sábado, 28 de abril de 2012

El enfado: ¿Por qué nos resulta tan difícil controlarlo?



 ¿Te enfadas a menudo? ¿Eres de grito fácil? ¿Sientes a veces que "te va a dar algo" porque las cosas no son como te gustaría que fueran?  Toma nota y aplícale paciencia y aceptación. Tu salud te lo agradecerá.


La mayoría de las personas pasamos demasiado tiempo enfadadas, aunque sean sólo explosiones cortas de un grito o dos, pero reiteradas. Nos enfadamos con los hijos, con los amigos, con la pareja, con el trabajo, con la vida. Y el enfado es como una batería que se va cargando, cada vez coloca a las partes en posiciones más enfrentadas y hace nuestros esfuerzos más ineficaces. Por si fuera poco, tiene una incidencia directa en un amplio abanico de enfermedades -incluidas las del corazón, presión arterial y otras. 

El enfado supone una negación de la realidad, que no nos gusta y nos hiere. Nos duele como un golpe y reaccionamos con rabia y con agresividad -si podemos, hacia fuera, y si no podemos exteriorizarla, hacia dentro. En cualquier caso, siempre que nos enfadamos algo se altera dentro y reaccionamos atacando en una actitud de defensa. El problema es que esa supuesta defensa, contra quien primero arremete es contra nosotros mismos, ya que se trata de una emoción con incidencia directa en nuestro estado físico y mental. Como el odio, el enfado es "como una piedra ardiendo que a quien primero quema es a quien la lanza". 

Nos enfadamos contra lo que no aceptamos.

Nos enfadamos en relación directa al nivel de nuestras exigencias y nuestras expectativas. Y, por el contrario, es inversamente proporcional a nuestro nivel de aceptación. La frecuencia de nuestros enfados nos proporcionan, pues, una pista clara de nuestra capacidad de tolerancia y aceptación; asimismo, el objetivo de nuestros enfados identifica nuestros puntos flacos emocionales y cuáles son las personas y situaciones en las que deseamos ejercer un mayor control.
Por ejemplo, hay personas que tienen una relativa paciencia en los conflictos laborales y difícilmente pierden la sonrisa con sus amistades y, sin embargo, cuando están con sus hijos, o con la pareja, las explosiones son frecuentes y el grito fácil. Esto no significa que sus hijos o su pareja le traten peor que el resto del mundo -si bien generalmente el enfado va asociado a la autocompasión, la victimización y una idea latente de injusticia contra la que nos rebelamos. Sin embargo, por mucho que insistamos en culpabilizar al objeto de nuestros enfados, el mensaje claro que deberíamos observar es que tenemos un conflicto de aceptación con esa persona o situación en concreto, y más profundo cuanto mayor es la intensidad de nuestro enfado.
El primer test que deberíamos plantearnos consiste, por consiguiente, en detectar las personas o situaciones con las que nos alteramos con más frecuencia.
Si la respuesta es "todo" (las obras en la calle, la escuela de nuestros hijos, los tics de nuestra pareja, o de nuestra expareja, el carácter de nuestros hijos, las "traiciones" de nuestras amigas o las chapuzas del gobierno), significará que necesitamos una buena dosis de reflexión y, probablemente, cierta ayuda externa (libros de filosofía o autoayuda, técnicas de relajación...) que nos posibiliten una perspectiva más abierta y nos aporten una buena dosis de amor para mirar y relacionarnos con el mundo que nos rodea.
Si, por el contrario, los objetos de nuestro enfado son pocos y claramente identificados, nos estarán señalando los puntos flacos de nuestra inteligencia emocional. Lo que más nos duele. Lo que no controlamos y queremos desesperadamente dominar.

A mayor ego, más motivos para el enfado.

Otra pista clara que nos presenta la frecuencia e intensidad de nuestros enfados tiene relación con el tamaño de nuestro ego. Cuanto más grande es nuestro ego, más inflado y gigante, más fácil es que cualquier acontecimiento lo perturbe. Cualquier movimiento exterior puede tocar su sensible piel en carne viva. Un gesto de disgusto de alguien es considerado una ofensa (sin pensar que esa persona puede tener un millón de motivos presentes en su vida, aparte de nuestra mera presencia); una mirada puede resultar hiriente, todas las palabras, gestos o actitudes de nuestro entorno pueden entrar en confrontación con un ego demasiado hinchado al que todo le toca.
El filósofo tolteca Miguel Ruiz nos recuerda, en uno de sus cuatro acuerdos, la importancia de "no tomarnos nada personalmente". Cada persona vive su vida como una película en la que ella es la protagonista y el resto son meros figurantes. Cada cual intenta resolver sus miedos, sus carencias  y sus pequeñas miserias lo mejor que puede, y sus reacciones ante el mundo y ante la vida tienen más que ver con eso (con sus miedos, frustraciones y, finalmente, con su propia búsqueda) que con nosotros, pobres figurantes que simplemente pasábamos por ahí.
No somos tan importantes, o tan gigantes, o tan presentes en la vida de todo el mundo como para que cualquier cosa que digan, miren, piensen o sientan tenga que ver precisamente con nosotros. Desde el momento en que comprendemos esto (que cada persona está en su propia búsqueda, afrontando unos problemas y unas limitaciones concretas en cada momento dado, y resolviéndolo lo mejor que puede) nos sentiremos menos afectados personalmente por las opiniones o actitudes ajenas. Y probablemente haremos uso de una paciencia más sincera, y sin esfuerzo, asentada en la comprensión y el amor.
Porque al fin y al cabo, ¿no es ésa la propia historia personal, la de cualquiera? El crecimiento es como un parto difícil, una retahíla de contracciones dolorosas, que cada cual vive a su manera. Y en cada una de ellas, a veces perdemos las formas.

