaduramente con alguna experiencia negativa de alguien a quien se amó.
Esto conduce a:
• Una posición mental que niega la responsabilidad del sufrimiento por la inmadurez propia. Cuando la persona es inmadura, culpa a la otra de lo que siente, y si yo no tengo cuidado me identifico con un sufrimiento inmaduro que me lleva al secuestro. Confundí mi inmadurez con la sensibilidad. La sensibilidad me lleva a sufrir con los que sufren, no a dejarme secuestrar por lo que sufre. Porque entonces pierdo la capacidad de ser un procesador de las emociones para ayudar, si no a ser parte del impedimento al crecimiento de la otra persona, y eso me lleva a:
• La Adicción o la herida constante y la búsqueda de alicientes exteriores por medio de:
1. La Venganza
2. La Calumnia
3. La Supresión del Aprendizaje
4. La Auto-destrucción
El secuestro emocional también se produce, porque mantengo el enojo.
El Enojo: Es la represión de la ira, producto de la culpa; y el enojo me bloquea la capacidad de desarrollar relaciones efectivas. Produce en mí, un estado de esclavitud emocional por la incapacidad de tomar responsabilidad por las acciones propias y perdonar las ofensas de otros.
Puede manifestarse como el desplazamiento inconsciente hacia terceras personas, de la raíz de amargura que se trae en el corazón.
El enojo produce:
• Insatisfacción
• Intolerancia
• Infelicidad
• Enfermedad
El secuestro emocional, es una herencia que encadena:
Cadena: Situación emocional vivida que voy traspasando de generación en generación cuando logro que alguien se identifique con lo que siento, y lo conecto con lo que me paso con otro.
La Cadena se manifiesta con dejar una secuela de personas emocionalmente secuestrada porque se relacionaron inmaduramente con mi sufrimiento. Porque de ahí en adelante evaluarán a toda persona con la identificación con mis emociones con la realidad de lo que la persona es. Quien no tuvo padre, sigue dejando gente sin padre, quien no tuvo madre, sigue dejando gente sin padre, quien no tuvo amigo, sigue dejando gente sin amigo.
La cadena justifica un comportamiento basado en las experiencias de con quien nos identificamos.
Jamás olvidare la causa del divorcio de un amigo mío: En mi familia todos los varones se han divorciado.
Estaba interviniendo con un pareja que tenía problema, le pregunté que si amaba a sus hijos me dijo que si. Cuando le pregunte por su padre, me dijo que lo había abandonado. Y le pregunté si quizás inconscientemente, con todo lo que amaba a la familia, no estaría abandonado a su hijo, en vez de a la mujer de quien se quería separar.
Una forma fácil de conocer este tipo de secuestro, es que cuando una persona te dice que está molesta por lo que paso con fulano-a, sultano-a, preguntarle si ellos han recibido directamente de esa persona algún maltrato, y al no encontrarlo divagan en la búsqueda de cómo reafirmar lo que sienten. Quedaron atrapados en la cadena,
El secuestro emocional nos lleva a un estado de castigo constante, lo que hacemos es para venganza. Se entra en el doble estado de idolatría-hechicería, por un lado idolatramos con quien nos identificamos, por otro lado quisiéramos que le pasara lo peor a quien rechazamos. Eso produce en nosotros la incapacidad de auto perdón:
Incapacidad de auto perdón: Es la raíz de amargura que ata al corazón a las cadenas de la culpa y del enojo, y que impide el desarrollo integral del espíritu, alma y cuerpo del individuo.
Es el evitar el renacer de la personalidad, que el ser humano desaprenda y se abra a una nueva dimensión de vida. El no perdonar:
• Ata la emoción al suceso.
• No reconoce la posibilidad de cambio en la conducta humana.
• Es un impedimento a lo nuevo que se puede aprender de la situación
• No puede diferenciar las situaciones y las personas.
• Se decide continuar atado al pasado
• Y en muchos caso, se comienza un proceso de auto-destrucción
Muchos no comprenden que el perdón es en primer la tijera que corta la atadura del secuestro emocional, que es algo que nos libera porque a la persona en quien proyectamos nuestra incapacidad de liberarnos, nos ata, pero quien nos dio la soga para que nos atáramos fue quien nos convenció de que el o la culpable era esa persona con quien no nos podemos relacionar.
Haciendo una intervención con una pareja. No se de donde me salió, y le pregunté que si había algo en la familia de su esposa que le molestaba. El caballero me expresó que tenía problemas muy serios con el hermano de su esposa, porque el había sido el culpable de que su esposa sufriera tanto. Me dijo que su hermana no lo podía ver, que sentía un profundo rencor por dentro.
Le pregunté que si personalmente le había hecho algo a él, me dijo que no. Le pregunté si ese caballero había tenido problemas con otras personas, me dijo que no, y eso le dolía que solamente había sido con su mujer. Le volví a preguntar que problema tenía su mujer, y me dijo que ella siempre está a la defensiva, y me trata como a su hermano, me está sacando cosas que ya hace tiempo que pasaron. Le expresé que eso quería decir que estaba atada a la atadura que tenía su hermano, pero que también ya él estaba en la cadena.
Rompiendo el secuestro emocional
1. Usted no tiene porque sentir lo que siente el otro: Cada persona desarrolla su manera de sentir de acuerdo a las experiencias que ha vivido, como piensa, como analiza las situaciones y como las enmarcas en su forma de sentir, y en las formas en que se identifica con los demás. Esto no quiere decir que no se dé apoyo emocional, pero no introduzca rencores ajenos.
2. Amar no es co-depender. Usted puede amar a una persona, pero sin co-depender, esto último es no dejar que el otro le mine su capacidad individual de sentir. Si la persona ha sido víctima de abandono, de maltrato, de incomprensión, y no ha madurado, querrá que usted sea la víctima junto con esa persona, una cosa es ser víctima y otra cosa es ser apoyo. ¿Cuándo sabe usted que es victima?, cuando se une al sentimiento de rechazo, de culpa de la victima. Usted debe basar su conducta en la justicia.
3. Amor, si usted no se ama como Dios le ama, y no reconoce quien es usted, la atadura le mantendrá un sentido de amargura. Amor es lo que se siente cuando alguien no nos puede dar nada. Quien no puede amar, no nos puede:
a. Valorar
b. Reconocer
c. Apreciar
d. Considerar
Eso produce en nosotros el secuestro de la alegría, y entramos en la tristeza.
Dignidad, Codependencia, la Tristeza y la Herida
Es la violación a la entrega emocional del amar y que, como consecuencia, se manifiesta en acciones que una persona hace a favor de otra. Esa entrega, convertida a veces en sacrificios, no es correspondida como se esperaba.
La falta Dignidad, hace que las personas deleguen el amarse en otras personas, lo que crea codependencia emocional en alguien que no pueda corresponder al amor,
Esa expectativa se convierte en amargura, al ver que tanto esfuerzo no ha sido apreciado.
La inhabilidad de superar este estado resulta en tristeza por uno mismo, depresión y otros tipos de emociones adictivas.
