Los principales
obstáculos o bloqueos psicológicos provocan perjuicios en todas las áreas
vitales y, en especial, en el proceso de toma de decisiones. Son inconscientes,
generalmente actúan juntos y se nutren unos a otros lo cual, no obstante, trae
la ventaja de que al superar uno o varios de ellos se puede enfrentar a los
demás.
Rubin (1986) presenta 17 bloqueos u obstáculos, a
algunos de ellos les hemos cambiado un poco la denominación para facilitar su
comprensión.
1. PÉRDIDA DE CONTACTO CON LOS PROPIOS SENTIMIENTOS:
Se refiere a la
incapacidad para sentir y expresar sentimientos y emociones de amor, alegría,
rabia, tristeza, miedo. Es un proceso inconsciente que comienza a edades muy
tempranas y evoluciona progresivamente a medida que nos hacemos mayores.
Por lo general, surge en
ambientes abiertamente hostiles y rechazantes, que sabotean el bienestar y la
autoestima personal. Muchas veces se expresa a través de mensajes directos o
indirectos del tipo "Los hombres no lloran" o "No te rías tan
alto", por ejemplo.
"No quiero, no
quiero // échamelo en el sombrero" es un dicho margariteño que revela la
dificultad para expresar claramente que algo nos gusta o que lo anhelamos, que
decimos una cosa pero hacemos otra. Todo lo contrario de "El que quiere
besar busca la boca", que indica que la motivación nos impele a hacer
algo.
En síntesis, en la medida
en que desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos, saboteamos
nuestro proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces el mismo es
racional, no cabe duda de que el afecto ejerce un rol importante.
2. EVITACIÓN DE LOS PROBLEMAS Y DE LA ANSIEDAD, CON LA FINALIDAD DE NO
EXPERIMENTAR SUFRIMIENTO:
El refrán "Más vale
malo conocido que bueno por conocer" ilustra este obstáculo psicológico.
Las personas que lo
sufren consideran que las opciones y elecciones, al ofrecer una posibilidad de
cambio, constituyen una amenaza a la comodidad de lo que resulta familiar .
Es probable que
cualquier intento de elección conlleve una carga enorme de ansiedad pero, en
cuanto se comienza a adoptar decisiones por pequeñas que sean, la persona se da
cuenta de que las terribles consecuencias que imaginaba no han ocurrido. Luego,
cuando empieza a participar más activamente en su vida -y no como mero
espectador- el compromiso ya no resulta tan amenazante y las escogencias se
hacen más provechosas y más fáciles de realizar.
3. CARENCIA DE UNA ESCALA DE VALORES:
Alude al desconocimiento
de las cosas que son importantes o no, lo cual incide en lo que apreciamos,
cómo utilizamos nuestro tiempo y energía , cuál es nuestro estilo de vida y con
qué clase de personas podemos vivir y trabajar.
No conocer nuestros
valores es como si no los tuviéramos. Al evitar la elección se fortalece la
carencia de valores con lo cual las elecciones se hacen cada vez más difíciles,
creándose así un círculo vicioso. Por el contrario, cada vez que tomamos una
decisión ordenamos los asuntos de nuestra vida de acuerdo con una determinada
escala de valores o prioridades, se fortalece el conocimiento de la propia
personalidad y se facilitan las escogencias posteriores.
4. ESCASA AUTOESTIMA O FALTA DE CONFIANZA EN SÍ MISMO:
La dificultad para
escoger opciones -en especial cuando se salta constantemente de una alternativa
a otra- se debe por lo general a la convicción inconsciente de que ninguna
opción que se elige es suficientemente buena.
5. DESESPERANZA, DEPRESIÓN Y ANSIEDAD:
Las tres se presentan
por lo general juntas, por lo que Rubin las llama "compañeras de
viaje".
Cualquiera que sea su
causa, identificarlas es prioritario ya que afectan no sólo la capacidad de
seleccionar alternativas sino la salud mental en general. Tales problemas son
síntomas de dificultades más profundas y muchas veces requieren de la ayuda
profesional.
