lunes, 11 de marzo de 2013

El resentimiento¿Le hace mal al otro o a ti mismo?


Tengo un resentimiento contra…No me gusta pensar en esto por que me
duele, me mortifica pero, en verdad, está mucho más presente en mí de lo que
quisiera. Cuando algo me sale bien, me amargo pensando en que habría sido
mejor si esa persona no me hubiera hecho lo que me hizo. Cuando algo me sale
mal, a veces pienso que estoy en esa situación por culpa de esa persona. He
tomado o he dejado de tomar decisiones que tal vez me servirán a mí o a los
míos, motivado por ese sentimiento. No en pocas ocasiones me he encontrado
en mis fantasías evocando dolorosamente y con profunda rabia los hechos,
arruinando así momentos de soledad y paz. Otras veces –y no me siento muy
orgulloso de esto- he inducido de una manera más o menos sutil a mi familia, a
mis hijos, a que compartan ese odio que les es ajeno y que no entienden, y que
además, contradice todo lo que les he enseñado…¡cuánto tiempo de mi vida he
dedicado a ese dolor que no quiero!…Y, ¿qué es lo que realmente quiero? Que
la otra persona, mi agresor, sienta lo que yo siento. Que sufra lo que yo sufro.
Y lo que sucede es que, mientras más acentúo mi dolor, más sufro yo y más
sufren los míos, y la otra persona…a veces ni se entera o, si se entera, a lo
mejor ya tiene demasiado con sus propias penas, con sus propias confusiones,
con su propia amargura.
Porque yo sé que esa persona no se portó así por primera vez conmigo. Otras
veces había obrado de la misma manera y, en alguna forma, yo sabía que iba a
pasar lo que pasó. Yo soy responsable por haber esperado que, conmigo, la
magia de nuestra relación o un milagro lo evitaran. Ahora puedo hacer dos
cosas: o seguir dedicando mi vida a lo que no quiero recordar o aprender a
perdonarme y perdonar. Porque tengo que ser consciente de que, para mí, la
vida es muy valiosa y sé que de esto puedo aprender algo… A lo mejor, la más
grande enseñanza que me dejó este resentimiento es haberme dado cuenta de
que quien sufre y se mortifica con él soy yo y no el otro”.Seguramente usted, como la mayoría de las personas,  ha sentido esa mezcla de
rabia, desilusión y frustración que se experimenta cuando, a su juicio, una
persona, una entidad o un grupo de personas, afectivamente importante para
usted, lo han defraudado en algo, y no quiere o no puede expresarles
directamente su relación. Usted sabe que ese resentimiento le hace daño y, sin
embargo, a veces piensa que no le es posible –o no desea- olvidarlo.
LOS RESENTIMIENTOS NACEN DE LAS
EXPECTATIVAS FRUSTRADAS.
En toda relación humana, desde la más ocasional a al más profunda, cada una
de las partes espera a que la otra se comporte de determinada  manera y a esto
lo llamamos: expectativas. Es algo así como una forma de vivir por anticipado
nuestras relaciones con los demás, con todas las suposiciones y deseos que
tenemos antes de que un acontecimiento suceda.Expectativa es una palabra clave cuando hablamos de resentimiento. Los
resentimientos nacen de las expectativas frustradas. Cuando damos por
descontado y creemos justo y lógico que el otro se comporte de determinada
manera en algo que tiene significado especial para nosotros, y esto no sucede
así, nos sentimos injustamente pagados, ofendidos, adoloridos y frustrados. Así
comienzan los resentimientos.
Reconozcámoslo o no, de alguna manera nosotros pensamos que la otra
persona se va a ver afectada cuando tenemos hacia ella un resentimiento; sin
embargo, la paradoja es que el resentimiento es una de esas “victorias
engañosas” que obra como un bumerán, es decir, que se devuelve contra el que
lo lanza. El dolor que esperaba causarle al otro y todas las demás
consecuencias negativas las está recibiendo usted.
Cuando una persona está resentida con alguien, desea vengarse. Quiere que el
mismo dolor que está sintiendo, lo padezca el otro y, por lo tanto, lo primero
que se le ocurre es retirarle lo más importante que está dando: su amor, su
afecto, su amistad o su interés, dependiendo del tipo de relación que tengan. Lo
importante es que el otro se de cuenta de que está herido y esto le duela.
Quien está resentido con otro, sabotea poco a poco su relación porque, a partir
de su herida, aplica una forma intransigente y a veces injusta para juzgar lo que
la otra persona hace o deja de hacer. El resentimiento cambia su perspectiva de
la relación, usted comienza a ser menos benévolo con el otro; algunas cosas
que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables y, aún más, lo que
todavía funciona bien entre los dos, empieza a parecerle falso o sin sentido.
Esto lo aplica no sólo al presente y al futuro sino a su análisis del pasado, y allí
encuentra muchos motivos de queja de los que “no se había dado cuenta antes”.
Este es el momento en que usted se pregunta: “¿Por qué fui tan ciego o ciega
ante todo esto?, ¿cómo fue que deje que esto sucediera y no reaccioné?  Lo que
pasa es que ahora está mirando las cosas con otros “ojos”. Ya no tiene la
flexibilidad, la comprensión y la buena voluntad que tenía es ese momento
hacia esa persona. Ahora, debido a su herida, usted se ha convertido en “un
enemigo” y ya no está dispuesto a disculpar nada.