Controlar versus reprimir.

Cuando sentimos las consecuencias del enfado (la presión alta, dolor de cabeza, la garganta irritada tras los gritos y, sobre todo, el aplastante peso del mal rollo, la culpa y la ausencia de amor), a menudo nos preguntamos, ¿por qué es tan difícil controlarlo? ¿Por qué se me va de las manos por mucho que me proteja y me empeñe en que "esta vez no me desbordará", que "esta vez tendré paciencia y mantendré la calma"? El maestro budista Kelsang Gyatso considera que la respuesta está en que nuestra paz interior es muy débil, por lo que nos supone un gran esfuerzo alcanzarla, aun momentáneamente, y mucho más mantenerla. Por el contrario, todas las causas de rechazo y sufrimiento que hemos establecido en nuestra mente (ego, apegos, competitividad, territorialismo, exigencias...) son muchas, muy diversas y muy fuertes, presentándonos continuas oportunidades de dolor y frustración.
Nuestros hábitos cotidianos de pensamiento, palabra y comportamiento afianzan continuamente nuestras tendencias más destructivas mientras que el supuesto objetivo primero y prioritario de felicidad/paz interior se pierde en el camino y nos desentendemos de él. Y lo desatendemos.
Cuando el budismo, la Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC) la Gestalt o un sinfín de filósofos de todos los tiempos nos recuerdan, por tanto, la necesidad de un pensamiento racional que nos ayude a controlar las emociones que nos traicionan y a fortalecer las que se presentan como nuestras mejores aliadas, nos están señalando una estrategia que no tiene nada que ver con la represión de los sentimientos.
 
"Controlar el enfado no es lo mismo que reprimirlo. Esto último lo hacemos cuando ya domina nuestra mente, aunque no lo reconozcamos. Pretendemos no estar enfadados y controlamos nuestras acciones, pero no el odio propiamente dicho".

Cuando reprimimos los sentimientos, las emociones o los pensamientos, no dejamos de sentirlos. Una amiga nos dice algo que nos molesta profundamente y callamos para evitar el conflicto. Reprimimos un impulso que podría conducirnos a una situación de conflicto que no deseamos, pero no lo controlamos, porque el sentimiento está ahí (nos molesta), y probablemente siga estando con más fuerza, calentándose como una olla a vapor conforme surgen reiteradamente situaciones similares que nos dolerán cada vez más y más, hasta que llega el momento del estallido. Momento que siempre llega, ya sea hacia fuera (con toda la larga lista de resentimientos archivados) o hacia dentro (con dolores de cabeza, insomnio, gastritis y alteraciones varias de la salud).

El control, por otra parte, no implica represión ni dolor alguno. Podemos callar o podemos responder ante el supuesto "ataque" de nuestra amiga, pero no hay molestia ni dolor si simplemente comprendemos y aceptamos. Si no sentimos la herida, probablemente lo que digamos, con amor, no será hiriente. En ese momento en que realmente controlamos nuestra mente (nuestros pensamientos, nuestras emociones) no experimentamos dolor, y por lo tanto no hay nada que reprimir. Y consecuentemente, no hay motivo para el enfado.

El arte de "pensar mejor para vivir mejor" consiste en el arte de controlar nuestro pensamiento (y por consiguiente nuestras emociones) sin olvidar en ningún momento nuestro objetivo prioritario (ser felices, nuestra paz interior). Con la práctica acaba convirtiéndose en una actitud espontánea y sin esfuerzo. Y ya no hay nada que controlar. Ni mucho menos reprimir.
"Nuestra tarea en la vida es aprender a amar. Y los ingredientes más útiles para aprobar la asignatura residen en la comprensión y la aceptación".
Christine Longaker.

 


El enfado y la salud.

La relación entre el enfado y las alteraciones de la salud (y en concreto con las enfermedades del corazón) parece ser más compleja de lo que en un principio se pensaba.
Un reciente estudio confirma el efecto pernicioso de contener la rabia, pero precisa que exteriorizar los enfados de forma leve puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Muchas investigaciones han coincidido en que la tendencia a la ira y el enfado reiterado tienen una relación directa con las enfermedades coronarias, sin embargo, pocos trabajos se han ocupado de investigar cómo afectan las diferentes formas de expresar esa ira. La Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston (EEUU), ha presentado recientemente las conclusiones de un estudio realizado con más de 23.000 varones de entre 50 y 85 años, en el que manifestaban la forma en que se comportan cuando se enfadan. En el transcurso de los dos años que duró el seguimiento se registraron 328 casos de enfermedades cardiovasculares.
La sorpresa no fue observar la alta incidencia de las enfermedades del corazón en personas propensas a la ira, sino descubrir que aquellos hombres que mostraban niveles moderados de expresión de sus enfados tenían sólo el 50% de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellos que reprimían completamente su ira.
La conclusión de Patricia Eng, directora del estudio, fue que "expresar el enfado de forma moderada parece proteger frente a estas patologías".

