CONSEJOS PARA PREVENIR LA ANGUSTIA
La angustia se define como una intranquilidad o
desazón ante un peligro o una desgracia, acompañada de un sufrimiento intenso.
La angustia es una reacción profunda en el ser con manifestaciones físicas a
situaciones o causas que realmente no tienen por qué provocar esa
reacción.
El ser humano en realidad es muy flexible y tiene una
gran capacidad para soportar problemas, que incluso es mayor de lo que él cree.
Puede ser golpeado de muchas maneras por la vida y permanecer en pie ante
cualquier circunstancia, si tiene razones profundas por las que vivir y morir.
Si una persona encuentra razones concretas por qué vivir y luchar, puede
experimentar, sufrir y aguantar toda clase de sufrimientos y dolores, más allá
quizás de ciertos parámetros establecidos, y permanecer firme para superar las
situaciones en las que se encuentra.
Las personas que sufren crisis de angustia pueden
tener uno o más de los siguientes síntomas:
A. Sensación de peligro inminente
La persona siente una sensación de que está en peligro
inminente, sin que exista una situación u objeto amenazante.
B. Impresión de desorganización o
impotencia
La persona tiene la impresión de que no puede hacer
absolutamente nada en contra del miedo que siente. Se siente impotente ante la
situación que le amenaza.
C. Sensación de irrealidad
La persona admite que lo que siente es realmente
absurdo, pero sigue sintiendo la misma sensación de angustia ante la cual no
puede hacer nada. O sea, la persona sabe que es absurdo pero cree que es
verdad.
D. Síntomas físicos
En una crisis de angustia, la persona puede sentir uno
o más de los siguientes síntomas físicos:
1. Palidez, jadeo, temblor, sudor o palpitaciones
2. Sensación de que algo le oprime y le hace mucho
daño
3. Dificultad para respirar
4. Confusión y agitación como si estuviera inmersa en
una especie de niebla
5. Inamovilidad y paralización, a la espera de una
catástrofe inminente y presa de un pánico incontrolable
6. Apariencia ante los demás como si estuviera loco o
fingiendo el malestar que siente
Sin embargo, las crisis de angustia son reales,
auténticas y los que la padecen sufren terriblemente. La situación de crisis
puede empeorar considerablemente si se mezcla con licor o drogas.
Los sentimientos de angustia pueden ser causados por
las siguientes situaciones:
A. No tener un sentido profundo por qué
vivir
Cuando el ser humano está desorientado, no tiene claro
por qué vive o sufre, no tiene metas definidas ni encuentra sentido a su vida y
sufre sin saber por qué. En este estado, lo atacan fácilmente miedos
irracionales y toda su energía vital, su fuerza interna profunda, que en sí es
positiva y buena porque viene de Dios, se diluye y se diversifica y la persona
no puede gobernar su propio ser. Si una persona es incapaz de dominarse, su
cuerpo es invadido por energía negativa, descontrolada y desequilibrada que
ataca sus órganos vitales y los destruye. Sus fuerzas internas descontroladas
se convierten en negativas y pueden aniquilarlo poco a poco. Sobrevienen,
entonces, reacciones somáticas que se manifiestan en problemas cardíacos,
estomacales, intestinales, nerviosos, y otros.
Cuando la persona no tiene razones profundas por qué
vivir ni causas por qué sufrir, y se encuentra alejado de Dios, su capacidad de
resistir se limita muchísimo más, puede quebrarse fácilmente y de allí viene la
angustia.
La angustia proviene, pues, de una rebeldía interna.
Esa es la razón por la que las personas se enferman tanto; padecen mucho más de
lo que tendrían que padecer físicamente y ciertamente se desgastan por el mal
uso de la energía positiva interna que Dios les ha dado.
La angustia no es la única causa de enfermedades,
porque el mundo del ser humano es sumamente misterioso y la medicina misma no
es capaz de descubrir todos los orígenes de las enfermedades. Pero ciertamente
se puede decir que el ser humano se desgasta y enferma porque no utiliza bien
su energía o sencillamente no la usa.
Todo lo positivo y bueno que tiene el ser humano, que
es creación de Dios, puede destruir su mente y su cuerpo si no se controla.
Nadie puede ser dueño de sí mismo si no se conoce profundamente ni sabe para
qué está en este mundo. Como respuesta interna a esta situación de estar
alienado y dormido, aparece una angustia vital y existencial, una sacudida
profunda del alma, del ser interior, que desequilibra la mente y el cuerpo del
ser humano. Esa fuerza interna, que no ha sido bien encauzada ni gobernada,
sale anárquicamente de mil maneras, como un caballo desbocado que golpea el
cuerpo y el alma del ser humano, destruyéndolo física y emocionalmente. La
persona se empieza a alterar y angustiar, y no logra entender qué es lo que le
está pasando. Lo que sucede es que su energía vital está padeciendo anarquía
profunda.
La capacidad de sufrimiento del ser humano tiene como
fundamento el poder creador de Dios, quien nos hizo a Su imagen y semejanza. Si
la persona cuenta con el auxilio y el poder de Dios, y se apoya en la fuerza
divina que proviene del Señor, su capacidad de trabajo y de sufrimiento es, en
verdad, casi ilimitada y su reacción ante las circunstancias adversas de la
vida es mucho más positiva.
Uno de los problemas del ser humano es la mediocridad.
El mundo es de aquel que es capaz de dar a la gente razones por las que vivir.