El esclavo es el que espera a que alguien venga a liberarlo.
E. Pound


Cuando las cosas llegan a este punto, lo único que nos parecería aceptable sería
que el otro se diera cuenta de “lo que nos hizo” –a veces pretendemos que esto
suceda sin decírselo directamente -, que nos presentara disculpas y que, de
alguna manera, nos dijera que también le duele que le quitemos nuestroaprecio. Generalmente, no sucede nada de esto y aún cuando usted esté muy
adolorido, es posible que el otro ni siquiera se haya enterado del asunto. El que
verdaderamente sufre con el resentimiento es el que lo siente, no es otro.
¿CÓMO SE CREAN LAS EXPECTATIVAS?
Lo que realmente cuenta en un resentimiento es lo que esperábamos que fuera
y no fue; es decir, nuestras expectativas frustradas.
Para formar esas expectativas, utilizamos varios recursos. Casi siempre, cuando
establecemos una relación con el otro, ya existen unos "acuerdos" más o menos
claros de lo que podemos esperar. Si usted va a la lavandería a que le laven un
vestido, no tiene que decirles que espera que no se lo vayan a dañar o perder. Si
matricula a su hijo en un colegio, no es necesario que advierta que sus
expectativas son que le enseñen lo que corresponde y que no lo traten mal o lo
agredan físicamente. Cuando consigue una pareja, tiene sus expectativas sobre
el comportamiento de esa persona y la mayoría de las relaciones humanas tiene
unas expectativas generales ya determinadas acerca de lo que puede ser o no se
puede esperar en ese tipo de relación.
A esto se le suma lo que nosotros conocemos acerca de la conducta anterior del
otro. De acuerdo con lo que sabemos de la otra persona, deducimos la forma
como podría actuar en el futuro. Si i jefe es muy serio y distante, yo no espero
que me haga una broma o me dé una abrazo muy efusivo el día de mi
cumpleaños. Sin embargo, estas expectativas que tenemos acerca de que el
potro se comporte de la misma manera como ya lo ha hecho otras veces, son
inciertas, ya que la forma de obrar de una persona sólo la refleja en el momento
en que está actuando. Esa persona puede decidir cambiar su conducta como
decide cambiar su forma de vestir, ya que nadie está atado a lo que piensa o acomo actúa en un momento dado y, por el contrario, siempre tiene la
posibilidad de ensayar nuevas opciones.
Otro método que utilizamos es el del propio deseo. Esperar con el deseo:
“como yo quiero tanto a esa persona y ella a mí, estoy seguro de que…”,
“como yo me he portado tan bien con tal persona, espero que el…” allí
comienza nuestra anticipación del futuro…y se mezcla con aquello que
deseamos a nos gustaría que fuera.
NADIE PUEDE LEER SUS PENSAMIENTOS. SI
QUIERE RELACIONES CLARAS, ESTABLEZCA
ACUERDOS CLAROS.
Tener expectativas sobre la conducta del otro es absolutamente inevitable. Sin
embargo, mientras más realistas sean éstas, mayores posibilidades tiene de quese cumplan.  Un buen método para lograr que sus expectativas sean adecuadas,
es hacerlas explícitas. Cuando usted se compromete con alguien para realizar
entre los dos alguna actividad, pregúntele claramente lo que espera de usted y,
a su vez, comuníquele sus expectativas. Esto facilitará su comunicación y cada
uno sabrá claramente qué esperar.
En la sociedad se tienen asignadas unas ciertas funciones o formas de actuar;
sin embargo es importante que se determinen explícitamente en cada caso. Los
terapeutas de pareja hablan constantemente de este punto. Muchas veces entre
los integrantes de una pareja se asume que la esposa debe hacer esto y esto, y el
marido esto y aquello. Sin embargo, uno de los dos puede estar pensando: “yo
lo que espero es que mi pareja sea muy dedicada a mí, que me atienda y
comparta todo su tiempo libre conmigo, que sus diversiones sean las mismas
mías y que estemos juntos todos los fines de semana”, y el otro, a su vez,
pensará “yo espero que mi pareja sea muy respetuosa de mi tiempo, que tenga
su propia vida, que este de acuerdo con que yo tenga tiempo para mis cosas
personales y que compartamos nuestro rato de descanso sin necesidad de estar
siempre juntos”. Ambas expectativas son válidas y justas pero, así como usted
no puede complacer a su pareja en algo que no sabe que le gusta, tampoco esa
persona lo podrá hacer si usted no se lo ha dicho explícitamente. Cuando no se
expresan claramente las expectativas entre las partes, a veces es difícil obrar
como el otro espera, aun teniendo la mejor disposición para hacerlo.


Inútil es la maravillosa producción de leche de una vaca que patea el
balde.
Hadrat Muinudin


Las expectativas no expresadas son una fuente potencial de frustraciones y de
heridas. Aun cuando la otra persona –jefe, compañero de trabajo, vecino,
amigo, empleado, hijo, pareja, familiar – deseé hacer lo que usted espera, le
será bastante difícil complacerlo si no sabe qué es.
Hay personas que legan al extremo de decir: “Lo que quiero es que me
sorprenda”. Esta es una forma de decir “además de que deseo que obre de tal o
cual manera, quiero no tenérselo que decir, sino que adivine cuándo y cómo
deseo que actúe”. Generalmente, quienes manejan así sus relaciones se sienten
defraudados y resentidos, ya que no le proporcionan al otro herramientas para
que lo complazcan.

EL OTRO NO TIENE LA CULPA DE LO QUE USTED
ESPERA DE ÉL

Sabiendo que los resentimientos nacen de las expectativas defraudadas y,
teniendo en cuenta que de usted depende tener unas expectativas justas y
realistas, y que sus expectativas son responsabilidad únicamente suya ya que el
otro no tiene la culpa de lo que usted espera de él, puede comenzar a pensar en
solucionar un resentimiento que tenga “guardado”. Le sugerimos que se tome
un par de minutos antes de seguir adelante, para que lo identifique. El hecho de
que pueda reconocerlo es el primer paso para empezar a resolverlo.
Las personas hacia las que tenemos resentimiento pueden estar vivas o haber
desaparecido de nuestra vida. No necesitamos hablar con el otro para “soltar”
nuestro resentimiento. La solución está en nuestro interior y, cuando nos damos
cuenta del mal que nos estamos haciendo, podemos perdonar sinceramente.
Lo primero que puede hacer para aclarar las cosas es analizar qué fue lo que la
otra persona hizo o dejó de hacer con lo que usted se sintió defraudado.

NO TODAS LAS EXPECTATIVAS SON JUSTAS Y
RAZONABLES.
Además de poner atención al método que utilizamos para formar nuestras
expectativas, debemos considerar que no cualquier cosa que nosotros
esperamos del otro es justa y razonable por el sólo hecho de que se la
comuniquemos. Nuestras expectativas deben tener en cuenta algunos aspectos
para que no le exijamos al otro más de lo que le corresponde hacer en la
relación.
• Lo primero es ser muy realista en lo que la otra persona puede, quiere y
está en capacidad de dar en esa relación. A veces creemos que, debido a
nuestra muy buena relación con el otro, éste va a cambiar las cosas que no
nos gustan o nos mortifican: si su novio es alcohólico y usted ha decidido
casarse con él, no se sienta engañada por que  “a pesar de que le doy hasta
mi propia vida”, siga siendo alcohólico. Su expectativa realista debe ser
que él se va a seguir comportando igual, por mucho que la quiera. Y esto
no excluye que usted pueda apoyarlo para que cambie pero, mientras tanto,
debe esperar solamente lo que es y no lo que desearía que fuera.


Las personas violentas y agresivas son personas asustadas que no han sabido
comunicar su miedo.


Mantenga sus expectativas dentro de los aspectos que comprende la
relación. Si su jefe, con quien tiene una buena comunicación en el trabajo,
no acepta ser el padrino de bautismo de su hijo, no deja de ser un buen jefe
ni está incumpliendo ningún contrato con usted. Simplemente, sus
expectativas se salieron del contexto de la relación que ambos tienen.
Algunas personas piensan que si su relación con su mejor amigo funciona
perfectamente, lo más seguro es que sea el socio ideal para hacer un
negocio y, si no se entienden como esperaban, difícilmente vuelven a ser
tan buenos amigos por que quedan los resentimientos. Las expectativas que
tenían en el campo de la amistad las extendieron al de los negocios, y
ambos se sintieron frustrados.
• Sea justo con lo que espera de los demás. Este es otro aspecto muy
importante en las expectativas: no pretender que el otro haga cosas que no
le corresponden. Si usted tiene una amistad con alguien a quien le ha hecho
grandes confidencias y, cuando lo necesita, no le ofrece prestarle el dinero
que le urge aun cuando lo tenga disponible, no cultive un resentimiento en
su contra: puede ser que en la mente de esa persona esté muy claro que no
desea mezclar la amistad con el dinero.
• Sea flexible con los cambios de circunstancias o de intereses del otro. Los
seres humanos estamos continuamente cambiando; nuestro organismo
cambia, nuestras circunstancias externas varían, nuestros intereses son
diferentes en las distintas épocas de la vida y esto hace que nos
relacionemos en forma distinta con los demás. Algunos padres tienen
resentimiento con sus hijos adolescentes porque ya no quieren salir a pasear
con ellos o a visitar a sus familiares.

