La resiliencia es la capacidad
de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de
acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de
traumas a veces graves. La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología
positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad
confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo vivido
una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y
viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido
hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados. Aunque durante
mucho tiempo las respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales
e incluso patológicas por los expertos, la literatura científica actual
demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su
aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad.
"A pesar de traumas
graves, incluso muy graves, o de desgracias más comunes, la resiliencia parece
una realidad confirmada por muchísimas trayectorias existenciales e historias
de vida exitosas. De hecho, por nuestros encuentros, contactos profesionales y
lecturas, todos conocemos niños, adolescentes, familias y comunidades que "encajan"
shocks, pruebas y rupturas, y las superan y siguen desenvolviéndose y viviendo
-a menudo a un nivel superior- como si el trauma sufrido y asumido hubiera
desarrollado en ellos, a veces revelado incluso, recursos latentes y aun
insospechados".
(Michel Manciaux. La
resiliencia: ¿mito o realidad)
PERSONALIDAD RESISTENTE
(HARDINESS)
El concepto de personalidad
resistente aparece por primera vez en la literatura científica en 1972, en
relación a la idea de protección frente a los estresores. Son Kobasa y Maddi
los autores que desarrollan el concepto, a través del estudio de aquellas
personas que ante hechos vitales negativos parecían tener unas características
de personalidad que les protegían. Así, se ha establecido que las personas
resistentes tienen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de
control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la
vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias estresantes y
dolorosas como una parte más de la existencia, En general, se considera que es
un constructo multifactorial con tres componentes principales: compromiso,
control y reto.El concepto de personalidad resistente está íntimamente ligado
al existencialismo.
Renacer, como el Ave Fénix, Volver a empezar
después de una pérdida. Seguir tirando a pesar de un cáncer. Recuperarse tras
una adicción. La “resiliencia” es la capacidad de auto sostén.
Por qué algunas personas, niños o adultos, logran salir adelante
después de haber sufrido situaciones adversas, traumatismos y amenazas graves
contra su salud y su desarrollo en tanto otras quedan seriamente afectadas para
el resto de su vida? Hace dos décadas esta pregunta produjo un cambio radical
en la manera de encarar las repercusiones personales y sociales que sufren los
seres humanos después de una crisis severa. Más que de una nueva forma de
tratar el llamado estrés postraumático, se trata de una mirada distinta acerca
de la manera en que los diferentes seres humanos afrontan las posibles causa de
ese estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos
de prisioneros, situaciones de crisis, como las causadas por la viudez o el
divorcio, las grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole.
En lugar de preguntarse por las causas
de la patología física o espiritual que esas catástrofes generan, el nuevo
punto de vista supone indagar de qué condiciones está dotada esa minoría; por
qué y de qué manera logra escapar a los males propios de los llamados «grupos
de riesgo”. De los núcleos más expuestos se comenzó a trabajar con chicos de la
calle y, dentro de ellos, con una minoría libre de las patologías a las que la
teoría y las estadísticas parecían condenados fatalmente —alcoholismo
delincuencia, adicción a las drogas, etc.—. Para convenirse, en cambio, en seres
predispuestos a llevar una vida de proyectos y realizaciones en personas
integradas y normales. Este fenómeno, denominado “resiliencia”, hoy es objeto
del creciente interés de parte de educadores, psicoterapeutas y sociólogos. Se
apunta a las potencialidades del sujeto (aquello que puede hacer bien) que a un
pronóstico que lo condena por sus «fallas de origen” y al que sólo se puede
ayudar rescatando a lo de lo que hace mal.
LOS TRES PILARES
Todos los seres humanos somos dueños en
mayor o menos grado de una capacidad de resiliencia. Todos, niños y adultos,
aprendemos a reponemos de las crisis, a seguir adelante. El lenguaje, popular
refleja muy bien el sentimiento de que sólo hasta cieno punto somos vulnerables
y que —salvo casos extremos— la gente se recupera más tarde o más temprano: “La
vida continúa” “hay que seguir tirando”, “el mundo no se acaba’hoy”, etcétera.
