sábado, 4 de mayo de 2013

La cultura del esfuerzo y la meritocracia se han impuesto como factores clave en el triunfo


Es mejor una amistad que surge de un negocio que un negocio nacido de una amistad.
El sueño de hallar un sistema justo de posicionamiento social, el modelo meritocrático, está  acusado hoy de elitista e inequitativo; por lo que dicen que se debería renunciarse a él. Para mejorar la inclusión social habría que romper con el mecanismo de selección del talento.
En Nueva York el Hunter College High School, es una escuela secundaria centenaria, gratuita, de financiación pública, altamente selectiva y prestigiosa. De 4000 chicos que rinden sólo entran 185. Pero en junio de 2010, un alumno, un chico negro  llamado Justin Hudson, en su discurso de egresados, afirmó sentir culpa por un privilegio inmerecido que surge de definir el destino de un chico por aprobar o reprobar un examen. Habló de la desigualdad de origen que condena a los pobres y hace pasar a los ricos por más meritorios.
Christopher Hayes, egresado de Hunter, en su libro Twilight of the elites. America after meritocracy, de 2012, realiza una crítica a la vaca sagrada de la maquinaria social. Por un lado, la injusticia en lo educativo y laboral. Por el otro, el fin de la movilidad social y desigualdad, con elites que se complacen con reproducirse. Argentina no es EEUU, donde la competencia es implacable. Es su naturaleza. Argentina no es Singapur, donde el mérito educativo determina la posición laboral, social y el éxito.  En Argentina, la meritocracia se juega en valores añorados antes que en la rutina diaria. Los mecanismos clásicos -exámenes de ingreso o la nota, los instrumentos para medir el avance, están en desuso  o discutidos.
Luli va a ser abanderada, le dice la nena de 5to grado a su mamá, y agrega: Los papás se separaron. El trimestre que viene, va a ser Pili. Es que la mamá se murió. Los abanderados en primaria ya no se eligen por mérito. Llevar la bandera puede ser un premio al mejor compañero o una compensación emocional, sin importar las notas.
La moral meritocrática , un sueño nostálgico de la grandeza del título universitario,símbolo del ascenso social a partir del esfuerzo y al alcance de todos. Una meritocracia versión populista, de salir de la clase baja y obtener la carta de ciudadanía de  de clase media. La herramienta sería el mérito y el diploma la prueba.
Hoy se cuestiona la meritocracia por sus consecuencias sobre la exclusión, como nociones irreconciliables.”Si la escuela se centra en ella, quedan muchos en el camino y en el camino se van a la esquina, y allí no tienen destino”.  Eso decía el ministro de Educación, Alberto Sileoni, el 21 de septiembre pasado en su homenaje a Sarmiento.
Si la meritocracia reproduce lo que pasa, la falla no estaría en ella, sino en la sociedad. .
El empresario privado, busca resultados,  privilegia tener a la mejor gente y no quiere perder. Hay funcionarios a los cuales eso no les importa, el que paga es el contribuyente y reemplazan al mérito por una ideología que piensa la igualdad educativa en términos distributivos. Si la meritocracia no es garantía de justicia para la inclusión y la movilidad social, no por eso está  perimida. Una sociedad meritocrática tiene principios más justos.
Es más justo alcanzar algo en función del mérito que en función del apellido o la fortuna.
Pero el origen social y el capital cultural condicionan el mérito escolar. El punto de partida es desigual: los chicos de familias acomodadas  corren con ventaja. La justificación moral de que cada uno obtiene lo que merece es una falacia. La pirámide del mérito refleja la pirámide de la riqueza y del capital cultural. La usan para justificarse quienes ocupan posiciones de privilegio y para responsabilizar a los perdedores por no hacer el esfuerzo necesario por ganar.  Un 25% de los alumnos es abandonado, condenado al desempleo, la violencia, la delincuencia, el narcotráfico. Una casta cerrada protege sus privilegios.
De cada cien chicos  que  ingresan al secundario 58 logran terminarlo en las escuelas privadas y en las públicas  apenas se gradúan 26. Los países con mejores resultados han logrado una educación pública y gratuita de calidad; con aliento a la meritocracia. El modelo finlandés es un ejemplo. En Argentina el sistema  fragmenta según el nivel socioeconómico. La falta de inclusión afecta a la meritocracia y la excelencia.
Entre fines del siglo XIX y 1930, Argentina pasó de un 80% de analfabetos en 1869 a un 20% en 1930. Fue un fenómeno impresionante. La población argentina crecía por la inmigración pero la inscripción masiva en la escuela primaria crecía más y el presupuesto educativo por encima. Fue la primera revolución educativa que tuvimos en la Argentina.
Con el peronismo el presupuesto educativo no acompañó el crecimiento. Se inició un problema endémico de descenso de la calidad. Argentina tuvo movilidad social a través del clientelismo, no de la meritocracia. Educación, productividad y movilidad social genuina van de la mano. Y la revolución educativa pasa por su calidad. El populismo propone el asistencialismo y pone en riesgo la calidad de sus bienes públicos, entre ellos, la educación. Mientras los colonos ingleses en EEUU pagaban los impuestos de su bolsillo, las colonias españolas eran una sociedad y una economía rentística, cuya fuente principal  eran las regalías, no los impuestos. Buenos Aires dependía de los recursos que llegaban de Potosí.
La renta minera fue reemplazada luego por los recursos aduaneros, hasta 1930. Y desde aquella trama se instaló un dilema: desde el 30 estamos encerrados en esa trampa: ¿quién paga por los bienes sociales, los bienes comunes, los bienes públicos?
Carlos Pellegrini fue un presidente del que vale la pena aprender. Garantizó la bonanza económica entre 1899 y 1913 a partir de una certeza: Sabía  que no hay forma de integrarse al mundo desde el sector real de la economía si uno es un malandra ¿Por qué se reiteran errores? Los países aprenden, pero  Argentina insiste en lo que el mundo superó.
En 1996 el arzobispo de New York propuso recibir alumnos de escuelas públicas en sus escuelas. Al buscar financiarlo encontró oposición por violar la 1ra Enmienda sobre libertad de culto. Unos filántropos crearon New York Scholarships Foundation que ofreció vouchers de US$1.400 a 1.000 familias pobres que podrían elegir escuelas religiosas o laicas. 20000 familias se inscribieron. El 85% se asignó a niños con resultados debajo de la media. Los niños más desfavorecidos tuvieron mayor chance. Hace poco Wall Street Journal publicó los resultados en la Universidad comparando con los que no accedieron. El impacto sobre los niños afroamericanos fue notable en sus carreras. Aquí mencionar el voucher educativo es un tema tabú. Pero ante un Estado ausente ¿no sería el método para igualar oportunidades? La educación es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos. La nuestra fabrica mal porque la educación no es una política de estado