Esto nace de que han conservado sus
expectativas rígidamente, sin considerar que en esa edad, el hijo puede
demostrar su interés hacia la familia de maneras distintas a ésta.
• Acepte “la forma” del otro. Si usted le ha dicho a su pareja que le encanta
que sea detallista y, para el otro esto significa llamarle por teléfono desde el
trabajo, estar pendiente de su comodidad, salir a comer juntos, recordar las
fechas especiales, no se ofenda porque no le celebra su cumpleaños como
usted esperaba: el otro está siendo detallista a su manera.
A veces creamos resentimientos con la gente porque no reconocemos que
muchas de sus actitudes agresivas, descorteses, desatentas, son su forma
habitual de comportarse, no es exactamente una respuesta en contra nuestra,
podríamos decir que la persona “es así” con todo el mundo y nosotros fuimos
uno más que se le cruzó en el camino.
Si al analizar nuestro resentimiento somos capaces de reconocer que estamos
heridos porque  queríamos que el otro hiciera las cosas de una manera

determinada, nos podemos dar cuenta de todo el dolor que podríamos habernos
evitado solamente aceptando “la forma” del otro.
De hecho, si usted está en una relación con una persona y permanece en ella,
quiere decir que lo que usted recibe del otro es más importante para usted que
lo que no le gusta. Tal vez ha tratado de cambiar a la persona, y esto ha
empeorado la relación o la situación puesto que, como hemos afirmado en
varias ocasiones, nadie cambia a menos que quiera. De esa manera, nos vemos
ante una alternativa muy sencilla: aceptamos lo que la relación nos ofrece, o
terminamos la relación. En el evento de que aceptemos continuar, es mejor que
resaltemos lo que nos gusta y lo que recibimos, y que reconozcamos nuestra
capacidad para manejar lo que no nos gusta.
Es importante también tener claro que si usted discrepa de la forma como la
otra persona hace las cosas, no quiere decir necesariamente que esté mal hecho
como el otro lo ejecute: quiere decir que usted tiene un punto de vista distinto.
Esto le facilitará comprender y aceptar “las razones” de la otra persona para
actuar como actúa.

Reflexione acerca de esto: Muchas veces pasamos años en una relación que
puede ser muy importante para nosotros, opacando la expresión de nuestro
afecto o el disfrutar momentos agradables con la sombra de un resentimiento,
porque consideramos que la forma como esa persona hace determinadas cosas
“no es la conveniente”.
Si usted no esta de acuerdo con la manera como su hermano maneja su familia,
su dinero, sus relaciones o su vida y, sin embargo, sigue relacionándose con él,
acepte que esa es la vida de él y “su forma” de hacer las cosas. A usted
tampoco le gusta que alguien permanentemente le esté recalcando qué es lo
correcto, sobre todo cuando se refiere a su propia vida. Haga lo que pueda por
usted y disfrute del afecto y de lo que le gusta de las personas con quienes está
relacionado.
NO EXTIENDA SU RESENTIMIENTO, NO LO
GENERALICE.
Con el resentimiento sucede que generalizamos fácilmente. Si consideramos
que una persona obró diferente a nuestras expectativas, con frecuencia
extendemos esa frustración a todos los aspectos de nuestra relación y acabamos
diciendo que todo en esa persona es “malo” o “indeseable”, cuando realmente
la experiencia que tuvimos sólo se refería a un aspecto de la relación.

Ese mismo proceso lo aplicamos cuando, a partir de nuestro resentimiento con
alguien, acabamos convenciéndonos que cualquier persona que tenga las
mismas características, el mismo oficio o pertenezca al mismo conglomerado,
va a obrar de igual manera a la persona con quien estamos resentidos y así
comenzamos a llenarnos de indisposición hacia el mundo que nos rodea: “los
militares son…” o “los ricos son…” o “los pobres son…” o “los jefes son…” o
“los empleados son…” o “el gobierno es…” o “los gringos son…”
La generalización también nos perjudica porque estamos negando la
oportunidad de valorar, disfrutar y enriquecernos de muchas personas que,
siendo políticos, ricos, pobres, extranjeros…, son distintas de esa concepción
negativa que tenemos. Hay quienes descalifican un trabajo o un oficio porque
“aquí todos son mediocres, superficiales o tramposos y yo no quiero ser así”, y
deciden retirarse del puesto e, inclusive abandonar su profesión.
Algunas personas tienden a pensar que esto de las expectativas sólo se da entre
enamorados o entre amigos muy cercanos; sin embargo, ocurre en todas las
relaciones, no solamente con las personas sino con las entidades. Son muy
comunes los resentimientos  contra empresas, instituciones o gremios de
personas, que se han formado de igual manera que los resentimientos hacia las
personas: por nuestras expectativas defraudadas.
EL RESENTIMIENTO COMPLICA SUS
RELACIONES CON OTRAS PERSONAS.

Quien tiene un resentimiento pierde mucho mas que aquél hacia el cual el
resentimiento va dirigido. Además del tiempo que le dedica a cultivar su odio
contra el otro, invierte su creatividad para planear mentalmente cómo
contestarle para que “le duela”, cómo hacerle saber que… “cómo mortificarlo,
cómo cobrarle lo que me hizo…” y le pone una gran pasión a su venganza o a
“sacarse esa espina” y, como si fuera poco, le dedica su persistencia: aún
aquellos que se llaman a sí mismos inconstantes son capaces de tener vivo  un
resentimiento por muchos años.
No sólo a usted lo afecta su resentimiento, a las personas más queridas y
cercanas a usted, también les afecta. Ellas son las que en última instancia,
muchas sin tener nada que ver con este asunto, pagan su mal genio, sus
generalizaciones, su negativismo y su amargura. Usted daña sus ratos íntimos
con el recuerdo del otro y su gente más allegada sufre por usted o se apasiona
en contra del otro.
¿Se imagina todos los dolores que se habría evitado y toda la energía que
habría tenido libre para utilizarla en mejorar su vida hacia donde usted desea, si
no le hubiera invertido tanto a su resentimiento?

Cuando tenemos un resentimiento nos limitamos socialmente, obrando de
manera prevenida y hasta nos privamos de la relación con otros por el mismo
miedo de que “nos vuelva a suceder algo parecido”. Es tan destructivo el
resentimiento, que algunas personas, después de una relación dolorosa con su
pareja, deciden que nunca más se van a enamorar (se castigan a sí mismas).
También, hay quienes lo utilizan para probar a los amigos. Si no se ponen de su
lado, los consideran desleales y se distancias de ellos. En las relaciones
laborales sucede esto frecuentemente. Cuando alguien hace un comentario
crítico sobre el jefe o sobre otro compañero con quien tiene algún
resentimiento, espera que quienes lo escuchen lo apoyen y le den la razón.
Busca recoger adeptos para su causa y esto pone a los otros en una situación
que no desean y, a la larga, prefieren no frecuentar a esa persona. Esto también
se hace evidente cuando una pareja se separa: los amigos de ambos no saben
como comportarse, a cuál de los dos invitar y, a veces, acaban alejándose de
los dos para no quedar mal con ninguno.
Hay resentimientos muy profundos en los que la persona “alimenta” su
desgracia o su mala situación, supuestamente causada por el otro, para
mostrarles a todos el daño que esa persona le causó.
El resentimiento es como una bola de nieve: mientras más energía le
dediquemos, más va creciendo y más áreas de nuestra vida va
comprometiendo.
ACEPTE SU RESPONSABILIDAD EN EL HECHO

