A lo largo de la historia, numerosos científicos han intentado establecer una cierta relación entre las manifestaciones físicas de cada emoción y su componente psicológico. ¿Es posible que en algunas emociones la agitación psíquica se traduzca, por decirlo así, en una serie de fenómenos corporales que tengan un significado equivalente? ¿Por qué a la vergüenza corresponde generalmente el rubor, la inseguridad, la timidez, etcétera?
Muchas de las interpretaciones propuestas no parecen carecer de cierto fundamento. Es como si el cuerpo expresase de forma simbólica el contenido psicológico de cada emoción. Al sentir vergüenza de algo, solemos tender a escondernos, en un intento simbólico de ocultarnos o de ocultar aquello que es la causa de nuestra vergüenza. Por tanto, preferimos evitar las miradas de los demás. El correlato vegetativo de la vergüenza es el rubor, nos ponemos colorados. Para algunos esto equivale al mismo afán por ocultar el rostro, como si el rubor constituyese un modo de borrar nuestras facciones, de introducirnos en la oscuridad, de escondernos.
El temblor de todas las situaciones que implican inseguridad significaría la duda, el no saber qué hacer, que se traduce en movimientos oscilatorios, que equivalen a ese ir de un lado a otro sin tomar definitivamente una dirección. El ceño fruncido de la desconfianza podría interpretarse como la expresión de no ver claro. Andar encorvado, como consecuencia de una emoción desagradable significaría falta de energías, abatimiento, en definitiva. Los golpes de pecho del arrepentimiento, significarían el reconocimiento, incluso la necesidad de un castigo para expiar el sentimiento de culpa. La tendencia a retroceder tras un susto se puede interpretar como la intención de escapar al peligro. El exceso de movimientos propios de la agitación equivaldría a la intención de solucionar o poner remedio al problema lo antes posible, mientras que el quedarnos paralizados significa que consideramos inútil toda lucha o esfuerzo.
Las interpretaciones son interminables y, al fin y al cabo, pueden ser fruto de la especulación. ¿Tiene un significado cada emoción o somos nosotros los que se lo damos?
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