Este grupo de trastornos se manifiestan por rasgos y conductas inflexibles e inadaptadas que causan una incapacidad en la vida de relación del adolescente y perturban subjetivamente su pensamiento con ideas absurdas o extravagantes. Se trata, pues, de un grado patológico superior a los trastornos de adaptación que hemos expuesto en este espacio.
El diagnóstico de estos trastornos se hace solamente cuando los rasgos característicos son típicos de la actividad cotidiana de la persona y a lo largo del tiempo, y no se limitan a episodios concretos (como serían, por ejemplo, los trastornos psicológicos que acompañan a una determinada enfermedad). Asimismo, cuando el joven tiene menos de 18 años, hay que ser muy cautos al efectuar el diagnóstico de trastorno de la personalidad, siendo preferible diagnosticar un trastorno de conducta (en vez, por ejemplo, de trastorno antisocial de la personalidad, que veremos seguidamente), puesto que recientes estudios muestran que muchos niños con evidente conducta antisocial tienden a normalizarse al llegar a la edad del joven adulto. Por otra parte, algunos de los trastornos más severos de la personalidad comienzan en la adolescencia, y el poder detectarlos en forma incipiente o en el momento en que aún no tienen consecuencias irreversibles (es decir, cuando aún no hay deterioro de la personalidad) puede ser muy importante para su tratamiento. Veamos a continuación dos de los tipos más habituales de estos trastornos de la personalidad: la antisocial y la límite (borderline).
El trastorno antisocial de la personalidad se trata de una sociopatía que comienza generalmente en la niñez y en la adolescencia temprana (de los 10 a los 13 años de edad), y en sus primeras manifestaciones a menudo se confunde con el déficit de atención con hiperactividad que tiene gran incidencia en la actualidad, como exponemos en su apartado.
Estos muchachos tienden a ser intranquilos, pelean con frecuencia, y a veces incurren en conductas delictivas. Están predispuestos al abuso de sustancias (especialmente el alcohol). Presentan antecedentes de problemas escolares, con abundantes castigos disciplinarios y son frecuentes los cambios repetidos de una institución escolar a otra. Es típico en estos chicos el mal comportamiento durante las horas de clase, con discusiones habituales con el profesor o con los compañeros, ausentismo escolar injustificado (novillos), bajo rendimiento académico y proclividad a ser expulsados tanto de la clase como de la escuela. Asimismo, también es común una historia de fugas del hogar, durmiendo en casa de amigos o en la misma calle por una o más noches.
La gente los ve, en general, como adolescentes "poco fiables", que acostumbran a faltar o a abandonar sus actividades en cualquier momento, y que tienen serias dificultades para aceptar las críticas o los consejos de los demás. Habitualmente no terminan sus estudios. Tienen una actividad sexual precoz y promiscua (en un alto porcentaje ejercen la prostitución). No tardan en tener problemas con la justicia por sus conductas ilegales. Este tipo de trastorno es más frecuente en varones que en chicas. A menudo terminan en establecimientos correccionales, sometidos a tratamientos psicoterápicos-farmacológicos, bajo el control de asistentes sociales, y con un pronóstico reservado.
El trastorno límite de la personalidad (borderline) es otro tipo de alteración que se diagnostica en la actualidad con mayor frecuencia que en épocas pasadas (anteriormente, además, se confundía con formas clínicas semejantes a la esquizofrenia -llamadas pseudoneuróticas-, llegándose a diagnósticos erróneos). Casi siempre muestran estos adolescentes una persistente alteración de la identidad, con incertidumbre respecto a la autoimagen, la orientación sexual, los objetivos a largo plazo, la elección de profesión, el tipo de amigos o los valores a adoptar. A menudo presentan sentimientos de vacío o aburrimiento. Sus relaciones interpersonales son inestables, intensas y al mismo tiempo cambiantes. Tienen gran dificultad para tolerar la soledad y realizan esfuerzos titánicos para evitar el abandono real o imaginario. Cambian rápidamente de estado de ánimo, pudiendo pasar de la euforia a la depresión y a la ansiedad en pocas horas o pocos días. Tienden a la irritabilidad y a la agresividad, sea hacia los demás, sea hacia ellos mismos. El abuso de sustancias, la promiscuidad sexual y las conductas de riesgo o claramente suicidas son bastante habituales. Un número creciente de informes psiquiátricos relaciona la personalidad borderline con el hecho de haber sido víctimas de abuso sexual durante la infancia. Este trastorno es más frecuente en chicas que en varones. El tratamiento es similar al expuesto en el trastorno antisocial. Hay que considerar que la mayoría de las características de este trastorno son comunes en algunas etapas del desarrollo normal del adolescente. Sin embargo, estos síntomas tienden a decrecer con el paso del tiempo en el adolescente no problemático, y aumentar en aquellos que están consolidando un trastorno límite de la personalidad.
Trastornos de la personalidad.
- Trastorno paranoide: tendencia injustificada a interpretar las acciones de los demás como deliberadamente malévolas.
- Trastorno esquizoide: indiferencia a las relaciones sociales, tendencia a las actividades solitarias y pobre expresividad emocional.
- Trastorno esquizotípico: ideas extravagantes y supersticiones, apariencia y conductas excéntricas, y déficit en las relaciones interpersonales.
- Trastorno antisocial: conducta irresponsable, con violación de los derechos de los otros.
- Trastorno límite (borderline): inestabilidad en las relaciones interpersonales, en la vivencia de la propia imagen, en los estados de ánimo, junto con marcada impulsividad.
- Trastorno histriónico: excesiva emotividad, cambios rápidos de humor y exagerada búsqueda de atención.
- Trastorno narcisista: grandiosidad (en fantasía o en conducta), necesidad constante de admiración y falta de empatía (saber sintonizar y colocarse en el lugar de los demás).
- Trastorno por evitación: inhibición social, sentimientos de no estar adecuado a las situaciones e hipersensibilidad a una evaluación negativa de su persona.
- Trastorno por dependencia: conducta dependiente y sumisa, manifestando excesiva necesidad de recibir cuidados.
- Trastorno obsesivo-compulsivo: excesiva preocupación e inflexibilidad con el orden, perfeccionamiento y control.
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