6. IDEALIZACIÓN O IMAGEN IRREAL DEL PROPIO YO:
Muchas personas con baja
autoestima dibujan una imagen idealizada de sí mismas, lo que constituye una
forma de compensación destinada a disimular y contrarrestar la desconfianza
personal.
Sin embargo, tal actitud
sólo disminuye la autoconfianza y obstaculiza el proceso de la toma de
decisiones ya que ignorar y olvidar las cualidades reales y, por el contrario,
actuar sobre la base de cualidades y talentos inexistentes, conduce a
elecciones erróneas debido a que el juicio se encuentra distorsionado.
7. ANULACIÓN DEL PROPIO YO, DEPENDENCIA DE LOS DEMÁS Y NECESIDAD OBSESIVA
DE AGRADAR:
Cada vez que renunciamos
a tomar decisiones anulamos nuestro propio yo, lo que en la práctica se traduce
en la evitación de los conflictos o el rechazo, para no llamar la atención.
Esta forma de afrontar las situaciones de conflicto obstaculiza grandemente la
conducta de elegir, ya que las decisiones que se toman tienden a evitar el
éxito e incluso favorecen el fracaso, ya que éste atrae menos atención y
provoca menos ansiedad.
En cuanto a la
dependencia de los demás, destruye el proceso de escogencia puesto que se
eligen las mismas opciones de los demás o se trata de que los demás lo hagan
por nosotros.
Tener una necesidad
obsesiva de agradar a los demás afecta enormemente la escogencia, debido a que
no se satisfacen los propios gustos; en caso de que una decisión acertada
desagrade a otros o sea impopular, la persona la desecha a favor de otra menos
adecuada o se abstiene de elegir.
8. BÚSQUEDA OBSESIVA DEL RECONOCIMIENTO Y DEL PRIMER LUGAR:
La afición desmesurada
por el reconocimiento da lugar a tomar decisiones erróneas que, a menudo, son
la antítesis del éxito y la felicidad.
Las personas con este
bloqueo quieren llamar la atención; prefieren ser admiradas antes que estimadas
ya que su autoestima se basa en las habilidades y destrezas que poseen. Por
debajo de la búsqueda del reconocimiento tienen escaso amor propio, lo que hace
que se sientan obligadas a proteger éste. Como les asusta el fracaso y la
humillación, evitan tomar decisiones que puedan poner en peligro su orgullo.
9. PERFECCIONISMO Y AFÁN DE TENERLO TODO:
Consiste en la creencia
inconsciente de que hay situaciones y decisiones perfectas, lo cual conduce a
demoras debido al deseo de tomar decisiones en condiciones perfectas para tener
la seguridad de que el resultado también lo será. El temor al autodesprecio
como consecuencia de obtener un resultado imperfecto, ejerce un efecto
inhibidor y produce inacción.
Es importante aclarar
que la búsqueda de la excelencia no es lo mismo que la búsqueda de perfección,
ya que la primera tiene que adaptarse a criterios realistas; si no, se
convierte en la justificación de necesidades perfeccionistas.
El afán de tenerlo todo
es la creencia inconsciente de que se puede alcanzar un estado perfecto en el
que estén incluídas todas las opciones y, por tanto, evitar las decisiones y
los sacrificios. Este obstáculo conlleva más gasto de dinero, tiempo, energía y
talento, y conduce al fracaso. El refrán “Más vale pájaro en mano que cien
volando” ejemplifica la conducta alternativa más adecuada.
10. ESPERANZA DE COSAS MEJORES, ANHELO DE LO QUE NO SE TIENE, DESPRECIO POR
LO QUE SE TIENE, Y VIVIR DE ILUSIONES:
Lo más característico de
este obstáculo son las interminables demoras y esperas, lo cual destruye la
posibilidad de elegir buenas opciones. Las víctimas de este bloqueo esperan una
solución mágica que supere con creces todas las alternativas disponibles.