Singapur: una isla inteligente
Cuando de distintos países llegan a Singapur desean ver por qué sus estudiantes tienen tan buenos resultados en los exámenes internacionales. Y descubren el secreto: hay una obsesión nacional con la educación. Mientras los billetes en EEUU muestran imágenes de próceres, el billete de Singapur tiene un aula con alumnos escuchando al profesor y la universidad de fondo. Debajo se lee una palabra: "Educación".
Hace cuatro décadas este  país era muy pobre. Su PBI era similar al de Jamaica. Hoy, por su énfasis en educación, es el noveno de los países más ricos  en ingreso per cápita. Estados Unidos ocupa el 10° lugar y la Argentina, el 81°. Hace cuatro décadas había analfabetismo. Hoy es primero en los exámenes destinados a evaluar la capacidad de los estudiantes.
Para nosotros, la educación es una cuestión de supervivencia, dice el presidente de la Universidad Nacional de Singapur, Tan Chorh Chuan. "Singapur no tiene recursos naturales, de manera que no podemos sobrevivir si no nos concentramos en formar gente."
El fundador del país, Lee Kwan Yew, tuvo la visión de convertir a Singapur en un país con educación bilingüe, el inglés como primer idioma y su lengua materna como segundo. Eso contribuyó a convertir a Singapur en un centro importante del comercio mundial.
También convirtió el sistema educativo en una dura meritocracia, que produce trabajadores altamente calificados y que exporta cada vez más productos de alta tecnología. La meritocracia empieza en primer grado, los niños son clasificados en un ranking. Les dicen qué lugar ocupan y que se espera de ellos. Un examen al finalizar la primaria, los ubica en diferentes secundarias especializadas. Identifican las capacidades de los estudiantes y los encauzan. Al finalizar la primera etapa del secundario,  deben rendir otro examen y pueden ir a institutos que ofrecen tecnicaturas especializadas en oficios. Esa es la joya, dice el ministro de Educación, Ng Eng Hen: Casi todos los países tienen buenas universidades, pero pocos tienen un buen sistema de escuelas técnicas vocacionales y unared de seguridad académica para estudiantes de bajo desempeño. Las virtudes de un país consolidan su economía, pero los gobiernos populistas generan la maldición de los recursos naturales. Algunos países sin recursos hacen de la adversidad una ventaja, de la carencia una oportunidad. Finlandia y Singapur dicen lo mismo: “somos tan pobres que debemos invertir en educación”. Un país inteligente sabe que educar es la herramienta de su desarrollo. Japón se convirtió en potencia mundial agregando valor a sus importaciones. Los países ricos en recursos son pobres cuando exportan barato e importan caro la tecnología. El amiguismo y el clientelismo eliminan la meritocracia y crean desigualdad. La relación educación-economía se advierte en los exámenes para estudiantes secundarios de OCDE : los países económicamente eficientes lideran en educación.
 Singapur agrega dos joyas a la felicidad de su gente: dominan el idioma inglés, el idioma universal por excelencia y el auto conocimiento que les permite estudiar y trabajar en lo que les gusta con programas orientación vocacional. Así le suman inteligencia a la pasiónUn país inteligente hace que educación, salud y ciencia sean sus políticas de estado.

El milagro finlandés
Frente a la propuesta del ministro de Educación, Alberto Sileoni, de elevar a 190 los días de clase, Finlandia, cuyo sistema educativo es considerado el mejor del mundo, tiene un calendario similar. Pero la calidad de la educación es distinta. El éxito de su sistema educativo comenzó a notarse en los exámenes PISA, en el año 2000, donde Finlandia encabezó el ranking en lectura. 3 años más tarde lo encabezó en matemáticas y en 2006 en ciencias. En 2009 se ubicó segundo en ciencias, tercero en lectura y sexto en matemáticas y Argentina ocupó los puestos 57, 58 y 54, sobre 65 países participantes.
En Finlandia el 100% de los alumnos de primaria concurren a la escuela secundaria, el 93% de ellos se gradúa y el 66% prosiguen estudios universitarios; la tasa más alta de Europa. En Finlandia los maestros ganan un salario similar al de cualquier profesional, gozan de una gran reputación y son estrellas de la sociedad. Para llegar a ser docente, se requieren estudios universitarios: 3 años de Licenciatura y 2 de Maestría. Para acceder se requiere un promedio  de por lo menos 9 puntos y superar un estricto proceso de admisión. En virtud de ello, en el último año, de 1.600 candidatos a cursar  fue admitido el 10% de los postulantes.
Los sindicatos además de pelear por un salario digno deben exigir mayores requerimientos para ingresar al ejercicio de la profesión y la preparación de quienes ya la ejercen para cumplir con dichos requerimientos. Ese será el día en que los docentes sean socialmente respetados como lo son en otras sociedades y apoyados en sus reclamos salariales.

En 2016, China desplazará a Silicon Valley
China busca dejar de ser la fábrica del mundo para convertirse en su laboratorio. De una industria  sobre la base de mano de obra barata, la creciente inversión pública y privada en investigación y desarrollo apunta a acelerar su desarrollo con la palanca de la innovación. China es el segundo país  en I+D , con más de 800 empresas. La inversión en nanotecnología hace prever que seráa el líder mundial en la materia. Además de importar conocimiento, China hoy es el mayor exportador de estudiantes del mundo: tiene 450.000 jóvenes que se forman en aulas de Europa y EEUU. Y un sistema universitario que gradúa unos 700.000 ingenieros por año. En 2016 China habrá destronado a Silicon Valley como el lugar donde se inventa el futuro.
Sin embargo un padre rural gasta por año el equivalente a 10 meses de su trabajo para que sus hijos estudien, pero si los jóvenes no consiguen empleo al salir de la universidad se pone en cuestionamiento el sistema. Siendo pocos los hijos de familias pobres que obtienen calificaciones máximas en los exámenes de ingreso, son empujados a escuelas de menor calidad que reciben menos subsidios del gobierno. La educación pierde así su carácter de nivelador social. Los pobres no pueden pagar las cuotas que se exigen en escuelas de excelencia. Los exámenes favorecen a los chicos que viven en zonas urbanas a las que las universidades les dan preferencia. La tortura de los padres que se sacrifican es pensar ¿Qué pasará si no consiguen trabajo después de todo  lo que gastamos en su educación?

¿Cómo medir el mérito?
Meritocracia no es un término griego. Nació en 1958 en la novela El ascenso de la meritocracia, de Michael Young que muestra un modelo supuesto de mérito basado en el coeficiente intelectual en una Gran Bretaña opresiva de 2034.
No existe un  estándar de mérito, conviven méritos plurales. Los títulos están devaluados. Las empresas hacen alarde de meritocracia pero la noción de mérito se despega de los diplomas para incorporar otras variables. El mérito es para el buen desempeño y para quien encarna los valores de la empresa. Incorpora variables como liderazgo, relaciones, trabajo en equipo: tan subjetivas y discutibles como un título. Algunos sostienen que debe imperar en la universidad: allí se compite por bienes finitos: los puestos de trabajo futuros.
La meritocracia es un filtro. Ampliar el concepto de meritocracia no reduce la arbitrariedad.
No es necesario renunciar al objetivo que se corresponde con aspiraciones muy profundas: la gente quiere tener éxito. La meritocracia es la expresión de la libertad. En la educación básica la meritocria puede desarrollarse siempre que todos, incluso a los débiles, sepan leer, escribir, contar, manejar una PC. Que el triunfo de los mejores no implique la exclusión.

