"La felicidad
humana no es producto de los grandes acontecimientos de la vida, sino de las
pequeñas vivencias cotidianas", escribió Benjamin Franklin en su autobiografía. Casi dos siglos
después de que muriera este sagaz político y científico, los expertos le siguen
dando la razón.
Según los sociólogos David Myers y Ed Diener, las desgracias y los
golpes de fortuna tan sólo ejercen una influencia pasajera sobre el estado de ánimo, que suele regresar a su nivel habitual al cabo de
un tiempo. El plazo depende del temperamento de cada persona.
CLAVES
PARA EL BUEN ÁNIMO
Tener
cubiertas las necesidades básicas. Comenta la revista Forbes que aquellos seres
humanos que han incrementado su fortuna en forma masiva, el 37% de ellos cree ser más desgraciado que la
media de la población. No comparto ese punto de vista, aunque creo que el buen
ánimo también se basa en el equilibrio económico.
Relacionarse
con los demás. Numerosos estudios han demostrado que la gente que necesita de otra gente es en realidad la más feliz, y es también la que menos probabilidades tiene de sufrir una depresión.
Sentirse
cómodo en el trabajo. "Las personas que trabajan en
profesiones creativas que permiten aportaciones personales para conseguir
objetivos son, en general, mucho más positivas", afirma César Díaz-Carrera. "Lograr los retos que nos planteamos en el
trabajo es una forma constante de superación", añade "y la superación
es una de las bases del optimismo". Por este motivo, se aconseja plantearse retos en todos los niveles de la vida.
La
autoestima. "Todos somos lo que creemos
ser", afirma Andrew Matthews en su libro ‘Por favor, sea feliz’. Nuestra propia
imagen determina exactamente cómo nos comportamos. "Si nos aborrecemos, también aborreceremos a los demás; cuando nos
encanta ser quienes somos, todo el mundo nos resulta maravilloso", añadeMatthews.
Un estudio de la Universidad de Michigan comprobó que el primer valor que consideraban los norteamericanos para ser
felices, era quererse a sí mismos.
Tener
autocontrol. Séneca escribió: "El más poderoso es aquél que tiene poder sobre sí mismo". El psicólogo de la Universidad de Stanford, Albert Bandura, dedicó años a estudiar la eficacia personal, es decir, la autoconfianza en
producir los efectos que se desean. Dedujo que a las personas que creían que conseguían las cosas por su propio esfuerzo, apenas les
afectaban las predicciones negativas de los demás.
Seguir
una dieta equilibrada. Según un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Alcoholismo de Bethesda, en Estados Unidos,
llevar una dieta escasa en ácidos grasos poliinsaturados –presentes en casi
todos los pescados azules, como sardinas, boquerones, atún o salmón– puede bajar el estado de ánimo. Sin embargo, no es aconsejable abusar
de las grasas vegetales, que se encuentran por ejemplo en las espinacas, el
arroz, el vino y la cerveza, por su alto contenido en vanadio, cuyo
exceso provoca leves depresiones. Tampoco conviene mezclar proteínas
indiscriminadamente, ya que producen digestiones pesadas que, a la larga,
conducen hasta las úlceras, una de las afecciones que peor humor genera.
Sonreír. Hace más de cien años, el neurólogo francés Guilliane Duchenne de
Boulogne comenzó a estudiar qué es lo que se
escondía detrás de una sonrisa. Hoy se sabe que puede resultar contagiosa y
mejorar todavía más un buen estado de ánimo. Por ello, los investigadores sobre
el humor recomiendan este sencillo ejercicio cuando se pasen momentos
difíciles: mirarse al espejo y sonreír. Esta
expresión facial genera la emoción correspondiente, de forma que si vemos el
reflejo de una sonrisa, comenzaremos a sentirnos mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario