En primer lugar hay
que advertir que el hombre nace mucho menos preparado para la vida que los
demás animales.
Falta el
revestimiento de pelo y por tanto, la protección natural contra la intemperie;
faltan los órganos naturales de ataque y una formación corporal apropiado para
la huida; el hombre es superado por la mayoría de los animales en la agudeza de
los sentido; tiene una carencia, mortalmente peligrosa para su vida, de
auténticos instintos y durante toda su época de lactancia y niñez está sometido
a una necesidad de protección incomparablemente prolongada.
Según estos datos, es
evidente que el hombre, tan mal dotado biológica mente ya hace mucho que hubiera
debido parecer. Sin embargo, ha sucedido lo contrario: ha dominado la
naturaleza ha sucedido lo contrario: ha dominado la naturaleza ha sometido a
los animales y se ha constituido en señor de ellos. ¿como explicar este hecho?
¿ Qué hay en el hombre que, a pesar de sus graves deficiencias biológicas le
permite ser el rey de la creación?
Precisamente porque
el hombre nace como un ser indigente e inacabado, más aún, siempre está
inacabado, tiene que recurrir continuamente a una praxis de auto - defensas, de auto formación y de auto superación.
Los animales nacen
especializados y por eso determinados por la naturaleza, el hombre se hace así
mismo utilizado de modos muy distintos, las realidades naturales .
El hombre tiene una
praxis inteligente, es decir, que conoce lo real en cuanto real y puede
organizar los medios al fin, de diversas maneras, entre las cuales elige una.
El mundo animal está
programado desde su primera célula y cumplirá el destino, inexorablemente
guiado por los instintos y las circunstancias. El mundo del hombre nunca está
terminado.
La realización del
hombre no se desarrolla y se logra por sí misma como en los animales, sino por
un esfuerzo continuo de aprendizaje, reflexión y voluntad libre. Experimenta
una continua tensión entre lo que es y lo que quiere ser.
El
animal está vinculado a su entorno. Entorno en el que encuentra satisfacción a
sus estímulos y eso le basta. Es verdad que el hombre también busca la
satisfacción de sus instintos pero, al mismo tiempo, se hace cargo de mucho
mas, conoce otras muchas realidades y se interesa por ellas aunque no le sean
útiles ni le proporcionen una satisfacción.
Para
la ardilla no existe la hormiga que sube por el mismo árbol. Para el hombre no
solo existen ambas sino también las lejanas montañas y las estrellas, cosa que
desde el punto de vista biológico es totalmente superfluo.
El
animal capta y conoce una parte del mundo lo que necesita del mundo, y eso es
para él "Todo el mundo". El hombre está abierto a todo el mundo, o
mejor, a todo el ser.
Esta
propiedad significa además que el hombre sujeto, y en cuanto sujeto, puede
distanciarse del objeto, comprenderlo como objeto, como realidad distinta del
mismo. Más aun, puede pensar y valorar el objeto no sólo como útil para sí,
sino también de manera selectiva o aun desinteresada. Por eso puede frenar sus
instintos, contradecirlo
Y
lo que más, sublimarlos y darles una orientación altruista, por ejemplo. El
hombre es el único ser que puede decir "yo" y ver el mundo como
"no yo" y puede decirlo precisamente cuando, como sujeto, entre en
relación con los objetos mundanos, o con otros sujetos a los que también capta
como realidades distintas de él y con las que, sin embargo, entra o puede
entrar en relación real.
El
hombre se remite a si mismo. Es una experiencia radical que expresamos con el
pronombre "yo" cada uno de nosotros se experimenta como yo único
singular e irrepetible. Singularizado por sus caracteres biológicos y psíquicos
adquiere poco a poco una personalidad original que le distingue de todos los
demás y que, por el conjunto de sus opciones, asume la responsabilidad de su
propio destino. Por eso, podemos decir "yo pienso", "yo
quiero", "yo sufro", etc.