Un buen ejemplo de ésto fue lo que sucedió en Alemania antes de la segunda
guerra mundial. En ese tiempo, Alemania era una nación moderna que tenía
grandes potencialidades; estaba llena de vitalidad, entusiasmo y riqueza
cultural. Esa nación fue tomada por una persona anormal que, tristemente, le
inyectó razones equivocadas por las que vivir y morir que la lanzaron a una
hecatombe. El pueblo Alemán no tenía un núcleo vital, un por qué vivir y morir,
no había sido educado en el sentido más profundo del término (es decir
evangelizado) y carecía de jerarquía en sus valores morales. La locura de
Hitler alzó a ese pueblo a una lucha irracional, infundiéndole,
inteligentemente, sus propias razones torcidas por las que luchar. El no
comprendió que era imposible combatir contra el mundo entero, vencerlo,
adueñarse de todo y crear otro imperio romano. Si Hitler hubiera sido un hombre
cuerdo, positivo, auténtico y equilibrado, probablemente Alemania hubiera dado
al mundo un impulso de progreso mucho más grande que el de Japón.
Esta es una prueba de que el mundo está hambriento de
razones profundas por qué vivir y morir. Todo ser humano necesita encauzar la
energía maravillosa dada por Dios para poder vivir, luchar y morir. Mientras
más encauza su energía por senderos positivos y buenos, más plenamente vivirá.
Muchos grandes artistas, pintores, políticos, músicos, descubridores,
científicos y líderes religiosos han vivido muchos años más de lo normal por su
apasionamiento y entrega a una causa profunda, sea sus cuadros, su música, su
economía o su Dios. La vida se alarga mientras uno está más entusiasmado
luchando por algo grande.
Hendel pasó 24 días encerrado, casi sin comer ni
dormir, inspirado, apasionado, creando el Aleluya, que es una obra inmortal y
maravillosa, que se ha cantado y ejecutado en todas partes del mundo. Este
músico por vocación estaba impactado, motivado, entusiasmado y convencido que
esta obra era grande y valía la pena. Muchos artistas de esa época morían de
hambre, pero se puede decir que sus obras eran su razón por qué vivir y por qué
morir y quedaron como herencia valiosísima que hoy día se venden por muchos
miles de dólares.
Cuando el ser humano trabaja de esta manera, no sufre
de angustia, taquicardia o dolores de cabeza, cuello, nuca o estómago. Su
energía esta bien encauzada, todo su cuerpo funciona bien y está en
armonía.
Cada ser humano fue hecho increíblemente bien por
Dios, con un caudal grande e impresionante de energía y capacidad para trabajar
diez, doce o más horas al día. Si usted se encuentra apasionado y entusiasmado
con su trabajo, puede trabajar por mucho más tiempo y al final se sentirá muy
satisfecho y tranquilo. En cambio, la falta de motivación, entusiasmo y
apasionamiento causará que usted trabaje muy por debajo de su capacidad y se
sienta agotado. Usted tomará su carrera o profesión simplemente como un medio
para vivir y comer y no para desarrollarse plena e integralmente. El
desperdicio de la energía maravillosa que Dios le ha dado provoca muchas
neurosis, conflictos emocionales, problemas físicos, angustia y
cansancio.
La angustia aparece cuando no existe una razón
profunda por la que usted deba vivir o morir. Significa que usted no está
convencido y enamorado de lo que está haciendo. La angustia es, en parte, como
un fenómeno mental y físico de desorientación y alarma que nos anuncia que las
cosas no andan bien. También es un signo de vagancia de nuestra sociedad de
opulencia, donde todo es fácil, todo está programado, establecido y asegurado y
no hay que sacrificarse demasiado. Las personas son poco creativas y actúan como
robots, subsistiendo pero nunca rindiendo al máximo. Se convencen que no
nacieron para sufrir sino para vegetar y vivir tranquilos, sin
dificultades, o sea como un adorno. En estas
circunstancias, siempre encontrarán una manera de estar toda la vida simplemente
descansando. La angustia es consecuencia clara de no descubrir por qué razón
está usted vivo en este mundo. Es como un vacío existencial en el que la
persona se encuentra desorientada y no ha descubierto aún el papel que ha
venido a desempeñar en esta vida.
A Dios le tiene que doler cómo está el mundo y cómo ha
ido evolucionando, porque la cantidad de vagos es realmente impresionante. El
cuerpo de Cristo, que es la Iglesia y somos todos nosotros, tiene la sagrada
misión de crear un mundo verdaderamente maravilloso con razones profundas y
auténticas por las que vivir y morir.
B. Educación negativa, traumas y
frustraciones a temprana edad
La educación negativa definitivamente influye como
causa de la angustia. Hay situaciones de angustia que empiezan a desarrollarse
en nuestra infancia, niñez, adolescencia o juventud. Nacer y crecer en una familia
que experimenta ansiedad y en la que a menudo se vive angustiado causará que
los niños se desarrollen con ciertas deficiencias en cuanto a su educación. Una
educación negativa, donde el padre o la madre ha estado consciente o
inconscientemente inyectando ansiedad a sus hijos, los condiciona a sufrir
diferentes grados de angustia, que no se resuelven hasta que se descubren las
causas y se somete a la persona, ya adulta, a una terapia profunda.
La educación en el hogar es clave para el bienestar
mental de una persona. Los niños no tienen formado aún su juicio crítico; son
como esponjitas que todo lo asimilan. Un niño no puede analizar que su madre es
una mujer nerviosa y angustiada. El niño solamente puede deducir que lo que la
madre o el padre sufre y teme debe ser verdad porque esos son sus padres.
Entonces, el niño aprende a tener miedo de las mismas cosas que sus padres
temen. Es terrible que los padres inyecten ansiedades a sus niños y los
programen a estar siempre sobresaltados y angustiados.
C. Cultivo de miedos irracionales
Los miedos probablemente tienen cierto fundamento
real, pero luego se pueden volver irracionales. Cuando es así, la persona
pierde la medida o magnitud de esa realidad inicial y se produce una reacción
obsesiva que daña el organismo. Los miedos irracionales aturden y con el tiempo
se pueden convertir en fobias que pueden activar sentimientos de angustia. Las
personas que sienten miedos los "viven" como si fueran realidad, lo
cual los va agotando y destruyendo. Los miedos también pueden provocar o
anticipar acontecimientos negativos, si se viven muy intensamente.