4.Perdonar: Cuando usted ha recibido una ofensa, o herida, comience a perdonarse, porque esa persona no tenía capacidad de cumplir con la confianza que usted depositó en ella. No pudo reconocer el valor que usted le asignó al confiarle un sentimiento de aprecio que pudo ser dirigido a confiar algo que usted apreciaba. Si esa persona ha hecho algo que amerita la aplicación de la ley, es justo que pague por sus hechos, pero usted sane sus emociones no siga emocionalmente atado-a a esa emoción, porque el recuerdo vendrá de vez en cuando. Cuando usted sabe que esta en proceso de liberarse del secuestro, cuando vea que el recuerdo usted exprese perdón, y pueda reflexionar con menos amargura. Cuando una persona no tiene integridad nos traiciona, por lo que no puede ser con nosotros.
• Honesta
• Veraz
• Transparente
• Responsable
• Confiable
El perdón nos liberará del secuestro emocional que produce ira. Pues nos perdonamos a nosotros, en lo tonto que hemos sido en dejarnos esclavizar por un sentimiento que alguien que no tiene ninguno, nos lanzó como una red para mantenernos cautivos.
La Integridad, la Traición, la Ira y la Herida
Es la violación a la confianza que se deposita en un ser humano, al cual, inconscientemente se le da permiso para que sea custodio de algo que uno aprecia.
Se parte de la premisa que el ser humano es perfecto, que nunca puede fallar.
La violación resultante a dicha confianza causa un profundo dolor que se incorpora como una emoción de ira y produce un deseo de venganza.
Se parte de la premisa que el ser humano es perfecto, que nunca puede fallar. La violación resultante a dicha confianza causa un profundo dolor que se incorpora como una emoción de ira y produce un deseo de venganza.
5. Compadecer: La raíz de Amargura es la imposibilidad de sentir compasión por aquellas personas en quienes pusimos expectativas y la violaron. En el matrimonio se dice: “Me sacó las uñas” “No era lo que yo esperaba”
La persona con amargura pierde el deseo de servir, de agradar, siente como que la otra persona ha salido, y queda atrapada en el secuestro del vació.
Es en ese momento que debemos sentir compasión por la persona que no fue, no lo que esperábamos, sino que dejó de ser lo que Dios le hizo, nosotros solo recibimos el impacto de lo que dejó de ser, por eso debemos sentir compasión.
Falta de Libertad, Desengaño, la Amargura y la Herida
Es el crear una expectativa de conducta sobre una persona a la que se aprecia, esperando que desempeñe un cierto papel en la vida del espectador, la violación de esa expectativa produce un dolor inesperado.
Ese dolor se incorpora como una emoción de culpa sobre la persona que violó dicha expectativa, y como resultado se produce la amargura en la persona que esperaba.
La intensidad de la amargura es igual al deseo inconsciente de que la persona que viola la expectativa. Por lo que la herida aumenta con el deseo de que la persona sea lo que nosotros creímos, esperamos y queremos que sea.
6. Validar: No deje que nadie le traspase ataduras, prisiones emocionales, verifique usted mismo, analice la vida de la persona que le quiere atar a ver si trae:
• Desengaños
• Traiciones
• Maltrato
Y cualquier otra situación que le valide lo que siente, para tenerle empatía, déle apoyo, pero no se deje secuestrar emocionalmente.
Es importante también, reconocer que hay situaciones que ameriten que la persona pague sus hechos delante de la justicia, pero eso no quita que usted rompa con el secuestro emocional.
El secreto de las emociones
El cuerpo humano tiene tres señales de salud, que nos indican que debemos hacer en la vida ante las emociones y sentimientos que nos secuestran el gozo del alma, estas son:
El Dolor: nos indica que hay algo dentro de nosotros que necesita ser sanada, extirpado, o remplazado. El dolor nos desespera.
La fiebre: nos indica que hubo un agente externo que entro a nuestro sistema, y no estábamos preparado para rechazarlo y ahora hay una lucha interna, y eso es el calor que sentimos. La fiebre nos postra. Nos incomoda.
Las emociones, al igual que el dolor nos señalan que hay dentro de nosotros que debe ser sanados, y al igual que la fiebre nos indica que no estamos preparados para responder a los estímulos externos. Por lo tanto, las emociones son:
a. Invitación a reflexionar
b. Invitación a sanar
c. Invitación a crecer
De no utilizar las emociones en estas dimensiones, entonces las emociones terminan en sentimientos permanentes de tristeza, de enojo, y amargura.
Las emociones nos llevan, a lo que llamo, la crisis de evaluación
a. La tristeza: Es importante señalar que la tristeza es el sentimiento de evaluación del alma:
• La tristeza por el que sufre es amor en plena identificación
• La tristeza por mí, me ayuda levantarme para saber que me he estado haciendo daño y no debo.
• La tristeza por lo que el otro me hizo, es dejarme atar en mi ser interior por alguien a quien no le importa si sufro o no
• La tristeza por lo que no he logrado amerita una orden fuerte al alma: “Porque te turba dentro de mi, Oh alma mía, espera en Dios, porque aun he de alabarle”
• La tristeza por lo que le hicieron a otro es empata, pero cuando la tristeza se desplaza a sentimiento de rechazo, odio, amargura, es secuestro emocional.
b. La Ira es la emoción que valida nuestra madurez: La ira puede ser una emoción pasajera producto de:
• Nuestros valores internos que me impiden aceptar lo que no está bien hecho.
• Cuando es un patrón de reacción, puede ser una enfermedad o mal adaptación del carácter.
• La ira puede ser una respuesta de alerta que nos estimula a pensar que hacer, que debemos cambiar, que decisión debemos tomar, esto solo es inefectivo cuando nos impulsa a atacar o atacarnos a nosotros mismos.
• El enojo, es mantener la ira. Y nos lleva a evaluarnos de la capacidad que tenemos de dejarlo ir, de no atarnos a los demás, de no dejarnos secuestrar por la falta de capacidad de relación del otro, por su falta de compromiso, de responsabilidad.
La Raíz de amargura es la emoción de la evaluación de la capacidad para romper el secuestro emocional.
Es un estado neutro, donde la tristeza y el enojo se unen, y nos impiden tomar una dirección. No neutraliza de tal modo que nos neutraliza la voluntad, ahí se dan expresiones como estas:
• Ya ni modo
• Se me salió
• Ahí va eso
• Lo-a espero a la bajadita
• Yo lo-a agarro bajando
• Ya no le puedo tratar como antes
• Ya no siento lo que sentía
• Ya no le puedo servir con gusto
• Lo hago por que no me queda otro remedio
• Si no fuera por los hijos, las hijas
Es una prisión de un gorrión en una jaula de oro, o puede ser una prisión en una jaula de cartón.
La amargura es una invitación a romper cadenas de opresión emocional, por razones que no valen la pena seguir en ese estado
Es un auto acondicionamiento del miedo.
El miedo es una invitación a evaluar profundamente que debemos hacer, es un componente necesario para planificar, para sobrevivir, pero puede ser el candado que ponemos al secuestro emocional.
USTED DEBE DEJAR DE PENALIZARSE POR DEJARSE ENCERRAR CON LAS EMOCIONES DE LOS DEMAS, POR LOS RECUERDOS, Y POR LA INCAPACIDAD DE LOS OTROS PROCESAR SUS EMOCIONES Y NOS DEJAN ENCERRADOS EN SUS RECUERDOS, EN SUS EMOCIONES,
Y COMENZAMOS A VIVIR SUS VIDAS EMOCIONOLES EN NOSOTROS.
COMIENCE A VIVIR SU VIDA ABUNDANTE.•
 Publicado con permiso del Dr. JOSÉ BATISTA.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Comienza con lo que tienes