El
hombre concibe el espacio no de manera inmediata sino mediante un proceso
mental, complejo y difícil, el hombre llega a la representación de un espacio
abstracto, homogéneo, indefinido, totalizarte, sobre cuya naturaleza han
elucubrado mucho los filósofos. Y también el hombre no vive sólo el ahora,
porque su presente "está cargado del pasado y henchido de porvenir"
es plenamente consiente de la continuidad y de la totalidad de su vida. Por eso
piensa en la muerte y la previene todo ello es impensable en el animal.
Precisamente
porque el existe humano está transitado de temporalidad y porque el hombre
conoce, piensa, reflexiona sobre el pasado, el presente y el futuro, y hasta
cierto punto puede orientar lo o dominar lo decimos que el hombre es un ser
histórico., los animales no tienen historia, ni les interesa. Repiten
indefinidamente los ciclos que les impone la naturaleza, y si alguna vez
cambian por una mutación genética, ésta es independiente de sus decisiones, es
totalmente inconsciente en ellos.
Uno
de los fenómenos más característicos y especificativos del hombre en cuanto
hombre es su función simbolizadora es la capacidad que tiene el hombre y, sólo
él, de expresar muchas realidades bajo formas simbólicas.
Los símbolos son
signos convencionales y, por ello, sólo pertenecen al mundo humano. El símbolo,
viene pues, a identificarse con un signo arbitrario, una realidad que por
convención admitida, remite a otra.
Es
evidente que los hombres somos creadores de símbolos, es decir, que conocemos
realidades inmediatamente como son en sí, pero que hay otras que sólo las
conocemos o nos las representamos mediante signos convencionales o sistemas de
símbolos.
El
hombre no vive solamente en un universo físico como el animal, sino en un
universo simbólico toma conciencia de sí a través de símbolos. Una clase
social, una nación, adquieren conciencia de sí por sus símbolos (la hoz y el
martillo, la bandera, etc) el hombre ha encontrado la manera de conocer y
expresar realidades que se hacen inteligibles para todos mediante símbolos, ya
que el símbolo se hace presente, de algún modo, lo simbolizado.
Algunos
animales tienen también ciertas expresiones de rabia, de terror, de ganas de
jugar, de satisfacciones etc. pero con ellas sólo expresan emociones
subjetivas, nunca designan ni describen objetos, en cuanto conocibles, no dan
paso del lenguaje afectivo al lenguaje proposicional, de lo subjetivo a lo
objetivo. Los animales tienen algunos signos pero carecen de símbolos
propiamente dichos.,
Sin
duda el sistema simbólico más como ejemplo y al mismo tiempo más humano, es el
lenguaje. Se ha estructurado mucho la comunicación entre animales, y también
el "lenguaje" animal.
El lenguaje es consecuencia de la capacidad de
simbolizar y está es a su vez consecuencia del pensamiento reflexivo y
relacionado exclusivo de la razón humana.
El
lenguaje potencia el pensamiento pero sin el pensamiento nuca hubiera habido
lenguaje. Sólo el ser autoconsciente, capaz de reflexión, capaz de estar
presente a si mismo, puede distinguir entre realidad y símbolo, puede
relacionar ambos y crear ese conjunto maravilloso de símbolos convencionales
pero transparente que son las palabras. Para hablar hace falta conocer
realidades distintas o distinguibles del sujeto cognoscente en cuando
cognoscente. Por eso, el animal no habla porque recibe estímulos y reacciona a
ellos pero no conoce refleja-mente realidades en cuanto distintas o
distinguibles del sujeto.
En
las palabras toma forma sensible la idea o representación inteligible o
racional, se hace así presente a la conciencia humana y, lo que es aún más
asombroso, el conjunto de palabras que forma el lenguaje puede ser transmitidos
a los demás.
Otra
de las funciones simbólicas más características del hombre, y a las que
ciertamente no alcanzan los animales, es la expresión artrítica de la belleza y
su contemplación.
El
arte puede ser imitación de la naturaleza, como lo es en la pintura
costumbrista o en la del paisaje natural, pero con más frecuencia es una
idealización, un intento de perfeccionar la naturaleza y de construir lo que
ella no construye, de trascenderla hacia formas en las que se exprese una
armonía, una perfección superior que sólo la mente concibe e intenta plasmar
después en el mármol, en la tela de la música o en la poesía.