Hay ciertas personas que no sufren angustia porque
tienen razones profundas por qué vivir, pero nunca han podido superar ciertos
miedos irracionales. Realmente, es muy fácil cultivar miedos irracionales, ya
que no hemos sido educados para vivir mejor, sino para saber más de
matemáticas, ciencias, inglés, geografía y demás, o para vestir bien, para no
gritar o no gastar mucho dinero. Se puede decir que todos estamos enfermos ya que vivimos en
una sociedad enferma y neurótica.
Los miedos deforman la realidad cuando se experimentan
irracional y obsesivamente y producen cierto desequilibrio y depresión. Por el
efecto dañino que causan los miedos, hemos identificado 14 tipos diferentes de
miedos que analizaremos para descubrir cómo superarlos y vencerlos.
Los miedos muchas veces tienen su origen en la
realidad de las cosas que acontecen, pero hacen un daño terrible cuando por
diversas circunstancias se convierten en una obsesión para el que los siente.
Cuando los miedos pierden su sentido real, se transforman en auténticos
monstruos mentales que causan mucho daño. Si los miedos no son bien
controlados, se desbordan y producen una angustia terrible.
En general, los miedos obsesivos producen una terrible
angustia, sobre todo cuando no se aprenden a dominar. Los seres humanos son
mucho más irracionales de lo se piensa porque en muchas de las cosas que hacen,
actúan sin pensar y sin razón. Mientras las personas no racionalicen los
miedos, seguirán angustiados.
Hemos seleccionado y resumido los principales miedos,
tomando las ideas de varios autores diferentes, y se los presentamos a
continuación. Ataquemos de frente estos miedos irracionales para poder vivir
una vida más plena,
A. Miedo al fracaso
El miedo al fracaso paraliza e impide actuar. Este
miedo a no triunfar en una determinada empresa que nos hemos dispuesto a
realizar en cualquier campo de la vida, puede producir desequilibrio emocional
y angustia. Este miedo se produce muchas veces porque la persona tiene una
visión irreal de la vida, en la que piensa que todo le tiene que salir bien,
que su camino tiene que ser amplio, tranquilo, cómodo, feliz y sin problemas.
No concibe que en la vida puede ocurrir algo negativo. Con esa manera de
pensar, la persona no está preparada para el fracaso y cualquier cosa negativa
que le ocurra se convierte en una tragedia. Cuando una persona tiene este tipo
de pensamiento en su subconsciente y está convencido de lo que piensa, se
paraliza, se limita en su acción y se convierte en un ser mediocre que nunca
será algo grande en la vida, ni realizará algo que en verdad valga la pena. Esa
persona hará solamente aquello que no conlleve ningún riesgo que le pueda
llevar al fracaso.
La persona que piense así, al situarse ante cualquier
posible fracaso o algo que implique cierto riesgo, inmediatamente comenzará a
angustiarse. Su angustia puede llegar a ser tan grande que su reacción será
huir. Si no puede huir, comenzará a volverse agresivo y atacará el obstáculo
que tenga en el camino, que bien puede ser el motivo de su fracaso. La huida y
la agresividad son sus dos opciones. Ambas reacciones son primitivas e
instintivas y causan que la persona actúe irracionalmente.
¿Qué hacer ante el miedo al fracaso?
Todo ser humano debe tener conciencia clara de que en
la vida se triunfa y se fracasa; se tiene éxito y se cometen errores; se
alcanzan cumbres y se cae en abismos. Cuando uno se esfuerza por alcanzar
ciertas metas, en esa lucha habrá una mezcla de éxito y fracaso, lo que nos
mostrará con más claridad el camino que se debe tomar para triunfar. Ser
realista y tener una visión objetiva de la vida preparará al ser humano para
tomar con serenidad un posible fracaso. El éxito servirá de estímulo para
seguir adelante y el fracaso servirá de lección para no volver a hacer lo
mismo.
Para vencer el miedo al fracaso, hay que aceptar que
todo en la vida tiene un riesgo. No hay nada bueno en la vida que para
conseguirse no conlleve el riesgo de perderlo. Hay que estar preparado para
asumir ese riesgo si se quiere conseguir algo bueno.
Otro paso importante para vencer el miedo al fracaso
es seguir adelante sin pensar demasiado. Cuando se está convencido de que lo
que se quiere obtener es algo bueno, debe ponerse rápidamente en acción. Una
vez que empiece, estará tan ocupado trabajando que se olvidará del miedo.
Después se dará cuenta de que gran parte del miedo era irracional. Al descubrir
esto, empezará a adquirir confianza en sí mismo y en esa medida irá
desapareciendo el miedo a fracasar.
B. Miedo al rechazo
El miedo al rechazo se produce muchas veces en la
infancia. Desgraciadamente, hay padres que no dedican suficiente tiempo a sus
hijos, por estar ocupados en otras cosas o porque en el fondo no los quieren.
Un niño en este ambiente sufre tremendamente el abandono de sus padres y va
desarrollando un sentimiento de que no vale nada. Desde su infancia, entonces,
se produce en esa criatura un gran complejo.
También se puede cultivar ese miedo en el ambiente
escolar. Si un niño tiene algún defecto físico o algún problema de ajuste
mental, puede ser rechazado y ridiculizado por sus compañeros o su
maestra.
Luego en la adolescencia, el sentimiento de rechazo
puede cultivarse por desengaños amorosos u otras desilusiones en el campo
afectivo que se convierten en traumas.