Pero, mientras existen seres dotados en alto grado de una resiliencia natural,
que a veces son vistos como invulnerables a la adversidad, existen personas que
por diversas causas se entregan a situaciones de estrés cada vez más notables,
que acaban en crisis depresivas o enfermedades somáticas. «Es como si les
faltaran elementos en la caja de herramientas de la vida grafican muy bien las
licenciadas Lea Teitelman y Diana Arazi, psicólogas y docentes especializadas
en esta nueva óptica que apuntala los aspectos más positivos de la personalidad
“Existen tres pilares que sostienen la
capacidad de resiliencia», explican Teitelman y Arazi:
1)La capacidad de juego. No tomarse las cosas tan a pecho que el temor
impida hallar las salidas. Y en esto e sentido del humor, el “mirar las cosas
como desde el revés de un larga vista permite tomar distancia de los
conflictos. La creatividad, la multiplicación de los intereses personales, los
juegos de la imaginación relegan esas causas de alarma a su justo lugar,
relativizarlas para no deprimirse.
2)La capacidad de encarar las
situaciones con un sentimiento de esperanza. Y
para ello es fundamental tener al menos a alguien en quien depositar los
afectos, admiración, qué sirven como guías y estimulo. Es lo que en el lenguaje
común de los grupos de resiliencia se conoce como “engancharse”. Esto que viene
a veces naturalmente con el modo de ser de La persona, puede ser estimulado por
educadores y terapeutas. Son esenciales asimismo las llamadas redes de sostén o
de contención, vínculos que enriquecen e impiden que la persona se sienta en
una intemperie vital. Amigos, un maestro, una comunidad barrial, los grupos de
resiliencia obran con apoyo y estímulo permanentes.
3)El auto sostén. Se puede resumir como un mensaje que la persona
elabora para si misma. “Yo sé que esto me va a pasar”, se dice ante un mal
trance. O sea: “Me quiero, confío en mí, me puedo sostener en la vida.
APRENDER DIVIRTIÉNDOSE
“La novedad que aporta la idea de
resiliencia, corrobora la doctora Maria Cristina Chardon, que investiga
actualmente en temas de ‘educación y salud, es que se dictan cursos a maestros
y expertos en pedagogía para que enseñen a vivir de otra manera. Es curioso que
actualmente los docentes consulten ahora cómo transmitir el sentido del honor,
el gusto por el juego. »
La resiliencia es más que resistir a los
embates, al temor a los riesgos, es tomar cada circunstancia adversa como un
desafío que pone a prueba todas las potencialidades de un individuo. Reemplaza
el temor a no poder por el aliciente de pasar airosamente cada prueba. Toma ese
reto como una diversión, no como una desgracia que lleva ala consabida frase
“Esto tenía que pasarme a mí”, pasando por alto que a cualquiera le puede pasar
de todo El sentido de la resiliencia ayuda «abrir la puerta para ir a Jugar”.
Vivir como dice Leopoldo Marechal: "Con ese estricto sonido del
juego que suele hacer de la pena la rosa"
Esta idea de diversión bien entendida,
se extiende a la escuelas a la hora de clase y de hacer la tarea. Enseñar y
aprender con una sonrisa no ha sido tomado hasta ahora como algo compatible con
el estudio tradicional, por algo llamado ‘serio”. Hay en la adquisición de
conocimientos un goce que suele ser robado al aula. Lo que el cambio de actitud
intenta es evitar el estrés que con frecuencia produce la escuela cuando es
vivida como un riesgo y una amenaza (“,Y si me aplazan?”; “Si me llaman hoy a
dar la lección?”; «Como me fue —o me irá— en la prueba escrita?”) ¡Cuántos
adultos han incorporado en su personalidad ese temor al fracaso escolar que
muchas veces es responsable de posteriores frustraciones! Resaltar las
aptitudes del alumno sin hacer hincapié en sus carencias es tema de los
estudios actuales de la doctora Chardon. Otro aspecto de la capacidad
resiliente llevada al campo de la educación y la salud.
LA TERAPIA DEL CIRCO
Volviendo a los chicos de la calle, los
que por su condición de tales suelen tener mayores carencias (padres que se
preocupen, maestros particulares, libros, lugar y tiempo para estudiar), es muy
interesante la experiencia que se lleva a cabo en Chile. Se realizan talleres
de circo con una frecuencia de tres horas un día por semana. Durante estos
talleres los participantes son capacitados en las siguientes técnicas:
malabarismo con clavas, pelotitas y argollas; acrobacia en el piso y saltos en
trampolines bajos; piruetas y juegos de clown. Todo en un ambiente de juego,
música y humor. Cuando los participantes alcanzan niveles de capacitación que
les permite elaborar y participar de números artísticos, éstos realizan
presentaciones en su comunidad. Aparte de lograr un medio de ida, los chicos se
integran fácilmente en la sociedad y al apartarse de un medio que los daña
encuentran incentivos para desarrollarse en otras direcciones. Otra manera de
modificar sin prédicas ni represión los hábitos negativos que los hacen sentir
inferiores y excluidos. “Los chicos podemos salir de la calle y dejar de
metemos en problemas, siempre que no den otros lugares por donde andar, un
sitio para llegar y sobre todo alguien que nos acompañe a caminar.” (Testimonio
de un chico de la calle, citado en varios trabajos sobre resiliencia.)