Comienza con lo que tienes


Comienza con lo que tienes, no con lo que te hace falta

Tú ya tienes todo lo que necesitas para comenzar a crear tu futuro. Sin embargo, a veces te encuentras diciendo: Si tan sólo tuviera esto si al menos esto fuera distinto si tuviera más dinero

No exageres la importancia de las cosas que no tienes. Empieza con lo que tienes. No con lo que te hace falta.

No permitas que aquello que no puedes hacer, te impida hacer lo que sí puedes. La pasividad prolongada paraliza la iniciativa. Para la mente que vacila, todo parece imposible.

No esperes que existan circunstancias extraordinarias para hacer el bien hazlo en las situaciones comunes. no necesitas más energía, habilidad ni mayores oportunidades. Lo que debes hacer es sacarle provecho a lo que ya tienes.

El encanto de lo distante y lo difícil es engañoso. La gran oportunidad se encuentra donde está'', dijo John Burroughs..

Lo que puedes hacer ahora es la única influencia que tienes sobre tu futuro. La grandeza verdadera consiste en demostrar excelencia en las pequeñas cosas

No te quejes porque no tienes lo que quieres. Agradece no recibir lo que mereces.

No serás feliz hasta que no aprendas a sacarle provecho a lo que ya tienes. No te preocupes por lo que no tienes.

La alegría nunca vendrá a quienes no saben apreciar lo que ya poseen.

La mayoría de las personas cometen el error de buscar muy lejos aquello que está cerca.

Nunca alcanzarás mayores logros, a menos que te lances antes de estar listo. Nadie logró el éxito mientras esperaba que todas las condiciones fueran ideales''.

La Biblia dice:
El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. Esto significa que si esperas a que se den las condiciones perfectas, nunca llegarás a nada.

No pierdas el tiempo con dudas y temores acerca de lo que no tienes. Dedícate de lleno a terminar la tarea que tienes en tus manos, sabiendo que el correcto desenvolvimiento actual es la mejor preparación para tus años venideros.

Simplemente hazlo, con lo que tienes

SAWABONA - Sobre estar solo



SAWABONA - Sobre estar solo



No es solo el avance tecnologico lo que marcó el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.

Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la que exista individualidad, respeto, alegria y placer por estar juntos, y no una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro de su bienestar.

La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo esta llamada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romantico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.

Muchas veces ocurre hasta un proceso de despersonalización que, historicamente, ha alcanzado mas a la mujer. Ella abandona sus características, para amalgamarse al proyecto masculino.

La teoria de la unión entre opuestos también viene de esta raiz: el otro tienen que saber hacer lo que yo no se.

Si soy manso, ella debe ser agresiva, y asi todo lo demás. Una idea práctica de supervivencia, y poco romantica.

La palabra de orden de este siglo es asociación. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo que es muy diferente.

Con el avance tecnologico, que exige mas tiempo individual, las personas están perdiendo el miedo a estar solas, y aprendiendo a vivir mejor consigo mismas. Ellas están comenzando a darse cuenta que se sienten parte, pero son enteras.

El otro, con el cual se establece un vinculo, también se siente una parte, No es el principe o salvador de ninguna cosa, es solamente un compañero de viaje.

El hombre es un animal que va cambiando el mundo, y despues tiene que irse reciclando para adaptarse al mundo que fabricó.

Estamos entrando en la era de la individualidad, que no tiene nada que ver con el egoismo. El egoista no tiene energia propia; el se alimenta de la energia de los demás, sea financiera o moral.

La nueva forma de amor, o mas amor, tiene nuevo aspecto y significado. Apunta a la aproximación de dos enteros, y no a la uniòn de dos mitades.

Y ella solo es posible para aquellos que consiguieron trabajar su individualidad. Cuanto mas fuera el individuo capaz de vivir solo, mas preparado estara para una buena relación afectiva.

La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso. Al contrario, da dignidad a la persona.

Las buenas relaciones afectivas son optimas, son muy parecidas con estar solo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen.

Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado. Cada cerebro es unico. Nuestro modo de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie.

Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, en verdad, lo que hacemos es inventarlo a nuestro gusto.

Todas las personas deberian estar solas de vez en cuando, para establecer un dialogo interno y descubrir su fuerza personal.

En la soledad, el individuo entiende que la armonia y la paz de espiritu solo se pueden encontrar dentro de uno mismo, y no a partir de los demás.

Al percibir esto, el se vuelve menos critico y mas comprensivo con las diferencias, respetando la forma de ser de cada uno.

El amor de dos personas enteras es el bien mas saludable. En este tipo de unión, está el abrigo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado.

No siempre es suficiente ser perdonado por alguien. Algunas veces hay que aprender a perdonarse a si mismo...

Si tienes curiosidad por saber el significado de SAWABONA, es un saludo usado en el sur de Africa y quiere decir:

YO TE RESPETO, YO TE VALORO, Y TU ERES IMPORTANTE PARA MI".

Como respuesta las personas dicen:
SHIKOBA, que es

"ENTONCES.
YO EXISTO PARA TI"


(Flávio Gikovate, médico psicoterapeuta

martes, 30 de julio de 2013

Si me ves ...

Si me ves cansada, fuera del sendero,
ya casi sin fuerzas para hacer camino...
Si me ves sintiendo que la vida es dura,
porque ya no puedo, porque ya no sigo...

Ven a recordarme cómo es un comienzo,
ven a desafiarme con tu desafío.
Muéveme en el alma, vuélveme al impulso,
llévame a mí misma...

Yo sabré entonces encender mi lámpara
en el tiempo oscuro y entre el viento frío
Volveré a ser fuego desde brasas quietas
que alumbren y revivan mi andar peregrino.

Vuelve a susurrarme aquella consigna
del primer paso para un principio.
Muéstrame la garra que se necesita
para levantarse desde lo caído.

Si me ves cansada fuera del sendero,
sin ver más espacios que el de los abismos.
Trae a mi memoria que también hay puentes,
que también hay alas que no hemos visto...

Que vamos armados de fe y de bravura,
que seremos siempre lo que hemos creído.
Que somos guerreros de la vida plena,
y todo nos guía hacia nuestro sitio.

Que un primer paso y que un nuevo empeño,
nos lleva a la forma de no ser vencidos.
Que el árbol se dobla, se agita, estremece,
deshoja y retoña, pero queda erguido.

Que el único trecho que da el adelante
es aquel que cubre nuestro pie extendido...

Si me ves cansada, fuera del sendero,
solitaria y triste, quebrada y herida,
siéntate a mi lado, tómame las manos,
entra por mis ojos hasta mi escondrijo.

Y dime se puede e insiste: se puede,
hasta que yo entienda que puedo lo mismo.

Que tu voz despierte, desde tu certeza,
al que de cansancio se quedó dormido.

Y tal vez, si quieres, préstame tus brazos,
para incorporarme, nuevo y decidida.
Que la unión es triunfo cuando
ambos vamos con el mismo brío...

Si me ves cansada, fuera del sendero,
lleva mi mirada hacia tu camino
Hazme ver las huellas, que allá están marcadas,
da un paso tras otro por donde has venido...

Y vendrá contigo una madrugada,
la voz insistente para un nuevo inicio.
Que abriré otro rumbo porque sí, he creído,
que siempre se puede...
se puede... mi amigo..

miércoles, 24 de julio de 2013

El poder transformador del silencio.


Detrás de todas las manifestaciones de la vida existe un poder único, una Realidad única. Esta forma está más allá de todas las formas, de todos los modos per se expresa a través y mediante los modos y las formas que existen, visibles e invisibles.
Nosotros podemos abrirnos a este poder creador yendo también más allá de nosotros mismos, yendo más allá de nuestras personas. Esto se realiza abriéndonos al silencio. El silencio nos conecta con esta fuerza creadora y entonces nos convertimos en canales directos, en expresiones directas de esta acción creativa constante.
El silencio es el poder más grande que existe. Porque todo lo que existe son aspectos parciales del silencio. Todo lo que existe se genera en lo que no existe, en lo que no aparece. Todo lo que existe son aspectos parciales de algo que está más allá de lo que llamamos existencia manifiesta. Abrirse al silencio es abrirse al potencial total, incondicional.