El miedo a ser rechazado produce parálisis en el campo
de la afectividad y hace que la persona se repliegue y se aleje cada vez más
del contacto social. Cuando una persona ha sido muy golpeada en la infancia,
adolescencia o juventud, se desilusiona mucho y eso le produce un tremendo
miedo a ser rechazado, porque quienes deberían quererlo no lo hacen. La persona
se esconde dentro de una timidez o reacciona muy anormalmente cuando está en
grupo; siente mucha angustia cuando tiene que enfrentar situaciones en las que
debe encontrarse con otros seres humanos. Entonces, su actitud no es espontánea
y tiene dificultad en comunicarse con las demás personas, esquiva la mirada de
los demás, guarda sus ideas y no habla. Por esto, pierde numerosas
oportunidades para cultivar amistades y establecer relaciones afectivas. Esto
empobrece a la persona humanamente, porque nadie puede crecer integralmente sin
el contacto permanente y profundo con otros seres humanos con quienes pueda
dialogar, comunicarse y convivir.
El miedo al rechazo también puede provocar que una
persona, aún con muchas cualidades, no pueda funcionar plenamente en su oficio
o profesión.
La persona que teme ser rechazada provoca rechazo por
su manera de hablar y comportarse en grupos y en sus relaciones
interpersonales. Su forma anormal de reaccionar provoca a su vez más rechazo y
se convierte en un círculo vicioso. Además, muchas veces la persona afectada
aumenta la magnitud del rechazo normal (que todos experimentan en un momento u
otro de su vida) y lo convierte en algo monstruoso. Muchas veces, la persona
confunde una simple mirada con una mirada mal intencionada, confunde un tono de
voz un poco subido con una ofensa y un gesto un poco brusco con un desafío o
una humillación terrible. Las "víctimas" de este miedo actúan siempre
a la defensiva y se convierten en personas hipersensibles. La hipersensibilidad
las torna agresivas y hasta capaces de causar daños físicos o mentales a otras
personas. Con el tiempo, puede aparecer una especie de demencia y deseo de
venganza, de hacer daño y de aniquilar a todo el mundo.
El rechazo ficticio que la persona elabora en su mente
como resultado de traumas sufridos en su pasado, produce el rechazo real de las
personas con las que se relaciona y lo obliga a retirarse aún más de la
sociedad. Esto impide que dé mucho más de lo que puede dar y la persona
experimenta una terrible soledad.
La persona que siente miedo a ser rechazada deforma la
realidad, ve monstruos por todas partes y se convierte en un ser peligroso. Son
personas difíciles en su trato en cualquier situación
El miedo al rechazo empobrece al ser humano, aniquila
su afectividad, lo convierte en un ser raro, anormal, enfermizo y provoca que
sienta más y más odio por la sociedad.
Para vencer el miedo al rechazo, hay que tomar en
cuenta que en la vida unos son aceptados y otros no y hacer el esfuerzo de
comprender a las demás personas. Vivimos en una sociedad enferma y bastante
agresiva, donde muchas personas han sido afectadas y golpeadas y están siempre
a la defensiva. Muchas veces cuando la persona se cree rechazada por alguien es
porque esa persona tiene sus propios problemas que la hacen actuar de esa
manera.
Piense positivamente que, a veces, el que tiene
problemas no es usted sino la otra persona. Mantenga una autoimagen muy
positiva y no permita que estas cosas le afecten. Convierta el rechazo en un
reto: ¡llénese de amor! Presente su mejor imagen y pruebe a ver qué vencerá: el
amor o el odio. Mejórese más, pula su personalidad, llénese de amor y conquiste
esos corazones que supuestamente le rechazan. Hágale ver a los demás que usted
sí los acepta y los quiere tal y como son, ya que hay muchos otros que están
igualmente temerosos al rechazo.
Lo más importante para vencer el miedo al rechazo es
sentirse seguro de que hay alguien que lo acepta a usted totalmente, tal y como
es El le ama por encima de todo y eso le debe bastar, aunque
ninguna otra persona le ame en la vida. Además, eso es imposible, ya que
siempre habrá una persona que le ame si usted ama. No tema a nadie y rompa
barreras; conquiste corazones siendo dulce y transparente en sus acciones.
C. Miedo al futuro
El miedo al futuro paraliza y produce angustia porque
impide vivir lo único que tenemos que es el día de hoy. El miedo al futuro o a
lo que pasará mañana es un miedo a la incertidumbre, a lo sorpresivo y
misterioso. Puede sentir miedo a enfermarse algún un día, miedo a que se le
muera un hijo, a perder el trabajo, a una guerra mundial o al fin del mundo.
Mucha gente se olvida del presente y no vive ni disfruta nunca un día por estar
su mente y su corazón puesto en un futuro incierto, misterioso y dramático.
Estas personas piensan que el futuro le va a arrebatar todo lo que tienen y se
enferman por estar angustiadas pensando en el mañana. El miedo al futuro es en
realidad el ladrón del presente; le impide ser usted mismo y sacarle al
presente toda la felicidad que puede brindarle.
Si usted pone bien las bases y siembra la semilla
buena, lo que haga en el presente es lo único que tiene en sus manos con
seguridad y que le podrá producir un futuro mejor.
El tiene en sus manos la vida, la
muerte, el futuro, el presente y el poder para transformar la historia. Dios es
fuerte, vigoroso, sabio y vencedor de la muerte. El sabe cómo manejar todas las
situaciones.nunca.
De acuerdo con sus
posibilidades, influya lo más que pueda en la sociedad para que mañana sea
mejor que hoy a nivel social, económico, político y religioso. Es decir, conviértase
en protagonista activo de la historia y no en alguien que, por miedo, se queda
paralizado y no hace nada. No sea un simple espectador esperando un futuro
terrible. Dios quiere que usted viva plenamente su presente y actúe hoy para
tratar de evitar en algo lo que usted cree que puede ocurrir mañana.