Incompetencias políticas
Lo primero a exigir  a un gobierno es honradez. Muchos privilegian la eficiencia, el "roba pero hace". El principal mérito es demostrar que se poseen valores. El deshonesto trabaja para él. Eso lleva a la quiebra. Argentina en materia de valores, está en convocatoria de acreedores. La igualdad y la justicia social no existen.
Los que quisieron construirlas fracasaron o forjaron otras injusticias. El hombre es egoísta en  posiciones dominantes. Sólo algunos países equilibran meritocracia e inclusión.
Lo más evidente es la  fractura social a partir de los 70. Hoy nadie quiere enviar a sus hijos a la escuela pública. Es posible que ya antes del 70 la educación fuera mala, entonces las familias tenían  menos instrucción pero creían en la escuela. Eso pasaba en todo el mundo, no sólo aquí, ya que el cambio del mundo a partir de los años 50 ha sido enorme. La educación está desprestigiada en todos lados, menos en esas instituciones meritocráticas. Hoy se adquieren saberes en muchas partes, la escuela perdió el monopolio de enseñar.
La cultura de los chicos de clase baja era un orgullo y un ejemplo, la movilidad social era natural respetando los valores de trabajo y estudio: padre inmigrante iletrado, hijo ingeniero. Hoy hay maestros están mal pagos, desganados, con records de feriados y licencias, y alumnos dispersos aprobados para no frustrarlos. Meritocracia no es un enfoque perfecto, pero nivelar  hacia abajo conduce a la decadencia. No todos podemos ser violinistas virtuosos, futbolistas destacados o exitosos empresarios. Cada uno puede hacer el esfuerzo de mejorarse a sí mismo. Si por comodidad no se esfuerza, no merece ayuda.
Suponga que va a ser operado de un tumor cerebral, y tiene que elegir entre dos cirujanos. A uno le da lo mismo operar su cerebro o jugar al truco, pero sus pacientes han sanado; el otro se toma muy en serio cada operación, pero su cuota de éxito es de 30%. ¿A cuál elegiría? Es fácil estar en contra de la meritocracia cuando no está en juego el pellejo. Son conceptos polémicos de la propia meritocracia: el vago genial contra el esforzado errático.
¿Qué calificamos: el resultado o el esfuerzo? Ambos. ¿Por cuáles variables medimos? De muchas formas, observando la situación inicial del alumno, en qué situación se encuentra hoy y  qué hizo para llegar donde está. Hay que perfeccionar en la práctica el sentido de evaluar sin dejar de lado el factor emocional. Un chico emocionalmente estable, socialmente aceptado, tiene más chances de continuar sus estudios y mejorar su rendimiento diario, en todo aspecto. Si un chico tiene problemas con su familia, con sus amigos, vecinos, etc, es difícil que pueda avanzar, aunque sea una luz.
El problema argentino pasa por ese factor: chicos sin familia o de  bajos recursos o con problemas de unidad. Son el primer ítem a resolver, ese es el fracaso de nuestra sociedad. Que no se encarguen los docentes. Debe haber un área para monitorear esto. Falta mucho de eso en nuestra educación, o solo existe en escuelas de alto nivel socioeconómico
El darwiniano funcionó, en Atenas o en Esparta, los mejores subían, los peores no. La pobreza en la niñez puede dar la fuerza necesaria para querer superarse. Algunos reyes degenerados por la laxitud pagaron a Napoleón por no ser atacados. Era una ventaja ser laxo y rico. Hay de todo, pero los que llegan, llegan por su espíritu, y los que se quedan, no lo tienen. Hace falta determinación, saber los que se quiere es el 50% del éxito.
Todas las culturas premian el éxito, es la forma que de que las cosas funcionen. Recordemos el experimento y la caída de la antigua URSS: nada funcionaba, la gente hacia largas colas para obtener una miseria, y los que podían se escapaban para entrar a una cultura meritocrática. Eso sí, haber redes de contención para los necesitados.
¿Por qué se inventó el handicap? Si el origen socioeconómico provoca desventajas , lo natural sería otorgarle puntos extras para balancearlo y, a posteriori de su ingreso, asignarle una cantidad de horas extra de estudio con profesores que le den soporte. Muchos chicos podrían desarrollar un enorme talento que se ve tronchado ante esa barrera. Entonces, démosle la oportunidad. La sociedad sacará ventajas. Es la esencia misma de la democracia lo que se pone en juego ante ese problema. Acá, allá y en todos lados, se ha reducido el mérito a una mera competencia en la evaluación de conocimientos.
Con un desempleo del 26,6% en España no hay estallidos sociales por el apoyo familiar, el trabajo en negro (el 24% de la economía) y lo más importante: por la ayuda del Estado de Bienestar. Un seguro de desempleo amplio impide caer bajo la línea de indigencia. Israel lo extiende todos los años como una renta básica universal a niños ricos o pobres, madres separadas y adultos mayores. Alemania tiene redes de contención, el Estado toma parte activa. En otros países de la zona, cuando se termina el seguro de desempleo se otorga otro que disminuye si el beneficiario no acepta los trabajos que se le ofrecen, pero le permite mantenerse con vida. Por eso no hay como aquí villas miseria, personas que revuelvan la basura o niños subalimentados. Garantizan a todos los bienes básicos, más allá del gobierno de turno. Argentina prefiere el clientelismo y no la tolerancia cero a la pobreza. Y cuando la población no accede a eso es imposible que haya paz ni justicia.

El facilismo
El pobre tiene su chance si demuestra extremada dedicación,  esfuerzo y más vocación que el resto, es muy injusto. No es solo una cuestión de justicia es una cuestión de conveniencia, imaginemos cuántos talentos estamos desperdiciando. Producimos excelentes futbolistas porque es el deporte más democrático, todos los pibes, desde la villa tienen la misma posibilidad de patear una pelota. Imaginemos la cantidad de talentos que podrían surgir en todas las ramas de la ciencia, la tecnología y las humanidades si les diésemos la oportunidad. Hay chicos que viven en un ambiente durísimo, con gobiernos populistas y la irresponsable frivolidad que nos aqueja. Van a haber cada vez más.  El facilismo conduce a la pobreza, al conflicto y a la frustración. Lo malo es que  se ha instalado como parte de la cultura nacional. Ahora teniendo el título no hace falta el saber. Hay que decírselo a los padres que solo quieren que sus hijos zafen. Exigir esfuerzo a los estudiantes, y convencer a los padres, no es discriminatorio. Lástima que se hayan tergiversado los valores y se haya instaurado el facilismo, que solo da egresados que son  analfabetos funcionales. Si todos no pueden saltar la vara, se baja la vara. Así no ganaremos medallas olímpicas en salto en alto.
La plata no es el único factor. Hay quién tienen plata y no caza una y gente humilde con más facilidad para aprender. El examen no es el mejor mecanismo. Pero el que sabe, sabe, y el que no es jefe.  Las personas que llegan a posiciones destacadas lo hacen debido a casualidades y/o padrinazgos. La meritocracia  funciona siempre que no aparezca alguno que conoce a fulanito o es pariente de menganito, sin palanca es difícil conseguir algo.
No es necesario renunciar a la meritocracia es pos de la inclusión ¿De dónde van a salir las ideas innovadoras para la inclusión social, si no de aquellos que saben y aplican su saber?
Toda sociedad debe tener estructuras de selección y desafío personal. Una sociedad sin desafíos tira para abajo. En un hogar con internet se obtiene más. En un hogar sin comida se logra menos. En un hogar donde se practican deportes, el niño rinde más. En un hogar sin paz, los niños dan menos. Hay todo un muestrario. No es función del Estado oponerse a la meritocracia, debe ayudar a que los niños tengan un buen punto de partida. La sociedad civil y el Estado deben brindar herramientas a las clases menos pudientes. Hoy se cambia empleo por asistencialismo, esfuerzo por facilismo y honestidad por corrupción.
La meritocracia puede ser oligarquía, el gobierno de unos pocos para su propio beneficio, la aristocracia es el gobierno de los mejores para el bienestar de todos. Como no hay quien pueda ser el juez que elija a los mejores, el gobierno correcto es  la democracia. Sabemos que los mejores alumnos muchas veces no se transforman en los mejores profesionales y los que acumulan distinciones y realizan su propio marketing, pueden no ser los más aptos.
En la Argentina no hay meritocracia, se depende de los padrinos que se tengan.
La vida enseña que el mérito personal es el camino, y que ese camino no es solitario sino que pertenece al complejo entramado social y las circunstancias de la época. La meritocracia no está en realidad en los educandos, sino en los educadores. ¿Qué tipo de sociedad queremos?, ¿qué tipo de ciudadano nos hace falta ?, ¿de qué sirve el secundario?, ¿la deserción no revela el fracaso de ese sistema?  Educación y trabajo se demandan mutuamente. La meritocracia es  mejor sistema que los inclusivos, aguantaderos sociales que intentan evitarle un problema social futuro al Estado, en detrimento del rendimiento educativo (estudiantes eternos, falta de vocación, profesores que ofician más de psicólogos que de docentes, nivelación hacia abajo a la espera de los que no se esfuerzan).