El dolor de cabeza.

Saber controlar nuestros enfados va a ayudarnos a sufrir un menor número de dolores de cabeza y otros males mayores, a partir de otro estudio realizado por un médico de la Universidad de Saint Louis (Missouri). Sus conclusiones nos dan algunas pistas sobre lo que podemos hacer cuando la ira nos asalta. Desfogarnos o no, ésa es la cuestión.
Robert Nicholson, principal responsable del estudio, publicado en la revista médica "Headache" (especializada en dolores de cabeza, como su nombre indica), afirma que, en efecto, el enfado puede ser un ingrediente más entre los que interaccionan entre sí provocándonos dolores de cabeza reiterados. Nicholson ha estudiado 422 personas adultas de ambos sexos, entre las cuales 171 sufrían este tipo de dolencia. El científico analizó psicológicamente a cada persona, descubriendo si tenía o no un carácter colérico, y cuantificó cuán frecuentes y severos eran los dolores de cabeza que padecía. También tuvo en cuenta si el individuo tenía ansiedad o estaba depresivo, factores que ya han sido anteriormente relacionados con el dolor de cabeza.
Según los resultados, enfadarse puede provocar dolores de cabeza más fácilmente que la depresión o la ansiedad, sobre todo si intentamos mantener la ira en nuestro interior. ¿Quiere decir esto que Nicholson recomienda exteriorizarla? No exactamente: en ocasiones, este comportamiento no es la mejor opción, dado que no resulta aconsejable gritarle a nuestro jefe, divorciarnos de nuestros hijos o hacer gestos obscenos al conductor que nos ha perjudicado en pleno tráfico, por poner unos ejemplos.
Lo que propone Nicholson es aprender formas de combatir el enfado, evitándolo. Éstas son sus recomendaciones:
  •  Realizar tres inspiraciones profundas. Cuando estamos enfadados, nuestro cuerpo se vuelve tenso, y respirar profundamente ayudará a disminuir esta tensión.
  • Entender por qué estamos enfadados. Debemos actuar como detectives y encontrar aquellos tipos de situaciones, personas o eventos que nos despiertan la ira. Así podremos evitarlos más fácilmente.
  • Expresémonos. pero asegurándonos que no hacemos más daño. Expliquemos a los demás cómo nos sentimos, de una forma tranquila y comunicativa. Si a pesar de todo expresar nuestro enfado podría provocar nuestro despido, nuestro divorcio o incluso nuestra muerte, es mejor hablar con un amigo que con la persona que la ha provocado.
  • Cambiemos de entorno. Paseemos durante cinco minutos y tomemos un poco de aire fresco. O pongamos la radio en medio del tráfico y cantemos a pleno pulmón.
  • Miremos las cosas como una graduación de grises, y no como blanco o negro.
  • Reconozcamos que la vida a veces es injusta y que en ocasiones quienes nos hacen enfadar no tienen razón.
  • Dejemos ir las cosas que están fuera de nuestro control. Sólo puedes cambiarte a ti mismo y tus respuestas frente a los demás, no lo que los otros te hagan a ti. Enfadarse no soluciona la situación y nos hace sentirnos peor.
  • Y por último, perdonemos. Quizá sea la estrategia más difícil, pero sin duda es la más efectiva.

La perspectiva espiritual:


Las consecuencias del enfado.

 El enfado es uno de los engaños más comunes y destructivos que nos afecta casi todos los días. Nos solemos enfadar cuándo no conseguimos lo que queremos o cuando nos tenemos que enfrentar con lo que no nos gusta. Existen innumerables situaciones en las que podemos enfadarnos con facilidad y las consecuencias son obvias: cuando nos enfadamos perdemos nuestra paz interior y felicidad y nos sentimos incómodos e inquietos, aumenta nuestro malestar, no podemos controlar nuestras emociones y se obstaculiza nuestro progreso espiritual. Perdemos el sentido común y no somos razonables. Incluso dañamos a quienes queremos ya sea física o verbalmente, con el deterioro que ello conlleva en nuestras relaciones.
Superar el  enfado no es una meta inalcanzable. Nuestros pensamientos surgen debido al poder de la familiaridad, cuando nos acostumbramos a hacer algo adquirimos destreza en ello. Para ello debemos observar nuestra mente con atención en todo momento, y será más fácil reconocerlo en cuanto surja. 

¿Cómo controlar el enfado?