COMO FUNCIONA UN TALLER
En diversos sitios del país, el tema de
la resiliencia da lugar a cursos y a la formación de grupos o talleres. El
objeto de ellos es no sólo afrontar las dificultades, sino salir de ellas
fortalecido con la capacidad poder superar escollos nuevos, reconociendo así
que si bien toda crisis supone un riesgo, apareja también un oportunidad. Un
taller de resiliencia, como lo afirman las licenciadas Gloria Domínguez y Lidia
Osipiuk, consultadas por RUMBOS, que dirigen un taller sobre el tema incluye
consignas y ejercicios. Sus metas están contenidas en el Mandala de la
Resistencia, que ilustra esta nota y en recuadro sobre nuestros derechos.
El origen del término
Mientras estrés es un término tomado de
la mecánica que define el esfuerzo al que está sometido un material (por
ejemplo, una viga), resiliencia se usa en la física de los materiales para
expresar la capacidad de recuperación de ese esfuerzo. Tal como un objeto
abollado recobra su forma primitiva si tiene la suficiente elasticidad, los
seres humanos dotados de una resiliencia natural o adquirida serán capaces de
salir de un agotamiento causado por estrés traumático u otras causas. Los
terapeutas intentan desarrollar en el paciente una mayor plasticidad interior.
Un poco de historia
En 1982 dos investigadores
norteamericanos, que trabajaron en una Localidad muy pobre Hawai, siguieron la
evolución de 505 individuos desde su etapa prenatal (1955) hasta su adulto, o
sea durante 32 años. Buena parte de esos sujetos se crió en hogares sometidos
al estrés de la miseria, la mala relación entre los padres, el alcoholismo y
los abusos. A pesar de esas condiciones se observó que cerca de la tercera
parte de esos niños llegaban a adultos bien estructurados moralmente y una con
visión optimista acerca de su porvenir.
Se habló primero de chicos invulnerables
por causas que se consideraron genéticas. El afecto recibido era siempre la
clave de esas excepciones afortunadas. De allí surgió la necesidad de pasar de
la idea de invulnerable a la de resiliente, aplicada al ser humano capaz de
generar sus propios recursos para salir fortalecido de situaciones que no son
tomadas como la fatalidad de un destino sino como un desafío que alecciona y
estimula.
Para consolidar la resiliencia, tenemos
derechos:
1 A ser tratados con dignidad y respeto.
2 A equivocamos y ser responsables de
nuestros propios errores.
3 A tener nuestras propias opiniones y
nuestros propios valores
4 A tener nuestras propias necesidades,
tan importes como las de los de demás
5 A experimentar y expresar nuestro
pensamiento propio, así como a ser sus únicos jueces.
6 A cambiar de opinión, idea o línea de
acción.
7 A protestar cuando somos tratados con
injusticias
8 A intentar cambiar lo que no nos
satisface.
9 A detenernos a pensar antes de actuar.
10 A pedir lo que queremos. A
hacer menos de lo que humanamente somos capaces de hacer. A ser independientes.
11 A decidir qué hacer con lo que
es nuestro, con nuestro propio cuerpo y nuestro tiempo.
12 A sentir y expresar el dolor.
13 A ignorar los consejos.
14 A rechazar peticiones sin sentirnos
culpables o egoístas.
15 A estar solos aún cuan do otros
deseen nuestra compañía.
16 A no justificamos ante los demás.
17 A no responsabilizarse de los
problemas ajenos.
18 A no anticiparse a las necesidades y
deseos de los otros ni estar pendientes de su buena voluntad.
19 A no responsabilizarse de los
problemas ajenos
20 A no anticiparse a tas
necesidades y deseos de los otros ni estar pendientes de su buena voluntad.
21 A elegir no comportarnos siempre de
una manera positiva o socialmente convencional
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