El fútbol  como modelo
Los trabajadores son desconocidos, los futbolistas son estrellas. Ambos deben tener condiciones, pero el futbolista decide y el asalariado acata.
El  jugador se entrena para trabaja en equipo, en la empresa cada uno hace su tarea. En el fútbol se reconoce al que ayuda a otro para que haga un gol. Cuando un jugador es transferido, se busca otro que aporte resultados similares, en las empresa puede ser reemplazado por cualquiera. Los jugadores son los vendedores del club.  Al empleado no le interesan las ganancias de la empresa. El jugador aprende jugando y es evaluado por su rendimiento, el trabajador aprendió en el aula. Al jugador no se le pide un CV,  si no destrezas. Al trabajador lo seleccionan según sus estudios previos, reflejados en su CV.
El club recluta de sus divisiones inferiores. El trabajador de escuelas donde aprende de memoria. El entrenador  fue jugador, conoce el trabajo por haberlo realizado. El  jefe en las empresas suele no saber hacer lo que sus empleados realizan. El jugador no tiene clases teóricas, practica todo el tiempo, el estudiante teoriza. Los chicos del fútbol desean  llegar a primera, los estudiantes ven su futuro lejos de la escuela y su realidad es la enciclopedia.
El error  es creer que la vida es una gran escuela. Todo saldrá bien sabiendo más. Para el estudiante la universidad es un trampolín pero la empresa desea que sepa trabajar.
El jugador aprende siempre, tiene  feedback con la realidad, ensaya variantes que pone a prueba. En la escuela sólo hay que tener buenas notas para pasar de grado.
En el fútbol se piensa en equipo, en la escuela se compite con otros alumnos. En el equipo hay colaboración, comunicación, toma de decisiones, liderazgo y  resolución de problemas.
El jugador trabaja en lo que le gusta mientras que el empleado trabaja por el salario. El estado de ánimo es la clave de su rendimiento. Si el  jugador no colabora, el equipo no funciona. Muy pocos equipos triunfan, por eso aprenden también de la derrota.
Para pensar en equipo de precisa una visión compartida, valores y reglas. Todos conocen el objetivo y su contribución. Lograr el alineamiento es el anhelo frustrado del empresario. 
Al terminar el partido analizan lo ocurrido para reforzar la conducta deseada y corregir errores. El jugador puede expresarse libremente. Se lleva un registro que incluye alimentación, estado físico, para evaluar su rendimiento. Nada de eso ocurre en la empresa.

La competencia
En el fútbol gana quien hace más goles, con la posesión de la pelota es más posible ganar. Un equipo debe tener mentalidad ganadora. Jugando al contraataque se  depende del azar. El prototipo es el Barcelona, otros tienen buenos jugadores pero no se animan a jugar. El que juega, se divierte y construye. En las empresas la tarea es rutinaria.
La mente tiene que independizarse de las piernas. Los automatismos individuales y colectivos  liberan al cerebro para aplicar las destrezas a crear jugadas que terminan en gol. En un trabajo rutinario es poco habitual que a un trabajador se le pida que genere ideas.
La creación implica cambiar ante un obstáculo, la incertidumbre está siempre presente ante distintos contextos y rivales. Es vital la capacidad de anticiparse para llegar primero.

La identidad
Es necesario armonizar la identidad individual (cada cual con la suya) y la identidad colectiva (común para todos). Es tan malo que la identidad colectiva sea débil por falta de cohesión, como que  aplaste al individuo. La armonía está entre la anarquía y el totalitarismo. Un líder consigue que se actúe con convicción. De un líder se aprende.
Mientras que un jugador tiene cada semana un encuentro con los hinchas que lo alientan o critican y los medios están pendientes de él, los trabajadores  reciben tan solo un feedback  indirecto de sus jefes o de los consumidores que demandan los productos de la empresa.

Cerebro individual y cerebro social
El cerebro tiene la capacidad de anticiparse. El corazón necesita sangre para funcionar, el cerebro precisa el desafío. Si todo es previsible, no se incentiva. Pero si nada es previsible, se frustra, no resuelve lo que no puede anticipar.
El goce intelectual incluye indicios de anticipación y de sorpresa. Un equipo de fútbol es una empresa humana y, como tal, su grandeza depende de los que la integran. Su modelo de organización es tan interesante que muchas organizaciones lo terminarán imitando.
Es difícil reunir en alguien todas las funciones del cerebro. Para optimizar el rendimiento hay que compensar debilidades asociándose con  cerebros complementarios. La esencia  del trabajo en equipo es que líder reúna la diversidad y el mérito dejando de lado la tentación del amiguismo. Convocar a los amigos suele cegar la objetividad. 
Los equipos de alta competición tienen creativos que aportan las ideas, analíticos que eligen las mejores, innovadores que las concretan, estabilizadores que generan  la rutina y socializadores que venden lo que el grupo produce. La calidad bien entendida empieza por conocerse y la sinergia armoniza los componentes con el todo, creando un poderoso cerebro social, donde el todo resultante, el equipo, es superior a la suma de las partes.

La actitud es lo que cuenta
El intelectual trabaja con conceptos, el hombre de acción con personas. El creador innovador le da forma a la ideas, es un cre-actor entre dos mundos. Jefe y empleado miran distinto, pero la empresa se debe a su cliente. Un señor pide un trago, no le gusta, recién el tercero le agrada ¿Por qué el barman no lo hizo bien de entrada? La actitud es un intangible esquivo, escurridizo y esencial. Sólo a 1 de cada 5  le apasiona su trabajo. La sensación de desafío es la clave del  aprender. Si algo gusta se practica y así se perfecciona. La escuela no encuentra la vocación y por eso no ayuda a concretarla. Sólo enseña a rendir exámenes y a graduarse. Se necesita un cerebro pensante, libertad y menos jerarquías. Una actitud que evite seres reactivos, temerosos, pasivos, que reciben órdenes.

Benchmarking
La sana envidia es objetiva, se compara con un modelo de excelencia e intenta hacer propias sus mejores prácticas. Se pregunta: ¿Qué puedo mejorar? ¿Cuál es mi modelo? ¿Qué diferencia nos separa?  ¿Cómo cerraré la brecha? Elegir el blanco a modelar es crucial. Lo que no se mide no se puede mejorar. La eficacia apunta a generar valor y la eficiencia a realizar bien la tarea. La excelencia descubre el 20% de los factores que generan el  80% de los resultados. Lo urgente no debe prevalecer sobre lo importante.

Gestionar el conocimiento
Gestionar la inteligencia para crear conocimiento es la principal función de la educación. Hay que formular la pregunta justa en el momento oportuno. El temor del docente es que le hagan preguntas, la educación reprime la curiosidad. Por eso casi todo lo que es útil lo aprendemos fuera del sistema. Educados para creer y no para crear destruimos la imaginación y la capacidad de crítica.
Hay esquizofrenia en pedir empowerment pero limitar la autonomía y castigar al que se equivoca; solicitar trabajo en equipo pero premiar sólo el  resultado individual; elegir a los que saben competir en lugar de compartir. Los centros de enseñanza (escuelas y empresas),  no son democráticos ni se organizan para ayudar y enseñar a pedir ayuda; buscan el perfeccionamiento y no la innovación. Innovar es sinónimo de cambio y cambiar es algo que se resiste por naturaleza. Se innova para mejorar, para eso hay que aprender y aceptar que el fracaso es parte del proceso. Hay que arriesgar pero el miedo está muy arraigado. En un entorno de miedo al fracaso, donde priva el castigo, es difícil que florezca la innovación.
El mérito en un cirujano es que haga bien su tarea y no que conteste bien una prueba. Aprender no se separa del trabajo. La medicina debe comenzar  en el hospital, luego vendrá la abstracción teórica. También hay que enseñar a reconocer que no se sabe, que pedir ayuda no es malo y que ofrecerla es un mérito. La innovación y el aprendizaje se proyectan hacia el futuro con curiosidad y voluntad de mejorar. Así generan conocimiento. Pero el saber puede ser una certeza paralizante que trabe el aprendizaje.
La innovación pide reinventar la rueda, el conocimiento afirma que ya está inventada. Aprender a innovar a la velocidad de los cambios es una tarea para toda la vida.
La virtud de los que saben es que no analizan lo que funciona sino lo que va mal o lo que pueden mejorar. Cuestionando o preguntando llegan al quid de los problemas.
La escuela no es un buen lugar para aprender porque enseña abstracciones inútiles. A nadie se le pregunta qué nota sacaste en el trabajo. Importa más ser innovador que recibirse de ingeniero o abogado. Innovación viene del conocimiento que surge de la innovación.
Los conecta el aprendizaje. Para aprender sirve el descontento productivo. El que está contento con lo que sabe no aprende y el triunfo se nutre del fracaso. Si un alumno es inventivo la maestra convoca los padres. La escuela enseña lo que no sirve, lo que debería enseñar es aprender a cambiar es decir a saber gestionar el conocimiento.