Efectos del silencio.
a) En primer lugar, nuestra mente se aclara, se armoniza y se ahonda. Nuestra vida es una permanente "centrifugación" hacia nuestro exterior de todas nuestras impresiones, ideas, datos, en una constante mezcla entre sí. En el silencio permitimos que todo esto se pose y se estructure por sí mismo. En el silencio conseguimos que nuestra consciencia capte lo que existe en profundidad detrás de las capas más aparentes de nuestra mente, de nuestra afectividad y de toda nuestra sensibilidad.

b) En el silencio, por el hecho de ahondar el punto de la consciencia, aumenta la potencia de nuestra mente y de toda nuestra personalidad de un modo extraordinario. Gracias al silencio se desarrolla nuestra sensibilidad interna, es decir, que nos capacitamos para afinar nuestra percepción, percepción sutil. Esta percepción abarca, en las vías supraconcientes, todas las vías intuitivas. En las vías conscientes, el poder captar en profundidad el presente de la persona y sus situaciones. Y, a nivel subconsciente, nos vincula con toda la vida en cualquiera de sus formas y manifestaciones.
c) Percibimos, descubrimos, vivenciamos esta unidad profunda que hay detrás de toda la multiplicidad de formas y manifestaciones. Lo vivenciamos como experiencia y deja de ser una idea o creencia.
d) Gracias al silencio profundo viene la paz. La auténtica paz, la paz de la que surge luego toda actividad.
e) Nos conduce a la realización de la identidad propia que hay en cada uno de nosotros. Nos lleva a descubrir la persona que se encuentra detrás de todas las manifestaciones personales y a la persona que está detrás de todas la manifestaciones que atribuimos al exterior.
f) Gracias al silencio podemos acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y espirituales para la acción posterior.
g) Nos ponemos en sintonía con el poder creador único, y éste se expresa entonces en nosotros y a través de nosotros. Descubrimos que nosotros somos expresión de algo que está más allá de nosotros y que esta consciencia de realidad de lo que está más allá es algo siempre nuevo, siempre diferente, y no obstante, siempre idéntico.
Es decir, que el silencio es el campo más revolucionario de la vida. Así, nuestra vida, al abrirse al silencio y al vivir desde el silencio es, en sí misma, una creación constante. Ya no somos nosotros quienes quieren producir un resultado, somos la creación. Todos nuestros actos se convierten en una expresión de este proceso creativo. Ya no vivimos pendientes de juicios, de objetivos, vivimos descubriendo en cada momento esta profundidad inmensa del instante que, también en cada momento, se derrama, se vierte al exterior de un modo totalmente nuevo, imprevisto, creativo. Todos los actos de la vida se convierten en actos de una importancia total, porque dejamos de tener preferencia respecto a las cosas, respecto a los objetivos. Dejamos de comparar y de juzgar porque descubrimos que lo esencial es esta Realidad que se está expresando. Lo que da sentido a las cosas no son las cosas, ni las consecuencias de las cosas, sino la razón de ser, el por qué de las cosas. Y este por qué o razón de ser es esta presencia inmutable y eterna que está detrás de cada momento de manifestación. En ese instante, los actos más pequeños de nuestra vida, los más elementales, como las cosas más grandes, todo tiene la misma trascendencia, porque todo parte de la misma realidad eterna.
Vivir de esta manera implica vivir en una unidad constante con todo, porque todo es expresión en el instante de la misma fuerza que nos está animando a nosotros mismos. Lo que nosotros vivimos como "yo" y lo que vivimos como mundo son dos aspectos de la consciencia total. En lo sucesivo, cuando miramos, por ejemplo, a la naturaleza, no necesitamos catalogarla, ponerle nombres, diferenciarla o compararla, ni con otra naturaleza ni con nosotros mismos. La percepción, el sujeto y la cosa percibida forman una sola unidad, un campo único. Deja, pues, de existir esta distinción de sujeto-objeto presente en el mundo ordinario y todo se convierte en un inmenso campo de consciencia expresión constante de esta Realidad eterna.

Hacia el silencio. Requisitos.
Existen unos requisitos que son esenciales cumplir para poder ir hacia el silencio.
Mientras estemos teniendo interiormente problemas de deseos, de emociones, de conflictos, nos será muy difícil vivir en silencio, porque estos deseos, estos miedos, estas complicaciones que están reprimidas en nuestro interior, buscan constantemente una solución y huida. De esta forma, nuestra mente está siendo constantemente empujada a pensar, soñar imaginar. La gran dificultad que tenemos para poder estar en paz es la propia guerra que está en marcha en nuestro interior.
Por ello, para alcanzar el silencio, es necesario primero que solucionemos ese estado de guerra. Y esto sólo lo lograremos cuando aprendamos a vivir la actividad, la acción, la lucha y el esfuerzo. Tan sólo el vivir la vida de cada día mucho más consciente, intensa e inteligentemente, es lo que va permitiendo que vayamos liquidando todas estas cuentas pendientes que mantenemos con la vida en nuestro interior. Sólo después de esto viene la paz. De otro modo, la paz no la podemos buscar, porque toda paz que busquemos será un artificio, no es la verdadera paz. La paz no hay que buscarla, viene ella sola. La paz está siempre ahí, lo único que nos impide vivirla es precisamente todas las cargas que tenemos dentro de fuerzas, de problemas, de emociones.
Por lo tanto, el primer requisito para llegar a descubrir el silencio es que el silencio sea consecuencia de una acción total, de una acción consciente, en donde no huyamos de las cosas, en donde no estemos jugando al escondite con nosotros mismos ni con ningún aspecto de la vida, donde afrontemos las dificultades y movilicemos todos nuestros recursos mentales, afectivos,  vitales, morales y de todo orden. Sólo una vida vivida en intensidad es la que luego va acompañada por la auténtica paz.
Gracias al esfuerzo de vivir de un modo intenso, consciente, la personalidad se organiza, se estructura y se fortalece. Nuestra mente adquiere la capacidad de controlar sus impulsos y coordinar todas las fuerzas internas en relación con el exterior.
Estamos en esta vida por una razón inteligente. Y la vida, tal como funciona, a pesar de todo, tiene un fin bueno, necesario, que es que aprendamos a distinguir lo que es superior de lo que es inferior, y aprendamos a hacer que en nosotros lo superior dirija a lo inferior. Y si esto no se hace se produce conflicto y dolor en la vida de las personas.
Para el trabajo de estructuración de la personalidad y actualización de los recursos que tenemos en nuestro interior es absolutamente necesario tener acceso a un nivel superior de silencio. También es imprescindible que estemos orientados, de un modo estable, hacia el descubrimiento de lo más importante, de la verdad.
En la práctica del silencio también es esencial que en todo momento mantengamos la autoconsciencia y que tengamos la máxima lucidez.

La práctica del silencio.
El silencio, el reposo de nuestro yo personal, nos debería acompañar, y lo podemos ejercitar, en la vida cotidiana y en todas las prácticas de trabajo interior.


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El silencio consciente.

El silencio consciente nace cuando uno se da cuenta de su capacidad de influencia en el entorno a través del poder distorsionador de la palabra que brota de la ignorancia y de la falta de conocimiento de uno mismo. El silencio es el escenario imprescindible para que se produzca el encuentro con la claridad de percepción que conduce a lo real.

La forma más elevada de silencio interior es la que surge de la consciencia. Únicamente de la consciencia y de su silencio podemos ver el ruido disonante de aquello que llamamos nuestro interior como del exterior. La consciencia y el silencio que le acompaña nos permiten obrar adecuadamente.

Hay algo más allá de la mente que habita en el silencio del interior de la propia mente. Detrás de todas las variadas manifestaciones de la vida existe un poder único, una inteligencia única. Esta realidad está más allá de todos los diferentes modos y formas de la existencia, visibles e invisibles y se expresa a través y mediante ellas. Los seres humanos podemos abrirnos a este inmenso poder creador llevando nuestra consciencia más allá de nosotros mismos, yendo más allá de la limitación de la propia personalidad. Y esto ocurre cuando se es consciente y uno se abre al silencio. La consciencia y el silencio que de ella nace conecta con esta fuerza creadora y, de esta forma, el ser humano se convierte en un canal, en una expresión directa de esta acción creativa constante y eterna. Abrirnos por la consciencia al silencio es abrirnos al potencial total e incondicionado.

La consciencia y su silencio transforman la vida. Al entrar en ellos se ve y se escucha la vida con una actitud silenciosa, acogedora, receptiva y benevolente. La mente entonces se aclara, se permite que surja la armonía y se aprecia con profundidad la totalidad de la vida.