  • Cuándo nos demos cuenta de que nos vamos a enfadar, hemos de recordar las consecuencias.
  • Tomar una fuerte determinación de no enfadarnos teniendo en cuenta sus consecuencias será de gran ayuda. Al principio podemos hacerlo durante unas horas, con el tiempo durante días.
  • En vez de culpar a las circunstancias externas o a los demás, hemos de considerar que nuestra falta de aceptación y consiguiente enfado son las causas de nuestro malestar.
  • Si aceptamos a los demás tal y como son, sin juzgarlos, mejoraremos nuestras relaciones y controlaremos nuestras actitudes de enfado y crítica.
  • Cuando estemos a punto de enfadarnos con alguien, hagamos un esfuerzo por recordar todo lo bueno que recibimos de esa persona.
  • Alegrarnos de las buenas cualidades de los demás y de su buena fortuna contrarrestará nuestro enfado y nuestras críticas, nos ayudará a desarrollar potenciales similares a los que admiramos y, al mismo tiempo, nos ayudará a superar la envidia.
  • El auténtico antídoto del enfado es la paciencia.
  • Paciencia no es resignación. Con paciencia podemos mejorar lo que deseemos y comunicarnos mejor con quienes nos rodean.
  • Shantideva, antiguo maestro budista indio, decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos como un trozo de madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese momento nos podemos aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la mente.
  • Controlar el enfado no es reprimirlo.
  • Si rechazamos las dificultades y nos enfadamos, no hacemos más que empeorar la situación.
  • Shantideva también decía: "si algo tiene solución, ¿por que ser desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo".

una vida en equilibrio


En el ir y venir de cada día, es necesario encontrar tiempo para armonizar cada aspecto de nuestra vida.
La homeostasis es la característica de cualquier organismo vivo, por la cual se mantiene su medio interno dentro de parámetros determinados, estables y biológicamente óptimos. La palabra deriva de dos vocablos griegos: homos, que significa "igual" o "mismo", y estasis, que quiere decir "estado".
Originariamente, el término se comenzó a utilizar dentro de la fisiología y la medicina para diferenciarlo de otros estados patológicos, como el caos y la enfermedad.

Homeostasis y felicidad

Fue B.W. Cannon en 1932 quien introdujo el término de homeostasis psicológica, relacionando esa condición tan vital para un organismo con la satisfacción y la felicidad personal. Con los grandes avances que se han producido tanto en psicología como en neurología, ya no queda duda de que cualquier individuo necesita lograr el mayor nivel de armonía en su vida para sentirse a gusto con ella. Esto incluye todas las áreas en las que se desenvuelve cotidianamente: familiar, profesional, espiritual, recreativa y del hogar.

Lo importante es el equilibrio


A aquellas personas que durante toda su vida se han dedicado exclusivamente al desarrollo profesional, les puede parecer difícil cambiar sus hábitos de vida y comenzar a prestar atención a la familia o los amigos. La situación se vuelve más complicada cuando dentro de una pareja uno de los dos desea tener un hijo y el otro, no. Lo mismo ocurre para esas mujeres que se han dedicado a la crianza de sus hijos y nunca se han dado la oportunidad de hacer algo más, como desarrollar un hobby o una profesión.

El sentimiento de vacío suele desaparecer cuando se presta atención y se reflexiona sobre posibles cambios que tienden a equilibrar la balanza cotidiana.
Poco hacemos por conocerlas, y menos aprender a manejarlas.
Por esto quiero transmitirles lo que para mí son las cuatro partes de nuestro ser que debemos mantener en equilibrio para sentirnos más plenos:
Cuerpo: Nuestro físico es el vehículo desde donde vivimos. Si no mantenemos el equilibrio en nuestro cuerpo o conocemos cómo moverlo adecuadamente es probable que haya situaciones en las que nos cueste desenvolvernos porque el “cuerpo no nos da”.
Mente: La máquina que cree saberlo todo y que nos cuesta hacer callar. Cuando aprendemos a hacer que la mente trabaje para nosotros y no al revés, es que se abre todo un mundo de creatividad.
Emociones: Son el termómetro de lo que vivimos, las encargadas de hacernos saber si nos gusta o no el dónde estamos o qué hacemos. El impulso que nos lleva a actuar, reconocerlas y transformar ese fuego en un láser preciso puede ser una gran ventaja.
Espíritu: Nuestro verdadero ser, la conexión con lo que realmente somos antes de nacer, y la esencia de la vida. Lograr reconocernos como seres espirituales que debemos actuar en lo físico es lo que nos hace humanos.
Estas son las cuatro patas de la mesa. Cuando nos enfocamos en una  sin tomar en cuentas las otras, usualmente perdemos el equilibrio y nos cuesta poder actuar con completa convicción, ya que funcionan en sintonías unas con otras.
El Crecimiento Personal es lograr trabajar todas de una forma integral, donde no hay una que sea más importante que la otra, y donde desde ellas podemos actuar de manera más equilibrada en la vida.
¿Qué les parece?
En el futuro revisaremos con más detalles cada una de estas cuatro patas para guiarlos sobre cómo poder aprender a trabajar con cada una de ellas y crecer.