Incompetencias sociales
Hay gente con competencia profesional y con perfecta incompetencia social, son incompetentes bien preparados. La educación no les enseñó a vivir en sociedad, a convivir. Las debilidades y las fortalezas hay que detectarlas dentro de uno mismo. Las primeras para hacerlas virtudes, las segundas para desarrollarlas. 
Las amenazas y las oportunidades están en el entorno. Las amenazas se transforman en oportunidades cambiando la visión negativa de la botella medio vacía por el de la botella medio llena. Todo individuo es un aliado estratégico potencial cuando las relaciones mecánicas, condicionadas por la tarea, se convierten en redes de alto valor, generadas por la comunicación, la creatividad y el compromiso gana-gana. Las empresas inciden según como conforman los grupos de trabajo. El amiguismo debe eliminarse en alta competencia, agrupando individuos complementarios. Creativos que generan ideas, analíticos que elijan las mejores, ejecutivos que las produzcan y socializadores que tejan los lazos.
Así se podrá crear el todo social que resulte superior a la sumatoria de sus partes.
La democracia no es suficiente. Una democracia sin república lleva a la corrupción. No es cuestión de burocracia, sino de darle superpoderes al ejecutivo y eliminar la meritocracia. Cuando se nombran a familiares y amigos algo huele mal. La república es el contrapeso del poder que garantiza la democracia. Las sociedades que avanzan tienen en común su fortaleza institucional. Respetarla trae prosperidad y justicia. Hay gobiernos que usurpan la república para que sea un puente entre el presente y sus objetivos. Para combatir la corrupción hay que ver cómo funciona la democracia. Hay un viejo paradigma de los movimientos sociales: la pobreza y el capital humano se transmiten de generación en generación. Si esto es así, el capital humano se encamina a ser peor. Hay quienes miran con lupa los números y proyectan que esa tendencia de superación está a punto de invertirse.
Si la pobreza y el capital humano se transmiten entre generaciones, con la distribución del ingreso y la educación de los niños, y las diferencias entre la tasa de natalidad en los estratos superiores e inferiores, la sociedad del mañana va a ser más pobre que la de hoy.
Como las habilidades cognitivas están fuertemente influenciadas por la educación y el ingreso de los padres, es  probable que el capital humano empeore. Revertirlo requerirá una gran intervención pública en educación,  más allá de los recursos asignados.

Educación emocional
Toda emoción es una alerta, ni buena ni mala en sí misma, lo que importa es gestionarla. Al admitir la superioridad del otro, se lo podría tomar como modelo. La sana envidia es un mensaje de admiración, una fuerza impulsora. Al convertir la envidia en admiración nace el deseo de igualar y desaparece el odio. El rival ya  no es un enemigo.
La sana envidia busca lo que desea sin eliminar al rival. Su filosofía es ganar-ganar.
Una emoción visitada por el intelecto se torna inteligente: los celos  preservan las relaciones, la indignación mejora la autoestima, la envidia moderada se hace constructiva. La solidaridad es renunciar a un bien para compartirlo. La PNL estudia la percepción, cómo el cerebro filtra y organiza el mundo. Investiga cómo desarrollar habilidades  personales e interpersonales, partiendo de conocer a los demás y a nosotros mismos.
El Programa PISA  de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), identifica las aptitudes de los jóvenes de 15 años, para evaluar si el sistema educativo los prepara para participar en la sociedad del conocimiento.  Las pruebas se tomaron a 400.000 alumnos. La UNESCO propone la Educación de calidad para todos. La gran confianza depositada en el Estado como articulador de políticas educativas hizo que algunos países se posicionaron entre los mejores. Sus estudiantes analizan datos, evalúan puntos de vista, comunican con precisión, los ubicados últimos no saben hacer uso del conocimiento.
Para articular el poder individual y social hay que lograr que la gente acceda al poder inteligente y hacer de la educación una política económica, una política social y una política de estado, tomando conciencia que el recurso mayor de la sociedad es su gente y no sus cosas  y que el mayor pecado social es no saber cómo educarla.
Para Mahatma Ghandi -1869-1948- los pecados sociales son: Política sin principios, Economía sin moral, Bienestar sin trabajo, Educación sin carácter, Ciencia sin humanidad, Goce sin conciencia, Culto sin sacrificio.
La inteligencia social de una persona se muestra en los grupos que elige participar
El amiguismo obstaculiza la formación de grupos de alto rendimiento. Los equipos que valoran el mérito integran la diversidad. Así el todo resultante es superior a la suma de sus partes. Como en el ajedrez somos piezas del tablero social en interacción con las reglas del juego. Un peón puede ganar una partida y una neurona vale más si está bien conectada.
Toda organización se especializa. Eso puede generar la paradoja del especialista que tiene un martillo y que, por eso, sólo puede ver el clavo. Delegar actividades facilita concentrarse en el objetivo central. Inteligencia emocional es aprender a manejar las propias emociones y a administrar las relaciones con los demás. Ambas implican la posibilidad de concretar alianzas estratégicas. Hacia adentro  una empresa puede aliarse con su personal, hacia afuera con su clientes y proveedores o con instituciones de la sociedad.
La inteligencia social afirma que la unión hace la fuerza, que una disposición a agruparse acompaña a los hombres desde los albores de la humanidad.
Ante gobiernos que no mejoran la ecuación social se necesita un cambio individual que se proyecte a las instituciones. Las alianzas estratégicas pueden ser explícitas cuando se formulan o implícitas cuando se utilizan instituciones vigentes para afianzar los objetivos. Sin educación y sin familia una empresa no tendría recursos humanos.
La resiliencia es la aptitud para enfrentar la adversidad y los desafíos,  el recurso personal es el empowerment - el poder interior- y el recurso social son las alianzas estratégicas –que combinan los recursos individuales-. Los que sobreviven en un mundo complejo aplican: a) la destrucción creativa: se desatan del pasado y cambian defectos por virtudes, b) hacen foco en los recursos y  c) tienen una visión realista del presente.
La innovación toma en cuenta las carencias de cualquier tipo y crea ideas reparadoras. Así nacieron el autoservicio, el container, la caja de fósforos, la publicidad, es decir, en sentido amplio, un sentido común aplicado que asocia los diferentes tipos de inteligencia.
Solo no se puede. Dijo John Donn: “cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra. La muerte de cualquiera me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso: Nunca preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por ti”.

Existe la casualidad?

Escuchamos todo el tiempo hablar de las casualidades, pero... ¿existe la casualidad?

Realmente no, nada sucede porque sí... la verdad es que la casualidad no existe.
Todo es "causal", nada es "casual".

