Conflicto es el choque en nuestro interior de dos fuerzas emotivas antagónicas. En líneas generales, la persona se mueve y actúa en función de sus necesidades. La fuerza que empuja a esta acción recibe el nombre de motivación, y tiene la finalidad de incitar al individuo para que logre un objetivo: saciar una determinada necesidad. Al mismo tiempo que marca una dirección al acto, le imprime un sentido: alejamiento del objeto si éste es nocivo (necesidad de huir) o acercamiento si éste es placentero (necesidad de obtenerlo).
A veces, sin embargo, puede ocurrir que el sujeto se vea motivado tanto en un sentido como en otro, encontrándose frente a un objetivo a la vez deseado y temido. Entonces surge el llamado conflicto, que es el enfrentamiento entre dos impulsos opuestos.
Un ejemplo ilustrativo de gran conflicto paralizante sería el de un padre que durante un incendio debe introducirse entre las llamas para salvar a su hijo, encontrándose así frente a dos impulsos muy fuertes: el de protección paternofilial por un lado y el temor al fuego por otro.
En la vida nos vemos muchas veces sometidos a situaciones conflictivas; quizá no tan dramáticas como la del ejemplo, pero sí lo suficientemente fuertes como para condicionar nuestra existencia.
La manifestación de un conflicto es la angustia y la ansiedad. Y su falta de resolución puede provocar la abolición, disminución o transformación, más o menos inconsciente, de alguna de las funciones de la personalidad para atenuar o cortar la angustia. Los conflictos, según su origen, se clasifican en:
Conflictos extrapsíquicos. Son los que tienen lugar entre la persona y su entorno ambiental o social. Se producen, por lo general, cuando actuamos en contra de nuestros principios por presiones del exterior. Por ejemplo, cuando tenemos que acatar alguna norma o alguna ley que nos parece injusta.
Conflictos intrapsíquicos. Son aquellos que tienen lugar dentro de la persona y sin conexión con el exterior. No es raro que aparezcan cuando tenemos que tomar decisiones de importancia, cada vez que debemos elegir entre dos posturas a tomar en la vida y ante las que tenemos argumentos tanto a favor como en contra.
Conflictos mixtos. En realidad son conflictos extrapsíquicos que, al tener lugar, actúan como revulsivos en el interior de la persona, despertando en la conciencia otro conflicto (ahora intrapsíquico) que permanecía latente.
A propósito de la latencia, tal vez ésta sea a veces una característica de muchos conflictos intrapsíquicos. Es decir: su permanencia escondida en el subconsciente (larvada) sin que el sujeto lo advierta con claridad. En tal situación es frecuente que aparezcan síntomas del mismo, a modo de señales de alarma disfrazadas, como es el caso de las llamadas reacciones de conversión, que «convierten» un problema interior (inconsciente) en uno exterior, por lo regular corporal y visible; es el caso de una parálisis histérica, que impide trabajar a una persona porque en el fondo tiene un conflicto laboral.
El mantenimiento de una situación conflictiva acarrea con el tiempo trastornos psicológicos de interés, desde leves rasgos neuróticos (estados depresivos, somatizaciones, etc.) a profundas psicosis (trastornos del pensamiento y de la personalidad) en función de la importancia del conflicto.
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jueves, 20 de junio de 2013
Los conflictos
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