Pequeños ajustes

Si se desea observar lo más objetivamente posible en dónde se ha estado invirtiendo el tiempo para hacer algunas mejoras, es aconsejable:
  • Hacer una lista de todos los roles que se tienen en ese momento. Por ejemplo: madre/padre, hija/o, esposa/o, profesional, amiga/o.
  • Luego se debe puntuar las áreas en las que se funciona mejor, así como localizar aquellas que necesitan modificaciones.
  • Al lado de cada una, escribir qué acciones o ideas se pueden llevar a cabo, por mínimas que parezcan, para aportar energía en esa dirección.
  • Después, por supuesto, ¡hay que llevarlas a cabo!

Tiempo de sembrar

Es verdad que en algunas etapas de la vida se invierte la energía en un aspecto en detrimento del otro, pero sólo es posible el bienestar duradero cuándo todas las áreas que hemos mencionado son parte del día a día.
¡Sólo sembrando es posible cosechar!



EL TAMAÑO DE LAS PERSONAS



Los tamaños varian conforme el grado de compromiso.
Una persona es enorme para uno, cuando habla de frente y vive de acuerdo con lo que habla, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira alos ojos y sonríe inocente.

Es pequeña cuando sólo piensa en sí misma y le hace creer a los demás que piensa en ellos,cuando se comporta de una manera poco genial, cuando no apoya,cuando abandona a alguien justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que es más importante entre dos personas: la amistad, el compañerismo, el cariño, el respeto y el amor.

Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo. Cuando trata de entenderte aunque no piense igual.

Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en lugar del otro, cuando obra no de acuerdo con lo que esperan de ella, sino de acuerdo con lo que se espera de sí misma.
Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés.Cuando quiere quedar bien con todos, cuando maneja a la gente como un titiritero y lamentablemente siempre hay gente que no tiene convicciones y se deja manejar...

Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir, en un corto espacio de tiempo.
Una desepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecia grande.

Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecia ser infinito.

Una decepción puede terminar con el respeto por alguien.

Una acción correcta puede enaltecer a otros.

Es dificil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encojen a nuestros ojos. Ya que nosotros no juzgamos a través de centímetros o metros, sino de acciones y reacciones, de verdades o falsedades, de expectativas y frustaciones.

Una persona es única al extender la mano y al recogerla inesperadamnete, se torna otra.

El egoísmo unifica a los insignificantes, a los perdedores, a los falsamente llamados diplomáticos.

No es la altura, ni el peso, ni la belleza, ni un título o mucho dinero lo que convierte a una persona en grande...es su honestidad, su decencia, su amabilidad y respeto por los sentimientos e intereses de los demás.
Por su sensibilidad sin tamaño.

¿TE QUIERO O TE NECESITO?



Hay personas que se enamoran siempre de personas que necesitan ayuda, pero no para amarlas sino para sentirse útiles y queridas.

Si la pareja no te importa no te impliques, si no te afecta de alguna manera no es una relación armónica y madura, que es el ideal al que todos aspiramos.

La coodependencia más común es la de una pareja en la que unos de sus miembros sufre una enfermedad o una adicción, el otro dedica su vida a cuidarle y a ayudarle pero sin dejar que se cure completamente, ya que, lo que da sentido a su vida es sentirse útil y necesitado.

Esto explica que hay personas que tienen un rasgo común en todas sus relaciones, siempre se enamoran de alcohólicos, personas sin trabajo que hay que mantener, personas que necesitan algún tipo de ayuda.

Esto es una lucha en que cada uno ejerce su forma de control del otro asumiendo papeles de víctima o de salvador. Los expertos coinciden en que quien está inmerso en una relación de coodependencia, nunca se da cuenta de ello por sí mismo, corresponde a un tercero desde fuera la responsabilidad de hacerlo evidente.

La coodependencia puede provocar también una serie de síntomas psicosomáticos inespecíficos, dolores de cabeza, desarreglos digestivos menstruales, insomnio o trastornos psicológicos o enfermedades como la depresión, la obesidad, la bulimia. Los primeros síntomas de alarma serían no estar a gusto, no sentirse feliz, no querer llegar a casa, no sentir deseo. Ante esto siempre cabe preguntarse a uno mismo que me pasa.

El temor de comprometerse

El miedo a la intimidad, al compromiso, a la dependencia amorosa que hoy día se da con mucha frecuencia es también un tipo de relación dependiente. Hay muchas personas que cuando les surge el deseo, la atracción por alguien o se enamoran les aparece automáticamente el miedo a la dependencia, al compromiso. Suelen darse estas situaciones en personas con experiencias anteriores dolorosas y frustradas o en personas con padres separados. 