Es
verdad que el arte no es sólo expresión de la belleza porque a veces puede ser
expresión de sentimientos sublimes o trágicos, alegres o dolorosos, pero
siempre requiere una intuición del artista que sabe plasmaren el lienzo, en el
mármol, en notas musicales, en gesto teatrales, o en palabras, el sentimientos
profundos y bello con el que los demás se sienten identificados o conmovidos.
Si de laguna manera no hay belleza no hay arte en sentido escrito. Habrá
técnicas que es otra cosa.
En
toda creación artística encontramos une estructura tecnológicamente definida: se
busca expresar la belleza, transmitir un sentimiento, encarnar una idea,
provocar una impresión de proporción y ritmo. El artista es un descubrimiento
de las formas que luego intenta sensibilizar. Loenardo de Vinci habla de la
finalidad de la pintura y la escultura como un saper vedere la forma, en el
sentido griego del término para luego hacerla sensible.
En
la riquísima variedad de definiciones sobre la Cultura que en todas la épocas
se han formulado, encontramos en todas ellas un "común denominador",
en unas explícito y en otras implícito: el cultivo por el hombre de todo lo
humano.
Ya
su raíz etimológica - colere; cultivo - nos indica que es precisamente la
acción del hombre sobre la naturaleza para fomentarla y perfeccionarla, lo que
conforma el mundo de la cultura. Toda la naturaleza es susceptible de cultivo;
así por ejemplo, la tierra sin cultivar en estado "natural", da
frutos, pero la tierra cultivada - agricultura - da más y mejores frutos. Sin
embargo, el sentido más profundo y esencial de la cultura está en el cultivo
y perfeccionamiento de la naturaleza humana, en el desarrollo y
actualización de las capacidades y aptitudes del hombre. Y es el hombre
cultivado - en mayor o menor grado - quien, por su actividad dirigida a
perfeccionar la naturaleza exterior crea las obras culturales, que a su vez
ayudan a otros hombres a cultivarse, formándose así un "círculo
virtuoso".
De
este modo encontramos que el ancho mundo de la cultura existen dos realidades
que es preciso distinguir: la cultura subjetiva o personal y la cultura
objetiva o real, ambas interdependientes pues, como decía Ortega y Gasset,
"el hombre cultiva y humaniza el mundo para cultivarse y humanizarse así
mismo".
Si
la cultura brota del espíritu del hombre y, al mismo tiempo es el hombre el
destinatario de la cultura, resulta obvio que la vertiente más importante,
profunda y esencial es la "cultura subjetiva".
Juan
Pablo II dice al respecto: "La cultura es aquella a través de la cual el
hombre, en cuanto hombre, se hace más hombre, "es" más, accede más al
"ser". En esto encuentra también su fundamento la distinción capital
entre lo que el hombre es y lo que tiene, entre el ser y el
tener. La cultura se sitúa siempre en relación esencial y necesaria a lo que el
hombre es, mientras que la relación a lo que el hombre es, mientras que la
relación a lo que el hombre tiene, a su "tener", no solo es
secundaria, sino también relativa. Todo el "tener" del hombre
no es importante para la cultura, ni es factor creador de cultura sino
en la medida en que el hombre, por medio de su "tener", puede al
mismo tiempo "ser" más plenamente hombre".
La
"Cultura subjetiva" o "cultura personal" tendrá siempre una
dimensión de interioridad al hombre, e inicia "de cero" en cada
persona pues, "cada niño al nacer, es un niño de la edad de piedra"
Es
por ello que Juan Pablo II recuerda que "la primera y esencial tarea de la
cultura en general, y también de toda cultura, es la educación. La educación
consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre.. que el
hombre sepa "ser más " no sólo "con los otros",
sino también "para los otros".
Efectivamente,
la intima relación existente entre la educación y la cultura es de capital
importancia. En esta relación nos encontramos con un hecho fundamental: en
la base de cada cultura existe una conceptualización precisa del ser humano, y
como "en definitiva son los hombres lo que educan a los hombre", de
la respuesta que el propio hombre de a la pregunta ¿qué es el hombre? Dependerá
la configuración esencial de su cultura.