Parte del existir consiste en un volcar hacia el exterior impresiones, sentimientos y pensamientos, todo ello mezclado entre sí. En este silencio se permite que todo ello “se pose” y se estructure por sí mismo. En el silencio, la consciencia capta lo que existe en profundidad detrás de las capas más aparentes de la mente, de la afectividad y de toda la sensibilidad.

En el silencio consciente la percepción se afina y aumenta la potencia de la mente y de toda la personalidad de un modo extraordinario. Gracias a él se desarrolla la sensibilidad, que llega hasta la percepción sutil. Esta percepción abarca todas las vías intuitivas, el poder captar en profundidad el propio presente en todas las situaciones y vincula a la persona con toda la vida, en cualquiera de sus formas y manifestaciones.

Por el silencio consciente se percibe, se descubre y se vivencia la Unidad profunda que hay detrás de toda la multiplicidad de formas y manifestaciones. Se vive como una realidad, y deja de ser una idea o creencia más o menos romántica. Gracias al silencio profundo viene la paz, la auténtica paz, la paz de la que surge luego toda auténtica actividad, todo obrar adecuado. El silencio consiente conduce a la realización de la identidad propia que hay en cada alma. Lleva a descubrir a la persona que se encuentra detrás de todas las manifestaciones personales y a la persona que está detrás de todas las manifestaciones que atribuimos al exterior. También se puede reponer y acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y espirituales que permiten obrar adecuadamente. En él se sintoniza con el poder creador único y éste se expresa entonces en uno mismo y a través de uno. Descubrimos que somos la expresión de algo que está más allá de nosotros y que esta consciencia de lo que en realidad está más allá es algo siempre nuevo, siempre diferente, y no obstante, siempre idéntico.

Al abrirse nuestra vida a la consciencia y a su silencio experimentamos una Creación constante, tanto que nos damos cuenta que somos la misma Creación. Ya no somos nosotros quienes deseamos producir un resultado, sino que somos la Creación. Todos nuestros actos, pensamientos y sentimientos, se convierten en una expresión de este proceso creativo. Con este conocimiento dejamos de vivir en un nivel superficial, pendientes de juicios y de deseos. Vamos descubriendo, a cada momento, la profundidad misma del instante. Todos los actos de la vida se convierten en actos de una importancia total. Dejamos de tener preferencia respecto a las cosas, respecto a los objetivos; dejamos de comparar y de juzgar porque descubrimos que lo esencial es esta Realidad que se está expresando. Lo que da sentido a las cosas no son las cosas, ni las consecuencias de las cosas, sino la razón de ser, el por qué de las cosas; y este por qué o razón de ser está empapado de la presencia inmutable y eterna que está detrás de cada momento de manifestación. En ese instante, los actos más pequeños de nuestra vida, los más elementales, como las cosas más grandes, todo tiene la misma trascendencia, porque todo parte de la misma realidad eterna.

Vivir de esta manera implica vivir en una Unidad constante con todo, porque todo es expresión en el instante de la misma fuerza que nos está animando a nosotros mismos. Lo que nosotros vivimos como "yo" y lo que vivimos como mundo son dos aspectos de la consciencia total. En lo sucesivo, cuando miramos por ejemplo a la naturaleza no necesitamos catalogarla, ponerle nombres, diferenciarla o compararla, ni con otra naturaleza ni con nosotros mismos. La percepción, el sujeto y la cosa percibida forman una sola Unidad, un campo único. Deja, pues, de existir esta distinción de sujeto-objeto presente en el mundo ordinario y todo se convierte en un inmenso campo de consciencia expresión constante de esta Realidad eterna.