D. Miedo al pasado
Las experiencias del pasado permanecen en el
subconsciente, producen complejos, provocan miedos y paralizan. El miedo al
pasado causa que las heridas emocionales, los pecados y los errores del pasado
vuelvan al presente para herir y hacer brotar sangre. La persona que
experimenta miedo al pasado teme que los pecados que ya estaban dominados le
ataquen, que los fracasos que ya había superado en el pasado se presenten
nuevamente, que la mala vida anterior destruya la presente, que las sombras que
oscurecían la luz de Dios en su vida vuelvan para convertirlo en el pecador de
antes.
El miedo al pasado es el temor a que ocurran las
mismas cosas de ayer, a experimentar aquellas cosas que tanto daño hicieron. La
persona ha quedado golpeada, herida y traumatizada por cosas del pasado.
¡Despierte! ¡Reaccione! ¡El ayer esta aniquilado,
muerto y sepultado! Comprenda que hoy es diferente que ayer. No tenga miedo a
que resuciten los muertos que le produjeron agonía. Ponga de su parte y aprenda
del ayer para no volver a experimentar esas cosas. Pero, si volviera a ocurrir
lo de ayer, hoy se puede enfrentar mejor a la situación porque conoce el
problema, sabe qué esperar, está más preparado y puede manejarlo mejor.
Prepárese y esté bien entrenado para los golpes, pues no hay quien escape de
ellos en la vida.
La palabra clave es experiencia, que es la madre de
toda ciencia. Gracias a una actitud mental positiva, muchas personas que en el
pasado hicieron cosas feísimas, y hasta fueron criminales, se convirtieron en
hombres de bien. Al sentirse perdonados por Dios y perdonarse ellos mismos, se
pudieron reconciliar consigo mismos y con las personas a quienes ellos hicieron
daño.
Viva su presente y aleje los pensamientos negativos
del pasado. Repítase constantemente que el ayer está muerto y olvidado. Sánese
a nivel espiritual y pida al Señor que cierre las heridas emocionales y
mentales provocadas por los golpes del pasado. Si es necesario, busque
tratamiento profesional para que pueda analizar su pasado y comprender que eso
todo quedó atrás; que usted ya lo superó. Sólo el hoy es suyo. ¡Vívalo
plenamente!
E. Miedo al qué dirán
El miedo al qué dirán se basa en la opinión que tienen
los demás sobre su persona. Este miedo se relaciona con una autoimagen
sumamente pobre que tiene la persona de sí misma, ya que para sentirse bien
depende de que otros lo miren bien y se lo digan. De esta manera, la persona se
convierte en un esclavo de lo que otros piensan y permite que sea la opinión de
otros la que decida si la imagen que tiene de sí mismo es positiva o
negativa.
El miedo al qué dirán paraliza y angustia sobremanera
a cualquier persona. La angustia detiene la acción, paraliza en cuanto al
triunfo e impide que una persona sea original, sea ella misma y realice en la
vida grandes cosas. Este miedo se puede vencer en la medida en que su
autoimagen sea auténtica, objetiva, positiva y real. Mientras más pobre y
negativa sea su autoimagen, asimismo dependerá más de la opinión de los
demás.
Dios ha hecho a cada persona original, única,
diferente e irrepetible. . Desarrolle una autoimagen lo más positiva
posible. Para esto, usted tiene que conocerse, valorar sus virtudes y
cualidades y siempre relativizar las opiniones que tengan los demás de usted.
Sea independiente y autónomo, conozca su naturaleza lo más profundamente
posible, con sus virtudes y defectos, aprenda a quererse, amarse y aceptarse, y
desarrolle muy positivamente su autoimagen. Escuche con atención, atienda las
críticas constructivas y acéptelas con humildad, pero no se atenga totalmente a
la opinión de los demás. Elimine la esclavitud absurda de vivir pendiente de
los demás.
F. Miedo al éxito
Es irónico, pero muchas personas le temen al éxito; le
huyen y no quieren saber nada de escalar puestos ni de adquirir más
responsabilidades. Tienen todas las cualidades necesarias: cultura,
inteligencia, educación, voluntad y medios económicos, pero no luchan para
superarse, crecer y subir.
Algunas personas se angustian pues no quieren subir
muy alto porque sienten mucho temor a caer de allá arriba y romperse la cabeza
en una caída vertiginosa. Saben que mientras más suben, tendrán que luchar más
y les costará más mantenerse en ese nivel. Se quedan, entonces, como parte del
montón en los puestos secundarios. Algunas veces esconden en una falsa humildad
un terrible miedo a tener éxito. Dios nos dio la vida para ser como águilas y
vivir en lo más alto de los montes, cada uno en su puesto de acción. Dios no
nos creó para ser mediocres. Intente siempre llegar a las cumbres más altas. Lo
más que le puede suceder es que no alcance la meta, pero al menos podrá llegar
a la mitad y no quedarse abajo. Llegar al triunfo, a la altura espiritual y
humana, superarse y rendir lo máximo en todo produce una increíble
satisfacción.
La cuestión no es solamente subir sino mantenerse allá
arriba, en un puesto dentro de su profesión, en la santidad o en el amor
matrimonial, pero vale la pena. No se trata de competir ni compararse con
nadie. Cada persona tiene su cumbre diferente y debe competir solamente consigo
mismo. Llegue a la cumbre y no le tema al éxito porque se paralizará y lo
dominará la angustia.
G. Miedo al ridículo
Este es un miedo a que se burlen o rían de uno. Muchas
veces duele más una burla que la peor calumnia.
Para vencer el miedo al ridículo, aplique el dicho
"el que ríe de último ríe mejor". Adquiera una cierta indiferencia a
la burla de los demás. Comprenda que si se ríen de usted es porque no le
entienden y que el día que entiendan dejarán de reírse. Aprenda a reírse de los
que se ríen de usted, no en sentido de burla, sino restando importancia a lo
que a ellos les produce risa.