El
hombre interiormente cultivado necesariamente refleja su espíritu en el mundo
exterior, en los objetivos producidos por su actividad; esto es lo que
constituye la "cultura objetiva" o "cultura real". A
diferencia de la cultura subjetiva, la cultura objetiva no inicia "de
cero"; por su característica de exterioridad es heredable.
Como
realidades objetivas concretas surgidas de las manos del hombre, las obras
culturales se incrementan de generación en generación, formándose así el
"patrimonio cultura" de un pueblo, de una nación, de toda la
humanidad; es por ello que la cultura objetiva tiene más "volumen"
que la subjetiva, aunque esta última sea su origen y su finalidad.
De
igual forma también son expresiones de la cultura objetiva: la ciencia, la
técnica, la economía, la política, el derecho, la moral y la religión; y
corresponde designar como civilización a: los laboratorios y universidades, las
máquinas, los mercados, los sistemas de gobierno, los tribunales, las normas
éticas, los templos y ritos.
El
fenómeno de la ciencia es otro exclusivo del ser humano; sólo el ser humano ha
sido capaz de alcanzar saberse ciertos, objetivos, universales y sistemáticos
sobre la realidad, sobre todas las áreas de la realidad, ya sea de naturaleza
física, como en las ciencias naturales, por ejemplo en física o química; o
sobre las realidades humanas; como en las humanidades y ciencias sociales, por
ejemplo los logros en filosofía, psicología o en antropología.
El
hallazgo científico es un avance impresionante de la humanidad; el haber
logrado leer en las estructuras de la naturaleza, haber conseguido formular
enunciados teóricos leyes o principios que en verdad reconocen el orden y las
relaciones existentes en las dimensiones de la realidad; el haber encontrado
los principios lógicos y las causas de los fenómenos, haber encontrado muchos de
los secretos de la
Naturaleza y con ellos lograr cierto dominio sobre ella;
todas son hazañas colosales que demuestran el poder dela inteligencia humana y
su afán de búsqueda incesante; el progreso científico no ha cesado; es
inherente a la humanidad; el progreso es fruto de la ciencia; las abejas viven
en panales desde que el hombre habitaba en cavernas, peor hoy en día el hombre
puede construir casas confortables e incluso edificios inteligentes y s abejas
siguen construyendo panales. Podemos decir que la ciencia creada por el hombre
le proporciona la seguridad de un mundo que se mueve con leyes constantes; y la
gran hazaña científica es muestra de la superioridad de la raza humana.
La Ética
La
preocupación moral es el cuestionamiento del hombre sobre lo que debe ser y
hacer; es decir, a cerca de su coherencia de vida. La vida humana gira en torno
a la ética por simple naturaleza. Suele definirse a la ética como la ciencia
que versa acerca de la rectitud de los actos humanos partiendo de os últimos principios
de la razón.
Se tiene datos de que el hombre ha comenzado a
distinguir entre el bien y el mal moral por lo menos desde hace cuatro mil año,
según lo muestra las inscripciones sepulcrales egipcias del tercer milenio
antes de Cristo.
Aristóteles fue el primer filósofo que escribió no uno
sino cuatro tratados sobre la ética.
La dignidad de la persona (ser persona es ser con
dignidad) se confirma y se desarrolla a través del comportamiento humano, por
eso es necesario además de hablar de una dignidad personal hablar de una
dignidad moral.
La moral no es complicada, sino
precisa y brota de la estructura y dinámica de los actos humanos.
Al bien moral está ligada una obligación, que no se
reduce a cumplir reglas. El comportamiento moral es la respuesta que le doy a
un bien.
El hombre siempre se ha preocupado por las grandes
cuestiones del bien y del mal.
Los conflictos éticos o morales acompañan la
existencia humana desde antes del nacimiento hasta la muerte.
El único ser que por ser libre es sujeto de un actuar
ético u opuesto al deber ser es el ser humano.