Anhelar permanentemente
lo que no se tiene y despreciar lo que está al alcance puede originar una
acentuada inactividad, lo cual hace que decisiones que se tomen –si no
conllevan un auténtico compromiso- sean más bien actuaciones superficiales.
Por otra parte, las
ilusiones obligan a vivir en un mundo imaginario y no tienen nada que ver con
las ideas creativas que se podrían llevar a la práctica tomando decisiones
acertadas. Como dice la canción “El que vive de ilusiones se muere de
desengaños”.
11. VIVIR EN LA IMAGINACIÓN:
Estrechamente
relacionado con vivir de ilusiones y la esperanza de cosas mejores. El hecho de
vivir en la imaginación nace de profundas carencias y de la necesidad de
obtener compensaciones. Es un bloqueo de la realidad que destruye el presente y
elimina los goces de la existencia cotidiana, impidiendo el éxito en cualquier
faceta de la vida.
12. TEMOR AL AUTODESPRECIO QUE PUEDA GENERARSE SI SE TOMA UNA DECISIÓN
ERRÓNEA:
Las personas que padecen
este bloqueo ponen a menudo de manifiesto una necesidad obsesiva de tener
siempre la razón, en la que subyace una falta de autoconfianza. Al menor asomo
de fracaso –por pequeño que sea- se autodesprecian severamente. Les asustan las
decisiones y se ven en la imposibilidad de tomarlas por miedo a cometer algún
error. Ello se debe a la acción conjunta del perfeccionismo, las esperanzas
exageradas, la necesidad de reconocimiento y la anulación del yo, los cuales no
dejan espacio para la aceptación de las limitaciones humanas y la probable
escogencia de alternativas equivocadas.
Las víctimas de este
bloqueo se infligen inconscientemente severos castigos en forma de depresiones,
enfermedades psicosomáticas, propensión a accidentes, fracasos múltiples,
relaciones destructivas, insomnio, problemas de apetito, y toda una variedad de
aflicciones.
13. AUTOREPROCHES PROVOCADOS POR LAS EXIGENCIAS DESMEDIDAS:
Este bloqueo nace de las
exigencias y los “contratos internos” que las personas acuerdan
inconscientemente consigo mismas. Toma la forma de “debería”, “podría” y
“querría”, utilizados como reproches o justificaciones posteriores a una
conducta determinada. Por ejemplo: “Yo debería ser el más inteligente”, “Yo
podría haber obtenido la mejor calificación”, “Yo querría haber ganado el
concurso”.
Obstaculiza las
decisiones, provocando un estado de parálisis y temor a romper los “contratos”.
Además, puede convertirse en un hábito tan difícil de erradicar que hace que la
toma de decisiones auténticas resulte imposible de realizar.
14. “CEGUERA” ANTE LAS DIVERSAS OPCIONES:
Para que exista una toma
de decisión deben estar disponibles por lo menos dos opciones, pero la persona
con este bloqueo no se da cuenta de las alternativas a su disposición. En la
base de este obstáculo existe una idealización del yo y un temor a los
conflictos, por lo que no se “ven” las opciones que entren en conflicto con
esta imagen idealizada y se rechaza cualquiera que provoque perturbación y
ansiedad.
Por lo general, ocurre
cuando la persona se halla sometida a fuertes presiones, en períodos de crisis
y en situaciones de estrés, lo cual hace necesario un aplazamiento provisional
–hasta que la presión se haya reducido- que no tiene que convertirse en una
justificación de interminables dilaciones.
15. TEMOR Y DISTORSIÓN DE LA PRESIÓN DEL TIEMPO:
La engañosa creencia de
que no hay tiempo se utiliza a menudo con consecuencias negativas, ya que puede
producirse una acentuada presión y una reacción de temor. Es uno de los
principales obstáculos en el proceso de toma de decisiones, ya que impide hacer
uso de los recursos personales que se necesitan para elegir una alternativa.