Todo lo que llega a nuestras vidas, cada situación por la que pasamos, es por algún motivo. Sai Baba en la India enseña las "cuatro leyes de la espiritualidad" que hablan justamente sobre esto.


La primera dice "La persona que llega es la persona correcta", es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

La segunda ley dice "lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: "si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...". No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

La tercera dice: "En cualquier momento que comience es el momento correcto". Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

Y la cuarta y última: "Cuando algo termina, termina". Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.

Creemos que no es casual que estén leyendo esto, si este texto llegó a sus vidas hoy, es porque están preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado!

martes, 23 de abril de 2013

Qué cosas influyen en nuestro humor



Humor es el tono sentimental, agradable o desagradable, que experimenta internamente una persona. Generalmente está vinculado a un objeto exterior (acontecimiento, lugar, otra persona, etc.) o a un pensamiento propio.
El humor se refiere exclusivamente a los sentimientos internos, subjetivos, y no abarca la manifestación exterior de los mismos. Cuando tenemos en cuenta los sentimientos internos y su expresión externa, hablamos de afecto y no de humor.
Es una expresión coloquial y habitual el decir: «estoy de buen humor» o «estoy de mal humor» cuando queremos reflejar nuestra disposición anímica ante las circunstancias ambientales.
Cuando nos encontramos «de buen humor» nuestro tono vital y sentimental se encuentra fortalecido. Nos sentimos alegres y sintonizamos bien con todos los acontecimientos positivos que nos rodean. Nos encontramos optimistas y tenemos ganas de hacer cosas, conectar con otras personas, divertirnos y sacar provecho de nuestras experiencias cotidianas. Asimismo disponemos de una mayor capacidad de resistencia para afrontar los posibles contratiempos; que, por otro lado y debido al optimismo, tendemos a minimizar, quitándoles importancia.
Por el contrario, cuando nos encontramos «de mal humor» nos colocamos en el polo opuesto. Nuestra disposición anímica se tiñe de pesimismo, nos sentimos apáticos, desganados y faltos de interés por todo aquello que requiera un mínimo esfuerzo. Los contratiempos nos parecen complicaciones fastidiosas e insalvables, empeorando aún más nuestro estado. Preferimos que nos dejen en paz y nos molesta la gente, por lo que tendemos a eludir la relación social.
Si tratamos de analizar qué factores influyen en el humor, observaremos que son innumerables. Unos son externos, procedentes del medio ambiente que rodea la vida del individuo. Otros son internos, procedentes de la propia persona y aparecen en forma de sensaciones físicas, psíquicas o combinadas.
Una clasificación de los factores determinantes de los cambios de humor nunca sería acertada, ya que una característica básica de los mismos es que son específicos de cada persona. Es decir, cada individuo es sensible a unos determinados factores que son particulares. Un mismo acontecimiento actúa en el humor de varias personas de distinta manera, según su temperamento y carácter.
Un experimento sencillo consistiría en acudir a una reunión social, y detenernos a observar a cada uno de los asistentes, tratando de percibir su estado de ánimo, su humor predominante. Probablemente veríamos a alguno alegre, radiante de felicidad, charlatán y lleno de entusiasmo. No lejos de él, advertiríamos la presencia de otro, callado, taciturno, ausente, actuando como sí la fiesta no fuera con él. Un poco más allá se dejaría ver un tercero, burlón, arrogante y presuntuoso que no cesa de llamar la atención. Sentado en un rincón, tal vez otro esté deleitándose con la música. Y otro más, quizá, se queje de aburrimiento y fastidio, lamentando haber asistido. Como vemos, el acontecimiento y los estímulos ambientales son comunes a todos, pero, sin embargo, la reacción de cada uno es muy distinta.
Así ocurre en la mayoría de los casos. Lo que para uno es maravilloso, puede ser horripilante para otro. Cada persona posee un conjunto de vivencias, experiencias y recuerdos archivados a lo largo de toda su existencia. Cada uno de ellos va acompañado de un sentimiento, una determinada emoción, que a modo de resorte se activa cuando nos encontramos ante una circunstancia que los excita. No es, pues, el hecho determinante en sí, el que modula nuestro humor, sino la integración que hacemos del mismo en nuestro interior, con toda la carga emotiva que ello supone.
Cuando nos preguntamos, entonces, qué cosas influyen en nuestro humor, podemos afirmar que todas aquellas que provoquen en nosotros una reacción emotiva; tanto positiva como negativa. Hacer un listado de las mismas sería una tarea interminable, porque prácticamente todo acontecimiento, de algún modo, consciente o inconscientemente, nos afecta.


El humor y el estado de ánimo
Humor es el tono sentimental, agradable o desagradable, que acompaña a una idea o situación. Cuando este tono se mantiene habitualmente o es el que predomina a lo largo del tiempo, hablamos de humor dominante o estado fundamental de ánimo.
El estado de ánimo puede variar entre dos extremos opuestos: desde la exaltación, la alegría y el entusiasmo, con una importante carga positiva de placer, a sus polos contrarios la tristeza, la insatisfacción e inhibición, esta vez con carga negativa de sufrimiento. Entre ambos límites puede albergarse toda una gama de posibles estados de ánimo intermedios.
Las variaciones anímicas pueden originarse de dos formas:
1. Por estímulos ambientales; es decir, externos a la persona, en la que provocan una reacción en sus sentimientos que dependerá del carácter de la descarga emotiva provocada. Si dicho estímulo es placentero producirá sensaciones positivas, proyectando el estado de ánimo hacia la alegría y el júbilo. Por el contrario, si el influjo ambiental es desagradable, provocará sensaciones negativas, empujando el ánimo hacia la tristeza, la angustia y la depresión.
En condiciones normales, existe una relación proporcional entre estímulo y respuesta en ambos polos.
2. Otras veces, el estado de ánimo varía su tono hacia uno u otro signo con independencia de las circunstancias del exterior. Es como si surgiera del interior de la persona, condicionando su disposición anímica y sin motivos ambientales aparentes. Entonces hablamos de sentimiento vital, porque impregnan la vida del sujeto formando parte de él mismo.

De una u otra manera, tanto el cuerpo como la mente sintonizan con el estado de ánimo y presentan una apariencia determinada objetiva y subjetiva:
La persona con «buen» estado de ánimo se siente más vital, más activa y mejor dispuesta para las relaciones sociales. Conecta bien con el medio ambiente y le atraen los acontecimientos divertidos, con gran disposición hacia lo alegre y jovial. Las circunstancias negativas son filtradas por una capacidad mayor para la tolerancia y tienden a ser minimizadas. Las funciones corporales suelen estar aceleradas y ello se manifiesta a través de impulsos instintivos, como el apetito alimenticio y la sexualidad, entre otros.
Objetivamente resalta su mayor actividad, rapidez de movimientos y facilidad de diálogo. Su cuerpo se mueve con soltura y tiene una apariencia expansiva y extravertida: brazos abiertos, semblante alegre y risueño y facilidad para contagiar su estado de hilaridad.
En cambio, la persona con ánimo bajo presenta la cara opuesta: tiende al aislamiento social y a la desconexión con el ambiente. Los acontecimientos positivos resbalan sobre una capa impermeable de pesimismo. Tiene facilidad, en cambio, para percibir las desgracias que la rodean y con frecuencia tiende a exagerarlas. Piensa con más lentitud y suele ser unidireccional, tendiendo siempre hacia lo negativo. Sus reacciones instintivas también se encuentran mermadas: disminuye el apetito y frena la libido.
Corporalmen te resalta su falta de actividad. No es raro que permanezca inmóvil en un sillón e incluso metida en la cama sin ganas de hacer nada. Su gesto se muestra serio o triste y es difícil arrancarle una sonrisa. Los brazos suelen caer abatidos o apretados contra el cuerpo, dotando a su figura de un aspecto retraído o introvertido. La acentuación de este estado puede acompañarse de la angustia y el llanto, con gran sensación de sufrimiento. Pero aquí ya entramos en el terreno de la depresión que merece un capítulo aparte.
El estado de equilibrio entre ambos polos, alegría y tristeza, recibe el nombre de eutimía; y las desviaciones hacia uno u otro sentido se llaman distimias. Cuando se rebasan unos determinados límites por ambos extremos caemos en el campo de la patología o enfermedad del ánimo: por un lado, la manía, en el plano de lo positivo; y por otro la depresión, en el de lo negativo.
 