NUESTROS SENTIDOS

"La magia de vivir la vida se encuentra en dar sin esperar nada a cambio; sin embargo; la realidad de creer en la felicidad de la vida está en ofrendar tu vida para el bien de los otros." II. NUESTROS SENTIDOS En nuestro caminar por el mundo, somos esos ojos, que vamos viendo, únicamente lo que queremos ver y del color que deseamos verlo... A veces buscamos más allá, sin encontrar; lo que quizás muy cerca de nosotros tenemos; o vemos con otra intensidad, las situaciones o las cosas que a diario vivimos. Nos quedamos en lo externo, en la envoltura, en aquello que nos dicen; y no intentamos ir más allá, descubrir, conocer, explorar... Decimos tener los ojos bien abiertos y constantemente nos vamos estrellando o dejamos escapar tesoros que teníamos a nuestro lado; porque no fuimos capaces de descubrirlos, aún habiéndolos tenido al alcance de las manos... No reconocemos nuestra ceguera interior y nos cuesta aceptar que otro nos muestre el camino, porque creemos tener la razón, ser los dueños absolutos de la verdad, y testigos de lo que es en realidad único y bello... Vemos lo que queremos ver o lo que más nos conviene, pero no logramos descubrir la grandeza que otros en su alma tienen... Y qué decir de nuestros oídos; somos sordos a tantas cosas, y hay muchos que buscan quién les sepa escuchar; pasamos desapercibidos las voces que claman y gritan desde lo más profundo del alma, lo que sienten y lo que quieren expresar... queremos oír lo que mal se dice, para luego quererlo proclamar... Hablamos más de la cuenta, qué difícil es aprender a callar, cuando se puede evitar una discusión o se lanzan palabras que hieren o hacen tanto mal... Dios nos ha dado dos ojos, dos oídos y una boca, para que aprendamos a ver más allá, a escuchar lo que dice el alma y hablar solo cuando sea necesario hablar, ya sea para aconsejar, consolar u orar... El olfato nos ayuda a ser precavidos, a oler, olfatear situaciones, estar seguro de los pasos que vamos a dar... Nuestro tacto nos permite sentir, tocar, palpar, acariciar, construir, trabajar... para no olvidar nunca nuestra humanidad y la de los demás; y ser transformadores del mundo en el que hemos de habitar... Esos son nuestros sentidos, otro toque de la perfección de Dios, que en el hombre y la mujer quiso dejar, quizás hay quienes carecen de uno de ellos, pero desarrollan aún más, aquel que le permita vivir y experimentar el amor del Padre eterno que la vida nos quiso regalar... Es hora de aprender a utilizar al máximo nuestros sentidos, no sea que los tengamos dormidos y cuando queramos realmente hacerlo, sea demasiado tarde y lo más valioso lo hayamos perdido

NADIE SE CRUZA POR CASUALIDAD.-Sus cuatro leyes




 La primera dice
"La persona que llega es la persona correcta",es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

La segunda ley dice
"lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido".Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: "si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...". No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

La tercera dice:
"En cualquier momento que comience es el momento correcto".Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

Y la cuarta y última:
"Cuando algo termina, termina".Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.
Creo que no es casual que estés leyendo esto, es porque estas preparado para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado!

¿Es el SIDA una enfermedad o un montaje a desmantelar?


¿Es el SIDA una enfermedad o un montaje a desmantelar?
Hace años que considero que el SIDA no es agua clara y que esconde niveles de corrupción criminal. Conocer y entrevistar a Lluís Botinas, que lleva más de 20 años investigando y buceando en las entrañas de este monstruo, me ha proporcionado la posibilidad de denunciar públicamente este hecho. Y también ha sido una suerte contar con las declaraciones de Clark Baker, ex policía de Los Ángeles, que ha creado una Asociación en EEUU para defender a las víctimas de la corrupción médica y científica, especialmente en el tema VIH/SIDA.
Para algunos será la confirmación a cosas que ya intuíais, y para los que no hayáis escuchado antes hablar de este enfoque, será una sorpresa difícil de asimilar. En todo caso, otorgad el beneficio de la duda a esta información. Merece la pena por la gravedad del asunto, y porque son vidas humanas lo que está en juego.

viernes, 27 de abril de 2012

Soltar el lastre en la vida


Hoy unas lagrimas de otra brujita y las palabras de una oveja me han hecho pensar y darme cuenta de que si queremos hacer algo lo tenemos que hacer ahora, no dejarlo para después, para mañana, para ver si un día se hace solo por arte de magia. Y no me refiero a arreglar ese grifo que gotea (que deberíais hacerlo para no malgastar agua) ni ese libro que tenemos por leer, ni nada parecido, me refiero a lo importante, a lo que nos hace mover el corazoncito.

Últimamente me rodean personas que tienen un peso encima, algo que no pueden o no saben quitarse de enmedio, hoy le he dicho a una de ellas que la veo montada en un globo y que si no tira todo el lastre no va a poder salir libre hacia el cielo y de verdad lo creo, pero no es solo ella, ¿Quién no tiene un lastre?, ¿quien no tiene pendiente un te quiero, un lo siento, un no se si es para toda la vida pero ahora lo quiero y no me importa que seamos solo un rollo, un perdoname, un abrazame, un creo que podemos intentarlo, un podemos volver a empezar, un te lo agradezco pero no, un te echo de menos, un….