Es indispensable recalcar que usted es el responsable de tener un resentimiento,
y así como pudo concentrarse en acrecentar el dolor y el sentimiento negativo
pensando más y más en eso y negando todo lo bueno de la relación, así mismo
tiene el poder y la capacidad de aminorarlo, reducirlo y olvidarlo,
concentrándose en todo lo bueno de la relación, o en lo positivo que sacó del
hecho, porque de cualquier manera, las consecuencias las recibe usted.
A muchas personas les sucede que, al aceptar su parte en el resentimiento que
habían guardado por  tantos años, reconociendo que su responsabilidad estuvo
en abrigar las expectativas que tenían (en lo cual la otra persona no tuvo culpa
alguna), sienten ganas de correr a donde el otro y decirle lo equivocadas que
han estado al permitir que eso sucediera en su relación. Esta es una muestra de
que se liberaron de esa pesada carga que se habían impuesto a sí mismas

porque, además de todo el dolor y la amargura que les causara la conducta de la
otra persona, estaban imponiéndose un nuevo dolor.
EL PERDON, EL MÁXIMO REGALO
Perdón es una palabra conformada por el prefijo “per” que significa intensidad
y “don” que significa regalo: Regalo intenso. Principalmente para quien
perdona, porque cuando perdonamos es como si desatáramos un ancla de
nuestros pensamientos, de nuestras acciones, de nuestras emociones. Es como
si abriéramos la puerta de las opciones que siempre hemos sabido que nos
benefician pero que, por esta ancla, hemos mantenido cerrada.
Cuando las personas hablan de perdonar, frecuentemente se refieren ha haberse
quitado un peso de encima, esto quiere decir que quien perdona es el primer
beneficiado con este regalo.
Es muy frecuente y válido el argumento de perdonar por comprender, por
entender, por compasión con el otro; sin embargo, puede ser más efectivo que
busque perdonar porque es usted el que se beneficia, el que se libera, el que
comprende que manteniendo y alimentando su resentimiento, el daño es para
usted y para los suyos.
Perdonar no significa que el otro cambie. Algunas personas perdonan y, sin
embargo, crean inmediatamente la expectativa de que la otra persona “no lo
vuelva a hacer”, cuando sabemos que este cambio sólo se dará  cuando el otro
realmente lo decida. Entonces, en este caso, la expectativa realista sería, si la
persona ha actuado varias veces de esa manera determinada, lo más probable es
que vuelva a hacerlo igual. Por tanto, sería conveniente que, además de
perdonar, usted tome las medidas para no verse afectado de nuevo por ese
comportamiento.

El resentimiento es una extraña fantasía de dolor que quizá mantenemos con la
esperanza de que otra persona venga a disculparse, a reconocer su error. La
otra persona tiene sus propios argumentos y razones o justificaciones para
haber obrado como lo hizo y nuestro resentimiento no va a cambiarlos. Si esa
manera de obrar, que nos dolió tanto, es verdaderamente un error del otro, él
mismo estará sufriendo las consecuencias aun cuando aparentemente no lo
demuestre, ya que es difícil saber lo que pasa en el corazón de otro ser humano.
El poeta norteamericano Longfellow decía: “Si nosotros pudiéramos leer la
historia secreta de nuestros enemigos, podríamos encontrar en la vida de cada
uno de ellos tanta pena y tanto sufrimiento, que sería suficiente para desarmar
cualquier hostilidad”.

Cuentan que una vez un hombre llegó a su casa u encontró que había sido
saqueada por ladrones. Sintió hondo pesar por lo que le había sucedido y,
después de hacer el recuento de las pérdidas, se llenó de rabia, frustración e
impotencia y, sin embargo, al reflexionar, se dio cuenta de que, fuera de
intensificar las precauciones, era muy poco o nada lo que podía hacer por
recuperar sus bienes o encontrar a los ladrones. Entonces dijo: “ya que me
robaron mis bienes, no voy a permitir que me roben mi tranquilidad y mio
paz”. Y decidió olvidarse del asunto.
















Cómo elegir una pareja


La pareja ideal no existe; es tan solo un mito, ya que existe una parte inconsciente que hace que te atraigan unas personas más que otras, pero aún sabiendo que este ideal no existe, conocer cierta información sobre la persona que nos atrae, tener claro lo que esperamos obtener de la relación y sobre todo, prever los problemas que puedan surgir, pueden hacer que tu pareja sea para toda la vida. O casi.Cuando conocemos a una potencial pareja, el punto inicial en el que nos fijamos suele ser la atracción sexual, la que provoca reacciones biológicas, alteraciones nerviosas y cambios en el ritmo cardíaco.
Sin embargo, lo que pocos saben es que el deseo está mediatizado por ciertas características psicológicas y experiencias personales que condicionan estos criterios que utilizamos para elegir a una pareja.
Según una encuesta realizada por el CIS, existen algunos criterios, más o menos comunes, en los que nos basamos a la hora de escoger una pareja; entre los que destacan el carácter, el físico y la forma de ver la vida.
Con el pasar del tiempo los factores cambian. Luego de la adolescencia, las mujeres buscan una pareja que represente "brillo social y don de gentes" -además de ternura y afecto-, mientras que pasado los treinta buscan aficiones comunes y compartir una vida juntos.
El carácter: un factor considerable
No es posible pronosticar el éxito o fracaso de una relación desde su inicio, tomando en cuenta que las personas nos comportamos inconscientemente de una forma distinta a cómo somos realmente cuando estamos en pareja.
Pese a esto, es posible pronosticar la gravedad de los conflictos en la relación en función al carácter de la pareja. En este sentido existen cuatro tipos básicos de persona sobre las que basamos nuestra elección:
Asertivo: Suelen exponer sus ideas con claridad. Con ellos los problemas se solucionan fácilmente y son compatibles con cualquier persona.
Agresivo: Ellos siempre tienen razón y tan sólo funcionan si se unen a personas dialogan-tes o agresivas como ellas. Suelen haber peleas habituales, pero saben encontrar la solución.
Sumiso: Son personas acomplejadas que suelen aceptar lo que su pareja dice. Cuando se juntan con personas agresivas su personalidad es anulada.
Agresivo-pasivo: Son los más conflictivos. No dicen lo que quieren, pero suelen exigir que su pareja lo sepa. Identifican este desconocimiento con la falta de amor y el desinterés.
Polos opuestos, un arma de doble filo
Muchas personas argumentan que es bueno buscar una pareja que tenga un carácter muy distinto al propio para complementarse. Esto es conocido como relaciones de compensación, las que en algunas ocasiones tienen un resultado difícil debido a que están basadas en la dependencia.
Las relaciones de compensación en un principio son gratificantes para la persona que tiene un carácter más débil, pues su compañero resuelve todos los problemas. Con el paso del tiempo, esta persona aprende a ser más fuerte y deja de depender de su pareja y la relación se rompe.
También existe la posibilidad de que la relación de dependencia sea cada vez mayor, con lo que el sumiso vivirá para la relación y tendrá miedo de que esta se rompa. Asimismo, el dominador sentirá como una carga de que la otra persona dependa de él. Ninguno de los dos disfrutará de la relación.
Dos de los errores más comunes
"Tropezar dos veces con la misma piedra" o iniciar relaciones que están destinadas al fracaso, parecen ser desaciertos que solemos cometer a la hora de escoger una pareja, pero existen otros que son mucho más usuales de lo que creemos:
1. Vincularnos demasiado jóvenes a una persona es un error común. Esto puede provocar que evolucionemos de forma distinta y que la relación no funcione al tener intereses y valores distintos. Al cometer este error, nos formamos una imagen ficticia de la persona que tenemos al lado, pues estereotipamos con poca información.
2. No hacemos suficientes preguntas, preferimos ocuparnos de las cosas positivas y de las razones que nos permiten amar a una persona y no analizar las cosas o puntos que nos separan o que no nos gustan. Por miedo a que la relación no funcione, transigimos prematuramente creando una falsa sensación de armonía, auto-engañándonos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Excusas y Justificaciones