martes, 16 de abril de 2013

Las señales de la vida


A menudo pedimos algún indicio para saber qué hacer en nuestra vida, qué  seguir, o alguna muestra conforme nuestra situación se encuentra en el lugar adecuado. Dudamos ante situaciones que nos gustaría que fuesen y no están siendo. Nos preguntamos qué hacer ante lo que nos sucede o por conseguir algo muy deseado. Todas nuestras demandas expresadas en voz alta al universo y manifestadas con toda la fuerza de nuestro corazón, son escuchadas y atendidas. Una vez manifestada nuestra intencionalidad, hemos de continuar viviendo nuestro  a día y estar atentos a todo aquello que nos pueda llegar de diferentes fuentes que puedan estar relacionado con nuestro propósito. Cuando más haya despertado el  humano su conciencia espiritual, más se dará cuenta de lo que está atrayendo. Cuanto más deseo tenga de aquello que anhela, con más fuerza atraerá y verá como el universo le dará como consecuencia de su manifestación en voz alta. 

Ábrete y date cuenta de lo mucho que la vida te da. Abre tu mente y tu corazón para saber que aquello que te llega está relacionado con lo que has pedido.
 No se te da porque sí, señales equivocadas, ¡no! Lo que recibes es el camino a seguir y la decisión a tomar, porque en el fondo, aquello que te das cuenta proviene de tu Yo Superior, del ser más elevado de ti mismos que ha elegido aquello que le has pedido como ser racional y terrenal. 


Las señales son como un destello de luz en un camino oscuro. Si no existieran, probablemente no sabríamos hacia donde ir y no veríamos nuestro caminar. Cuando se te da luz para que veas claro, es porque tú la has pedido. Acéptala y sigue aquello que te indica porque es para tu mayor bien y tu plena felicidad. ¿De qué sirve pedir una llave para abrir una puerta que sabes que te permitirá conseguir aquello que quieres, si cuando la tienes no la quieres hacer servir? 

Hay muchas personas que tienen miedo y resistencias a hacer caso a lo que se le está mostrando. Su pasado les pesa demasiado y no quieren sufrir más. Las señales aparecen a cada intencionalidad nuestra, a cada paso que damos. Son nuestras aliadas y la respuesta adecuada procedentes de la Fuente de toda Sabiduría existente manifestada a través de la forma. Esto son las señales. Estas siempre aparecen para nuestro mayor bien y son la llave para llegar a manifestar nuestra divinidad. Cuanto más les hagamos caso, más fluiremos por la vida y más puertas, con más facilidades, se nos abrirán. Son el cartel que nos indica qué dirección debemos de seguir en medio de un cruce de caminos. Si no les hacemos caso, nos quedaremos bloqueados y quietos en nuestra vida hasta que tomemos la decisión de aceptarlas y librarnos a ellas. Las señales son nuestra voz interior, esta sabiduría que todos llevamos dentro, materializando nuestros deseos, nuestra voluntad. Las señales nos llevan a nuestra plena realización. 

Tú tienes la llave para abrir esta puerta, donde detrás de ella, se encuentra justo aquello que has pedido. ¿Por qué no te liberas de los miedos y muestras al ser valiente que eres, consiguiendo tus anhelos? 

Cuanto más hagamos caso de las señales que la vida nos da, antes conseguiremos ser nosotros y materializar en nuestra vida nuestros objetivos y deseos. Queremos y queremos, y cuando se nos da, lo rechazamos porque porqué no nos atrevemos a hacerles caso o las negamos. 

Estamos constantemente rodeados de señales que nos indican el camino a seguir, pero el ser humano ignora lo que se le da, que es todo. Queremos tener una visión clara de lo que hacer, y cuando se encuentra ante nosotros, la negamos. Queremos saber qué hacer en la vida, o qué decisión tomar, y cuando se nos da, la ignoramos. 

Dejemos de tener miedo para seguir aquello que la vida nos indica para hacer y nuestro mayor bien. 


Se nos da y muchas veces estamos distraídos. 

Se nos ofrece y a menudo lo negamos. 

Se nos muestra de una manera evidente el camino a seguir, y nosotros decimos: ¡No!.
 


Entonces nos quejamos y nos rodeamos de más dolor al pensar que la vida no me da aquello que le pido. ¡Ya lo creo que nos lo da, pero eres tú quien lo niegas! ¡Perdemos tanto tiempo y energía negando lo que es! 

Ser feliz es fácil, solo es necesario fluir y seguir las directrices que la vida te muestra facilitando tu avance. Cuando hacemos caso a las señales que ésta nos da, todo va bien, y solo alegría y gozo por vivir se manifiesta en nosotros. Seguir las señales es de valientes y sabios. Negar lo que se te muestra ante ti es la actitud de nuestros miedos y de tu mente enraizada en un pasado. 

Se nos quiere facilitar nuestra vida. No estamos solos, pero hemos de estar abiertos y predispuestos a seguir la dirección que se nos indica para nuestro mayor bien y nuestra plena manifestación divina. 

Siguiendo las señales te llevará a la sabiduría y a disfrutar de la vida como no lo has hecho hasta ahora. Todo es sencillo, llano. 

Te invito a que la vida te sonría y puedas sentir tu divinidad, y como las puertas se van abriendo debido al amor que se irá manifestando cada vez más en ti. 

Sigue las señales que la vida te da, y deja de pensar, de querer controlarlo todo, porque aquello que quieres saber ya se encuentra ante ti. Ábrete, observa y acepta. Después, se necesitará ser valiente para llevar a término aquello que se te ha mostrado para ti. Tu tesoro se encuentra detrás de la puerta que se encuentra cerrada. Tú tienes la llave. Atrévete a abrirla y disfruta de todo aquello que la vida te regala. 

Confía y déjate ir para conseguir tus mayores ideales. La vida te lo da a través de las señales.
Síguelas y llegarás a ellos. 

sábado, 13 de abril de 2013

El éxito no depende sólo del esfuerzo


Fuerza y acción conjugadas. De ahí nace el esfuerzo. Muchos dicen que, administrándolo y canalizándolo adecuadamente, se consigue cualquier objetivo que nos propongamos.
Bueno, casi siempre…

1) El esfuerzo no garantiza el éxito

Comencemos por la lección más agria de las cinco. Porque, aunque admitamos que el esfuerzo es un componente que casi siempre está presente en las historias de éxito y que es uno de los más importantes, no es el único.
Junto al esfuerzo juegan otros factores. Entre ellos, la toma de decisiones oportunas yelementos que no podemos controlar, como el talento, el apoyo del entorno, etc.
Aquí tenemos algunos ejemplos de ésos últimos: El éxito no depende sólo del esfuerzo.
Hay veces en las que todos esos “elementos incontrolables” se alinean con el esfuerzo, haciendo más probable el triunfo. Otras veces, por el contrario, esos elementos juegan en tu contra.