lunes, 22 de julio de 2013

La autenticidad


¿Qué es la autenticidad? ¿Es posible hoy en día, en las condiciones en las que vivimos, alcanzar ese estado de autenticidad?
La autenticidad es ser realmente uno mismo y del todo en cada situación. Esto parece que define ya la autenticidad, pero todavía falta esclarecer qué significa realmente ser uno mismo y del todo.
Características de la autenticidad.
La autenticidad es una respuesta inmediata, directa, inteligente, sencilla, ante cada situación. Es una respuesta que se pro­duce instantáneamente desde lo más profundo del ser, una respuesta que es completa en sí misma, y que, por lo tanto, no deja residuo, no deja energía por solucionar, no deja emociones o aspectos por resolver. Es algo que, por el hecho de ser acción total, una acción en que la persona lo expresa y lo da todo, liquida la situación en el mismo instante.
La autenticidad es la sencillez. Es lo más sencillo que hay, porque es lo que surge después de que se ha eliminado lo complejo, lo compuesto, lo adquirido.
La autenticidad es la expresión más genuina de la liber­tad interior, libertad ésta que está en oposición a todo con­dicionamiento, que es la expresión directa de nuestro ser más profundo, podríamos decir más primario.
Otro aspecto de la autenticidad es que proporciona la evidencia, la certeza, la claridad, en cada momento, para valorar toda situación. En realidad, la situación implica, ya en sí misma, nuestra respuesta, porque la situación y nuestra respuesta no son dos cosas distintas, sino que cons­tituyen una sola cosa. Esto solamente es posible verlo cuan­do la mente no está dividida, cuando la mente no separa al sujeto del objeto, cuando la mente está abierta y percibe, en un solo campo de visión, todo lo que está sucediendo en aquel instante, lo que acontece en uno como sujeto, como perceptor y reactor, y lo que está ocurriendo en el exte­rior como estímulo, como reactivo; todo es y forma un único campo.
Esta libertad interior se traduce en una disponibilidad. Disponibilidad significa que la persona no está encerrada dentro de una línea, de una estructura prefijada, que no tiene que hacer un esfuerzo para trasladarse de una estruc­tura a otra. La autenticidad es ser y estar en el Centro, por lo tanto en el punto óptimo para encaminarse en cualquier dirección. La autenticidad es, al mismo tiempo, una expe­riencia constante de satisfacción, de gozo, de felicidad, porque se está viviendo ese contenido profundo, ese contenido de plenitud.
¿Cómo vivimos la autenticidad?
Todo esto parece un poco algo así como un sueño, en unos tiempos en que estamos viviendo en un mundo lleno de reglamentos, lleno de obligaciones. Hoy casi no se conoce la autenticidad, e incluso sabemos que no es posible o tal vez deseable esa autenticidad. Desde jóvenes se nos ha educado, no tratando de que nosotros descubriéramos lo que somos en nosotros mismos, sino valorándonos siem­pre en función de nuestras actividades, de nuestro rendi­miento, siempre en comparación con los demás. Tanto es así que prácticamente éste parece, a simple vista, el único modo de conocernos: yo soy bastante honrado (bastante es un término comparativo); yo soy muy activo, yo soy más rico, yo soy muy emprendedor. Más, menos, es decir, siem­pre en relación con algo. En todo momento nos estamos definiendo respecto a los demás. Se nos ha dicho que un ser humano vale lo que es capaz de hacer, vale el valor que se le da, y, como este valor depende de su éxito, de su presti­gio, de su valoración social, esto ha hecho que nosotros, desde pequeñitos, nos apoyemos en querer que los demás nos juzguen bien, nos valoren, en que estemos siempre pendientes de estos esquemas de valoración social.
Y, así, organizamos nuestra conducta, nuestros valores, y estima­mos a las personas según que nos valoren, que nos reco­nozcan más o menos. Estamos viviendo en virtud de una valoración comparativa constante. Nunca se nos ha valora­do, nunca se nos ha educado para que nosotros tratemos de descubrir qué somos nosotros mismos, en nosotros mis­mos, por nosotros mismos.
De este modo, nos sentimos satisfechos cuando nues­tro valor queda afirmado, confirmado, aceptado o recono­cido por los demás, y nos sentimos insatisfechos cuando no se nos reconoce, cuando se nos critica. Tanto es así que, si unos nos valoran y otros nos critican, llega un momento en que no sabemos si valemos o no; estamos a merced de nues­tra cotización social.
Y esta necesidad de aparecer de un modo, para merecer unos juicios determinados, nos aleja cada vez más de nues­tra posibilidad de ser. Hemos de cuidar las apariencias ante los demás y ante nosotros mismos.
Cuando uno hace algo que va en contra de su valoración exterior, uno mismo se siente indispuesto, uno mismo se siente deprimido. Estamos tan pen­dientes de esta valoración que hemos hecho de nosotros mismos, del yo triun­fante, del yo victorioso que, cuando algo de nuestra experiencia contradice esa valoración, nos sentimos disminuidos; vivimos más en nuestra idea que en la experiencia genuina que podamos te­ner de lo que uno realmente es. Hemos trasladado nuestra vida desde un plano vivencial directo a un plano de inter­pretación intelectual constante. De este modo estamos edi­ficando un sistema de valores completamente falso, com­pletamente artificial, que nos aleja de nosotros mismos.
Se ha llegado a decir que esto es inevitable, que esto es lo normal, lo natural, y que las cosas son de este modo y hay que seguir el juego y nada más.
Nuestra verdadera naturaleza.
¿Cuál es la fuente,
ndamento, para que nosotros tratemos de ser auténticos, o es que acaso somos la suma de las cosas que han ido entrando en nosotros, es de­cir, un producto del ambiente?
Nosotros, en nuestra esencia más profunda, no somos nada de lo que viene del exterior. En nuestro interior se encuentra esa capacidad de vivir, esa capacidad de crecer, de existir, y utilizar los datos, los hechos, para desplegar esta capacidad que hay en nosotros.
Vamos asimilando nuestra capacidad a través del desarrollo de nuestra potencia interior, a través de unas experiencias y unos hechos, y así transformamos un compuesto que está constituido de nues­tra capacidad y potencialidad real, más una serie de aspectos formales, de datos, de hechos, de modos de conducta, que hemos asimilado del exterior. Del interior surge la fuerza, el potencial; del exterior viene la forma, los datos. Pero no hemos de confundirnos con estos datos, no hemos de confundirnos con ese compuesto.
Con­siderando la personalidad de un modo global, sí somos ese compuesto, ese producto, en tanto que personalidad glo­bal. Pero, si tratamos de buscar lo que es nuestra verdad genuina, lo que nosotros queremos decir cuando decimos “yo”, entonces nos daremos cuenta de que esos compuestos son variables, y que hay una noción de identidad que no depende de los compuestos, sino que es permanente. En todo ser humano hay algo genuino detrás de esos procesos de asimilación, detrás de sus propias operaciones vitales, afectivas y mentales, que le está diciendo que “es” en tanto que su­jeto que está viviendo, que está asimilando, que está creciendo, que se está actualizando.
Este “yo” es la fuente de donde surge toda nuestra capacidad energética, toda nuestra energía vital, toda nuestra fuerza moral. Nuestra vida es un desplegamiento progresivo de esa fuerza que hay dentro, y lo exterior no es otra cosa que un medio para que esa fuerza se actualice, se ponga en acción, se convierta en ex­periencia completa.
La vida no es una incorporación de fuera hacia dentro, sino, sobre todo, un desplegamiento de dentro hacia fuera. Esto podemos comprobarlo, por­que si este desplegamiento de dentro hacia fuera fracasa, por más que se produzcan elementos y situaciones exterio­res, no tiene lugar la respuesta del ser vivo. Un ser vivo se caracteriza por este principio “centrífugo”, por este principio de crecimiento que tiende a extenderse siempre a partir del núcleo.
Nuestro “yo” es la fuente de toda capacidad de conciencia, de conocimiento. Todo lo que uno es capaz de compren­der, de entender, no le viene producido por el exterior. El exterior nos da los datos, nos presenta los hechos, pero la capacidad de comprender la verdad que pueda haber allí es siempre un proceso interno que surge de lo más profun­do de uno mismo; y significa una actualización de la inteligencia.
No he­mos de confundir la inteligencia con las formas ya comple­jas, compuestas, que produce esa inteligencia al asimilar unos datos concretos. El hecho de comprender, el hecho de entender, viene de una capacidad interior. Por lo tanto, todo lo que somos capaces de llegar a comprender en con­diciones óptimas surge de este mismo ”yo” central. Nuestra inteligencia está dentro y necesita solamente unos estímu­los, unos medios, para irse actualizando. También el “Yo” central es la fuente de toda nuestra capacidad de goce, de satisfacción, de alegría, de paz, de felicidad. Todo esto no es algo que nos dé el exterior, aunque nosotros lo creamos así y, en virtud de esta creencia, lu­chemos por unos beneficios exteriores y nos sintamos desgraciados cuando estos beneficios se frustran.
Creemos que la felicidad nos vendrá en consecuencia del éxito, de la correspondencia en el amor, de la obtención de un cargo determinado, de lo que sea, siempre del exterior. No obstante, es muy claro que toda nuestra capacidad de goce surge solamente cuando algo dentro de nosotros contesta a algo externo. Es nuestra respuesta interior la que produce el goce; el exterior lo provoca, lo despierta, lo estimula, pero no lo produce.
Los seres humanos acostumbramos confundir esto, porque nos sentimos felices cuando tenemos una ventaja más; cree­mos que la felicidad nos la proporciona esta nueva ventaja. Y no es cierto; no hay un nexo necesario de causa y efecto. La prueba de ello está en que muchas personas poseen ventajas iguales o mucho mayores y no son por ello felices. No es la cosa lo que da la felicidad; la cosa sirve de reactivo para que algo en nuestro interior responda. Siempre es nuestra res­puesta interior lo que produce el estado de felicidad.
Debemos entender que, al hablar de este “yo”, no estamos hablando de una entelequia, de algo sin substancialidad, sino de algo que es la fuente de todo lo que estamos valorando en nuestra vida concreta. Se trata de un potencial extraordinario, fantástico, fabuloso.
La autenticidad no es nada más ni nada menos que el aprender a tomar contacto con esa Realidad Central, con este “yo” central, con esta fuente de la que estamos hablan­do, para poderla expresar en todo momento con inteligen­cia, de acuerdo a cada situación. Cuando en un ser humano se produce esta conexión con su centro, y puede entonces responder directamente desde allí, es el momento en que la res­puesta es auténtica, es lo suyo, es lo más verdadero que hay en él, lo más completo, lo más total. En ese momento es cuando uno es realmente auténtico.
 