Sobre todo, aprenda a reírse de usted mismo y a no
tomarse demasiado en serio. Adquiera mucho coraje, valentía y valor, a nivel
mental y emocional, para que las risas de los demás no le aturdan. Piense que
usted es importante,
A través de la historia, los grandes hombres han sido
siempre objeto de risa, porque la mediocridad, al igual que la ignorancia, es
atrevida. Quien no ve más allá de sus narices no puede comprender la
trascendencia de las grandes mentes e ideas.
Mientras usted más suba, más solo se quedará. Pero los
que se quedan rezagados abajo son los que no quieren amar, no quieren ser
santos, no quieren ser buenos profesionales, y se conforman con ser siempre
iguales. Esos siempre se reirán de los pioneros, de los que abren camino y
suben. Además, la risa de los demás puede ser una señal de que usted es alguien
que empieza a destacar, un poco original y diferente a los demás, pero usted
mismo. Benditas risas que demuestran que usted es diferente a los tontos de
siempre.
Por el miedo al ridículo uno no hace una pregunta
importante en una reunión, no va a leer una lectura en el altar, no lanza ideas
profundas y buenas en la comunidad, grupo o empresa. Hay personas que sudan
copiosamente cuando tienen que asistir a una reunión.
En la historia se han perdido iluminaciones profundas,
ideas importantes y acciones heroicas, más que por miedo a perder la vida, por
miedo a causar risa. Acostúmbrese a la risa, no le dé importancia a las cosas
pequeñas e insignificantes y sea valiente. No permita que el miedo al ridículo
le frene e impida que usted se realice en todo su potencial, como Dios quiere
que usted sea.
H. Miedo a la enfermedad
Muchas veces, el miedo a la enfermedad es producto de
estar siempre hablando de lo mismo y leyendo acerca de estas cosas constante y
obsesivamente. Los constantes mensajes de los medios de comunicación nos han
acostumbrado a alarmarnos, porque hablan de todas las enfermedades posibles,
conocidas y no conocidas, sus síntomas y consecuencias.
Hay personas que sufren muchísimo por un miedo
obsesivo a que la próxima enfermedad sea trágica, que su gripe sea en verdad un
cáncer en los pulmones, que el dolor que sienten en el estómago sea un cáncer,
que su dolor de cabeza sea por un tumor, o que un malestar de varios días
significa que se han contagiado con el sida.
Definitivamente, hay que cuidar la salud y mantenerse
lo más sano que se pueda. Algunas enfermedades se pueden prevenir si usted se
hace exámenes periódicos, modera su dieta y hace ejercicios, y sobre todo si
tiene su mente siempre positiva. Lo que hay que evitar es estar pensando
obsesivamente que lo que le sucede a usted es lo peor y que ya le ha llegado el
final.
Hay personas que son hipocondríacas y siempre se están
quejando de algo, se preocupan mucho más de la cuenta y piensan que el día que
no sienten alguna molestia es porque ha llegado el final. Estas personas están
siempre pendientes de las enfermedades de los demás, preguntando acerca de sus
síntomas para sentir ellos lo mismo. Cuando su mente está negativa, puede
producir enfermedades físicas porque usted tiene un gran poder de sugestión. O
sea, si su mente está descontrolada y usted la utiliza negativamente puede
llegar a producirle una enfermedad.
Para vencer el miedo a la enfermedad usted tiene que
cuidarse, tener una actitud mental positiva en todo, Entérese bien de los
avances de la medicina y las estadísticas que muestran que la mayoría de las
personas que están hospitalizadas sufren de enfermedades emocionales y no
físicas. Cuide su mente de enfermedades imaginarias y comprenda que es normal
que usted se enferme de vez en cuando.
I. Miedo al dolor
El miedo al dolor y al sufrimiento puede paralizar y
producir angustia. Si siente miedo al dolor, usted se situará siempre en segundo
lugar y no luchará para conseguir las cosas que más quiere.
El miedo al dolor se relaciona mucho con la educación.
Si cuando niño lo criaron demasiado consentido y usted no fue educado para
ganarse las cosas, ya que haciendo nada consiguió todo lo que quiso, en su vida
puede aparecer fácilmente el miedo obsesivo al dolor.
Toda persona nace para amar y ser amada, porque el
amor es parte de la vida. Amar implica una profunda entrega, una lucha y
preocupación constante y profunda por los que se aman y, si es necesario, hasta
morir por ellos. Sin embargo, mientras más se ama, más se tiene que sufrir y
experimentar dolor. Todos comprendemos lo necesario que es amar.
Muchas personas tienen un miedo obsesivo y espantoso a
sufrir y prefieren sacrificar la experiencia más grande que puede darnos la
vida que es sentir amor. Una persona así puede vivir una vida
supuestamente "feliz" porque no sufre, pero tampoco ama. Si una
persona no ama, no ha vivido; si no ha vivido, ha fracasado totalmente. Vivirá
más o menos tranquila, pero cuando muera muy pocos la recordarán, porque no
dejará una huella positiva en la vida de ninguna persona.
Dice la Palabra que cuando Jesús le dijo al joven
rico, "Anda, ve y vende todo lo que tienes, sacrifícate y sígueme",
éste desconcertado, sintió mucho miedo y no se atrevió. El hubiera sido uno de
los doce apóstoles y su nombre hubiera quedado escrito para siempre en el libro
de la vida. Pero ni siquiera su nombre ha quedado en la Palabra como constancia
porque él se perdió entre el montón de gente. No hay amor auténtico sin sufrimiento,
no hay resurrección sin calvario ni vida eterna sin Viernes Santo. No existe
amor sin dolor, sin sufrimiento. Este es parte del precio que hay que pagar por
amar. Una de las cosas más hermosas que puede suceder a un ser humano es vivir
en el corazón de otros. Lo más triste es no ser nada para nadie; no tener
resonancia en el corazón de alguien. Es triste vivir sin amar y morir sin haber
amado y que nadie derrame una lágrima por uno.