A la hora de cambiar nuestra actitud y nuestras conductas, o de tomar una decisión importante que pueda significar un cambio rotundo en nuestras vidas, es común que los seres humanos inventemos y usemos mil y una excusas o justificaciones para no tomar tal decisión o cambiar la manera en que actuamos en la vida.
Cuando nuestras relaciones con el entorno o con nosotros mismos no funcionan bien, lo mejor es dejar de repetir siempre la misma rutina que no nos conduce a ningún cambio positivo. Como bien decía el físico Albert Einstein, si hacemos siempre lo mismo no podemos esperar resutados diferentes.
Pero cambiar o tomar una decisión crucial, que quizás cambie nuestras vidas para siempre, puede ser atemorizante. Por ejemplo, la mayoría de las personas huyen ante la mera idea de hacer una terapia que les ayude a solucionar sus problemas. Prefieren tapar o negar los problemas o, en muchos casos, esperar a que se resuelvan solos.
Entre las excusas más comunes para no cambiar o no tomar una decisión y -principalmente- para no hacer terapia ni asesorarse profesionalmente (aquellos que lo necesitan), encontramos las siguientes: a) No creo en los psicólogos o no creo que un psicólogo o psiquiatra pueda decirme algo que yo no sepa ya; b) Mi problema (o el problema de mi pareja) no tiene solución, de modo que es inútil que consulte a un profesional; c) Para qué voy a gastar tiempo y dinero en algo que no va resultar; d) No tengo intenciones de pasarme la vida yendo al psicólogo, etc.
Los psicólogos, médicos psiquiatras y otros terapeutas, a diferencia de los dioses de las distintas religiones, son seres humanos de carne y hueso, capacitados específicamente en el campo de la salud mental. De modo que no se trata de una cuestión de fe… no se trata de creer o no creer. No obstante, es importante hacerles un lugar en nuestros pensamientos, dándole una posibilidad a estos profesionales para que nos muestren de qué manera nos pueden ayudar. No todos los tipos de terapia son para todos los tipos de personas o personalidades que existen. Algunas personas se sentirán más a gusto con una terapia más formal u ortodoxa, mientras que otras personas preferirán alguna terapia más moderna o innovadora.
Decidir de antemano que un problema no tiene solución, sin haber intentado siquiera consultar a un especialista, es una negación importante de la realidad. Es determinar de modo irreversible e inflexible que el problema jamás se solucionará, es condenar a la persona que padece dicho problema como si ésta no pudiera recuperarse nunca más. Las personas que tienen mucho miedo a cambiar y aquellas que -en el fondo- no desean cambiar aunque expresen lo contrario en público, son adictas a este tipo de excusa… “Para qué…. si total no tiene remedio”. Una excusa que les viene como anillo al dedo para no consultar nunca a un profesional.
Y también están quienes predicen que una terapia no servirá de nada. Son los que dicen, para qué voy a llevar a mi mujer o mi marido a hacer un tratamiento, si después se va a pasar la vida entrando y saliendo de terapia, una y otra vez.
En la vida real, hasta los enfermos terminales reciben tratamiento hasta el último minuto de sus vidas, a fin de mejorar su calidad de vida, aliviar los síntomas, darle contención al paciente y a la familia y ayudar a todos los miembros de una familia a hacer una transición adecuada y lo menos traumática posible. ¿Por qué, entonces, vamos a desahuciar y condenar a una persona que está sufriendo? ¿Sólo porque no queremos que las cosas cambien?
Hacer terapia nos cambia. Cambia nuestra manera de ver y entender las cosas y estos cambios de pensamiento se traducen en cambios de actitud y de conducta, los que a su vez, pueden llevarnos a cambiar nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
A veces, las personas no desean cambiar aunque su vida sea terrible. No desean cambiar lo que ya conocen por algo que aún no conocen. Temen abandonar sus rutinas, sin importar cuán nocivas sean para ellos y/o para quienes les rodean. Prefieren pensar que es inútil hacer terapia porque su problema no tiene solución.
Desde este lugar tan negativo, las personas sólo seguirán produciendo los mismos resultados, y con frecuencia, los problemas que no se traten, empeorarán. Son muy pocas las enfermedades que se resuelven solas, como la gripe o alguna enfermedad viral. Pero en el caso de los problemas de salud mental, una terapia nunca está de más.
Para abordar una terapia y que ésta nos pueda ayudar, es imprescindible estar abiertos y comprender que la psicología y la psiquiatría son ciencias que se dedican específicamente a tratar los problemas emocionales y orgánicos del campo de la salud mental. Una consulta con un profesional no le hará daño, por el contrario, le ayudará a ver un poco más allá de lo que puede ver ahora y le ayudará a resolver sus problemas de una manera netamente positiva.