Estoy segura que muchos que estéis leyendo esto os acordareis de alguien ¿pues, qué haceis ahí parados?¿que os cuesta una llamada, quedar y tirar todo eso que os acompaña?, pensad que el momento es ahora, que mañana quiza sea tarde y que puede que os perdais algo muy interesante por una razon que seguramente no sea importante y por favor, por favor, que no sea por orgullo, odio el orgullo, me parece un sentimiento sin sentido, que solo hace daño.

Yo también tengo mis lastres personales, de los que intento deshacerme todos los días, no sea que me arrepienta de no haberlo hecho, sobre todo que los que tengáis unas palabras pendientes no dejeis pasar la oportunidad de decirlas. .

Cuando queremos que un globo se eleve, soltamos lastre. Las emociones, y en cierto modo, la felicidad, en muchas ocasiones, se comporta como un globo. Hay momentos en los que sentimos que no avanzamos personalmente, y entonces, es el momento de soltar lastre emocional. Es lo mismo que arrojar la toalla. Pero, a veces, es inevitable. Y luchar contra lo inevitable no sólo es temerario, sino un craso error, y emocionalmente hablando, un billete a la infelicidad. Soltar lastre o arrojar la toalla no es una tarea fácil, porque nos lleva a enfrentarnos a una situación en la que nuestros sueños personales de progreso se ven truncados de alguna forma. Pero no es más un dilema de adaptación influido por la inseguridad social que arrastramos desde la infancia. La inseguridad es miedo, y el miedo, uno de los enemigos más severos de la felicidad. Tomar decisiones difíciles desde el punto de vista de las emociones va en contra de la propia naturaleza del ser humano individual. No queremos que nuestros sueños se malogren, y nos aferramos a ellos para sentirnos vivo.

Sin embargo, aunque en general, tener sueños y perserguirlos es una vía para ser feliz, aferrarse a ellos cuando no se avanza, es todo lo contrario. La solución a tal paradoja es reorientar los sueños de forma que se acerquen a un logro más realista. Tal vez, modificando nuestros sueños ligeramente sea suficiente para avanzar sin tener esa sensación de vacío existencial que influyó en muchas épocas culturales. No creo que haga falta llegar al vacío del logro de los sueños, si aligeramos la carga convencional y social transmitida y nos centramos en el punto inquebrantable de nuestros deseos interno. Soltar lastre no significa arrojar toda la carga, sino la menos imprescindible y pesada. Arrojar la toalla no significa abandonar y perder la lucha, sino detener el fracaso y replegarse para volver a intentarlo cuando haya más opciones de triunfo.

Buena suerte y si necesitais alguien que os ayude a soltar lastre, ya sabeis donde encontrarme