El que más ama y tiene razones profundas por qué vivir
y morir, más sufre pero también vive más plenamente. "Benditos clavos que
atravesaron las manos y los pies del cuerpo de Cristo."
J. Miedo a la vejez
La vejez, bien entendida, es un progresivo desgaste
orgánico, biológico y mental, que le anuncia y lo prepara para el encuentro
definitivo con el reino de Dios. Mucha gente le tiene un miedo espantoso a la
vejez y cualquier signo o acontecimiento indicativo de vejez lo quieren tapar y
disimular. Detener ese proceso normal, que va a ocurrir aunque usted no lo quiera,
le impedirá vivir momentos maravillosos que se experimentan en esta etapa de la
vida. Además, este miedo es un insulto y una ofensa a Dios, pues usted le está
diciendo a El que hizo las cosas mal permitiendo que nos llegara el período de
la vejez.
El miedo obsesivo a la vejez lleva a una persona a
asumir actitudes ridículas, que son notadas por todos menos por la misma
persona y que, en definitiva, la mantiene engañada.
K. Miedo a la muerte
La muerte es parte de la vida, así como el nacer y el
vivir. No hay que ver la muerte como un simple suceso orgánico y biológico,
sino como un paso trascendental a una vida más plena. Hay que ver la muerte
desde el punto de vista de la fe. La fe dice que la muerte es un simple paso a
la eternidad.
Cuando el miedo a la muerte se convierte en algo
obsesivo e irreal produce angustia, paraliza y convierte a la persona en un ser
anormal. El miedo obsesivo a la muerte lleva a las personas a vivir tensas,
angustiadas y nerviosas. Cuando se tiene un miedo obsesivo a la muerte, no se
vive sino que se vive muerto.
El miedo obsesivo a la muerte puede llamarla más
rápidamente. Vivir un miedo obsesivo puede traer más fácilmente la realidad del
miedo. Si piensa negativamente, puede atraer eso que tanto teme porque el poder
de la mente es muy grande, tanto para el bien como para el mal.
Para vencer el miedo a la muerte, hay que darle su
lugar. Piense mucho más en la vida que en la muerte. La mayor parte de los
momentos hay que pasarlos pensando en la vida, en lo que puede hacer para vivir
mejor y más plenamente, para llevar una existencia mucho más completa y feliz.
Piense en la muerte solamente en los momentos en que sea necesario.
"Uno llega a ser lo que piensa
constantemente." (Pensamiento del psicólogo William James fraseado por
Norman Vincent Peale) Lo que usted piensa puede convertirse en realidad después
de tanto pensarlo. Por eso, piense mucho más en la vida que en la muerte.
L. Miedo obsesivo a Dios
En su mente, usted sabe que Dios lo conoce. Usted cree
que las demás personas no lo conocen, pero que a Dios usted no lo engaña,
porque El sabe quién es usted y está al tanto de todo lo que hace. Usted piensa
que El lleva una cuenta de todos sus fallos, defectos y pecados, lo ve de día y
de noche, se va a vengar de usted, no le va a perdonar nada y lo va a castigar.
Es cierto, ¡Dios todo lo sabe! Esta manera de pensar puede producir el miedo
que nace de creer que Dios no lo va a perdonar y que se va a condenar por todo
lo malo que sabe que ha hecho en su vida.
Usted le tiene un tremendo temor a Dios porque siente
que El le ha exigido mucho y usted no ha dado suficiente, y además ha
hecho
cosas malas. Usted cree que al final se condenará e
irá al infierno, porque Dios es un dios castigador.
Es cierto que hay que tenerle un santo temor a Dios:
no ofenderlo, no jugar con El, no usar Su Nombre en vano, no tratar de
engañarlo y no frustrar Su plan de salvación en nuestra vida. En la Palabra de
Dios aprendemos que existe el infierno, pero por encima de ese temor hay que
tener un impresionante amor y una confianza ilimitada en Su misericordia, Su
paternidad y maternidad y Su corazón abundantemente lleno de amor, que vela por
cada uno de nosotros y nos ama por sobre todas las cosas. Dios quiere lo mejor
para nosotros y quiere ayudarnos a ser mejores porque somos Sus hijos y estamos
bañados con la preciosísima Sangre de Cristo.
Ponga toda su fe y confianza sin límite en Dios. Sepa
que El está con usted, le quiere, le ama por encima de cualquier criatura no
humana y quiere lo mejor para usted.
M. Miedo a perder algo importante
Hay personas que tienen un miedo obsesivo a perder
algo importante en la vida, sobre todo un ser querido. También puede ser un
miedo irracional a perder un puesto o un trabajo que considera
importante.
Este tipo de miedo tiene que ver con el fatalismo. Hay
personas que llegan a expresar que en un período determinado les ha ido tan
bien que con seguridad algo malo les ocurrirá pronto. Peor todavía, hay
personas que están muy de acuerdo con el dicho "unos nacen con estrellas y
otros estrellados". Por supuesto que se identifican con los estrellados y
piensan que nada les saldrá bien nunca porque están marcados con una especie de
maldición.
El miedo a perder un ser querido se debe, en parte, a
que ha hecho de ese ser querido un ídolo, y piensa que si falta no va a poder
vivir. El miedo obsesivo a perder un ser querido paraliza, angustia y convierte
a la persona en un ser temeroso. Si es casado, se vuelve excesivamente celoso.