Prevención Emocional


Cuando hablamos de Abuso Emocional, hablamos de prevención.
El abuso emocional es la antesala, en muchos casos, del abuso físico. Y éste, a su vez, puede tener consecuencias fatales.
Con frecuencia leemos noticias trágicas de adolescentes y jóvenes que mueren asesinadas por sus parejas en un ataque de celos o tras una fuerte discusión. De la agresión verbal a la agresión física, incluso la agresión física accidental, hay un paso muy corto.
Una persona puede discutir con otra y, sin intención alguna, empujarla con tan mala suerte que su víctima cae y se golpea la cabeza y muere. La gran mayoría de las personas que están “acostumbradas” a la violencia emocional, las discusiones y los ciclos de abuso emocional, NO reconocen la necesidad de prevenir este tipo de problema potencial y NO creen que a ellos les pueda pasar algo así.
Muchas de las víctimas y de los victimarios NO creen que puedan morir o matar a alguien, accidentalmente. Y ésta es la raíz del probelma: No creen que necesitan hacer terapia para solucionar sus problemas psicológicos, siempre tienen las mil y una excusas para NO tratarse, no cambian en nada su manera de relacionarse ni reconocen que tienen problemas de salud emocional que resolver.
Esta negación de la realidad es mucho más peligrosa de lo que se alcanza a comprender. Por mucho que hagamos un trabajo de prevención dedicado y continuo, con respecto al abuso emocional y con el fin de evitar y prevenir el abuso físico, cuando la gente se cierra a informarse sobre este problema, no hay mucho que se pueda hacer.
Cerrarse y negar que un problema existe es como dejar que una enfermedad siga su curso. Si tengo una enfermedad, como por ejemplo, la enfermedad cardiovascular, y no hago ningún tratamiento (angioplastia, colocación de stents, etc.), estoy permitiendo que la enfermedad siga su curso natural; por consiguiente, lo más probable es que en algún momento sufra un infarto y mi vida termine allí.
La prevención es una de las áreas más importantes de la medicina. Antes, la medicina se dedicaba sólo a curar y averiguar cómo se originaban ciertas enfermedades; hoy, no sólo se dedica a curar las enfermedades y conocer su etiología, sino que se intenta prevenirlas a través de una educación y una toma de conociencia de la población general.
En el campo de la salud mental ocurre lo mismo. La psicología y la psiquiatría no sólo tratan las enfermedades e investigan su etiopatología, sino que intentan prevenir o evitar aquellas que pueden prevenirse.
La violencia física -en muchos casos- puede evitarse, pero se requiere un trabajo en equipo. Cuando la violencia emocional, las agresiones verbales o los problemas psicológicos graves rodean a toda una familia, la enferman y es necesario la participación activa de todos los miembros de esa familia.
Mirar para otro lado, ignorar el problema o intentar olvidar los incidentes como si nunca hubiera pasado nada, NO soluciona nada.
Tomar conciencia, informarse y hacer la terapia que corresponda, sí ayuda a prevenir problemas mayores y, en muchos casos, ayuda a solucionar los existentes. Pero, lamentablemente, mucha gente tiene una resistencia muy alta a aceptar que necesitan hacer algún tipo de terapia y realmente esperan que los problemas se resuelvan solos o que con el tiempo todo se olvide, todo se perdone y se “vuelva a la normalidad”, como si nada hubiera pasado. También, suelen creer que el problema no es de ellos, sino de las personas que se han alejado de ellos e intentan que retornen a sus vidas para continuar con su el desarrollo natural de su psicopatología. Cualquier persona psicológicamente sana, se aleja de quienes no lo están. Las personas con problemas psicológicos necesitan entender que sus problemas deberán ser tratados por profesionales y no desaparecerán mágicamente, sólo porque los amigos y familiares se vuelvan a acercar a ellos.
El tema del Abuso Emocional, intenta PREVENIR esto. Intenta, también, generar una conciencia sobre la gravedad real de un problema que, aparentemente, no es grave y “quizás” se solucione solo, con el correr del tiempo.
Es importante, por consiguiente, no cerrarse a la posibilidad de informarse sobre este tema e incorporar los conocimientos necesarios que actúa como herramientas de prevención.
Infórmese y ayude a prevenir los problemas de violencia emocional y física. Cuidarse es amarse. Cuidarse es el hábito más saludable.

Trastorno de Estrés Post Traumático


¿Qué es el Trastorno por Estrés Postraumático o TEPT?
El TEPT es un trastorno de ansiedad que padecen algunas personas, luego de vivir o presenciar un acontecimiento peligroso.  Cuando se está en peligro, es natural sentir temor. Este miedo activa muchos cambios en el cuerpo, en fracción de segundos, para prepararlo para defenderlo del peligro o evadirlo. Esta respuesta de ‘pelear o huir’ es una reacción saludable que tiene por objeto proteger a la persona de un daño. Pero en el TEPT, esta reacción está dañada o modificada. Las personas que sufren TEPT pueden sentirse estresadas o atemorizadas, incluso cuando ya no están en peligro.
¿Quién puede sufrir el TEPT?
Cualquier persona puede sufrir TEPT, a cualquier edad. Esto incluye veteranos de guerra y sobrevivientes de ataques físicos y sexuales, abusos, accidentes, desastres, y muchos otros eventos serios. No todas las personas que padecen TEPT han experimentado un acontecimiento peligroso. Algunas personas sufren TEPT luego de que un amigo o familiar experimenta un peligro o sufre un daño. La muerte súbita, no esperada de un ser amado, también puede causar TEPT.
¿Cuáles son los síntomas del TEPT?
El TEPT puede causar muchos síntomas. Estos síntomas pueden agruparse en tres categorías.
1.) Revivir o re-experimentar
  • Tener recuerdos recurrentes – reviven el trauma una y otra vez, incluye síntomas físicos como sudoración y taquicardia
  • Tener pesadillas
  • Tener pensamientos atemorizantes
2.) Evitar o evadir
  • Mantenerse alejado de ciertos lugares, eventos u objetos que le recuerdan la experiencia
  • Sentirse emocionalmente adormecido
  • Sentir una intensa culpa, depresión o preocupación
  • Perder interés en actividades que disfrutaba en el pasado
  • Tener problemas para recordar acontecimientos peligrosos
3.) Hiperactivación
  • Asustarse con facilidad
  • Sentirse tenso o ‘al límite’
  • Tener problemas para dormir, y/o estallidos de enfado
Es natural presentar algunos de estos síntomas luego de un evento peligroso. A veces, las personas presentan síntomas graves que desaparecen luego de varias semanas. Cuando los síntomas duran más de algunas semanas, y se vuelven un problema continuo, puede tratarse de TEPT. Algunas personas que padecen TEPT no muestran ningún síntoma durante semanas o meses.
¿Por qué algunas personas padecen TEPT y otras no?
Es importante recordar que no todas las personas que experimentan una situación peligrosa padecen TEPT. Son muchos los factores que juegan un rol respecto de si una persona padecerá TEPT o no. Algunos son factores de riesgo que podrían causar TEPT. Otros factores, llamados factores de resiliencia, podrían reducir el riesgo de padecer el trastorno.
Los factores de riesgo del TEPT, incluyen:
  • Vivir acontecimientos o traumas peligrosos
  • Tener antecedentes de enfermedades mentales
  • Ser lastimado o herido
  • Presenciar cuando se asesinan o hieren personas
  • Sentir horror, desasosiego o miedo extremo
  • Tener muy poca contención social o ninguna, luego del evento
  • Lidiar con estrés adicional, luego del evento, como la pérdida de un ser querido, dolor y lesiones, o pérdida de empleo o del hogar
Los factores de resiliencia que pueden reducir el TEPT, incluyen:
  • Buscar apoyo en otras personas, como amigos y familiares
  • Hallar un grupo de apoyo, luego de un acontecimiento traumático
  • Sentirse bien con las propias acciones, frente a un peligro
  • Contar con una estrategia para lidiar con el peligro o una manera de afrontar la situación negativa y aprender de ella
  • Poder actuar y responder eficazmente, a pesar del temor
¿Cómo se trata el TEPT?
El principal tratamiento para las personas que padecen TEPT es la psicoterapia (terapia ‘conversacional’), los medicamentos o ambos. Cada persona es diferente, de modo que un tratamiento que funcione para una persona, quizás no funcione para otra. Es importante que cualquier persona que sufra TEPT sea tratada por un profesional de salud mental que tenga experiencia en TEPT. Algunas personas con TEPT necesitan probar diferentes tratamientos para hallar una forma de resolver sus síntomas.
Psicoterapia
Muchos tipos de psicoterapias diferentes pueden ayudar a las personas que padecen TEPT. Una terapia útil es la Terapia Cognitiva Conductual (TCC). La TCC tiene varios componentes, a saber:
  • Restructuración cognitiva. Esta terapia ayuda a las personas a comprender los recuerdos negativos. A veces, las personas recuerdan los acontecimientos de un modo diferente de cómo ocurrieron. Pueden sentir culpa o vergüenza por algo de lo que no son culpables. E terapeuta ayuda a las personas con TEPT a ver lo que ocurrió, de un modo realista.
  • Terapia de exposición. Esta terapia ayuda a las personas a enfrentar y controlar su miedo. Las expone al trauma que experimentaron, de una manera segura. Usa imágenes mentales, escritura o visitas al sitio donde ocurrió el evento. El terapeuta usa estas herramientas para ayudar a las personas que padecen TEPT a lidiar con sus sentimientos.
  • Entrenamiento de inoculación de estrés. Esta terapia intenta reducir los síntomas del TEPT, enseñándole a la persona cómo reducir la ansiedad. Al igual que la restructuración cognitiva, Este tratamiento ayuda a las personas a analizar sus recuerdos de una manera saludable.
Medicamentos
Se suelen usar medicamentos antidepresivos, que también se usan para tratar la depresión. Estos pueden ayudar a controlar los síntomas del TEPT, como la tristeza, la preocupación, la ira y el sentimiento de adormecimiento o apatía interior. Los médicos también prescriben otros tipos de medicamentos, como aquellos que ayudan a las personas a relajarse y dormir. La toma de estos medicamentos puede facilitar el proceso de la psicoterapia.
¿Cómo puedo ayudar a un amigo o familiar que padece TEPT?
Si conoce a alguien que padece TEPT, también le afectará a usted. Lo primero y más importante que puede hacer para ayudar a un amigo o familiar, es ayudarle a obtener el diagnóstico y tratamiento adecuado. Usted puede ayudar a su amigo o familiar a concertar una cita y alentarlo para que continúe el tratamiento, o para que busque un tratamiento diferente si los síntomas no mejoran, después de 6 a 8 semanas. Para ayudar a un amigo o familiar, también puede:
  • Ofrecerle apoyo emocional, comprensión, paciencia y aliento.
  • Aprender acerca del TEPT, para poder comprender lo que está sintiendo su amigo o familiar.
  • Escuchar a su amigo o familiar cuando expresa cómo se siente y comprender cuáles son las situaciones que puedan activar los síntomas del TEPT.
  • Invitar a su amigo o familiar a salir y distraerse positivamente, realizando caminatas, actividades al aire libre y otras actividades.
¿Cómo puedo ayudarme a mí mismo?
Es posible que le resulte muy difícil dar el primer paso, solo, para ayudarse a sí mismo. Es importante darse cuenta que aunque pueda tomar cierto tiempo, con tratamiento, podrá mejorar.
Para ayudarse a sí mismo:
  • Converse con su médico sobre las opciones de tratamiento.
  • Haga ejercicio físico para reducir el estrés.
  • Establezca metas realistas para usted. Divida las grandes tareas en pequeñas, establezca prioridades y haga lo que pueda.
  • Trate de pasar tiempo con los demás y confíe un amigo o familiar de confianza. Explíqueles a otras personas qué cosas pueden desencadenar sus síntomas.
  • Espere que sus síntomas mejoren gradualmente, no de inmediato.
  • Identifique y busque situaciones, lugares y personas que le brinden confort.
  • Lea libros o artículos que brinden información profesional y/o científica sobre el tema para poder comprenderlo mejor