Cuando la persona
consigue liberarse del agobio del tiempo, suele desaparecer la ansiedad y puede
utilizar el tiempo provechosamente para analizar y sopesar las opciones, y para
relajarse en caso necesario durante las distintas fases de una elección.
16. CRITERIOS ERRÓNEOS:
Un criterio acertado, es
decir, la capacidad de evaluar las opciones de forma racional y provechosa, es
muy importante para el éxito en la toma de decisiones. Por el contrario, un
criterio erróneo con frecuencia se debe a un deficiente análisis y a un pobre
desarrollo de las ideas. Los trastornos emocionales, la desesperación, la
euforia, el estrés, y los estados mentales gravemente perturbados deterioran el
criterio de las personas.
Todos los bloqueos
discutidos ejercen, en mayor o menor medida, un efecto perjudicial sobre el
criterio personal, cuya influencia es directamente proporcional a la intensidad
de los mismos. El principal componente del criterio acertado es una visión
objetiva de la realidad y de nosotros mismos, sin la cual nuestra percepción
resultará sesgada, distorsionada.
17. FALTA DE INTEGRACIÓN INTERNA O GRAVE DESORGANIZACIÓN:
Las personas pueden
pasar por períodos breves de trastornos emocionales, durante los cuales no es
propicio hacer elecciones. Pero, cuando se producen trastornos tan pronunciados
que conllevan pensamientos intrusos, intereses conflictivos, ausencia de un
fuerte sentido del yo, carencia de una escala de valores, etc. que impiden la
integración o cohesión de todos los aspectos de una situación, se impone un
tratamiento que pueda influir en el desarrollo de una fuerza integradora
madura. Esta permitirá que la persona sepa quién es y qué quiere realmente,
estableciendo un orden de prioridades, antes de estar en condiciones de tomar
auténticas decisiones.
En resumen, afirmábamos
en un artículo anterior que para hacer una escogencia adecuada es necesario,
entre otras cosas, recolectar, evaluar y analizar la información sobre nosotros
mismos. Tal información integra no sólo los recursos o potencialidades sino
también las dificultades o limitaciones.
Como hemos podido ver,
una de las dificultades que impiden las decisiones son los bloqueos u
obstáculos psicológicos. Como quiera que es casi imposible luchar contra un
enemigo invisible o desconocido (como lo plantea Rubin) es necesario –mediante
la autoexploración y autoanálisis- conocer los bloqueos, identificarlos y
comprenderlos para actuar en consecuencia.
Ante una situación de
toma de decisiones, algunas preguntas que nos hagamos podrían servir de guía
para ayudar a su identificación: ¿qué siento en este momento?, ¿cómo afecta mi
comodidad?, ¿cuáles cosas son importantes para mi?, ¿las opciones a mi
disposición son suficientemente buenas?, ¿siento una ansiedad incontrolable?,
¿cuáles son mis cualidades reales?, ¿qué pasaría si mi elección no le gustara,
por ejemplo, a mi padre?, ¿cómo me sentiré si me equivoco?, ¿le doy más
importancia a lo que debería hacer que a lo que quiero hacer?, ¿estoy
consciente de las diferentes alternativas a mi alcance?, ¿a menudo pienso que
debo darme prisa?, ¿estoy analizando la realidad objetivamente?, entre otras.
Si se responde
afirmativamente a estas preguntas, la persona puede darse cuenta de que está
atrapada en algún (os) de los bloqueos, lo que constituye un primer paso para
abandonar los hábitos negativos. Como no basta con la toma de conciencia, luego
tendrá que empeñarse en un cambio que le permita el ejercicio de un
comportamiento decisional más eficiente.
Sin embargo, cuando ello
no es suficiente (porque la persona está desorganizada, cuando hay serios problemas
de autoestima, cuando hay trastornos de sentimientos, pensamientos y emociones,
cuando más que un problema de indecisión existe un problema de inseguridad,
etc.) se requiere de la ayuda profesional que puede prestar el orientador,
psicólogo, psiquiatra, o psicoterapeuta, quienes pueden realizar las
intervenciones necesarias para corregir la problemática.
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