Una expresión total.
La autenticidad lleva a un descubrimiento pleno de la naturaleza de uno mismo. Pero la persona que vive únicamente vertida hacia un modo corriente de vivir, difícilmente puede llegar a esto. Solamente puede llegar a realizar esta autenticidad aquella persona que tiene una absoluta necesidad de ella, aquélla para la que es absolutamen­te preciso llegar a vivir su propia Verdad Central, aquella persona para la que esto es lo más importante, más importante que su personaje social, más importante que el llegar a triunfar en cualquier circunstancia de la vida. Cuando esta persona descubre que aquí está la base de toda realidad, que en esto está el sentido, que esto es lo único que puede dar realmente sentido a nuestra existencia, entonces puede estar dispuesto a pagar el precio, la entrega, el trabajo necesario para esta Realización Central.
En segundo lugar, la persona necesita situarse en un am­biente especial, salirse temporalmente de la vida usual, según la propia necesidad, du­rante algunos días “especiales”, durante horas, durante cuartos de hora, hacer pequeños pa­réntesis en su vida habitual, para crecer y desarrollarse en aquellas direcciones en que no se ha desarrollado interior­mente. Nuestra vida corriente nos desarrolla hacia fuera, pero nosotros tenemos otras dimensiones que desarrollar. Y esto solamente lo podemos hacer efectuando un pequeño paréntesis, un pequeño alto, en esta constante proyección hacia fuera, situándonos en ese ambiente ideal en el que se puede trabajar de un modo ideal, de un modo concreto, bajo una dirección, para desarrollar todo lo que es nuestro proceso dinámico natural.
Nuestra vida está hecha de acción. Acción significa ex­presión. En nuestra vida estamos expresando constante­mente, expresamos impulsos, aspiraciones, necesidades. Nuestra vida está hecha de un intercambio constante; este intercambio es esencial, es inherente al mismo existir. ¿Por qué, pues, no aprovechar todo esto como un medio de realización interior?
Lo que nos hace falta es aprender a expresarnos de un modo total. Hemos aprendi­do a expresar algo, pero no a expresarnos del todo en cada algo. Es necesario que aprendamos a expresar aquello que no expresamos, que aprendamos a convertirnos por com­pleto en expresión, porque cuando todo uno se expresa, todo uno se objetiva y de este modo queda vacío y dispues­to para descubrir al sujeto. Mientras uno mantenga conteni­dos dentro de sí, contenidos con los que uno se encuentra confundido, mientras uno crea que “es” estos sentimiento ín­timos, o esta historia que le ocurrió, o estas ideas, y todo esto lo guarde constantemente para sí, como un tesoro o como un peligro, mientras uno esté reteniendo algo dentro de sí, esto que retiene le impedirá ser él mismo.
Sola­mente cuando soltemos todo esto -y lo soltamos cuando lo damos, cuando lo sacamos o lo expresamos- más y más llegamos a ser “yo” de veras. La expresión disciplinada como técnica, como es­fuerzo sistemático, es un medio directo para acercarnos cada vez más a esta Realidad Central; pero la expresión ha de ser una expresión que abarque todos nuestros niveles, una expresión a nivel mental, a nivel afectivo, a nivel cor­poral y a nivel espiritual.
Todo lo que está viviente en nosotros, todo lo que está diná­mico en nosotros, debemos dinamizarlo, no debemos guardarlo, no debemos mantenerlo; todo lo que tenemos lo tenemos para darlo, todo lo que existe, existe dinámicamente, existe para darlo, no para retenerse, no para cristalizarse.
La vida es movimiento, es fluidez. Siempre que estamos reteniendo algo, sea lo que sea y en nombre de lo que sea, estamos yendo en contra de la verdad de la existencia, en contra de la verdad de uno mismo. En la medida en que uno es capaz de entregarse, de des­prenderme, de fusionarme dinámicamente con todo, en la medida en que uno es capaz de darse del todo con inteligencia, con plena consciencia, con pleno centramiento, en esta medida es cuando uno empiezo a ser “yo”.
Cuando me quedo sin nada, es cuando yo soy realmente lo que soy; mientras creo ser esto o lo otro, no soy “yo”. El camino de la autenticidad gasa por un despojamiento de lo que no es auténtico. Mientras no demos todo lo que ha entrado, todo lo que se ha elaborado en nosotros, no volveremos a ser “yo”, es de­cir, ser lo que está detrás de todo lo adquirido, detrás de todo. La entrega total es el encuentro real con uno mismo. Es aquí donde tienen sentido esas ideas sobre la abnegación, sobre el sacrificio: es el retornar las cosas a su sitio, devol­ver lo que no es de uno, devolver lo que no soy “yo”.
Cuando devolvemos toda la vida, cuando lo hacemos circular todo, cuando no retenemos nada, porque no nos confundimos con nada, entonces es cuando estamos realizando el Gran Sacrificio, que, en realidad, no es un sacrificio sino una restitución, un volver las cosas a su sitio, un ordenar nuevamente las cosas. En este momento es cuando “yo”, eso que soy, esa realidad que soy y se expresa en mí, aparece de nuevo de modo claro.
Este proceso de expresión va inevitablemente acompa­ñado del proceso de impresión. Impresión quiere decir que uno sea capaz de dejar que la vida entre, es decir, no so­lamente que uno la exteriorice, la dé, sino que uno sea capaz de recibir, de admitir. Debemos abrirnos a las experiencias. No estar siguiendo siempre una táctica de escamoteo res­pecto a las situaciones de las cosas. Pero solamente po­dremos abrirnos si nos sentimos fuertes, y sólo nos sentiremos fuertes cuanto más seamos “yo mismo”, cuanto más nos acerquemos a nuestro fondo. Entonces nos podremos abrir, y, al hacerlo, las expe­riencias, los impactos, entrarán hasta el fondo de mí, y, desde ahí, se producirá una respuesta auténtica, una res­puesta total.
Pero, mientras mantengamos un filtrado a través de nuestra mente, a nivel superficial, estaremos constantemente juz­gando, interpretando, en función de nuestros deseos y de nuestros temores, todas las experiencias, y así no podremos vivir de un modo completo, total, ninguna experiencia; nos quedaremos en esquemas, en críticas, pero nunca con la verdad total de la experiencia, con la verdad total del instante.
Esa impresión es un proceso totalmente necesario. Es lo mismo que ocurre con el proceso de respiración en determinadas prácticas de respiración: cuando somos capaces de dejar que todo el im­pulso vital se exprese sin trabas, entonces la expresión de este impulso produce una entrada de aire, y esa entrada de aire nos renueva. Entonces responde todo nuestro ser a esta renovación, es nuestra nueva respuesta, respuesta creadora en cada instante.
Pode­mos ver los problemas o el grado de realización de la persona observando la capacidad que tiene de recepción o dé impresión; una cosa es inseparable de la otra. Cuando existe miedo en el dar, hay también miedo en el recibir. Cuando uno se protege, se protege del todo, lo mismo que, cuando uno tiene miedo, no puede respirar profundamente. En la vida misma, observando nuestra dinámica natural, tene­mos el medio para realizar un trabajo de ahondamiento, de desprendimiento, de autodescubrimiento constante de nosotros mismos.
Y esos dos movimientos: inspiración/espiración, recibir/expresar, tienen un tiempo de silencio, momento en que uno ni expresa ni recibe, instante en el que uno no hace nada, lapso de tiempo en el que parece como si la existencia se suspendiera por un momento, como si por un instante se detuviera el proceso del devenir. Esto que normalmente pasa inadvertido es la puerta de entrada a una Realidad Superior.
Cuando estamos vertidos en el movi­miento de entrar y salir, nos realizando horizontalmente; pero, cuando aprendemos a estar despiertos, presen­tes, en el Silencio, en aquel momento en que no hay acción -pero que no hay acción de un modo natural, no una falta de acción que uno haya producido forzando y acallando su mente, sino un silencio que es el producto de haberlo dado todo, de haberlo entregado todo, de haber vivido del todo el instante-, entonces este silencio que ocurre es un silencio realizador, un silencio que nos conduce, no a nuevos conocimientos, sino a la conciencia de lo que es el eje de toda la experiencia, a lo que es la Persona Profunda, la Persona Central, este “yo” Espiritual del que estamos hablando.
El ejercitamiento físico, la respiración, todas las prácticas que se ha­gan, son ayuda, son medios de trabajo. Pero, cuanto más profundamente lleguemos a comprender que nuestra realización depende de nuestra entrega total en el instante, de este abrirnos a la situación de un modo pleno, sea cual sea la situación, tanto si son en las prácticas, como en los negocios, como en la situación familiar, cuanto más veamos que el secreto de esta realización está en que todo “yo” me exprese en cada instante del todo, entonces es cuando convertiremos cada momento de la vida en un instante de trabajo, en un instante de Realización.
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Hasta que llega un momento en que ya no hay que romper resistencias, porque hemos ido sintonizando con esa dinámica que desarrolla todo cuanto existe, un momento en que ya podemos vivir dinámicamente, pero en un silencio profundo, porque hemos descubierto que el Silencio y la Acción Exterior son dos planos distintos del mismo Ser, un silencio profundo que lo envuelve todo y una expresión de ese silencio que es lo que llamamos Manifestación.
 