LÍMITES A TIEMPO


Con frecuencia nos preguntamos si debemos perdonar y tolerar una conducta o no. Si ya hemos soportado cierto tipo de conductas muchas veces y no deseamos continuar soportándolas o si debemos ser más flexibles y ampliar nuestra capacidad de perdonar y nuestro rango de tolerancia.
Lo cierto es que la vida consiste en mantener un equilibrio saludable, sin caer en los extremos. No es saludable ser implacable y no perdonar nunca nada a nadie, ya que nosotros también somos humanos, cometemos errores como cualquier persona y a veces, necesitamos ser perdonados también.  Tampoco es saludable ser hiperflexible, hipertolerante, perdonar siempre todo a todos.
Hay personas que temen poner límites por varias razones: no desean ser el “malo” de la película; quieren quedar bien con todo el mundo, en todo momento; necesitan aprobación y aceptación de los demás y temen no ser aceptados si ponen límites; y en muchos casos, el enemigo más implacable es aquél que cada uno lleva adentro: la autocrítica y la incomodidad que conlleva poner límites.
Hay personas que buscan ser excelentes personas en todo momento y no desean ser vistas como “intolerantes” o “inflexibles” a causa de poner límites. Pero también están aquellas personas que se critican duramente a sí mismas y no se perdonan a sí mismas si les ponen límites a los demás.
Poner un límite significa comunicarle a otra persona: Hasta aquí te permito avanzar y más allá, no.  Poner límites, decir NO, son conductas que conllevan cierta responsabilidad, y hay personas que no se sienten a gusto cargando con la responsabilidad de poner un límite.  En el caso de la relación entre padres e hijos, es muy común que a los padres les cueste poner límites. No sólo porque es más difícil, emocionalmente, ponerle un límite a un ser querido que a un desconocido, sino también porque los niños tienden a responder cosas como: “Ya no me quieres más”.   Esto es porque los niños no comprenden que los límites que los padres les ponen son para beneficios de ellos (los niños) y de todos, en general.
Un niño que aprende a crecer sin límites creerá que puede ir por la vida haciendo lo que quiere sin ningún tipo de castigo cuando su conducta no sea la adecuada. La falta de límites hace que los niños no logren discernir qué está bien y qué está mal, cuál es una conducta adecuada y cuál no la es. Y en general, los niños tienden a probar hasta dónde pueden llegar sin ser “frenados” a tiempo. Cuando ese freno o límite no existe, en la vida adulta actuarán igual que cuando eran niños y nadie ni nada les impedía hacer lo que querían.
Asimismo, también hay adultos que piden que alguien les ponga un límite. De hecho, las conductas que no son adecuadas ni aceptadas en la sociedad, como robar, estafar, matar, agredir con violencia a otras personas, son conductas que están penadas por la ley. Una persona que estafa, roba, agrede físicamente o mata a otra, es enjuiciada y encarcelada.
Con respecto a las agresiones verbales, a la violencia emocional, también hay personas adultas, adolescentes y niños, que piden límites constantemente. Y a su vez, hay personas que toleran este tipo de conductas y no ponen límites por temor a ser juzgados como “villanos” por temor a no ser aceptados o amados por los agresores, y también por temor a su propia crítica interna.
Poner límites a tiempo salva una relación. Ya sea una relación de pareja, una relación de padre-hijo, una relación laboral, una amistad, etc. Cuando no ponemos límites a tiempo, estamos comunicando un mensaje importante: “Puedes faltarme el respeto, y no haré nada acerca de esto”, “Puedes agredirme y lo toleraré”.
Cuando una persona tiene una conducta inadecuada, esté dirigida hacia nosotros o no, es importante poner un límite, hacerle comprender a esa persona que esa conducta no es adecuada, y esto no implica, necesariamente, que uno deba terminar con una relación, pelearse con una persona o reprenderla de modo exagerado. Pero sí es importante poder comunicar ese límite a tiempo, antes que una situación se agrave o que una conducta inapropiada se vuelva costumbre.