jueves, 26 de abril de 2012

Los espejos de tu vida



Los espejos de tu vida

A lo largo del lento y progresivo despertar de la consciencia, existente un punto a partir del cual comprendemos que nuestros problemas y dificultades no son sólo el desgraciado resultado de "mecánicas celestes" fuera de nuestro control, si no que, de alguna manera, están relacionadas o “conectadas” con aspectos de nuestra personalidad pendientes de una mayor atención.
Por tanto, llega un momento que empezamos a hacernos RESPONSABLES del gran teatro de personajes que es nuestra vida y a pensar sobre QUÉ puede haber detrás de esa situación difícil, ese problema o, incluso, detrás de esa persona que nos hace sentir mal.
En el contexto de las relaciones personales (familia, amistades, relaciones de pareja), realizamos cada día, un gran trabajo de desarrollo personal. En ocasiones habrás notado (estoy seguro de ello) que algunas personas tienen la capacidad de alterar tu estado emocional con relativa facilidad; o que algún rasgo de su carácter te parece particularmente desagradable; o que, incluso, hay personas que en situaciones concretas pueden alterarte fácilmente, aunque en otro contexto no tienes ningún problema.
El prestar una mayor atención a estas situaciones, así como al tipo de emoción que desencadenan, puede ofrecerte una gran ayuda en el proceso de compresión de tu personalidad y sus bloqueos. Es importante que tengas presente en cada momento que realmente nadie ni nada “TE HACE” sentir bien o mal, si no que TÚ te sientes bien o mal antes tal o cual circunstancia. Es sabido que cualquier fenómeno ubicado FUERA de nosotros es sólo una proyección de nuestro estado interno. De hecho, el fenómeno de proyección es la base de la percepción de la realidad para la mayoría de nosotros. El mundo que contemplas te parece de tal manera según sea tu estado interior. Sólo aquellos que han logrado una total quietud de sus elementos personales, pueden afirmar que ven el mundo como verdaderamente es...
Por lo tanto, todo lo que percibas proviene de algún aspecto consciente o inconsciente de tu interior. Esto es aplicable a cualquier percepción generada en cualquier relación de comunicación con otro individuo. Voy a intentar darle palabras al proceso que se produce. Supongamos que, por poner un ejemplo, la actitud de PREPOTENCIA de las personas desencadena una sensación de hostilidad en ti. Considerando lo dicho, podrás asegurar que existe algún tipo de conflicto respecto la cualidad asociada a la “prepotencia” y tu personalidad. No es la prepotencia de ese individuo, ni la del mundo, la que te provoca rechazo, si no una parte de tu comportamiento relacionado con esa cualidad.
Esto genera confusión en algunas personas que asocian estrictamente las características de su personalidad con su FORMA DE ACTUAR. Me explico:
Si eres una persona- siguiendo con el ejemplo- que muestra una manifiesta timidez o discreción exagerada en todo lo que hace, no significa que seas necesariamente humilde. Significa que ACTÚAS siguiendo el papel que consideras que se ajusta a tu criterio de humildad. Es una diferencia fundamental: actúamos natural y auténticamente de la forma correcta cuando tenemos una cualidad emocional trabajada y madura. Pero ACTÚAMOS como creemos conveniente (como nos han enseñado nuestros padres, como nos dicen los demás, como lo hace el de al lado, etc..) cuando dicha cualidad está pendiente de maduración.
Cuando reaccionas de forma desagradable ante una persona que actúe de forma opuesta a ti (por ejemplo, con prepotencia), puede que te cueste creer que tú – “actuando” de forma tan “humilde”- puedas tener un problema personal de prepotencia. Pero lo cierto es que el sentimiento de rechazo que detectas es una señal inequívoca de que existe una REPRESIÓN asociada a tu forma de actuar “no-prepotente”. Tu forma constantemente discreta de actúar ha generado en tu interior una parte prepotente que sale a la superficie cuando interactúas con otros prepotentes. Como es una parte de tí que rechazas inconscientemente, esas personas estimulan en ti ese mismo sentimiento: rechazo.
Inconscientemente detectas una necesidad de SER tú también prepotente (debido a otro sentimientos más profundos, probablemente de inseguridad). Tienes, en tu interior, escondido, un YO que no quieres aceptar en tu sistema, al actúar comportándote de la manera contraria. Fruto de esa no-aceptación se produce una disociación, una separación, entre tu identidad personal y ese YO no aceptado deja de ser algo que forme parte de ti, o que sea tuyo o, incluso, que tenga que ver contigo. Con el tiempo dicha ilusión se consolida y la parte negada... DEJA DE EXISTIR para tu percepción. Te convences a ti mismo de que no existe en ti ni un ápice de prepotencia..
Sin embargo, date cuenta que lo que haces en realidad es reprimir una parte de ti mismo por la cual sientes rechazo, mediante la NEGACIÓN de su existencia. Pero, ay!!, ese parte reprimida y repudiada sigue estando en tu interior.., y actuando desde el inconsciente reclama tu atención y se manifiesta en el mundo externo de tu identidad. De este modo, no tienes ni idea de la razón, pero no paras de encontrarte prepotentes por todos lados!!
El mecanismo de proyección es aplicable a cualquier CUALIDAD y sus polos opuestos.  Unos ejemplos:

Euforia --- ALEGRÍA ---Tristeza.
Temeridad --- VALOR --- Temor
Apego --- AMOR --- Odio
Prepotencia --- HUMILDAD --- Timidez
Excitación --- SERENIDAD --- Depresión
Agresividad ---FUERZA INTERIOR ---Debilidad
Aislamiento ---INDEPENDENCIA ---Dependencia
Son algunos ejemplos de los llamados “pares de opuestos", dualidades en nuestro carácter sobre las que vamos oscilando a lo largo del tiempo. Así, a través de las experiencias de la vida, vamos balanceándonos entre la dualidad que forman los polos de las cualidades, hasta alcanzar el equilibrio, la cualidad en sí, e integrarla a nuestra personalidad. Es lo que Buda llamó “el noble camino medio”
Si entiendes este mecanismo, te invito a que te auto-observes la próxima vez que interactués con alguien cuya actitud produce en ti rechazo. Fíjate en tus reacciones y se sincero contigo mismo. Si son las personas temerarias las que te producen una sensación de rechazo – escogiendo otra cualidad al azar-, ya sabes que puedes trabajar en tu personalidad la cualidad VALOR, ya que probablemente no quieres aceptar la parte temeraria que hay en ti y actúas con excesiva prudencia (con temor) en tu vida.
Cuando empieces a reconocer – gracia a esas personas tan “molestas”- y aceptar esas partes de ti ocultas, el siguiente paso será iniciar un trabajo – por ejemplo un trabajo terapéutico serio - que permita su EXPRESIÓN. Ya que cuando decides ver la ira (otro ejemplo) que hay en tu interior, y te permites expresarla en un ambiente adecuado, te das cuenta (experimentalmente) que el mundo NO está enfadado contigo, .. ¡¡ sólo era una proyección de tu mente !!
A estos factores hay que añadir que la intensidad emocional varía mucho según la importancia del lazo afectivo con quien te relacionas. Normalmente, nuestros padres, parejas e hijos suelen formar los mayores lazos afectivos, generando una capacidad mucho mayor para la reactividad emocional y actuando como poderosos espejos donde se reflejan nuestras partes ocultas. ¡¡ Por eso son las personas más importantes de nuestra vida!!
Si estás leyendo esto, es que estás preparad@ para hacerlo...ÁNIMO!!
Abre los ojos y mírate en los demás. Mírate en los espejos...

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...