2) Se puede lograr más con menos esfuerzo

La clave no es tanto CUÁNTO te esfuerces, sino CÓMO optimices ese esfuerzo. Para que éste dé los frutos que esperas has de:
  • conocerte a ti mismo,
  • saber lo que quieres,
  • tomar decisiones,
  • apegarte a ellas
  • y organizarte bien, muy bien (con descansos incluidos para recuperar fuerzas).
De esa manera, rentabilizas cada gotita de sudor que has empeñado en tu objetivo. Y, aun así, te encontrarás con otros “elementos incontrolables” y no previstos jugando a favor o en contra.
Por lo que habría que añadir algo a esa receta: flexibilidad. Ésta es necesaria para ir variando tu estrategia en función de cómo vayas evolucionando, para adaptarte a los cambios, para superar rápidamente los tropezones y también para sacar provecho de esos “elementos incontrolables” cuando juegan a favor.
Te pondré un ejemplo: Yo escribo a diario en este blog, pero no me esfuerzo todos los días lo mismo, con la misma intensidad. Unos días, porque no me sale y otros, porque no es necesario.
Entre las entradas que más aceptación han tenido, hay unas cuantas en las que puedo decir que me he esforzado bastante (leyendo sobre el tema, cuidando la redacción minuciosamente, etc.).
Pero hay muchas otras que han tenido éxito con un esfuerzo mínimo por mi parte.
Nota mental: No todos los días rendimos igual. Unos días estamos más inspirados, más alegres, más receptivos… o lo que sea. Y eso mismo le pasa a la gente. Aceptarlo y aprovecharlo hace que consigamos MÁS con menos esfuerzo.

3) Nada sustituye al esfuerzo

Ni la suerte, ni las ganas, ni la inspiración o el talento pueden reemplazar al esfuerzo personal. Quien quiere algo ha de pagarlo con su esfuerzo. (Poco, mucho… el justo.)
También cabe la posibilidad de que lo pague con dinero, “comprando” a alguien que se esfuerce en su lugar. Pero, incluso en este caso, el esfuerzo de reclutar la persona ideal en quien delegar no se lo quita nadie.
Volviendo al ejemplo que te he comentado arriba: Los días de inspiración, en mi caso, no existirían de no ser por todo el esfuerzo en aprender (con resultados más discretos) realizado en días anteriores.

4) El esfuerzo sienta bien

Existe una recompensa intrínseca al esfuerzo. Es gracioso que tanta gente le tengamiedo al esfuerzo, prefiriendo sudar lo mínimo, cuando la satisfacción del “deber” cumplido está entre una de las mejores sensaciones que podemos experimentar a diario.
Esa tranquilidad se te queda en el cuerpo cuando las cosas salen bien y también cuando no es así. Estás en paz, porque por tu parte no ha quedado. ¿Qué te vas a reprochar?

5) El esfuerzo es fuente de confianza

Cuando te esfuerzas, a veces te encontrarás que has gastado tus energías en algo que no ha valido la pena. A todos nos pasa.
Pero, si estás acostumbrado a esforzarte, menos te costará volver a ponerte manos a la obra en un objetivo que sí llegue a buen puerto.
Porque el esfuerzo desgasta, pero, una vez repuesto, te encuentras con que eres más resistente. Estás más curtido. A buen seguro, mucho más aguzado a la hora de dosificarlo en próximas ocasiones.
Eso es una gran ventaja, ¿no crees?

CONCLUSIONES

  1. El esfuerzo es uno de los pilares del éxito. Importantísimo, virtuosísimo e inexcusable, aunque no sea el único.
  2. Hemos de aprender a gestionarlo adecuadamente, sin olvidarnos de ser flexibles.
  3. Me he esforzado en esta entrada. Pase lo que pase con ella, esa satisfacción no me la quita nadie
  4. Nos gustaría que la vida fuese fácil, cuanto más fácil mejor, pero hay cosas que simplemente no lo son.
    Pierda peso mientras duerme, sin dietas ni ejercicio.
    Sea millonario en 15 días con este novedoso programa.
    Quiérase a sí mismo a partir de hoy.
    Consiga al hombre de sus sueños pronunciando este conjuro…

    ¿Te suenan anuncios como ésos? Posiblemente también te suene que detrás de ellos hay algún listillo, que pretende lucrarse con los deseos desesperados de unos cuantos.
    Aquí animamos a aprender y a dar pequeños pasos a diario en dirección hacia nuestro objetivo. Porque a veces la vida nos pide un cambio y ese cambio supone esfuerzo.
    Seguramente también sabes lo que tienes que hacer para resolver un problema. Lo único que necesitas algo de trabajo y motivación.
    Y créeme que todo trabajo largo tiene su recompensa, se llegue o no al objetivo. Por una parte, es mucho lo que se aprende tanto del objetivo como de nosotros mismos; por otra, cuando se consigue una meta importante, produce una enorme satisfacción.
    Además, la esencia de la vida está en los retos. Uno detrás de otro, ¿no crees?
    A la hora de encarar un objetivo vital, valor, constancia, paciencia y esfuerzo son algunos de los ingredientes que nos conducirán al éxito.
    El esfuerzo sólo es uno de ellos, uno de los más importantes, de acuerdo, pero no el único. Es más, a veces el éxito está condicionado por factores ajenos a nosotros, que no podemos controlar.
    Veamos algunos ejemplos para argumentar lo anterior
    * Imagina que te has preparado a conciencia para optar a un puesto de trabajo. Has puesto toda la carne en el asador. Te has esforzado al máximo y, a la hora de la verdad, rechazan tu propuesta y se quedan con la de otra u otras personas.
    Conclusión: La competencia también se esfuerza y puede obtener mejores resultados que nosotros.
    * Te has enamorado de una persona. Qué bien. Intentas agradarle ofreciendo lo mejor de ti mismo, pero ella prefiere a otro.
    Conclusión: A veces la llave de nuestro éxito está en las manos de otra persona.
    * Abres un negocio. No escatimas en aportar todos los recursos posibles para que salga a flote, pero no llegan los clientes.
    Conclusión: El tiempo importa. (Roma no se hizo en un día.) Y la buena suerte, también tiene mucho que decir.
    * Participas en una competición deportiva. Estás en plena ejecución de la prueba y… ¡crack!… una lesión.
    Conclusión: Eventos inesperados pueden dar al traste con todo el esfuerzo invertido.
    * Haces un examen. Has estudiado como nunca y respondes el cuestionario lo mejor que puedes. A tu lado hay una persona que copia y, al final, saca mejor nota que tú.
    Conclusión: Hay personas que toman atajos para ahorrarse el esfuerzo y a veces les sale bien.
    Como puedes ver, eso de que si te esfuerzas verás buenos resultados, carece de fundamento. No siempre es así.
    Tengo un familiar muy cercano al que la buena suerte le ha sonreído durante la mayor parte de su vida. Heredó un negocio exitoso. Se casó con la mujer que quería. Las inversiones que realizó dieron más frutos aún de los que esperaba… y no hubo eventos como enfermedades o catástrofes naturales que se interpusieran en su camino.
    Pues bien, este familiar piensa que si yo no tengo el trabajo que quiero o, en general, si no alcanzo lo que me propongo, es únicamente porque no me esfuerzo lo necesario. Así me lo dice.
    No pienso poner en una balanza cuánto me he esforzado yo respecto a él o respecto a otras personas. Sólo sé que sí me he esforzado y a quien da todo lo que tiene, no se le puede pedir más.
    Lo anterior no quiere decir que dejemos de esforzarnos, no. El esfuerzo no deja de ser importante si queremos ver resultados con el paso del tiempo.
    Lo que he intentado es justificar que no debemos reprocharnos nada cuando nos hemos esforzado todo lo posible y, a pesar de eso, el éxito nos esquiva. Hay que contar con que existen factores que escapan a nuestro control.
    Dejemos de culparnos por las situaciones en las que algo sale mal y no ha sido por una negligencia nuestra. La vida es una lucha constante y es inevitable perder alguna batalla. Aprendamos y sigamos adelante.

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...