Para
poder situar un poco mejor qué es lo que caracteriza a una conciencia religioso
verdadera, es importante, evitar reducirla a una de esas imágenes con las que
solemos representarnos la religión: unas prácticas de piedad que solo atraen a
las viejitas, unos ritos que embellecen celebraciones sociales o, también un
moralismo cuyas reglas resultan más sofocantes que estimulantes para la vida o
un ritualismo que en el mejor de los casos queda reducido a simbolismo de paz,
de unidad, de espiritualidad, etc.
Además
debemos distinguir entre religiosidad y confesionalidad. Afrontar la pregunta
por la religiosidad autentica a partir de la opción por la confesionalidad es
tomar ya un punto de partida equivocado, porque no se trata en primer término
de saber cuál es la confesión verdadera, como si se tratara de un partido al
cual adherirse, o un sistema de verdades teóricas que nos resultan más
persuasivas; se trata de saber qué es la religiosidad como factor estructural
de lo humano.
Para
ubicar correctamente la religiosidad auténtica no partimos de la religión, sino
de la vida humana, porque la religiosidad es una dimensión estructural de la
vida humana. Y no precisamente porque como se suele decir "todos tenemos
que creer en algo" que en el fondo puede ser una renuncia a buscar
razones.
El
hombre es hombre porque incesantemente se interroga por el sentido de las
cosas, no sólo actúa sino que necesita tener una "justificación" para
hacer lo que hace y esta justificación es una razón, un sentido; el preguntar
es tan constitutivo del hombre, incluso más que la ciencia misma, que no es
sino una forma de lograr algunas respuestas, dentro de un campo muy limitado de
la experiencia.
De
hecho, el hombre ha existido mucho antes de que existiera la ciencia, en
cambio, la inteligencia humana persiste una y otra vez en recapitular lo
humano, en cuanto exigencia de sentido,
al nivel de ciertas preguntas que llamamos fundamentales, precisamente porque
en ellas se juega la conciencia que tiene el hombre de sí mismo y de toda la
realidad.
La
presencia del hombre en la naturaleza introduce un factor peculiar: la
conciencia y el afán de significado; el hombre no solo es consciente de que las
cosas existen, sobre todo, se interroga por qué existen, para qué, de qué están
hechas.
Sin
la presencia del hombre, es decir, sin esta conciencia de lo real que se
interroga y se afana por comprender el sentido de todo, la naturaleza sería como
opaca, ella misma sería para sí una soledad inmensa por el vacío de sentido.
Esta
necesidad del hombre no es un pasatiempo ni un lujo producto del ocio; es una
tarea en la cual se haya comprometida su propia conciencia y su propio
significado como ser humano, por eso es una tarea dramática.
Aspiramos
a comprender nuestra vida no de manera teórica ni abstracta, sino en algo que
responda de manera concreta a las preguntas fundamentales: ¿Hay algo que le da
sentido a cada jornada, a cada momento que vivimos, al hecho de nacer, de
trabajar, de amar, a tener que sufrir y morir? O en definitiva cada minuto y
cada hora, así como las personas que amamos y los encuentros que hacemos ¿están
destinados a perderse en la nada?
De
muchas maneras el hombre ha intentado establecer un contacto con el significado
de todo y, sin embargo, a esta meta, como a la línea del horizonte, no se llega
nunca. La palabra que las religiones han inventado para indicar esta realidad,
que al mismo tiempo se muestra y se oculta, que es cercana y lejana, presencia
y ausencia, es Dios.
Dios es el objeto de este
deseo irrefrenable de búsqueda de sentido que la razón advierte y concibe como
misterio. Misterio tremendo y fascinante,
que San Agustín, un hombre de una profunda sensibilidad religiosa ha descrito
así: "¿Qué es esto que me deslumbra, que estremece mi corazón y no lo
hiere, que me hace temblar y me enardece? Tiemblo por parecerme tan poco a ello
y ardo porque me parezco tanto"
De
este modo se comprende que el ser humano se expresa en sus preguntas, de tal
manera que: "La religiosidad
coincide con la naturaleza de nuestro yo en cuanto se expresa en ciertas
preguntas: ¿Cuál es el significado último de la existencia?, ¿Por qué existe el
dolor y la muerte?, ¿Por qué vale la pena vivir realmente? O…¿De qué y para qué
está hecha la realidad? "La religiosidad es una de las dimensiones
constitutivas del hombre, precisamente en cuanto que este preguntar está
siempre presente, trascendiendo las preguntas que son pertinentes o inevitables
sólo para una época o momento histórico.