CRISIS EMOCIONAL EN SUS ESTADOS


Crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo.
Crisis significa al mismo tiempo peligro y oportunidad.
Uno de los aspectos más obvios de la crisis, es el trastorno emocional grave o desequilibrio experimentado por el individuo. Se describen sentimientos de tensión, ineficacia e impotencia.
En general, las personas en crisis experimentan significativamente:
  • Sentimientos de cansancio y agotamiento, desamparo, inadecuación y confusión, tristeza, desasosiego, estrés, tensión.
  • Síntomas físicos, ansiedad y desorganización.
Casi cualquier definición de crisis se centra en la idea de que el enfrentamiento o la solución de problemas se han trastornado. El problema es demasiado grave, demasiado intenso para nuestros recursos, que no resultan ni suficientes ni disponibles para resolver lo que está sucediendo (apreciación subjetiva). La persona en crisis se siente completamente ineficaz para abordar esas circunstancias.
El estado de crisis se caracteriza por un trastorno en estos procesos: una primera valoración de la situación y el peligro y una respuesta adaptada. La solución racional de problemas es imposible (petición de ayuda, resolver una cosa por vez…) y se tiene incapacidad para manejar aspectos subjetivos: miedo, dolor, etc.
Siete características del comportamiento efectivo ante una crisis:
  • Explorar resultados reales y solicitar información.
  • Expresar sentimientos negativos y tolerar la frustración.
  • Pedir ayuda a otros.
  • Trabajar un problema por vez.
  • Ser consciente de lo que propicia la desorganización y la fatiga, manteniendo el control y el esfuerzo como sea posible.
  • Dominar y flexibilizar sentimientos.
  • Confiar en sí mismo y en otros y ser optimista en cuanto a los resultados.
Resultados de las crisis
Positivos: la persona aprende de sus experiencias y produce un cambio positivo en su vida.
Negativos: se desarrolla alguna patología (depresión, trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, etc.)
TIPOS DE CRISIS
Las crisis pueden ser del desarrollo (evolutivas o naturales), accidentales (inesperadas y repentinas) o circunstanciales (anticipadas o previsibles.)
A – Crisis del desarrollo:
Las crisis del desarrollo son más predecibles y sobrevienen cuando una persona va cumpliendo etapas en su vida desde la niñez  hasta la vejez.
  • Crisis del nacimiento e infancia
  • Crisis de la pubertad y adolescencia
  • Crisis de la primera juventud
  • Crisis de la edad media de la vida
  • Crisis de la tercera edad
B – Crisis Accidentales:
Concepto de crisis Accidental
Estado temporal de trastorno psicológico caracterizado por ansiedad, confusión y desorganización, causado por un suceso inesperado que es vivenciado como amenaza o pérdida y que resulta insuperable con los mecanismos habituales de la persona para enfrentar problemas.
Las personas en crisis suelen presentar como síntomas: ansiedad, sentimientos de desamparo, confusión, cansancio, síntomas físicos y desorganización en el funcionamiento de sus actividades familiares, laborales y sociales.
Ejemplos de crisis accidentales:
  • Robos
  • Pérdidas
  • Muerte
  • Enfermedades insospechadas
  • Desempleo
  • Fracaso económico
  • Violaciones
  • Incendios
  • Desastres naturales
  • Guerras
La crisis accidental:
  1. Es repentina: aparece de golpe.
  2. Es inesperada: no puede ser anticipada.
  3. Es urgente: amenaza el bienestar físico o psicológico.
  4. Puede ser masiva: muchas crisis accidentales afectan a muchas personas al mismo tiempo (por ejemplo desastres naturales).
  5. Implica peligro y oportunidad: la crisis puede dar como resultado un mejoramiento o empeoramiento de la situación de la persona.
C – Crisis Circunstanciales:
Concepto de crisis circunstancial
Estado temporal de trastorno psicológico caracterizado por ansiedad, confusión y desorganización, causado por un suceso que puede ser anticipado, puede preverse y es vivenciado como amenaza o pérdida y resulta insuperable con los mecanismos habituales de la persona para enfrentar problemas.
Las personas en crisis suelen presentar como síntomas: ansiedad, sentimientos de desamparo, confusión, cansancio, síntomas físicos y desorganización en el funcionamiento de sus actividades familiares, laborales y sociales.
Ejemplos: divorcio o separación, desempleo anunciado, muerte anticipada; en general, aquellos eventos que pueden ser anticipados o son previsibles.
Factores que inciden sobre el éxito o fracaso de la resolución de una crisis.
  • Comprensión cognitiva-emocional de la situación (percepción del problema)
  • Fortaleza del Yo.
  • Mecanismos de enfrentamiento, conscientes e inconscientes.
  • Red de apoyo familiar y social (contención).
  • Resiliencia

INVERSIÓN EMOCIONAL


A veces, nos preguntamos por qué una persona “inteligente y capaz” no puede terminar con una relación nociva o tóxica, que sólo le causa más y más sufrimientos. Las razones son varias. Una de ellas es la baja autoestima de la persona que presenta un apego emocional excesivo a los demás (si me dejas, no podré continuar viviendo o no sé vivir solo o sola); también, aquellas personas que tienen mucha necesidad de aprobación y siempre quieren agradar y satisfacer a los demás (si satisfago las necesidades de todo el mundo, todos me querrán); pero también hay una razón muy importante que ya no tiene que ver con los demás, sino con el propio ego herido: las inversiones que hacemos en una relación.
En una relación, desde el inicio y durante toda la vida de dicha relación, invertimos -consciente o inconscientemente- muchas cosas que son importantes para nosotros: invertimos expectativas, invertimos tiempo, invertimos sentimientos, afectos, emociones, apostamos a un futuro, hacemos planes, o buscamos escalar una posición social o económica. Como sea, siempre que apostamos al amor, invertimos algo, aunque más no sean nuestras expectativas, anhelos, deseos o sueños de alcanzar una vida plena y feliz.
Cuando una relación amenaza con desmoronarse o bien, cuando las personas se dan cuenta que están en una relación nociva o perjudicial, suelen aferrarse aún más a esa relación porque su ruptura o fin, representa también el fin de todo aquello que invertimos, esperamos, deseamos, soñamos o planeamos.
Además de nuestro ego herido, tratamos de que el mundo no nos vea como la persona que “allí va de nuevo, fracasó otra vez en el amor“.  Los sentimientos de amor genuinos, obviamente, también están afectados, pero sólo constituyen una de las razones por las que las personas tratan de no terminar una relación muy negativa.
Incluso hay personas que ante una ruptura inminente, intentan una “reconciliación” haciendo un viaje juntos o -en el peor de los casos- teniendo un hijo en común. Son muchas las parejas que quedan embarazadas a los efectos de no terminar una relación. Algo terrible, si se tiene en cuenta que se usa un ser humano (futuro hijo) para solucionar un conflicto de pareja.
También son muchas las personas que prefieren no terminar con una relación negativa, en lugar de madurar, crecer y asumir que es mejor terminar con algo que nos causa daño, en lugar de encapricharse como niños con una relación que -tarde o temprano- no llegará a buen puerto.
Si bien todos invertimos algo en una relación: tiempo, sueños, expectativas, amor genuino, dedicación o apoyo, es importante reconocer cuando algo ya no funciona y es mejor contar las pérdidas y retirarse a tiempo, para luego de hacer el duelo, poder comenzar de nuevo, en otra relación más sana.
La vida se trata de eso. A veces ganamos, a veces perdemos, a veces tenemos que negociar, a veces tenemos que comprender qué es posible y qué no lo es. Crecer emocionalmente y madurar psicológicamente implican una aceptación de aquello que es viable y saludable o conveniente para nosotros y aquello que no lo es. Madurar significa aprender a hacer buenas elecciones y no continuar en lo mismo siempre. Significa poder romper con los patrones viejos que nos llevaban a hacer malas elecciones y aprender a aplicar nuevos patrones de conducta que nos permitirán elegir mejor, la próxima vez.

Aprovecha lo que tienes

Cuánto tienes a tu alcance para hacer algo no es ni por asomo tan importante como lo que decidas hacer con ello. Muchísima gente que se volv...