Los celos es una enfermedad absurda y dramática, que
produce terribles torturas psicológicas al que la padece. Los celos tienen que
ver con inseguridad, autoimagen muy pobre, complejo de inferioridad e
idolatría. Esa mezcla de sentimientos produce una reacción horrorosa. El que
sufre de celos es en realidad el que tiene el problema, porque demuestra una
autoimagen negativa bastante pobre y un gran complejo de inferioridad. Los
celos no conducen a nada positivo.
Haga un esfuerzo por solucionar esos problemas que
pueden causarle sentimientos obsesivos de celos. No espere ni exija que las
otras personas cambien, porque el problema lo tiene usted.
Sus seres queridos
son humanos, no dioses. Si se trata de su esposo o esposa, usted se casó con
esa persona para quererla y amarla. Pero si algún día esa persona ya no está
con usted, usted tiene que seguir viviendo. Un ser querido es importante; pero
Dios, quien creó a ese ser querido, lo es más.
Si se trata de un trabajo o un puesto importante que
teme perder, piense más bien en trabajar lo mejor que pueda y deje de pensar
negativamente. Si llega a perder su trabajo por alguna injusticia, entonces
sencillamente olvide y siga adelante.
En la mayoría de los casos, las personas que sienten
miedo obsesivo a perder algo importante lo atribuyen a su mala suerte. Viven la
vida obsesionados con un fatalismo. ¡La mala suerte no existe ni ha
existido nunca! ¡No diga jamás que lo bueno o lo malo
que le sucede se debe a la suerte!
Existen causas naturales y otras provocadas por uno
mismo, por obsesiones, fatalismos y temores irracionales e infundados. También
existe el poder de las tinieblas. Pero más allá de todo está el poder de Dios.
Crea en el poder maravilloso de Dios y en su infinita bondad y misericordia y
podrá superar todos los problemas.
N. Miedo a fantasmas
Este miedo, que puede ser obsesivo, es provocado por
los cuentos que escuchábamos de niños que hablaban de brujas, aparecidos y
muertos que salen por las noches a asustarnos. Este miedo es irreal y absurdo,
porque los fantasmas no existen y los muertos están en otra dimensión de donde
no vuelven. Lo que sucede en esas casas que se dice que están embrujadas, que
han estado deshabitadas por largo tiempo, donde ciertas personas dicen haber
escuchado ruidos o visto imágenes de personas que vivieron dos o más siglos
atrás, no es más que un fenómeno científicamente medido de energía acumulada.
Cada ser humano tiene un contenido de energía que puede mantenerse por cientos
de años. Lo que se da es el contacto de energía que se puede convertir en
imágenes borrosas o en ruidos, pero no son muertos, sino restos de energía,
igual que hay estrellas y soles que desaparecieron hace millones de años y aún
emiten destellos de luz.
¡Cuánta gente vive sugestionada por el miedo a los
fantasmas y al más allá! No tema a nada del más allá que no sea el Señor. Los
brujos y brujas que existen son mentirosos, embaucadores, manipuladores y
negociantes del miedo que lógicamente buscan tocar las sensibles fibras
internas del instinto de conservación del ser humano. Conocen bien que las
personas, desgraciadamente, tienen muchos miedos y se aprovechan de esta
situación para crear más miedo sugiriendo que le están haciendo un
"daño". ¡No existen trabajitos ni daños; eso es absurdo! Lo que
existe es el gran poder de sugestión que tienen estas personas que le pueden
llevar hasta a enfermarse. Cuidado con permitir que en algún momento usted sea
manipulado con esas tonterías.
O. Miedo a uno mismo
Algunas veces las personas deforman su imagen y se ven
grotescas y monstruosas por cosas que le sucedieron en el pasado o por cosas
que se dicen de ellas. Muchas personas exageran y agrandan los hechos. Este
concepto negativo que se desarrolla en la mente de las personas se convierte en
un miedo obsesivo de sí mismos, que los lleva a no quererse, rechazarse y hasta
odiarse.
Una madre que golpea a su niño demasiado fuerte en
alguna ocasión puede crear en su mente un complejo de culpa muy agudo que la
llevará a acusarse obsesiva-mente por haber sido tan salvaje. En vez
de preguntarse por qué actuó de esa manera (que bien puede ser por exceso de
trabajo, stress o problemas maritales y económicos), analizar la situación
positivamente y comprenderse, la persona tiende a reaccionar negativamente,
considerándose un monstruo.
Estas situaciones van creando
una auto-imagen deformada. Nadie es tan monstruo como quiere hacer creer.
Dios creó a todos los seres humanos y, por esa razón, cada persona es
esencialmente buena. Muchas de las cosas malas que hacen son provocadas por
condicionamientos psicológicos, traumas, complejos y otras situaciones. Cada
persona es libre y algunas veces actúa con maldad por esa libertad. Pero, en el
fondo, el ser humano es más bueno que malo. Personas que han cometido terribles
crímenes, con ayuda espiritual, terapia psicológica, mucha paciencia y un buen
ambiente han cambiado y se han convertido en seres increíblemente buenos.
No hay nadie tan malo que no pueda recuperarse. No
deforme su autoimagen. El miedo obsesivo a usted mismo lo puede llevar a hacer
cosas absurdas, porque se va sugestionando y condicionando negativamente.
Hemos señalado y definido algunos de los miedos más
comunes, que son los que hacen más daño y producen más angustia. Para prevenir
la angustia hay que luchar para vencer estos miedos o temores, por eso es
importante (1) descubrir el miedo en uno mismo o en otra persona y averiguar
cómo actúa y afecta a las personas y (2) buscar una estrategia para dominar y
vencer el miedo.
No viva su vida angustiado porque vivirá infeliz. Si
desea en verdad vencer la angustia, tiene que vencer los miedos con todos los
medios buenos que estén a su alcance. Nunca cultive miedos irracionales.
Medite, piense y razone inteligente-mente para descubrir lo que está
detrás de sus temores. Luche contra esos miedos para eliminar muchas de sus
angustias.