viernes, 19 de julio de 2013

Un tiempo de creación


Recluirse, o esconderse de los demás, no son cosas que se recomienden popularmente. Sin embargo, hace falta disponer de un “tiempo personal” para darse cuenta de muchas respuestas esenciales y de los talentos maravillosos que están dentro nuestro. Además del tiempo, es necesario tener la intención y las ganas, o el método adecuado para tenerlas. De ahí la gran importancia de una práctica continua de recreación personal. Ello no tiene nada que ver con cualquier tipo de egoísmo, ya que el tiempo que estemos restando a nuestro familiares, amigos y conocidos será ampliamente compensado y nuestras relaciones serán mucho más ricas.
Hay quienes necesitan para estas prácticas de un contacto directo con la belleza, con la naturaleza o con las grandes obras de la humanidad. A otros, veinte minutos de silencio cruzados de piernas les permiten un viaje interior. Sea cual fuere la manera, son minutos que hay que encontrar cada día.
Un tiempo de soledad nos permite acceder a otras facetas de nosotros mismos porque nos transporta a otros ámbitos. Los momentos de creación son un buen ejemplo: escribir, pintar, dibujar o construir cosas. Incluso la fotografía y el video, u otras tecnologías, nos pueden hacer captar otros aspectos de la realidad en que nos movemos. El tiempo de la creación es muy personal y siempre nos quedará por expresar algo más, pero podemos comenzar por algo: una hora cada día.
Quien dedique sólo una hora al día a algún proyecto, le estará destinando 265 horas al año, o sea lo equivalente de más de 45 jornadas completas de trabajo de ocho horas cada una. ¡Esto agregaría un mes y medio de vida productiva a cada año de nuestra existencia! Y sin embargo, cuando se menciona una hora diaria de soledad para el cultivo de las propias facultades, muchos responden: “Estoy excesivamente ocupado. Trabajo todos el día y llego a casa rendido de cansancio. ¿De dónde voy a sacar esa hora?”.
El frenético ritmo de la vida moderna, nos hace creer que los días no tienen horas suficientes para nuestras propias necesidades... y así renunciamos a ellas. Luego nos sentimos frustrados, para acabar haciéndoselo pagar a los seres que nos rodean. Sin embargo, el mundo está lleno de personas que –a fuerza de voluntad- han encontrado la manera de destinar una hora diaria a cultivar sus facultades creadoras. Paradójicamente, los individuos con mayor número de ocupaciones suelen ser aquellos que mejor se las arreglan, para disponer diariamente de una hora para disfrutar en soledad.
La inmensa mayoría de las personas que destinan una hora diaria a la soledad se consideran recompensadas por ello, lo más curioso es que su círculo íntimo de personas que lo rodean también salen sumamente beneficiadas de ese período de relajo. Aunque no produzcan nada, al menos tienen la oportunidad de analizarse a sí mismas.
Si se le ofrece –periódicamente- una oportunidad, toda mente humana es capaz de crear ideas. La soledad es buena amiga de la imaginación. Lo importante es que nuestras horas de soledad sean productivas... y lo serán por el sólo hecho de ofrecernos, cuanto menos, un sentimiento de bienestar interior. Definitivamente, una hora de soledad diaria no es algo fácil de obtener y se necesita voluntad y discernimiento: primero para encontrar esa hora y luego para utilizarla sabiamente.
Es bueno saber que nunca somos demasiado viejos para aprovechar esta hora diaria de aislamiento. Por el contrario, cuando nos acercamos a la vejez, nada mejor que cultivar el placer por la música, la lectura, o el arte. La sociedad requerirá menos de nuestros servicios y tendremos cada vez más tiempo. Será mejor, entonces, estar preparados para gozar de la compañía de uno mismo. Actualmente, se sabe que la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades retarda el envejecimiento. Además, es muy bueno para la autoestima saberse capaz de emprender algo nuevo o desarrollar un talento diferente.

miércoles, 17 de julio de 2013

La frustración.


Toda acción inteligente tiende siempre a conseguir un fin determinado. El labrador siembra para recoger una cosecha. El financiero invierte para conseguir unos beneficios. La secretaria sonríe para agradar a su jefe y el niño se arroja al suelo para que su madre lo tome en brazos.
Existen, sin embargo, numerosos factores variables que escapan al control del individuo y que impiden, a menudo, que la acción de los frutos apetecidos: el labrador pierde su cosecha por causa del mal tiempo; el financiero se ve sorprendido por una crisis que da al traste con sus beneficios, la secretaria tiene que sufrir la hostilidad de un jefe con úlcera de duodeno, y el niño se cansa de llorar en el suelo sin que su madre, ocupada en hablar por teléfono con una amiga, le preste la menor atención. Las expectativas fallidas y la consiguiente sensación de fracaso sumen al labrador, al financiero, a la secretaria y al niño en la más desoladora frustración.
La frustración se produce cuando las expectativas del individuo no coinciden con los hechos reales. Lo que frustra no es tanto la adversidad como el hecho de que los acontecimientos no se produzcan como uno esperaba. El inmaduro espera que los acontecimientos se sucedan siempre del modo que más le conviene. Cuando esto no es así, le resulta difícil aceptar que sus previsiones eran incorrectas y que había concebido unas expectativas infundadas. Lo común en estos casos es buscar un culpable, porque resulta más fácil que aceptar el propio error.
Con la madurez, el hombre se hace menos iluso, espera menos de la vida y se aproxima más en sus expectativas a la realidad. El inmaduro, sin embargo, es más proclive a los grandes batacazos. Vive de ilusiones y cosecha desencantos. Tiene una idea subjetiva del mundo y todos sus deseos los transforma inmediatamente en expectativas. No cuenta para nada con los imponderables y factores variables. Se cree el centro del universo. Está tan centrado en sí mismo que todo lo toma de un modo personal. En la adversidad, culpa al destino o a otra persona de actuar contra él. Y jamás, jamás se detiene a pensar que puede ser él el equivocado.
Lo más grave, sin embargo, de la inmadurez es la óptica miope que tiene de la vida: sólo considera lo inmediato. Ignora la lección que encierra toda contrariedad. No entiende que la vida funciona con una estrategia a largo plazo y que cada pequeña derrota personal que nos inflige no es más que una sabia preparación para ayudarnos a ganar la gran batalla final contra la ignorancia. Siempre ocurre lo que tiene que ocurrir, lo mejor; aunque, a veces, nuestra apreciación subjetiva nos haga ver un mal donde solamente hay un bien disfrazado. El dolor, la frustración, el desengaño no son castigos. Son cosas positivas. Son lecciones, si se saben considerar con la perspectiva adecuada. Observa a un jugador novel de ajedrez. Mueve sus peones alegremente, buscando resultados inmediatos, sin pensar en las consecuencias ulteriores de sus movimientos. Se excita e ilusiona prematuramente si consigue alguna ventaja parcial y, finalmente, se frustra cuando pierde la partida. ¿No recuerda esto el modo de actuar en la vida del inmaduro?
EL hombre de experiencia, por el contrario, analiza objetivamente todas las posibilidades. Piensa en el resultado final y no se inquieta por los pequeños reveses que ha previsto ya como inevitables. El inmaduro se rebela contra su sino cuando éste le es adverso y trata de modificar el curso de los acontecimientos para acomodarlos a sus deseos. El resultado es que su frustración no conoce límites. La actitud del sabio es diferente. Acepta las cosas como vienen y trata de fluir con ellas. En lugar de intentar modificar el destino, que es inexorable, se adapta a los acontecimientos. Cuando algo no sale como él lo tenía previsto, busca enseguida modificar su óptica.
La frustración es moneda corriente en nuestra sociedad, compuesta en su mayoría por individuos emocionales e inmaduros que confunden sus sueños e imaginaciones con la realidad. Pero no existe para el hombre de experiencia que tiene su vista puesta en el horizonte y sabe que cada traspiés, al fin y al cabo, le acerca más rápidamente a su objetivo.

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...