Una dimensión no es
una parte, o un fragmento separable del todo, sino un aspecto en el que se
refleja y se expresa todo el yo como anhelo de verdad, de bien y de belleza, en
una palabra como deseo de satisfacción plena.
Podría decirse además
que el sentido religioso, permea y exalta cualquier otra dimensión de lo
humano, la sociabilidad, la historicidad, la moralidad, por lo cual podemos
llamarlo "síntesis del espíritu".
Si
la religiosidad es esta exigencia de significado que podemos traducir como
exigencia de verdad, de belleza, de justicia, de felicidad, que son como la
raíz desde la cual brota la vida y la personalidad de cada uno, las religiones
son el intento de una respuesta adecuada que abarque integralmente al hombre,
un modo de establecer ese nexo entre la vida presente y el Destino.
Cada
religión es como una hipótesis de significado global de la vida y su valor
reside en que corresponde a un tipo de sensibilidad humana, a la de un pueblo o
incluso varios pueblos, que encuentran en sus representaciones de la divinidad,
en su moral y en sus ritos una correspondencia a sus necesidades de
significado. Por eso son como un intento de tender un puente entre el hombre y
Dios. Un puente in-finito porque la
distancia entre el hombre y Dios no puede ser nunca superada. De aquí que no
solo el temor ante lo santo sino también la esperanza sean algo esencial a toda
religión y a toda religiosidad verdadera. Cuanto mayor es la sensibilidad religiosa
de un hombre tanto más se percibe esta desproporción entre el intento humano y
su objetivo último.
Las
religiones no son una solución al enigma de Dios, sino una vía a través de la
cual el hombre camina delante de esa Presencia que nunca acaba de mostrarse:
1 Esta conferencia
sigue, a modo de una reflexión o relectura, las líneas centrales de la obra de
Luigi Giussani La conciencia religiosa
del hombre moderno.
La risa como
expresión de un bienestar, de una alegría interior, de la captación de lo
ridículo o lo desproporcionado, o bien el todavía misterioso por qué nos
reímos; son fenómenos exclusivos del ser humano.
Los animales sólo
manifiestan estados de euforia, pero la risa humana proviene de la percepción
de lo favorable o de lo gracioso.
Los animales no
conocen ni el humorismo ni el ridículo.
La risa también
comunica, es un gesto social rico y expresivo; la risa transmite gozo y
alegría.
Vinculados
generalmente con la risa, están los fenómenos del juego y la fiesta.
El juego es una
actividad humana en la que los hombres utilizando su libertad crean un sistema
de reglas cuyo objetivo es competir y lograr el éxito a la par de obtener
momentos placenteros.
La fiesta es una
celebración y celebramos para recordar, recordamos para volver a vivir y
vivimos porque comprendemos, porque volvemos una vez más sobre hechos que nos
representan una significación especial; sólo el ser humano celebra.
Así podríamos seguir
enumerando fenómenos y datos
específicamente humanos que nunca realizan los animales, pero lo que
hemos comentado son suficientemente elocuentes para demostrar la superioridad
cualitativa del género humano que no hace otra cosa que señalar su especial
dignidad.
Se pudo
concluir que en si el comportamiento humano en su totalidad son las acciones de
las personas en el ambiente físico y
social en el que se encuentra.
También
podemos decir que el comportamiento es una función de la persona y de su
ambiente. PERSONA Y AMBIENTE no son
independientes entre si se entre ellos interdependencia de manera que la
situación de la persona depende de su ambiente.
Por
otro lado se hablaron de otros términos
como el lenguaje, el arte, las
culturas desde diferentes puntos de vistas entre otros aspectos.